jueves, 30 de enero de 2014

No olvidamos no perdonamos que, para los indígenas de Formosa, ir al hospital sea correr peligro de muerte por más insignificante que sea el problema de salud.

La primera muerte qom del año.
Martes 28 de enero de 2014
Melina Eliana Sánchez
Tenemos que lamentar la primera muerte qom del año. Probablemente no esté destinada a ser “cubierta” por los medios nacionales ni alternativos, probablemente tampoco de ella se ocupen los organismos de derechos humanos, probablemente no haya movilizaciones pidiendo explicaciones por ella en el centro político del país, las cosas a veces suelen ser un poco así. Una joven qom de 25 años ha muerto en el hospital en Formosa. En lo que debiera ser la plenitud de su vida, muere una joven qom en el hospital. No se puede decir que sea asesinato, no se puede decir eso porque nadie apretó un gatillo para ultimarla, no se puede decir que sea represión, y en cuanto a lo que se llama genocidio o algunos denominan etnocidio o ecocidio, al parecer, tampoco se puede decir nada, de eso se habla en los libros en un pasado remoto, de eso se habla en términos generales sin puntualizar ni contabilizar los casos concretos actuales,  los hospitales están para salvar vidas, no para quitarlas, si se muere alguien en un hospital ha de ser por a su enfermedad, no debido a su condición de indígena.

Leandra Barreto, una joven indígena de 25 años ha muerto en el hospital en Formosa. Fue al médico por un problema de vesícula, el miércoles la operaron y no se despertó más. Los miembros de su comunidad estuvieron con la preocupación a cuestas estos días, deseando que pueda pasar el trance, pero con la amargura de saber que esta no iba a ser la primera vez que “pasara esto”. Es que según lo que nos contó el viernes pasado Auden Charole, uno de los referentes de la Comunidad San Carlos en Formosa, de donde era la joven, a los luchadores indígenas los “tienen marcados”, la gente evita ir a los hospitales, porque el sistema de salud público de la zona no es para indígenas, el indígena no es pensado como un habitante igual que el resto en ese lugar, al margen  de que quizás sea parte de la población más numerosa. Ir al médico, muchas veces es ir a la muerte segura, por más insignificante que sea el problema de salud por el que se recurra al  hospital. Los qom y otros pueblos de la zona, como los pilagá y los wichí evitan los hospitales hasta las últimas instancias, muchos prefieren morir sin ir al médico, porque son muchos también los que encuentran la muerte allí, lo paradójico es que muchas de las muertes son evitables porque las enfermedades que “las causan” son perfectamente tratables. Tampoco puede hablarse de una deficiencia del sistema de salud público en términos generales sino de un funcionamiento discriminativo de dicho sistema hacia los indígenas, como señalan los referentes de distintas comunidades desde hace mucho tiempo.
No es casual tampoco que se trate de la muerte de una activista presente en todos los reclamos por la tierra y el territorio y por mejores condiciones para su comunidad y para todos los qom. El año pasado tuvimos que lamentar desde el inicio hasta el fina,l fallecimientos de muchos jóvenes indígenas en distintas provincias de Argentina. Todos ellos comenzaban a caminar en el movimiento indígena, o ya habían iniciado un camino haciendo visible las demandas de los pueblos originarios. En general estas muertes, cuando se dan a conocer en los medios nacionales o alternativos, no se vinculan directamente a lo que los indígenas llamamos genocidio, no se vinculan a las cuestiones territoriales, tenemos amplio abanico de otras causas secundarias en el medio, que más bien son derivadas de la cuestión y que sirven como excusa para no hablar del tema central y que están a la orden del día para informar superficialmente sobre los hechos. El año pasado fuimos desde la muerte por agrotóxicos de la Lonko Cristina, pasando por la trata de personas en el caso de Micaela, o por el asesinato “pasional” de otra joven qom en Formosa, a esto le podemos sumar, el caso del niño Imer, el asesinato del hijo de Pablo Asijack, sobrino de Félix Díaz, el del asesinato de la abuela y su nietita, varios casos de “muerte por discriminación” en manos de sicarios de la zona y los episodios represivos que han sufrido, entre otros, los hijos de Félix y Amanda. Nuevas mentes, nuevos espíritus, orgullosos de ser indígenas, convencidos de llevar adelante la lucha por la devolución de los territorios y por mejor calidad de vida para sus pueblos. Sus muertes son parte del genocidio. El genocidio continúa.

Referentes de la comunidad de donde era oriunda la joven, nos informaron del triste hecho. Estuvieron acampando en Plaza de Mayo desde el 4 de enero en apoyo al MIDJ y hoy después del mediodía volvieron a Formosa. Consiguieron pasaje sobre la hora, ayer luego de enterarse de la muerte  de su compañera. Su presencia en Buenos Aires  se suma a las otras tantas veces que podemos contar que una o varias comunidades –como en este caso, la Comunidad San Carlos, Riacho de Oro y La Primavera- vienen buscando una respuesta de las autoridades nacionales para que se solucione la problemática indígena. Una vez más se van sin encontrar eco a sus reclamos. Solo asesores y secretarios, funcionarios sin capacidad decisiva se acercaron al acampe o se comunicaron por teléfono  con evasivas y con promesas. Los qom vuelven a Formosa, pero no para quedarse callados sino para iniciar medidas denunciando al sistema de salud allí. Anunciaron que se verá si es que se puede cortar la ruta o tomar los centros de salud próximos a las comunidades –no hay hospitales dentro de las mismas- entre varias comunidades. La denuncia de la muerte de Leandra se suma a los reclamos por una enseñanza de calidad para los niños y jóvenes indígenas y a la lucha por la devolución de los territorios.
¡No olvidamos ni perdonamos!


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