martes, 25 de febrero de 2014

Reflexionemos porqué no acordar con la propuesta del EDI y sí analizar caminos de emancipación del capitalismo-imperialismo.

El «modelo extractivo» prueba la criminalidad del capitalismo-imperialismo. Frente a este modelo de producción y desarrollo en contra de la vida y la dignidad de los pueblos que tiene dimensión nacional e internacional Leer, la red Economistas de Izquierda propone como solución de fondo a la actual crisis argentina:

"En vez del ajuste, Monopolio Estatal del Comercio Exterior".  Leer 
Los Economistas de Izquierda se pronuncian por "la Nacionalización el Comercio Exterior con las medidas complementarias". Su objetivo es "evitar que la crisis la paguen los trabajadores y abrir el rumbo para implementar una política económica que favorezca a las mayorías populares". Sin embargo, parten de cambiar sólo la apropiación del "esquema económico gestado por el kirchnerismo que es fuertemente dependiente del ingreso de divisas generadas por el agro y de la captura de recursos fiscales vía retenciones". Es adueñamiento estatal de la renta agraria sin importar la desertificación del país-continente que está generando el sistema global de agronegocios y todo el extractivismo. Tampoco consideran relevante la destrucción de las soberanías alimentaria, energética e hídrica a consecuencia de este modelo planificado por la nueva organización internacional de la producción que representa a la tercera fase del imperialismo. Leer 
Al finalizar el documento nos aclaran:"Somos conscientes que este tipo de medidas serán rechazadas por el bloque socioeconómico en el poder y las clases dominantes, por lo que requieren de la construcción de un fuerte consenso popular que asuma el proyecto político, que aún en el marco del capitalismo, esté dispuesto a transitar un rumbo de transformaciones profundas de la economía, el Estado y la sociedad y que potencie las relaciones económicas, sociales, culturales y políticas con los países de la región latinoamericana para una integración soberana". Es decir, a los de abajo nos circunscriben a dar consenso y todavía peor a seguir creyendo en la promesa de un capitalismo que después de siglos deje de privilegiar el lucro patronal por sobre la vida y la dignidad de los pueblos. 
El documento demuestra que no basta el alineamiento incondicional al kirchnerismo para seguir la consigna de la Presidenta de ir por el capitalismo en serio, también coincide en desconocer que desde el 2001-2002 hay un proceso de cuestionamiento tanto a la democracia restringida como a los ganadores del neoliberalismo (bancos y privatizadas) y a la vez, de toma de conciencia sobre que los de abajo dependemos de nosotros mismos para avanzar en la justicia social. 
El documento, volviendo las espaldas a esa inflexión histórica y a las luchas de los de abajo contra el avasallamiento de derechos, "reclama la inmediata reconstitución del manejo estatal del comercio exterior" y del sistema bancario. Delega en el Estado y lo imagina enfrentando al poder económico que, a la par, opera de modo imperialista desde dentro del país como lo prueban los entramados políticos, económicos, cultural y social que sostienen al extractivismo. Ubica al Estado como sujeto del cambio pese a más de una década K y a los 30 años de democracia centradas en el vaciamiento de riquezas e ingresos en nombre de honrar la deuda o el desendeudamiento y en la seguridad jurídica de los saqueadores oficializados como inversores. Pese a que el tema sobre la responsabilidad del Estado "fue sustraído del Código Civil y Comercial, dándosele tratamiento el mismo día en la Cámara de Diputados, a una ley de responsabilidad de Estado, de manera separada. La misma exime de toda responsabilidad civil al Estado y a sus funcionarios públicos ante un hecho lícito o ilícito que perjudique a un ciudadano o a una empresa. Éstos ya no podrán acudir al fuero civil para reclamar un resarcimiento por ese daño cometido, sino que deberán interponer reclamos administrativos sujetos a una legislación que no es homogénea y que varía según sea la provincia en que haya ocurrido el hecho".Leer 
No obstante, los Economistas de Izquierda demandan que el gobierno-estado lleve a cabo "un Control de Cambios serio y transparente, que controle la veracidad de las operaciones e impida la corrupción, que priorice el uso de las divisas en función de las necesidades del país".
Además soslayan los supercontroles sobre los trabajadores por parte de la patronal, el sindicalismo empresario y el gobierno-estado en sus distintas instancias, además de las autocensuras, que hacen bastante inviable "fiscalizar los costos de producción y comercialización de las formadoras de precios convocando a los trabajadores para que sean ellos quienes ejerzan el contralor de los costos en fábricas y distribuidoras, y especialmente a los empleados de comercio para el control de los precios acordados en supermercados y negocios minoristas". 
Supongamos que la propuesta se concreta, detrás de ese éxito cabe prestar atención que los Economistas de Izquierda han convalidado el apoyo al " garante para sostener en el tiempo tasas de desempleo relativamente bajas a partir de abaratar de diversas maneras y a través de múltiples figuras de empleo, la mano de obra empleada por el modelo económico". Leer  Y se relacionan con los trabajadores para que acepten "la inteligencia", exigida por CFK, de sacrificarse en asegurar la continuidad de servir a la acumulación de riquezas y poder de la patronal en contra suyo. 
Pero desde las izquierdas argentinas e internacionales estamos quienes pensamos caminos emancipadores.
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Examinemos porqué urge el cambio del modo de producción y desarrollo que ocurre en el mundo entero. La propuesta de Máximo Luffiego García y Julio Soto López es: "A pesar de las importantes discrepancias que subsisten en el seno de la izquierda, creemos que estos dos criterios, el de precaución y resiliencia, junto a otros no menos importantes, pueden permitir alcanzar un programa común que nos saque del atolladero, evite sufrimiento y prepare el futuro ante retos tan importantes como el del paro, la pobreza, el cambio climático y la crisis energética". Reflexionemos sobre:

¿Crecer o decrecer? That is the question
Por Máximo Luffiego García y Julio Soto López (Rebelión)
(...)Un par de réplicas al profesor Navarro, fundamentadas en los límites al crecimiento, pueden encontrarse en el blog de Antonio Turiel (3) y en el de Pedro Prieto (4). Concretamente, el pico del petróleo, alcanzado en algún momento entre el 2005 y 2006, es un hecho incuestionable que, de no encontrarse un sustituto del crudo, acabará con el crecimiento económico. Y no parece haber un sustituto de una abundancia, versatilidad y densidad energética comparables a las del petróleo; con el problema añadido de que, aún en el caso que se encontrara, no habría tiempo para realizar tal sustitución y sortear los estragos económicos y sociales de esta crisis energética y económica.
De otros recursos no renovables, tanto energéticos como minerales, tampoco andamos sobrados y también tienen picos cercanos. En cuanto a los recursos renovables, el panorama no es nada halagüeño, es incluso más preocupante. Por decirlo sintéticamente, desde los años 70 del siglo pasado hemos entrado en déficit ecológico. Desde entonces, no tenemos suficiente con los recursos renovables que produce anualmente la Tierra y hemos empezado a “devorar” el capital natural acumulado durante décadas y siglos. Como ya ha advertido Mediavilla (5), queramos o no, el decrecimiento físico ya ha comenzado.
Einstein dijo que uno de los problemas de la humanidad consiste en no comprender la función exponencial. En el caso que nos ocupa, tanto el crecimiento económico como el demográfico se han acercado desde la Revolución Industrial hasta hoy a un crecimiento de este tipo. La solución no pasa por mantener el crecimiento porque, aunque pudiéramos dar con una fuente de energía tan poderosa y abundante como el petróleo y continuar el crecimiento mundial a razón, por ejemplo, del 3% anual (la tasa media de las últimas tres décadas), en 23 años duplicaríamos el consumo actual de recursos que equivale a más de planeta y medio. ¿De dónde sacaríamos tres planetas? En un sistema limitado, como la Tierra, el crecimiento exponencial del consumo de recursos también supone una reducción exponencial de los mismos, lo que implica que puede alcanzarse un umbral peligroso más allá del cual no sea posible “frenar” a tiempo. Ante esta disyuntiva, ver el vaso medio lleno puede suponer un riesgo fatal porque todo indica que nos estamos acercando a ese umbral rápidamente.
Situaciones semejantes a la nuestra pero a una escala local o regional han sucedido en varias ocasiones a lo largo de la historia. La investigación histórica ha puesto de relieve que algunas sociedades han colapsado por minar los recursos de su medio natural. El crecimiento demográfico y ciertas prácticas nocivas han acabado con la base forestal y edafológica que sustentaba esas sociedades.
De haber tenido presentes las advertencias del Club de Roma y de Einstein, así como estas lecciones de la historia, ahora no nos tendríamos que enfrentar a una situación de tanta emergencia.
Dicen que la verdad es revolucionaria. Si no cambiamos el modelo económico, más bien pronto que tarde, la humanidad está abocada a un colapso. Pues bien, por inconcebible que pueda parecer, el poder financiero y político que domina el mundo ya ha elegido su opción, apurar la máquina del crecimiento hasta que reviente. Seguramente creen que así van a obtener más beneficios que si plantean frenar la economía y entrar en una etapa de decrecimiento voluntario porque eso significaría el fin del capitalismo y de su status dentro de él. Más difícil de comprender es la situación que vive la izquierda. La ciudadanía, aquejada por los muchos problemas cotidianos, es ajena a la crisis energética que ya tenemos encima y cree todavía en un futuro inexistente, el que le proporcionará la recuperación de la senda del crecimiento. La adscripción a paradigmas contrarios, crecimiento versus decrecimiento, impide valorar la emergencia de la situación y su difusión, manteniendo a la izquierda dividida y a la sociedad en el limbo de la desinformación.
Sería razonable, a pesar de las diferencias existentes en cuanto a la valoración de la situación ecológica –aunque los hechos y la lógica dejan poco margen para la incertidumbre- que la izquierda conviniera aplicar un principio de precaución a la hora de confeccionar una política común para aminorar los riesgos en el caso de que estallara la crisis energética y se intensificara el cambio climático. Complementariamente al mismo, hay una idea central que puede servir de guía para llegar a acuerdos programáticos importantes: la idea de resiliencia. Más allá de si la economía crece o decrece –nosotros pensamos que, con altibajos, la tendencia hacia el decrecimiento es ineludible- lo importante es preparar al país para hacerlo más resistente en lo posible a nuevas crisis económicas, políticas, sociales o ambientales, ante perturbaciones o contingencias futuras como la escasez y encarecimiento de la energía, el cambio climático, nuevas burbujas financieras, casos graves de corrupción, etc.
Aunque el debate crecimiento vs decrecimiento no hay que darlo por cerrado, no debiera ser, bajo esta perspectiva, un obstáculo para llegar a acuerdos con el fin de modificar el sistema productivo y hacerlo menos dependiente del petróleo, más diversificado y local, con sistemas de reciclaje más eficaces y que aprovechase y conservase los recursos de nuestro país, especialmente las energías renovables, los bosques, la diversidad biológica, cultural y paisajística, la tierra fértil y el agua.
La investigación científica e innovación tecnológica y una capacidad de financiación propia serían necesarias para mejorar la producción y evitar que el sistema no dependa del exterior o de la banca privada.
Los acuerdos seguramente son más fáciles de lograr en aspectos sociales y políticos que fortalezcan la solidaridad en nuestro país, como combatir el paro creando empleo verde y repartiendo el trabajo, mantener y mejorar los servicios públicos esenciales y proteger a los sectores más débiles, vulnerables y dependientes. La difusión y debate en una democracia participativa a diferentes escalas y la separación de los tres poderes permitirían fortalecer el andamiaje político y social.
A pesar de las importantes discrepancias que subsisten en el seno de la izquierda, creemos que estos dos criterios, el de precaución y resiliencia, junto a otros no menos importantes, pueden permitir alcanzar un programa común que nos saque del atolladero, evite sufrimiento y prepare el futuro ante retos tan importantes como el del paro, la pobreza, el cambio climático y la crisis energética. Así parecen haberlo entendido los partidos y activistas que han iniciado contactos para alcanzar acuerdos sustanciales que deben ir más allá de las elecciones europeas e intentar integrar a los sectores más conscientes de la socialdemocracia de la situación de emergencia en la que nos encontramos.
Referencias bibliográficas (…)
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=181234
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Aunque el postcapitalismo parezca irrealizable, pongamos en debate rumbos emancipatorios que valoran el protagonismo de los diversos de abajo en la toma de decisiones sobre el destino común. Desde México nos interpelan con un dilema fundamental:

¿Democracia de los ricos? o
 ¡Democracia y autogestión para el pueblo! 
Por Pedro Echeverría V. (Rebelión)
(...)4. Esa es una elección democrática indiscutiblemente porque el candidato ha pasado todos los coladores, tamices y todos (o casi todos) han votado por él. A eso llamamos la democracia burguesa que domina por lo menos desde hace 300 años y que la mayoría acepta porque “se somete a elecciones”. Es la democracia de EE.UU., Francia, Brasil y México. ¿Cuándo el pueblo ha participado en la selección de candidatos? ¿Cuándo el pueblo para votar no ha recibido regalos, campañas televisivas, promesas de los candidatos oficiales y con más dinero? Si eso es la democracia, la única válida en la historia, entonces no deja de ser una forma de engaño, de estupidez, tontería y de basura. 

5. Desde hace muchas décadas me considero un antidemócrata porque he pensado que la democracia es un sistema de dominación de la clase burguesa y que es muy estaliniano decir que “contra la democracia burguesa la democracia proletaria o popular”. Sería igual de tiránico que unos cuantos líderes –suplantando a los trabajadores y hablando en nombre de ellos y la izquierda- estableciera una dictadura como la actual. Sólo mediante la extirpación del capitalismo y el establecimiento de la igualdad podrían organizarse consejos autogestivos de trabajadores en las fábricas, los ejidos, las poblaciones y escuelas.
6. La realidad es que en el sistema capitalista no puede existir ningún “buen gobierno” que beneficie a los trabajadores, es decir a la mayoría de la población. A pesar su enorme honestidad, capacidad y valentía el profesor Othón Salazar, el ferrocarrilero Demetrio Vallejo, fueron secretarios generales de sus sindicatos; los legisladores Noroña, Muñoz Ledo o Monreal, en el congreso, y nada –absolutamente nada- significativo- pudieron hacer. El capitalismo –aunque gobernantes como Obama o Peña sean débiles- como sistema de dominación sigue siendo fuerte. Si no luchamos por desaparecerlo, lo demás es entretenimiento.
7. En lugar de la lucha por la democracia –acompañada por intereses electorales y por lograr cargos de gobierno- que busca (desde hace por lo menos un siglo) fortalecer el sistema capitalista, debemos encontrar, inventar, caminar hacia estrategias anticapitalistas de verdad. En los sesenta y setenta se habló de los consejos de fábrica, de las comunas campesinas, de asambleas populares, grupos de acción directa y autogestivos. Todas estas ideas y pequeñas prácticas fueron borradas por la burguesía al abrir sus puertas a más partidos electoreros y a poderosos subsidios económicos y políticos. Quizá sea el tiempo de retomarlos para derrotar a la llamada democracia que no puede ser ni más ni menos que burguesa. 
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=181172
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Pero ¿cómo las grandes mayorías irán rompiendo con su conformismo a las reglas capitalistas de juego? Ya lo han hecho quienes están luchando para que haya justicia social en vez de impunidad del bloque dominante y su Estado. Se han desencadenado de la obediencia debida y los miedos implícitos. Han creado vínculos entre sí que los reconforta y los afirma en sus singularidades. Se esmeran en que los otros de abajo perciban la cotidianeidad social desde lo que le descubrieron inadmisible, a raíz de su situación de crisis, para que las grandes mayorías disfruten de vida digna. Han echado a andar otra sociedad y otro estar siendo un nosotros que requiere y aprecia el protagonismo de cada cual desde su particular individualidad.
Nos enseñan a esforzarnos por facilitar, entre los de abajo, el reconocimiento mutuo sin discriminaciones de tipo alguno y la expresión propia a cada persona para ir posibilitando el protagonismo de todos en el ejercicio de la soberanía popular. En esa búsqueda de suscitar encuentros, de cada cual y de todos, con el sentirse artífices de la convivencia social hallamos: 
Los tejidos y nudos de los entramados sociales
Intuición subversiva

Por Raúl Prada Alcoreza (Rebelión)
Para salir de la enajenación, déjenme utilizar esta palabra tan pretenciosa, tan discutible, tan próxima al concepto dramático de extrañamiento, elaborada por Hegel. No se trata del término, tampoco del concepto, sino de la constelación de significados que puede abarcar la connotación del uso de esta palabra. Entonces para salir de la enajenación de las representaciones, para escapar de esta red lógica, cuya relación con el mundo es de despojamiento, reduciendo al mundo a la representación del mundo. El mundo como representación, donde se pierde la riqueza de las múltiples experiencias que lo constituyen.
Para salir de esta enajenación es menester recuperar el substrato de las experiencias sociales, a partir de este substrato de percepciones, interpretar a partir de estos espesores el mundo en su vital, dejando el referente lógico de representaciones como esqueleto de museo. Museo de una época que redujo el conocimiento a la narrativa teórica de conceptos, vaciados de contenidos, puras formas lógicas, olvidando que incluso sus bocetos lógicos derivan de los espesores de las experiencias. Fue una época de pretendido dominio instrumental sobre la naturaleza, de pretendido dominio de la razón sobre la complejidad integrada, reduciendo la misma razón al juicio deductivo. La razón no es pura, se hace posible, se realiza en concomitancia con la percepción; la misma razón es una combinación de sensaciones, imaginaciones; es decir, percepciones, dadas en la experiencia, articuladas de tal manera que confeccionan la explicación, el cálculo, la cognición, la predicción, en la perspectiva de adecuaciones efectivas respecto al mundo, de intervenciones efectivas en el mundo, de composiciones, es decir, de creaciones de mundos.
Fue una época de reduccionismos instrumentales con objetivos operativos. Esta época se enredó en sus propios laberintos, no pudo resolver la contradicción que desató, entre la lógica abstracta de sus maquinarias instrumentales y las complejidades concretas de la vida. Sus sistemas instrumentales terminaron convirtiéndose en un peligro para la vida, los ciclos creativos de la vida.
Retomar los substratos de la experiencia social, los espesores de las percepciones sociales, buscando interpretar el mundo a partir de sus complejidades, equivale a descentrarse de las teorías racionalistas de la modernidad.
  • Equivale a desechar sus centros, sus referentes privilegiados, sus tesis causalistas y, al final, linealistas.
  • Equivale a vislumbrar la relatividad de los centramientos y descentramientos, comprendiendo la simultaneidad de la pluralidad, la multiplicidad de las composiciones y variaciones de los movimientos y procesos inherentes a los acontecimientos.
Voy a retomar una aseveración sugerente que hace Tomás Ibáñez en su exposición titulada ¿Es actual el anarquismo?, publicada en Página abierta[1] . El militante y activista anarquista, refiriéndose a la intuición subversiva ácrata, dice:
 
Las intuiciones básicas del anarquismo están enraizadas en un denso fondo de experiencias multiseculares y de saberes más o menos soterrados, que constituyen el legado depositado por infinitas luchas contra la dominación y contra la explotación.
Nos interesa esta interpretación histórica y del presente de lo que llamamos los saberes activistas, compartiendo con el expositor, que no hay porque llamarles anarquistas, por la sencilla razón de que no se trata de ponerles etiquetas, pues al hacerlo, el comportamiento es, mas bien, conducta heredada, respondiendo a esquemas instituidos. En todo caso, éste no es el debate, el que mantenemos en esta exposición, no en la de Tomás Ibáñez; el debate que compartimos está relacionado al substrato de saberes, correspondientes a las matrices de las experiencias sociales, conformados a partir de las percepciones sociales, espesores de vivencias colectivas, que se sedimentan y se estratifican en la memoria social.
Estos saberes activistas, de lucha, subversivos, que aunque no se lleguen a formular en lenguaje teórico, en unos casos sí lo hacen, comprenden la integral articulación de sensaciones, imaginaciones, reflexiones dispersas, por lo tanto, de percepciones constituidas, compuestas, en su complejidad, en su emergencia, desplazamiento e inscripción en el cuerpo. En realidad, el saber, como intuición perceptual, como conocimiento denso, construido en el espesor de la experiencia, se da como acontecimiento de la experiencia y percepción social.
Lo que ha institucionalizado la modernidad como conocimiento, ciencia, filosofía, también tiene su matriz en este substrato de experiencias; empero, las ciencias y las filosofías modernas han negado, como principio esta procedencia. Como origen se construyeron dos mitos:
  • uno, relativo al conocimiento objetivo; el otro, relativo al conocimiento subjetivo. El primer mito supone relaciones neutrales e instrumentales con una exterioridad controlada. El segundo mito supone la inmanencia intuitiva de la razón, inscrita en la consciencia.
Ambos mitos, que responden a las tradiciones ejes de la modernidad, conocidas como positivismo y racionalismo, se han desentendido, como principio, axioma de partida, del cuerpo. El cuerpo no existe, salvo como objeto de estudio o como causa de anomalías. Ambas tradiciones modernas se han hecho la imagen de un mundo desértico, habitado por cosas, en un caso, o de un mundo vacío, llenado por los conceptos, enunciados y significados elaborados por el sujeto. En ambos casos desaparece el mundo efectivo, mundo constituido por la actividad vital de los cuerpos.
Retomar la matriz, el substrato, que sostiene las formas de conocimientos y de saberes, sean teóricos, estéticos, culturales, técnicos, artesanales, es volver al espesor de intensidades de la vida, a las dinámicas creativas, componentes de saberes perceptuales, intuitivos, en sentido de la combinación y articulación de distintos planos, campos, núcleos de la experiencia. De entrada descartamos el sentido que le dio la filosofía moderna a la intuición, tanto en su vertiente racionalista como en su vertiente mística. Para nosotros la intuición no es una síntesis racionalista, tampoco una revelación inmanentista. La intuición es la comprensión inmediata dada como la integración perceptual de la experiencia. Para ponerle un nombre, con todo el riesgo que esto conlleva, pero para tener un referente de contraste, llamemos a esta comprensión de la intuición como una de las formas de expresión de la memoria sensible.
Los saberes subversivos responden a esta memoria social, podemos llamarlos intuiciones subversivas, al estilo de Tomás Ibáñez; lo que importa es que se trata de formas intensas de conocimiento colectivo, emergidos en coyunturas de crisis, en el despliegue del dramatismo social. En adelante vamos a formular algunas hipótesis sobre estos saberes activistas, sobre esta intuición subversiva.(...)

   Después de estos apuntes podemos volver a reflexionar sobre el llamado saber activista, saber subversivo. Como saber se realiza singularmente, individualmente; son las personas que padecen la historia, la viven intensamente, intervienen en la historia, las que contienen el saber, lo usan como parte de las acciones. Este saber no es igual en las personas involucradas en las acciones; sin embargo, en la medida que sus saberes forman parte del acontecimiento de la crisis y de la rebelión, se conectan, se comunican, comparten y participan. Cada quien asume a su manera esta vivencia, la interpreta a su manera, suponiendo que los demás la interpretan del mismo modo. Esta suposición hace como si se actuara en el mismo sentido. No importa tanto si este sentido es igual, homogéneo, en todos; al contrario, es de esperar variaciones. Lo que importa es el compromiso, la concomitancia, la complicidad, en el consenso logrado, compartir la lucha.
Lo que se llama saber activista, saber subversivo, en tanto se refiere al conglomerado social movilizado, es, en realidad, una constelación dinámica de saberes, de voluntades, de cuerpos, de deseos, de esperanzas, de prácticas alterativas. Al compartir esta experiencia el aprendizaje es colectivo, en el sentido que es singular en cada quién. Desde una perspectiva estructuralista se podría decir que hay la subversión, como una estructura subyacente; decir que es la estructura la que se pronuncia, actúa, habla. Esto es una aproximación abstracta. El estructuralismo olvida que no es la estructura la que habla, actúa, se pronuncia, son los cuerpos los que lo hacen, cuerpos vivos, pasionales, perceptivos, reflexivos. La estructura es un fantasma de los estructuralistas. Son estos cuerpos singulares los que se asocian, componen, acuerdan, emiten discursos, se movilizan; en su dinámica generan acontecimientos, acontecimientos, que a su vez los constituye como subjetividades y sujetos, usando estos términos vulnerables.
La subversión existe como acto de creación de los y las movilizadas, el activismo existe como acción de los y las activistas. Los y las subversivas lo son porque generaron el acontecimiento de la subversión, acontecimiento que los contiene, los envuelve, los atraviesa y los constituye. Lo mismo pasa con los y las activistas, el activismo como acontecimiento; también como historia, los contiene, envuelve, atraviesa y constituye.(...) Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=181143

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