Capitanich, el petróleo y el agua
Por Carlos
Mario Martínez (Rebelión)
El Jefe de Gabinete de Ministros, Jorge
Capitanich, tratando de explicar el porqué de la actual crisis financiera que
afecta al país, manifestó que hay ataques especulativos contra la Argentina,
para quedarse con el petróleo y el agua.
Dijo textualmente: “El modus operandi de los ataques especulativos
se dan en todas las dimensiones, para comprar activos financieros depreciados
(...) Vaca Muerta es el segundo yacimiento de shale gas en el mundo, en materia
de reservas, es un bien preciado. Los argentinos deben saber que nosotros somos
reserva estratégica de agua dulce (…) la posesión de la tierra es un factor de
dominio sobre los pueblos. No seamos ingenuos los argentinos, estas películas
la vimos repetidamente a través de la Historia.”
¡Quién mejor que el mismo Capitanich para
recordar esas escenas, habiendo sido uno de los principales actores en esas
historias de entregas petroleras y ambiciones por el agua!
EL PETRÓLEO
Jorge Capitanich, además de Jefe de Gabinete en la presidencia de
Eduardo Duhalde, fue colaborador de Domingo Cavallo durante todo el menemismo;
participó desde distintos cargos y llegó a ocupar interinamente el puesto de
Ministro de Economía en ese período. Apoyó el proceso de privatización de YPF,
compañía vendida a precio vil con títulos públicos de deuda externa devaluados
hasta un 15% y reconocidos al 100 (“activos financieros depreciados”). Hasta 1976
YPF presentaba una deuda de 372 millones de dólares; pero a través de 427
operaciones de endeudamiento, al término de la dictadura sus pasivos ascendían
a casi 6.000 millones de dólares. Los responsables de la política económica y
financiera del país en ese período, decidieron el endeudamiento externo de la
empresa, sin que las divisas obtenidas se destinaran a atender sus necesidades
financieras en dólares. YPF, como las restantes empresas públicas, eran
instrumento para obtener divisas en el mercado internacional de capitales,
colocándolas en el mercado de cambio y favorecer así la política de apertura
económica . Las divisas ingresadas las retenía siempre el Banco Central, y las
empresas recibían solamente moneda nacional.
La deuda de YPF llegó a constituir más del 17% del total de la
deuda externa que nos legara la dictadura de Videla y Martínez de Hoz.
La fuente principal de recursos de la empresa eran los ingresos
provenientes de sus ventas. Tales ingresos eran recortados por las autoridades
económicas mediante la apropiación de la mayor parte de la venta de los
combustibles, como así también obligando a YPF a vender a pérdida petróleo
crudo a las refinerías privadas Shell y Esso. La retención (el porcentaje del
precio sobre los combustibles con los que se quedaba el Estado) tuvo
variaciones: antes del golpe militar, la retención era del 40%, y durante la
dictadura subió al 60%. Posteriormente, con el gobierno de Alfonsín, la
retención llegó al 70% del precio de los combustibles. Con el reducido porcentaje
que le quedaba, YPF debía atender la totalidad de su costo operativo, además de
remunerar a su personal y mantener toda su estructura de equipos y organización
empresarial. La retención total ya no le permitía cubrir ni siquiera los costos
de materia prima.
Ante una población golpeada tanto por la represión como por la
inflación, no resultaba difícil argumentar que el Estado era incapaz de manejar
compañías de semejante magnitud. Entonces llegó Carlos Menem declamando que YPF
era la única petrolera del mundo que arrojaba pérdidas y que no había más
remedio que entregarla al capital extranjero . Fue su ministro de economía,
Domingo Cavallo (acompañado por Capitanich), quien concluyó la liquidación; el
Congreso Nacional aprobó el remate. Por supuesto, no fue ajeno a esa entrega el
matrimonio Kirchner; el aval del gobernador de Santa Cruz era indispensable
para aprobar la privatización (el miembro informante en el Congreso fue Oscar
Parrilli, actual Secretario General de la Presidencia). El atractivo que ofreció
el gobierno nacional fue el de las regalías petroleras para esa y otras
provincias productoras de crudo. Desde su lugar como legisladora provincial,
Cristina Kirchner llamó a sus colegas a apoyar la privatización. Fue
durante su gestión como Presidenta que YPF terminó vaciada por la española Repsol ,
empresa a la que se pretende indemnizar con más de 5.000 millones de dólares.
Recientemente, las autoridades nacionales de YPF acordaron un
contrato con la Chevron del grupo Rockefeller, con cláusulas confidenciales y
secretas, para explotar el shale gas de Vaca Muerta. Se desoyó así el pedido de
solidaridad lanzado por el Presidente Correa, requiriendo de Cristina Kirchner
que no levante el embargo que pesaba sobre Chevron por haber contaminado dos
millones de hectáreas en la amazonia ecuatoriana y por negarse a pagar la
indemnización dispuesta por la Justicia. La Cámara de Apelaciones en lo Civil
había confirmado el embargo dispuesto por el Juzgado de Primera Instancia en la
Argentina, pero finalmente la
Corte Suprema emitió un fallo a la medida de Chevron,
levantando el embargo que pesaba sobre la empresa de Rockefeller.
EL AGUA
Pero en el caso del agua, el discurso de Capitanich es todavía
mucho más cínico y perverso, porque lo pronuncia quien, como gobernador,
posibilitó la instalación en su provincia de una base de la IV Flota del Comando Sur
de los EE.UU.
Washington anunció a inicios de 2008 que su IV Flota Naval con
base en Mayport, Florida, volvería a navegar a partir de julio por los mares de
Latinoamérica. Dicha flota se creó en 1943 durante la II Guerra Mundial
para reforzar la defensa del continente contra ataques aéreos y submarinos
provenientes de las potencias del eje (Italia, Alemania y Japón), pero fue
disuelta a un lustro de haber terminado el conflicto.
Tal como denunciara el Centro Latinoamericano de Estudios
Internacionales “el gobierno estadounidense, ha puesto en alerta permanente a la restablecida IV Flota
Naval dentro de la jurisdicción de las fuerzas del Comando Sur, dentro de un
paquete de medidas de emergencia destinadas a restablecer el control político
de Washington sobre América Latina.” Según la Dra. Ceceña Martorella ,
prestigiosa economista mexicana de dicho Centro, “EE.UU. no toma una decisión
importante de tipo militar si no hay detrás un motivo como:
- La reorganización
geoestratégica y ocupación de los territorios;
- El control de las rutas
marítimas;
- La apropiación de los
recursos naturales, de los bancos de biodiversidad, de los mantos de agua
dulce y del petróleo principalmente.”
Precisamente, la base de la IV Flota instalada con el visto bueno de
Capitanich, con supuestos “fines humanitarios”, está ubicada sobre el acuífero
Guaraní, principal reserva de agua dulce de nuestro país y una de las más
importantes del planeta.
Sólo una razón le asiste a Jorge Capitanich, cuando recomienda:
“¡No seamos ingenuos los argentinos!”
Carlos Mario Martínez es integrante del proyecto de
comunicación alternativa “Al Dorso”
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=180204
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