20 años de IIRSA en
América del Sur
¿Quién celebra ahora?
2 de septiembre de 2020
Por Alessandro Peregalli, Alexander Panez, Diana Aguiar (Rebelión)
Este 31 de agosto se completan 20 años
de la creación de Origen e historia de la IIRSA
La idea de la IIRSA nació temprano, en abril de 1998, durante la cumbre de la Organización de Estados Americanos (OEA) de Santiago de Chile, como necesidad de creación de un plan de reordenamiento territorial que fuera funcional al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). El ALCA era el plan estadounidense para transformar todo el hemisferio occidental en una inmensa zona de libre mercado, bajo el modelo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En aquella ocasión, los jefes de Estado decidieron encomendar al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) la formulación de un proyecto, que fue por fin presentado en ocasión de una nueva cumbre de presidentes, esta vez sólo de América del Sur, invitados a Brasilia por el ex mandatario brasileño Fernando Henrique Cardoso el 31 de agosto del año 2000. En los planes de los gobiernos participantes, y de los propios gerentes del BID y de
En los siguientes cinco años, el tablero de América del Sur fue atravesado por fuertes sismos. En Bolivia, un gran ciclo de movilizaciones indígenas y populares terminó con el derrocamiento de los gobiernos neoliberales y la elección de Evo Morales a
Sin embargo,
los diseños de los proyectos de la IIRSA no fueron tocados, ni su amplitud
reducida. Por lo contrario, la década de 2005 a 2015 fue más bien el periodo de mayor
desarrollo de la iniciativa, que vio un aumento de casi 100% en
el número de sus proyectos, que pasaron de 335 a 562 (de los cuales a la
fecha 160 han sido concluidos), y que en 2009 fue incluida en el Consejo
Sudamericano de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN) de la UNASUR, el
nuevo bloque regional que vino a constituirse bajo el liderazgo del Brasil de
Lula da Silva. No obstante, más allá de una retórica neo-desarrollista y de
integración soberana que le fue asociada, poco o nada cambió en las finalidades
de los corredores de la IIRSA, que siguieron reproduciendo lógicas exportadoras
de minerales, hidrocarburos y commodities agro-alimentares, llevando a una cada
vez más problemática dependencia de las economías regionales, ya no sólo hacia
los países del norte sino sobre todo hacia China.
En este periodo fue clave el
papel de Brasil, que permitió la realización de muchos proyectos vinculados al
plan. Dicho protagonismo se dio
gracias a una política de fuerte impulso financiero a
través de su banco de fomento BNDES, una nueva
cartera de obras nacionales (el llamado Programa
de Aceleración del Crecimiento – PAC, creado en el 2007) y una política de internacionalización de sus mayores
empresas de construcción (Odebrecht, Camargo Correa, Andrade Gutiérrez,
etc.). Al mismo tiempo que centralizó la viabilización financiera de los
proyectos, Brasil bloqueó distintas propuestas para la conformación de una
Nueva Arquitectura Financiera Regional – lideradas por los países de Las obras IIRSA son articuladas alrededor de 10 ejes de integración o desarrollo, que cruzan toda Sudamérica de norte a sur y de Atlántico a Pacífico. Haciendo un balance general de sus impactos territoriales, un estudio del Laboratório de Estudos de Movimentos Sociais e Territorialidades de
Reacomodos geopolíticos e incertidumbres regionales
Desde 2015, la IIRSA se encuentra en una situación de cada vez mayor incertidumbre. La dramática caída en los precios de las materias primas ha reducido la capacidad de los bancos regionales o nacionales de financiar la construcción de la infraestructura, llevando a una mayor apertura de la gobernanza de la iniciativa a actores extra-regionales y sobre todo al Banco de Desarrollo Chino. Por otro lado, la virada de muchos gobiernos hacia la derecha ha deshecho el marco institucional de la UNASUR, debilitando la coordinación regional y destruyendo cualquier intención de integración – por más limitada que fuera. Si bien todos los gobiernos han dado muestra de importancia a la infraestructura como posibilidad de atracción de inversiones, sus políticas en los últimos años se han limitado a la privatización de los activos ya existentes. En fin,
Hoy en día, es mucha la incertidumbre sobre la permanencia y el rumbo de
Estamos en un
momento de crisis y reacomodo de fuerzas geopolíticas. A pesar de la renovada
alianza de muchos países de la región con Estados Unidos, es probable que sea
China quien tenga la capacidad y el interés de invertir en la infraestructura
logística de la región. De
hecho, empresas de este país ya se han adjudicado concesiones carreteras,
portuarias y ferroviarias en tramos estratégicos de la IIRSA, como la carretera Riberalta –Rurrenabaque
en Bolivia, y han señalado interés de acceder a las anunciadas subastas de otros
proyectos, como la Ferrovía de Integración Oeste-Leste (Fiol) en Brasil. La Inversión Extranjera
Directa desde el gigante asiático hacia el subcontinente va
en constante aumento, mientras países como Uruguay, Ecuador, Venezuela, Chile,
Bolivia y Perú, ya han
adherido al nuevo programa logístico de la Nueva Ruta de la Seda (Belt and Road Initiative – BRI). El
propio Brasil, que ha rechazado adherir al programa y donde Jair Bolsonaro fue
elegido con discurso sinófobo, parece estar abierto al acercamiento pragmático:
en la última Cumbre
de los BRICS en Brasilia, en noviembre de 2019, el presidente brasileño y su
contraparte chino (Xi Jinping) anunciaron
intención de «alinear» la BRI con el Programa de Parceria de Inversiones – PPI
de Brasil. Frente a esto, un posible escenario es que la propia IIRSA sea
subsumida por los tentáculos de este gigantesco plan chino.
Hoy en día, ante la pandemia del Covid-19,
las discusiones sobre la reactivación económica en América Latina ya contemplan
grandes proyectos de construcción de infraestructura. Una muestra de ello es el
plan de “recuperación económica”
anunciado por el gobierno Piñera en Chile, que ha dispuesto una inversión
pública extra de US$ 2.89 mil millones hacia proyectos de infraestructura. O el
Pro
Brasil, iniciativa del ala militar del gobierno brasileño que tiene el objetivo
de inyectar nuevo dinero público en la infraestructura y que, pese a los
dogmatismos de austeridad fiscal del ministro Paulo Guedes,
acaba de asegurar 6.5
mil millones
de reales para obras en el presupuesto público.Como en otras ocasiones de crisis económicas profundas, la infraestructura es vista como la salvación, flujo de dinero en movimiento, rendimientos lentos pero seguros (esto mientras el Estado asuma los riesgos de los inversionistas, es decir, los riesgos son públicos y los beneficios son para pocos). La justificación de “levantar” la economía y crear empleos buscará ser un consenso absoluto, que genera un apoyo transversal en las fuerzas políticas del establishment. No obstante, luego de 20 años desde la creación de la IIRSA, cabe preguntarnos a cuáles intereses estos mega-proyectos responden y qué significa exáctamente el “progreso” que dicen conllevar. En estas dos décadas de fuerte impulso a la infraestructura, proporcionalmente es poco lo que se ha destinado al mejoramiento de los servicios básicos y universales (transporte urbano, caminos entre comunidades, escuelas, centros públicos de salud e infraestructuras menores) y nada se ha hecho para aumentar la complementariedad productiva de la región, lo que reduciría la dependencia de la exportación de commodities. Mientras mucho dinero público se ha invertido para conectar enclaves, puertos y zonas francas, además de crear rutas para facilitar la expansión de la frontera minera y del agronegocio, dejando atrás saqueo, selvas quemadas y tierra arrasada.
Alessandro Peregalli, doctorando en Estudios
Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Alexander Panez, doctor en Geografía por la Universidad Federal
Fluminense , investigador en la Universidad del Bío-Bío, Chile
Diana Aguiar, doctora en Planificación Urbana y
Regional por la
Universidad Federal de Río de Janeiro.
Fuente: https://rebelion.org/20-anos-de-iirsa-en-america-del-sur-quien-celebra-ahora/
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