Analicemos si obró la Naturaleza o fue el capitalismo.
Incendio mortífero en
Valparaíso
Una catástrofe no tan
"natural"
Por Mathieu Dejean (Les
Inrocks)
Traducido del francés para Rebelión por Caty R.
Desde el sábado un incendio arrasa la ciudad chilena de
Valparaíso. Más de 2.500 casas están destruidas, 16 personas han fallecido y se
ha evacuado a 10.000 habitantes. Según muchos observadores la causa profunda de
esta catástrofe es la desigualdad y la nefasta gestión de la vivienda.
Valparaíso, la ciudad
de las casas de colores, se cubrió con un manto gris este domingo por efecto de
las cenizas y el humo del incendio que la está arrasando. La ciudad portuaria
chilena, declarada patrimonio mundial por la UNESCO en 2004, es víctima de un
incendio mortífero que ha costado la vida a 16 personas según las autoridades.
Un incendio forestal que se declaró en las afueras de la ciudad el sábado se
desplazó debido a las ráfagas de viento hasta alcanzar un barrio pobre de esta
ciudad de 300.000 habitantes –el cerro Las Cañas, los cerros Mariposa, el
Vergel, Merced, la Cruz y el Litre también están afectados-
«Las autoridades no
pensaron en la prevención, ni en la planificación urbana»
Las razones de esta
catástrofe son múltiples. Para empezar, la gestión del incendio por parte de la Corporación Nacional
Forestal y los bomberos fue problemática. «El incendio
comenzó a primeras horas de la tarde y los bomberos -hay que subrayar que todos
son voluntarios- llegaron horas después y con muy pocos medios .
Además no todas las zonas afectadas tienen acceso al agua corriente», cuenta Franck
Gaudichaud, investigador especialista en Chile donde reside desde hace varios
meses.
Los helicópteros
cargados de agua llegaron tarde. La zona de intervención tiene un acceso
difícil: «Es una zona casi inaccesible en camión, señala Franck
Gaudichaud, y no hay
cortafuegos, ya que una parte del hábitat de Valparaíso está formado por
“autoconstrucciones”. Las autoridaes no pensaron en la prevención, ni en la
planificación urbana». La
geografía del lugar explica en parte la dificultad: el puerto está situado en
una depresión rodeada de colinas sobre las que se asientan viviendas cada vez
más precarias a medida que se alejan del centro superturístico.
Además los bomberos
chilenos carecen cruelmente de medios .
Contactado por correo electrónico, el historiador chileno Sergio Grez explica:
«El cuerpo de bomberos
chileno está compuesto únicamente de voluntarios no remunerados. Los recursos
suministrados por el Estado y las comunidades son muy insuficientes para hacer
frente a todas las necesidades de un país que debido a su gran concentración
urbana, a sus desigualdades sociales, a la pobreza de una gran parte de su
población, a su clima y a su geografía, presenta en ciertas zonas condiciones
particularmente favorables para la propagación de incendios. Con frecuencia los
bomberos se ven obligados a hacer colectas públicas para paliar sus carencias».
«Los afectados son los
más pobres»
Más allá de esos
problemas coyunturales, existen causas más profundas que explican la dimensión
mortífera del incendio. Este tipo de sucesos es repetitivo en Valparaíso: en
2008 y 2013 dos incendios similares ya dejaron sus lotes de víctimas. Tras el
incendio de 2013, los expertos de la universidad de Valparaíso elaboraron un
informe que detallaba 11 focos potenciales particularmente vulnerables a las
llamas, del cual podrían haberse servido las autoridades.
Pero según el
arquitecto y urbanista chileno Iván Puduje, citado por el diario chileno El Mostrador, «no se hizo nada». El
informe señalaba las zonas de riesgo donde la gente se instala en casas
chapuceras en el límite del suburbio. Según María Elena Wood, una periodista
chilena afectada, en un tribuna publicada en El
Mostrador, «Sabemos que a pesar de los incendios de 2008 y 2013, que
demostraron la vulnerabilidad de las colinas que forman el anfiteatro del gran
Valparaíso, no se han tomado las medidas recomendadas por los expertos para
evitar una catástrofe».
La pobreza está en el
corazón del problema relativizando la dimensión «natural» de la tragedia. «Los
pobres son los más golpeados, los que viven más arriba en Valparaíso»,
explica Franck Gaudichaud, refiriéndose a los suburbios que proliferan en lo
alto de las colinas que masifican el puerto. Sergio Grez muestra un retrato de
la ciudad que desmiente firmemente el escaparate turístico al que a menudo se
reduce el puerto:
«Valparaíso, que
siempre ha acogido a una población mayoritariamente pobre, ha visto acentuarse
su pobreza en los últimos decenios. Por eso han proliferado las construcciones
precarias de materiales ligeros, incluso de desechos, construidas en
entornos no adaptados al hábitat humano y a las que los servicios básicos
(agua, electricidad, recogida de basuras, alumbrado público, asfaltado y
accesos) no llegan adecuadamente, sino de forma precaria y desordenada, a
iniciativa de los propios habitantes. Todo eso hace que exista un fenómeno de
superpoblación, de alojamientos insalubres y una acumulación de grandes
cantidades de desechos en las fallas que, en caso de incendio, se convierten en
combustibles que incrementan la extensión y las consecuencias de esos
siniestros».
Una catástrofe
reveladora
Por lo tanto el Estado y la comuna de Valparaíso serían en
parte responsables de esta catástrofe, ya que no han regulado la utilización
del suelo ni han intentado realojar a las poblaciones precarias. Además,
algunos observadores denuncian la mala gestión del dinero público por parte del
ayuntamiento de Valparaíso.
«Tanto los alcaldes de derecha como de
izquierda que se han sucedido al frente de la comuna de Valparaíso desde hace
24 años tienen su parte de responsabilidad, explica Sergio Grez. Por ejemplo, los ciudadanos se
preguntan qué ha sido de los recursos obtenidos de la UNESCO desde la
declaración de una gran parte de la ciudad de patrimonio mundial de la humanidad. Aparte
del repintado de algunas fachadas y la restauración de un número limitado de
edificios no hemos visto un efecto claro de la llegada de esos recursos. El
deterioro de la ciudad ha continuado desde ese momento, los incendios se
suceden, así como las explosiones de gas, los desprendimiento y las
inundaciones mortíferas que destruyen edificios públicos, viviendas y barrios
enteros».
A menudo las catástrofes naturales funcionan como
reveladores de las desigualdades sociales de un país (el huracán Katrina en
Estados Unidos en 2005, el seísmo de Aquila en Italia en 2009…) Chile no es una
excepción. «Este tipo de catástrofes “naturales” pone en evidencia la
violencia del modelo neoliberal y sus desigualdades, comenta Franck Gaudichaud. En el norte de Chile (epicentro del terremoto del
pasado 1 de abril), también
fueron las zonas más pobres las que sufrieron y las que todavía están en parte
marginadas de las ayudas públicas».
Fuente original: http://www.lesinrocks.com/2014/04/14/actualite/incendie-meurtrier-valparaiso-catastrophe-pas-si-naturelle-que-ca-11497750/ Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=183391
Fuente original: http://www.lesinrocks.com/2014/04/14/actualite/incendie-meurtrier-valparaiso-catastrophe-pas-si-naturelle-que-ca-11497750/ Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=183391
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Las
causas profundas de la tragedia de Valparaiso
Por Sergio Grez Toso (Rebelión)
El incendio que ha afectado a Valparaíso y, sobre todo, sus
terribles consecuencias para la población más desvalida de sus cerros, tiene
como causas estructurales la pobreza, la gigantesca desigualdad social
imperante en Chile, el capitalismo dependiente, el modelo neoliberal y el
desinterés real de quienes han gobernado el país durante las últimas cuatro
décadas por disminuir la desigualdad social y tomar medidas eficaces que
reviertan la profunda decadencia en que se encuentra el otrora principal puerto
del país . Lo anterior, no es ni más ni menos que el producto de la
instauración del act ual modelo económico.
Valparaíso, que
siempre ha abrigado una población mayoritariamente pobre, ha visto acentuarse
su pobreza en las últimas décadas. Como consecuencia de ello, han proliferado
las construcciones precarias, de material ligero, incluso de deshechos,
levantadas en lugares no aptos para el hábitat humano (las laderas de ciertas
quebradas), donde no llegan servicios básicos (agua, electricidad,
alcantarillado, remoción de basuras, alumbrado público, calles y escaleras) en
la forma adecuada, sino precariamente y lo que es peor aún, a menudo de manera
"salvaje", solo por iniciativa de los propios pobladores y, por ende,
con medios mater iales inadecuados.
Esto redunda en hacinamiento humano, habitaciones insalubres amén de precarias,
además de acumulación de grandes cantidades de basura en las quebradas, lo que
en caso de incendio, se convierte en combustible que acrecienta el área y las
consecuencias del siniestro.
La culpa principal de
situaciones como esta, recae en el Estado y en el municipio. En el Estado, en
tanto no ha atendido con grandes obras de infraestructura las necesidades más
urgentes de Valparaíso, y no ha establecido un plan maestro destinado a salvar
la ciudad de su, hasta ahora, imparable decadencia. Asimismo, es
responsabilidad del Estado y de la casta política que lo administra, la nula
adopción de medidas eficaces tendientes a revertir el monstruoso proceso de
centralización en torno a la capital, en desmedro de las regiones y de ciudades
como Valparaíso. Igualmente, han faltado gravemente a sus deberes los distintos
gobiernos municipales (tanto de la Alianza o coalición de la derecha clásica,
como de la Concertación), que se han sucedido a la cabeza del gobierno
municipal de esta ciudad durante los últimos veinticuatro años, por no haber
administrado de manera eficiente y proba los recursos disponibles, y por no
haber implementado plan alguno destinado a solucionar de raíz los males de su
ciudad. Cabe señalar, por ejemplo, que la ciudadanía se pregunta, qué se hizo
con los recursos aportados por la UNESCO a partir de la declaratoria de una
parte importante de esa urbe como "Patrimonio de la Humanidad", ya
que además de la pintura de algunas fachadas y la restauración de un número
limitado de obras arquitectónicas, no se nota un efecto claro de la llegada de
esos recursos. La degradación de la ciudad ha continuado, sucediéndose
incendios, explosiones de gas, derrumbes e inundaciones que cobran vidas
humanas, destruyen edificios públicos, casas y barrios enteros. La basura,
suciedad y malos olores se acumulan en calles y quebradas, haciendo más
precaria y desagradable la vida de sus habitantes, además de afear una ciudad
que, por su entorno natural, debería ser una de las más bellas de Chile.
En este contexto, la
intervención de bomberos ha tenido ribetes heroicos. Como es sabido, en Chile
este cuerpo está compuesto únicamente por voluntarios no remunerados (lo que es
un orgullo nacional) y, aunque el Estado y las municipalidades les entregan
algunos recursos, estos son absolutamente insuficientes para hacer frente a
todas las necesidades de un país que, por su alta concentración urbana, sus
desigualdades sociales, la condición de pobreza de una parte muy importante de
su población, su clima y geografía, presenta en algunos lugares, condiciones
particularmente favorables para la propagación de incendios. Los bomberos deben
realizar frecuentes colectas públicas para remediar, parcialmente, sus
carencias. Similares faltas de recursos sufren las brigadas que combaten
incendios forestales. Motivos suficientes para afirmar que la máxima
responsabilidad de la falta de medios
que permitan luchar más rápida y eficientemente contra estos siniestros que,
invariablemente, afectan casi exclusivamente a los sectores más pobres y
desprotegidos de la población, recae sobre las autoridades estatales y
municipales.
Sintetizando lo anteriormente
dicho, podemos afirmar que la desgracia de Valparaíso no es producto de una
fatalidad histórica ni geográfica, sino el resultado de una estructura social
profundamente polarizada, de una odiosa distribución de la riqueza y de la
abulia e inepcia de la casta política cuyo norte no es el servicio público,
como afirma de manera majadera en sus discursos, más bien, el usufructo
personal y colectivo de los beneficios derivados de su rol de administradora
del modelo de economía y sociedad instalado por la dictadura.
Texto
parcialmente reproducido en el reportaje “Incendie meurtrier à Valparaiso: une
catastrophe pas si ‘naturelle’”, del periodista Mathieu Dejean, publicado en la
página web francesa Lesinrocks,
14.04.2014:
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LOS
$400 MILLONES QUE NUNCA LLEGARON PARA PREVENIR EL INCENDIO
El historial de negligencia y
corrupción que hizo arder a Valparaíso
El
gigantesco incendio que devoró un enorme sector de Valparaíso, sumiendo a miles
de sus habitantes en el desamparo, fue alertado el 12 de diciembre de 2012 por
el jefe de Emergencia del municipio porteño. El acta de esa sesión lo
certifica, así como la urgencia por realizar trabajos preventivos que nunca se
hicieron. Porque los dineros no llegaron. Pero las arcas regionales han sido
empobrecidas por sucesivos escándalos de corrupción cuyos protagonistas son de
todos los colores. Esta es la historia de los dos estallidos –el fuego y los
ilícitos- que están en el origen de la tragedia.
Eran las 16 horas del 12 de diciembre de 2012 cuando el nuevo Concejo Municipal de
Valparaíso se reunió por primera vez luego de las elecciones comunales de
octubre. Debido a la ausencia del reelecto alcalde Jorge Castro (UDI), producto
de una operación ambulatoria a la que sería sometido esa misma tarde, la sesión
fue presidida por el concejal Carlos Bannen (UDI).
A este concejo llegó el jefe de Emergencias de la
Municipalidad de Valparaíso, Ricardo Valdés.
Sólo tres días antes, el domingo 9 de diciembre, se había desatado un grave
incendio en el Cerro Toro, parte del casco histórico de la ciudad. En cosa de
minutos, el fuego que se inició en una vivienda ubicada en el Pasaje Benavente,
se propagó hacia el inmueble contiguo. Ambas viviendas quedaron completamente
destruidas. Cuatro personas murieron, entre ellas dos menores de edad, y 25
resultaron damnificadas.
Cuando le tocó el turno de intervenir, el jefe de
Emergencias de la
municipalidad no se
guardó nada:
-Nosotros tenemos un problema: la continua falta de recursos
para enfrentar una emergencia, lo que para nosotros se traduce en un desastre
(…) En este momento, todas las emergencias se traducen en desastre (…) Todo nos
afecta: corre viento fuerte, se cae una muralla; nos caen unas gotas de agua, y
se producen aluviones.
Pero ese día, una de las mayores preocupaciones de Ricardo
Valdés eran los incendios forestales.
Y no solo por el incendio que se había desatado en el Cerro Toro tres días
antes. Faltaba muy poco para el inicio oficial de la temporada estival y,
por esa razón, el jefe municipal se tomó casi todo el tiempo de su exposición
para alertar a los miembros del Consejo Municipal de Valparaíso sobre el
inminente riesgo de un siniestro de proporciones.
–Se está haciendo un desmalezado con mucho sacrificio y eso
me consta porque hay 20 personas trabajando para toda la ciudad. Como mandato, este municipio tiene que hacer cortafuegos por una
cantidad de 45
kilómetros de distancia. Debemos haber ejecutado un 5% o
6% de eso. El resto no ha se ha podido hacer por falta de recursos –afirmó.
La emergencia que describió Ricardo Valdés ese 12 de
diciembre de 2012, exigía una reacción inmediata de las autoridades. No fue
así. Lo dramático es que este escenario se mantuvo sin avances hasta la tarde
del sábado 12 de abril de 2014, cuando el fuego se desató sin control arrasando
con todo lo que encontró a su paso a los largo de 1.145 hectáreas .
Valdés le describió a los concejales la conveniencia de que
el programa de desmalezamiento se realizara al menos una vez al año. Para que
ello sucediera, advirtió, la municipalidad debía conseguir recursos extra con
la intendencia regional o en instancias superiores, aludiendo al gobierno
central.
–Como dato de la causa, por lo menos hace un par de años, el
desmalezado de la ciudad le costaba al municipio $170 millones, dinero que en las arcas municipales no
está –agregó Valdés.
Según sus cálculos, había un déficit de al menos 80 personas
para los trabajos de desmalezamiento y una carencia evidente de herramientas,
maquinarias y camiones. Ello explicaba el poco avance en ese frente, según lo
recomendado por distintos organismos, entre ellos la Corporación Nacional
Forestal (CONAF).
La preocupación de Valdés era apremiante. En Valparaíso,
entre las quebradas y las laderas de cerros, había vuelto a incubarse una bomba
de tiempo. Y eran varios los estudios e informes que refrendaban la inquietud
del jefe de Emergencias. En 2012 la Revista Territorium publicó un artículo del académico de
la Universidad de Chile Miguel Castillo, en el que, entre otros problemas,
alertaba de la alta carga combustible acumulada principalmente en lugares de
muy difícil acceso de los cerros costeros de Valparaíso y Viña del Mar: “La alta carga de material disponible para la combustión supera
largamente las 8-10 toneladas por hectárea, cifra que podría provocar
intensidades calóricas superiores a 500 Kcal/m/s”, señala el estudio.
–Espero equivocarme, pero yo creo que este año vamos a tener serios
problemas con respecto a los incendios forestales –fue la
conclusión principal que Ricardo Valdés le comunicó a los miembros del
Concejo Municipal.
El diagnóstico del jefe de Emergencias de la municipalidad
porteña se hizo realidad casi con precisión milimétrica. Sólo dos meses
después, la bomba estalló. El 14 de febrero de 2013 casi 300 casas fueron
arrasadas por las llamas en el sector de Rodelillos y el Cerro Placeres de Valparaíso, dejando a 1.200
personas damnificadas. Hasta hace poco, este siniestro era considerado el peor
desastre ocurrido en Valparaíso desde el incendio de la noche de Año Nuevo de
1953.
Pero eso no fue todo. En abril del mismo año, un incendio
originado en el sector El Vergel, en la quebrada que une los cerros La Cruz y
Mariposas, consumió 40
hectáreas , destruyendo 35 casas y obligando a la evacuación
de 150 personas.
Serían exactamente esos mismos sectores los que volverían a
ser los principales focos del megaincendio que se desató este último fin de
semana, y que está dejando un saldo de 2.500 viviendas destruidas, 11 mil
damnificados y 15 víctimas fatales. La peor pesadilla de Valdés se
hacía realidad.
Lo que revela el acta de la sesión del Concejo Municipal del
12 de diciembre de 2012, es que el municipio porteño estaba completamente al tanto del riesgo inminente de desastre en Valparaíso (ver acta municipal). La labor de remoción de la carga
combustible –arbustos, maleza y desechos- más la construcción y mantención de
cortafuegos, mostraba un mínimo progreso y no había presupuesto para
completar la mayor parte de esa urgente tarea. La precaria
situación de las arcas municipales quedaba una vez más al descubierto.
La carencia de dineros en la Municipalidad e
Intendencia de Valparaíso es un problema de larga data. Y no sólo por falta de
recursos. Por décadas los escándalos de corrupción han sido la tónica en las
distintas administraciones de los gobiernos regionales y comunales. El más
reciente se ventila aún en tribunales y en la Cámara de Diputados por un fraude
que alcanza a los $1.000 millones de los fondos de la intendencia. Tres
de los cuatro grandes escándalos de corrupción que han remecido a la Quinta Región en las
últimas dos décadas, totalizan más de $2.389 millones en hechos dolosos.
La municipalidad no se ha quedado atrás en este terreno. Los
desvíos de fondos públicos que se iniciaron con la nueva democracia en 1990,
con el alcalde Hernán Pinto (DC),
quien se mantuvo 14 años en el cargo, perduraron con sus dos sucesores. Así, la
deuda de la Municipalidad de Valparaíso creció como una lengua de fuego: a
fines de diciembre de 2002, el déficit era de $1.600 millones, la que aumentó
en junio de 2003 a
$4.100 millones. Actualmente la deuda alcanza a los $35 mil millones.
LOS MILLONES QUE NUNCA LLEGARON
En conversación con CIPER, el jefe de Emergencias de la
Municipalidad de Valparaíso desde hace diez años, Ricardo Valdés, señaló que su
crudo diagnóstico de 2012 dio pie a la elaboración de un oficio municipal
enviado a la intendencia regional con el fin de obtener los recursos necesarios
para hacer frente a las urgentes labores preventivas.
–En ese informe detallaba el número de personas, los
materiales y las maquinarias que se requerían para ejecutar las recomendaciones
de la CONAF respecto de la prevención de incendios. Eran como$238 millones los que necesitábamos para emprender
esa tarea –dijo Valdés.
-¿Y qué se hizo con esa información?
–El alcalde (Jorge Castro) elaboró un oficio que fue enviado al Intendente (Raúl Celis) solicitándole los recursos para hacer lo que había que hacer.
–El alcalde (Jorge Castro) elaboró un oficio que fue enviado al Intendente (Raúl Celis) solicitándole los recursos para hacer lo que había que hacer.
-¿Fueron atendidas sus demandas?
–No, esos recursos nunca llegaron.
–No, esos recursos nunca llegaron.
–Entiendo, entonces, que el desmalezamiento, construcción y
mantención de cortafuegos; es decir, la escuálida contención frente a los
incendios que presentaba Valparaíso en la tarde del 12 de abril, no era muy
distinta a la de diciembre de 2012.
–Lo que estoy diciendo es que en el Concejo Municipal expuse las sugerencias de la CONAF respecto de los cortafuegos y el desmalezamiento para contener los incendios forestales, y que respecto de eso íbamos con un avance menor porque no teníamos los recursos. Esa alerta se transformó en un oficio para solicitar los recursos en la intendencia.
–Lo que estoy diciendo es que en el Concejo Municipal expuse las sugerencias de la CONAF respecto de los cortafuegos y el desmalezamiento para contener los incendios forestales, y que respecto de eso íbamos con un avance menor porque no teníamos los recursos. Esa alerta se transformó en un oficio para solicitar los recursos en la intendencia.
–Le insisto: si no hubo una inyección de dinero para las labores
preventivas que usted mismo describió en diciembre de 2012, la situación no
cambió desde entonces. ¿Me equivoco?
–Sí, claro, eso es verdad. Hice la mención, se transformó en una solicitud a la autoridad regional y nosotros no recibimos los recursos para abordar eso.
–Sí, claro, eso es verdad. Hice la mención, se transformó en una solicitud a la autoridad regional y nosotros no recibimos los recursos para abordar eso.
El envío del oficio a la Intendencia de Valparaíso fue
confirmado a CIPER por elalcalde Jorge Castro, quien
aseguró que se despachó con antelación al incendio de febrero de 2013 en
Rodelillos. Castro afirmó también que, a propósito de la alerta sanitaria
decretada en noviembre del año pasado, luego del paro de los funcionarios
encargados de la recolección de basura y aseo municipal, se volvió a insistir
pidiendo los recursos.
–Nosotros tuvimos acá al ministro Jaime Mañalich (ex ministro
de Salud), quien prometió que se sacaría toda la basura del fondo de las
quebradas. Nos decretaron alerta sanitaria y al final no trajeron ni un peso,
ni siquiera para esterilizar un perro. Mañalich pasó y prometió frente a la
prensa y al final no sacó ni un kilo de basura. Nunca tuvimos respuesta de la
intendencia frente a nuestras solicitudes –dijo Castro.
CIPER le solicitó al alcalde Castro copia de los dos oficios
que dice haber enviado a la Intendencia de Valparaíso. Del primero, no hay
rastro, aunque la
concejal Paula Quintana (PS), afirmó a CIPER que “ese
petitorio nunca se formuló”. Sólo obtuvimos copia del segundo, fechado el
20 de noviembre del año pasado (ver Oficio Nº 468). En ese escrito se solicita
que se gestione -ante el Ministerio del Interior- la entrega de $400 millones para
paliar “la imposibilidad del retiro de los deshechos domiciliarios dispuestos
en las quebradas de la ciudad, lo que conlleva un latente foco de infecciones…
y probabilidades de incendio”. En uno de sus acápites se afirma: “la limpieza de quebradas es urgente de implementar”.
PRIORIDAD: MUSEO BABURIZZA
En septiembre de 2009, la CONAF y el Programa de Recuperación y Desarrollo Urbano de Valparaíso (PRDUV) -dependiente de la
Subsecretaría de Desarrollo Regional- firmaron un convenio para la ejecución de
un plan de control de microbasurales en la parte alta de Valparaíso, a
través de procesos de educación ambiental y participación ciudadana (ver documento).
Ese importante programa contó con un financiamiento inicial
de $1.779
millones. Cuando se habían ejecutado obras por $780 millones, el gobierno decidió cortar el programa.
Hasta entonces (septiembre 2009 – febrero 2011), con ese dinero fueron
limpiados 102 microbasurales en toda la comuna, abarcando una
superficie de 177.289 metros cuadrados, equivalentes
a 25 veces la cancha de fútbol del Estadio de Playa Ancha.
El plan permitió por primera vez incorporar la educación
ambiental en 33 colegios de Valparaíso (más del 50% de las escuelas
municipales) y dio empleo a más de 200 personas. Pero su logro más importante
fue que, con que esa intervención, se disminuyó el peligro que representan los
vertederos clandestinos, el mismo foco de los incendios que se repiten todos
los años en el Puerto.
Los mil millones de pesos que se le quitaron en 2011 al plan
de limpieza de microbasurales, fueron destinados a acciones de “mayor
visibilidad”, como aseguró a CIPER un ex encargado del programa. Entre las
obras que se financiaron con esos dineros figura la remodelación del Museo
Baburizza en el Cerro Alegre, y la reparación y compra de ascensores.
CORRUPCIÓN SIN CORTAFUEGO
Los casos de corrupción en la Quinta Región se
arrastran desde comienzos de la década de los ‘90 y sus protagonistas
atraviesan todo el arco político. Los miles de millones que se le han
escamoteado a los fondos regionales y municipales y que salieron a la luz
pública en los sucesivos escándalos de corrupción, fueron acrecentando las
deudas de la ciudad al mismo tiempo que la pobreza de sus habitantes.
Según el último estudio de empleo de la
Fundación Sol, que mide la Tasa de Desempleo Integral (calculado de
las cifras de desempleo abierto u oficial; desempleo oculto y desempleo
equivalente por subempleo), la Región de Valparaíso sobrepasa el 13%,
compartiendo el primer lugar de la tabla con las regiones de Bío Bío, La
Araucanía y Los Ríos.
El historial de las denuncias por malversación de fondos
públicos y fraude al Fisco comenzó en abril de 1993, cuando el entonces
diputado Raúl Urrutia (RN) alertó sobre el pago de $389 millones por
el desmalezado de 320 hectáreas de la Refinería
de Petróleos de Concón. Seis
personas fueron sometidas a proceso por los ilícitos descubiertos. La
investigación judicial determinó que hubo desviación de dineros para financiar
campañas políticas. Las redes alcanzaron al entonces senador Juan Hamilton (DC)
y al que fuera diputado y luego alcalde de Valparaíso, Aldo Cornejo (DC).
Una década más tarde, en 2005, el alcalde de Quillota, Luis
Mella (DC), denunció el uso de fondos públicos del Programa de Generación de Empleo (PGE)
para pagar a 45 trabajadores de obras viales que nunca se realizaron. Los
dineros se habían destinado a paliar la crisis económica que galopaba en
Valparaíso, con un plan que buscó disminuir la cesantía, una de las más altas
del país.
Fue así como estalló el llamado caso de los “empleos brujos”. El entonces fiscal jefe de Quillota,
Pablo Bravo, descubrió que esos fondos habían sido desviados a otras provincias
para financiar campañas políticas de dirigentes socialistas. Los protagonistas
de este nuevo hito en la corrupción que ha azotado la región fueron el seremi
del Trabajo José Manuel Mancilla (PS) y el ex presidente del PS regional,
Edgardo Lepe. El juicio se cerró en 2009, condenándose a seis de los nueve
imputados.
En 2010, un mes después del inicio del gobierno de Sebastián
Piñera, el intendente de Valparaíso, Raúl Celís, presentó una denuncia por
malversación de fondos por sobre los $1.000 millones.
En estos ilícitos resultaron involucrados tres funcionarios de la división de
Administración y Finanzas del gobierno regional anterior, liderado por Iván de
la Maza (DC).
En la indagación se detectaron diversos sistemas para
apropiarse de los recursos del gobierno regional, los que al igual que en los
otros casos serían destinados para financiar campañas políticas. Los
involucrados en la operación fueron, entre otros, Lorenzo Leiva, jefe de
Finanzas del gobierno regional y Eugenio Aubele, empresario contratista de la
zona y uno de los particulares que cobró cheques de la intendencia. Ambos
fueron condenados por la
justicia. El ex intendente Iván de la Maza (DC), quien no fue
procesado, debió declarar ante la fiscalía y la comisión que constituyó la
Cámara de Diputados para investigar los desvíos de fondos.
“Aquí no hay ninguna persona de carácter político
involucrado. Esto es un delito puro y simple que enloda al gobierno que yo
presidí. Es un fraude al Estado y si no tienes información no puedes suponer
que la gente con que trabajas es sinvergüenza o ladrona. Yo no sabía nada”,
aseguró de La Maza. Y eso fue todo pues el hilo se cortó por lo más
delgado.
CÓMO SE DISTRIBUIAN LOS FONDOS REGIONALES
En medio de las secuelas que ha dejado el megaincendio en
Valparaíso, una nueva comisión investigadora deberá constituirse en la Cámara
de Diputados durante esta semana. El objetivo: determinar los montos y los
responsables del último gran escándalo de corrupción en la Intendencia de
Valparaíso y que ahora tiene en el banquillo de los acusados al ex intendente,
Raúl Celis (RN).
Puede que la investigación de este nuevo escándalo regional
y que nuevamente centra su atención en otros $1.000 millones que habrían sido
desviados a campañas políticas, sea la que grafique con mayor crudeza las
prácticas de corrupción enquistadas en el gobierno regional y de la cual no se
escapa ni un solo partido.
Los comités parlamentarios de la Cámara se reunirán en los
próximos días para elegir al presidente de esta instancia investigadora. Esta
es la segunda comisión que investigará la misma operación de fraude al Fisco ya
que en 2013 hubo una primera comisión que indagó los ilícitos sin llegar a
ningún resultado.
En este juicio ya se encuentran procesados y en prisión
preventiva el ex jefe de la división de Administración y Finanzas de la
intendencia, Sergio Núñez; y Enrique Kittstteiner Yovanini, jefe de gabinete
del intendente Raúl Celis. Otro protagonista de este nuevo fraude al Fisco es
el recién asumido diputado por Quillota y Petorca,Christian Urízar (PS), a quien se le indaga por su
presunta participación en la malversación de caudales públicos mientras se
desempeñó como consejero regional. Hasta ahora, Urízar se había negado a
declarar ante la comisión investigadora de la Cámara de Diputados, pero “ahora
se comprometió a hacerlo”, recalcó a CIPER el diputado Marcelo Schilling (PS).
Desde que asumió como diputado el 11 de marzo de este año,
Urízar ha debido declarar ante la fiscalía en dos ocasiones, ya que aparece
como uno de los beneficiados del desvío de dineros públicos de la intendencia
regional. Su ex jefe de campaña y presidente regional de la ANEF, Luis Vásquez (PS), también declaró pero como imputado.
La incautación de 10 computadores personales en la
Intendencia de Valparaíso fue la diligencia clave que le permitió a la fiscalía
empezar a desentrañar el modus operandi del nuevo fraude que sacudió a la Quinta Región. En
el notebook del
jefe de la división de Administración y Finanzas de la intendencia, Sergio Núñez, se encontró uno de los denominados “libros de cuotas”. Allí estaba el detalle de los
proyectos que el gobierno regional tenía en carpeta con los respectivos montos
asignados. Y junto a cada ítem los porcentajes que se repartirían entre los
consejeros regionales.
En los hechos, el llamado “libro de cuotas” era la
contabilidad paralela de la distribución que acordaron los miembros del CORE de
Valparaíso, de los $1.000 millones del Fondo Nacional de Desarrollo Regional
(FNDR).
“Una serie de diligencias, más las declaraciones del señor
Kittsteiner, nos permitieron establecer la existencia de una especie de cuoteo
en el gobierno regional para la asignación de los proyectos. Tenemos actas y
archivos al respecto, y estamos investigando este sistema de distribución que
sería de antigua data”, dijo el fiscal del caso, José Uribe.
El 13 de marzo de este año, la fiscalía pidió condenas de
hasta 10 años de cárcel por malversación de caudales públicos y fraude al Fisco
con dineros destinados al financiamiento de 57 proyectos de interés social. En
ellos, aparecen facturas por cerca de $150 millones por trabajos que nunca
fueron ejecutados o no tuvieron un fin público. Entre los imputados se
encuentran cuatro personas que habrían facilitado las facturas falsas para que
en la intendencia se justificaran los millones de pesos que se desviaban hacia
los consejeros regionales.
DE PINTO A CASTRO
La alcaldía de Valparaíso también ha sido epicentro de
irregularidades financieras partiendo con elex alcalde Hernán Pinto (DC), quien después de tres periodos debió
retirarse temporalmente de la política luego de estallar en 2004 el Caso
Spiniak, en el que fue un protagonista lateral.
El abogado Pinto fue designado en 1990 por Patricio Aylwin
como alcalde de Valparaíso (aún no había elecciones municipales) y hasta el
2004 mantuvo el control total del municipio por elección popular.
Su historial político incluye un fuerte despliegue de
trabajo en los cerros y también duras acusaciones de corrupción en el
municipio. Una señal que grafica lo que ocurrió en su período es el aumento de
la histórica deuda de la municipalidad porteña. A fines de diciembre de
2002, el déficit del municipio era de $1.600 millones y cuando asumió su
sucesor Aldo Cornejo la deuda llegaba a $7.613 millones. Pese a que logró
bajarla a $5.299, ello fue a punta de venta de recintos municipales, como el
Estadio de Playa Ancha y el velódromo (a Chiledeportes) y la ex cárcel de
Valparaíso (a Bienes Nacionales), entre otros. Actualmente la deuda de la
Municipalidad de Valparaíso, bajo la administración de Jorge Castro, alcanza a
los $35 mil millones, lo que incluye el déficit de la Corporación Municipal
($25.000 millones).
En su tercer período como edil de Valparaíso (2000-2004),
Pinto comenzó a gestionar un préstamo del BID de US$50 millones para “la
remodelación de la
Plaza Echaurren , el entorno de la Iglesia La Matriz
(…) y convertir el edificio Luis Cousiño en un centro de convenciones, capaz de
recibir visitas como los reyes de España”, según declaró a El Mercurio de
Valparaíso el propio Pinto el 11 de marzo de 2004. Nada de eso se concretó
mientras duró el programa.
Entre las irregularidades del Programa de Recuperación y
Desarrollo Urbano de Valparaíso que se han denunciado se cuenta la contratación
de operadores pagados con dineros provenientes de ese programa otorgados por el
BID para levantar el área patrimonial de Valparaíso, que obtuvo la
acreditación de la UNESCO en julio de 2003. La estrategia de intervención
integral que se hizo entonces para realzar el valor del casco histórico, no
logró materializarse completamente.
La corporación no se ha escapado a las prácticas de
corrupción que se han convertido en una plaga en el Puerto. Según reveló una investigación de CIPER,
la Contraloría detectó que cerca de $1.300 millones provenientes del fondo de
Subvención Especial para Uso Educativo (SEP) fueron utilizados para fines
distintos a la educación de los niños de sectores más vulnerables, como el
arreglo de la sala municipal del Cine Condell.
En ese escenario era imposible que la basura y el material
combustible acumulado en los cerros de Valparaíso, sumado a la carga
combustible de corrupción que se enquistó en sus gobiernos regionales y
municipales, no estallara. Y así fue.
Este artículo fue actualizado el jueves 17 de
abril de 2014. http://ciperchile.cl/2014/04/16/el-historial-de-negligencia-y-corrupcion-que-hizo-arder-a-valparaiso/
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