La manzana mordida
29 de agosto de 2020
Silvia
Ribeiro
La
trasnacional Apple alcanzó la semana pasada un
valor de mercado de 2 billones de dólares, es decir, 2 millones de millones de
dólares. Duplicó el valor de sus acciones de marzo a agosto de 2020 gracias a la pandemia. Se
convirtió en la empresa con mayor valor de mercado en el mundo. Solamente la
petrolera estatal Saudi Aramco, de Arabia Saudita, alcanzó ese monto por un
breve periodo en 2019, pero volvió a bajar con la caída de los precios del
crudo.
Para poner la cifra en perspectiva, pensemos que
solamente una docena de países en el mundo tienen un producto interno bruto
(PIB) superior a 2 billones de dólares. Ninguno latinoamericano, ni la mayoría
de los europeos, llega a ese volumen. En América Latina, Brasil es el más
cercano, con un PIB de 1.89 billones de dólares. Le sigue México, con cerca de
1.3 billones. Apple tiene cinco veces el valor de todo el PIB de Argentina.
Cercanas
al absurdo valor de mercado de Apple están Amazon y Microsoft, que en corto
tiempo podrían alcanzarla. Están en rápido ascenso las acciones de Facebook,
Alphabet (dueña de Google) y las chinas Alibaba y Tencent.
Son las dueñas de grandes plataformas digitales,
que actúan en comercio electrónico, entretenimiento, redes sociales, etcétera.
Esas siete controlan 75 por ciento del mercado global de plataformas. Con la
pandemia crecieron exponencialmente, debido al aumento de la dependencia y
adicción digital, que hizo explotar las tendencias que ya existían de
digitalización de todos los sectores industriales y sumó sectores claves como
educación y salud.
El crecimiento de Apple evidencia el peso que ha
adquirido el llamado capitalismo de la vigilancia, una nueva forma de
organización del capitalismo que está trastocando todo, desde industrias y
empleo hasta a los sistemas electorales y las formas de empujar el consumo de
productos de las empresas que paguen por los datos. Se basa en la extracción
masiva, interpretación, venta y manipulación de datos de todas las personas,
instituciones, empresas, ciudades, vías de transporte, naturaleza y ambiente
(Shoshana Zuboff, 2019).
Apple,
a través de teléfonos, relojes digitales, computadoras, accesorios domésticos
inteligentes, plataformas de televisión y música colecta una cantidad enorme de
datos de nuestras conductas, salud, preferencias de compras, ocio, trabajo,
educación, relaciones y familia, todo ello georreferenciado. En conjunto con
los datos que aportamos a través de otras plataformas, conforma una red de
extracción e interpretación de nuestros datos por edad, género, situación
económica, ubicación y más. Eso lo vende a otras empresas y lo entrega a las
agencias de vigilancia de los gobiernos.
Este
volumen inmenso de datos sólo se puede manejar con sistemas de Big Data. Los
servicios de nubes de computación con esa capacidad están dominados por pocas
empresas: Microsoft Azure, Amazon Web Service (AWS), Google Cloud, Alibaba
Cloud, IBM, Oracle. Los servicios de iCloud, donde Apple almacena nuestros
datos, están en realidad en nubes de Amazon y Google, a las que contrata para
ello y que, por tanto, acceden a los datos.
En
volumen de ventas anuales que se registran –no en valor de acciones, que es una
cifra especulativa–, la mayor empresa del mundo sigue siendo Walmart, seguida
por empresas petroleras y automotrices chinas y estadunidenses. Pero aún en la
lista de ingresos por ventas compilada anualmente por la revista Fortune ,
Amazon aparece en el noveno lugar y Apple en el decimosegundo; Alphabet y
Microsoft están entre las 50 mayores del mundo (https://fortune.com/global500/).
A
Apple le llevó 38 años llegar a un valor de mercado de un billón de dólares,
pero lo duplicó en sólo dos. Al inicio de la pandemia su valor cayó, porque los
inversionistas dudaron al depender de FoxConn en China para la fabricación de
sus teléfonos. Pero se recuperó, aumentó el porcentaje de otros productos y,
sobre todo, las suscripciones a sus plataformas de entretenimiento.
Adicionalmente,
los analistas financieros estiman que ante la incertidumbre económica provocada
por las múltiples crisis derivadas de la pandemia de Covid-19, muchos capitales
dejaron otras industrias para invertir en empresas tecnológicas. Otras
compañías en ascenso en capitalización de mercado son las grandes
farmacéuticas, por la especulación con medicamentos y la carrera por vacunas
para Covid-19.
Que los titanes tecnológicos tengan tal poder
conlleva un enorme peso en la definición de políticas nacionales e
internacionales, el cual han usado para no pagar impuestos, impedir
regulaciones que las supervisen o responder por el uso que hacen de nuestros
datos, etcétera. Todo ello, porque tienen acceso y control privilegiado, como
arañas en las redes, a la información y posible predicción de nuestras
conductas y elecciones, de consumo a preferencias políticas, cuya comercialización
es lo que las ha enriquecido.
Son muchos y complejos los temas que urge analizar
colectivamente para enfrentar el capitalismo de la vigilancia. Como
aporte a una de esas aristas, la coalición internacional Just Net lanzó en 2019
un llamado para que el futuro digital nos pertenezca https://tinyurl.com/JustNet
*
Investigadora del Grupo ETC
Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2020/08/30/silvia-ribeiro-la-manzana-mordida/
No hay comentarios:
Publicar un comentario