Argentina: El acuerdo con Repsol y la
impunidad ambiental
Por Observatorio Petrolero Sur
La negociación del
gobierno argentino con Repsol, para cerrar el proceso de expropiación de YPF,
enmarca en la ‘Razón
Petrolera ’, una lógica que privilegia los derechos adquiridos
por la empresa sobre cualquier otro derecho.
A principios de 2012,
en vísperas de la expropiación parcial de las acciones de YPF en poder de
Repsol, la desinversión y fuga de capitales, sumado a los pasivos ambientales
resultantes de la actividad de esta empresa, fueron presentados para respaldar
una decisión, de por sí, soberana. Las denuncias de las comunidades
directamente afectadas por la explotación de hidrocarburos en sus territorios,
que desde los años ’90 habían sido desatendidas y criminalizadas, fueron
utilizadas como argumento para minimizar la valoración del paquete expropiado.
Guillermo Coco, ministro de Energía, Ambiente y Servicios Públicos de Neuquén,
proyectó en 1.500 millones de dólares el pasivo ambiental que tenía YPF-Repsol
(Río Negro, 15/05/2012). En ese sentido trascendió que un inventario elaborado
por la Subsecretaría de Medio Ambiente de Santa Cruz le atribuía a Repsol un
pasivo ambiental valuado en 500 millones de dólares. El listado de
irregularidades incluía unas 1.700 piletas mal desechos saneadas, sobre un
total de 5.000 que la empresa tiene en la provincia. En tanto
el ministro de Planificación, Julio De Vido, por esos días afirmaba: “Vamos a
acogernos a lo que plantee la ley que fijará el valor (de la compañía). Pero el
desastre en que dejaron la infraestructura de producción tiene su costo y lo
van a tener que pagar, porque el medio ambiente no se rifa, tiene precio”
(Revista 23, 25/04/2012).
Los daños
socio-ambientales, externalizados a partir de políticas públicas que durante
dos décadas redujeron al plano de lo simbólico la aplicación de normas
ambientales, controles, sanciones y remediación, se transformaron en letra
fuerte del relato del momento. Un relato que condenaba a Repsol pero que
exculpaba a quienes desde la función pública, por acción u omisión, también
debían responder por esos pasivos.
Poco después de
consumada la expropiación los pasivos ambientales volvieron a las sombras, en
la actual negociación con Repsol brillan por su ausencia y tampoco hay en marcha
un plan de remediación. El relato actual apunta a dar señales al mercado,
decirle que Argentina es un país que garantiza la seguridad jurídica y se
ajusta a la ley –aunque todavía no está claro si el Tribunal de Tasación va a
intervenir en determinar el monto indemnizatorio o será a través de una
negociación entre las partes, ni tampoco si se va a dar intervención en la
negociación a las provincias que integran el directorio de YPF.
Dar señales al mercado para que las
inversiones lleguen al país y así resucitar Vaca Muerta, nivelar la balanza
comercial energética, lograr el autoabastecimiento y generar saldos
exportables; de eso se trata nuestra soberanía. Una soberanía que no se sonroja
si para alcanzar esos objetivos se articula profundamente con las trasnacionales
del sector hidrocarburífero.
En un contexto donde se pretende transformar a
Argentina en un país petrolero, a partir del desarrollo masivo de yacimientos
no convencionales, no sólo se le dice a las corporaciones que en el país se da
seguridad al capital –más allá de cualquier discurso amenazante– sino también,
que se garantiza la externalización de los impactos, es decir, la impunidad
ambiental.
Buenos Aires,
4/12/2013.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Noticias/Argentina_El_acuerdo_con_Repsol_y_la_impunidad_ambient
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