País Rebelde:
Entrevista a Renán Vega Cantor, Premio Libertador al Pensamiento Crítico
"El nuevo ciclo de protesta genera
cambios
en el imaginario y crea tejido social"
Fernanda
Sánchez Jaramillo (Rebelión) entrevista
a Renán Vega Cantor, Profesor de la Universidad
Pedagógica Nacional. Autor de 26 libros sobre historia,
economía y crítica social y artículos. Premio Libertador al Pensamiento Crítico.
FS: Las protestas y marchas del 2013 han sido
multitudinarias. ¿Estamos viviendo el inicio de una resistencia masiva en
Colombia?
RVC: Para entender lo que está pasando, hay
que conocer las razones diversas, en el largo plazo, 200 años de historia de
cómo se estableció el control de la tierra y la violencia como mecanismo para
mantenerlo; en el mediano plazo, los intentos de reforma agraria y el poder de
los terratenientes que aplastaron las protestas de los años 60 y 70 y, en el
corto plazo, el elemento dinamizador de las protestas ha sido la firma de los
tratados de libre comercio que destruyen el campesinado.
He planteado que vivimos un nuevo ciclo
histórico que se rompe en el año 2012 debido a las políticas autoritarias.
Ahora hay una reorganización de los movimientos sociales y el paro de
agosto-septiembre fue el más importante de los últimos 35 años, después de la
protesta urbana de 1977. Se inicia un nuevo ciclo que no sabemos a donde
conducirá porque depende de la correlación de fuerzas, de los diálogos de La Habana. Se ha roto ese
sentimiento de pasividad y resignación en importantes sectores de la sociedad
colombiana. Esta protesta de agosto reactiva la dinámica de la protesta en
Colombia.
FS: ¿Qué tan efectiva es la resistencia
cuando se ejerce desde frentes separados? Campesinos por un lado, estudiantes
por otro, los indígenas, los afrocolombianos, etc.
RVC: Es un elemento en contra de la
movilización social que las luchas sean separadas y no intenten relacionarse
unas con otras, aunque tengan elementos comunes. Durante el paro agrario los
indígenas no participaron, es un hecho que tiene un carácter divisionista y
separa sectores con intereses comunes y también divergentes.
Si se realizan luchas por separado, ganan el
capitalismo y el Estado. Esto les permite actuar para reprimirlas o
desmovilizarlas con falsas promesas. Otro elemento adicional son las
elecciones. Lo electoral divide y fragmenta porque en distintos sectores
colocan los candidatos, que asumen diferentes posiciones y eso tiene efectos nefastos
en el movimiento social.
FS: ¿Qué papel cumplen Marcha
Patriótica, la MANE y el Congreso de los Pueblos en la consolidación de la
protesta social?
RVC: Es interesante que hayan aparecido grupos
que reúnen a distintos sectores. La MANE, que acoge a los estudiantes, realizó
una importante movilización en el 2011, pero está dividida porque hay distintas
fuerzas políticas.
Un paso adelante sería pensar en una unidad
más amplia, que recoja esas experiencias hacia objetivos más estratégicos
FS: ¿Pueden lograrse cambios radicales
en las estructuras injustas y desiguales de Colombia por las vías de hecho?
RVC: La movilización social que se presenta en
un territorio recurre a los medios
que considera válidos para hacerse sentir. En Colombia se recurre a las vías de
hecho.
En un país donde el 70% de la población es
urbana y hay un desprecio hacia el campesino ¿cómo pueden hacerse sentir los
campesinos? Abandonar los azadones no es suficiente y para que haya repercusión
deben salir a las vías públicas, a las carreteras, las autopistas principales
para que los vean. Las vías de hecho son repertorios que usan los pueblos para
manifestarse.
En Colombia, cualquier movilización –por justa
que sea- es reprimida por el Estado y apoyada por los medios
de comunicación dominantes porque no entienden que la protesta es una condición
legítima y hace parte de la vida cotidiana de un país.
Uno duda que se logren cambios con la pura
acción política, en esa medida las movilizaciones recurren a sus propios
repertorios de lucha para que el gobierno se siente a dialogar.
FS: ¿Qué resultados positivos y
concretos han arrojado las recientes marchas en el país?
RVC: Un resultado valioso, de tipo simbólico,
fue romper un ciclo de pasividad. Fue importante que en ciudades como Bogotá,
Cali y Medellín vieran a los campesinos boyacenses, considerados pasivos y
conservadores, verlos activos y romper el imaginario de la quietud. Otro
resultado, es demostrar que para obligar al gobierno a negociar hay que
movilizarse. Los resultados programáticos se verán cuando pase el tiempo porque
los gobiernos prometen pero no cumplen. Se obtienen resultados coyunturales,
como subsidios, pero no fundamentales como la renegociación de los Tratados de
Libre Comercio.
FS: En su opinión, ¿contribuyen estas
movilizaciones a la construcción de memoria y tejido social?
RVC: Por supuesto porque la identidad de un
grupo social y de clase social es dinámica, se va construyendo en el tiempo y
con la lucha. La
lucha es importante porque se adquiere consciencia del propio poder, que
campesinos con su fuerza y dinámica organizativa tuvieran presencia en ciudades
y territorios es importante. Eso refleja su influencia, el poder de la acción
colectiva y su poder de movilización.
FS: ¿Qué importancia tienen símbolos
como las ruanas, las flores y las capuchas, en la cultura y el lenguaje de la
resistencia?
RVC: Un componente fundamental de la protesta
son los símbolos porque aglutinan y dan orden. La ruana es típica de Boyacá,
Nariño, y Cundinamarca, donde se usa para protegerse del frío, pero durante el
paro representaba a todos los campesinos, aquellos que han sido representados
siempre como toscos, analfabetas, y esto nos indica que aparece en el
imaginario público un sector tradicionalmente marginado.
Otro símbolo importante, de vieja data, es la
capucha como medida de seguridad porque aquí cuando se protesta hay consecuencias.
Las personas lo usan no para sabotear, sino por seguridad. Es una medida de
supervivencia, y ahora se discute criminalizar el uso de la capucha, condenar a
la persona como terrorista por usarla y, eso explica la dificultad en medio de
la cual se protesta.
FS: Colombia, ha sido un país de
rebeldes. ¿Está pariendo la indignación una nueva generación rebelde?
RVC: Colombia es un país rebelde desde
siempre, marginal, individual y de poco impacto social, pero si uno mira la
historia contemporánea de Colombia, pese a la violencia se han mantenido
procesos sociales de distinta naturaleza.
Es el deseo nuestro que se ponga fin a un
largo periodo de pasividad y de embrujo autoritario, que se pase a una fase
organizativa para crear condiciones de transformaciones fundamentales.
FS: ¿Qué responsabilidad comparten los medios de comunicación con quienes estigmatizan la
protesta social?
RVC: Los medios
son de avanzada ideológica, no funcionan por sí mismos sino como expresión de
las clases dominantes, clases que son dueñas de los miedos de comunicación.
Los medios
son un elemento desmovilizador y estigmatizador de individuos que son puestos
en la picota pública. A los periodistas -de la clase media universitarios- que
desconocen el país, se les hace extraño que la gente proteste así porque creen
que viven en un país democrático.
Los periodistas son analfabetas políticos, sin
idea lo que pasa en el contexto y a sus patrones les interesa desmotivar la protesta. Esto
tiene impacto público porque son medios
dominantes y dictaminan como piensa la sociedad colombiana.
FS: ¿Cómo fortalecer la protesta social
y defenderla de la criminalización que impide su crecimiento?
RVC: Con la recuperación de la historia,
estudiando las memorias de las luchas, y los movimientos que han existidos en
los últimos 100 años y también con la creación de medios
de comunicación, radio y televisión, por parte de los movimientos sociales que
muestren otro lenguaje, otras formas de apropiarse de la realidad.
FS: ¿ Cree que falta movilización en
torno al proceso de paz?
RVC: La consigna de paz surgió de los movimientos
populares, no fue iniciativa de Santos, sino que surgió por la presión de otros
ante el estado de la
guerra. Este movimiento tiene que ser apoyado por
movilizaciones para que la gente entienda lo que significaría la paz, no para
acabar las luchas, sino para continuarlas en otros terrenos. El sinnúmero de
violencias del neoliberalismo se podrían enfrentar de otra manera si termina el
conflicto armado.
Fernanda
Sánchez Jaramillo es periodista, magíster en relaciones internacionales y
sindicalista.
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