La periferia sigue financiando el
centro
Presentamos algunas consideraciones sobre los impactos de las
Inversiones Extranjeras Directas, las Remesas de Lucros y Dividendos al
Exterior y las Importaciones de empresas transnacionales en las economías
periféricas en tiempos de crisis. Se toma como ejemplo el caso de la industria
automotora de Brasil en los años recientes. La experiencia demuestra, además,
la postura de un gobierno que no llegó a identificar la raíz del problema del
subdesarrollo y, pese a los inmensos e innegables avances alcanzados en el tema
social, mantiene una política económica errática, a nombre de un desarrollo
dependiente y asociado.
Hace años, el Banco Nacional de Desarrollo
Económico y Social (BNDES) y otras instituciones públicas son los principales
financiadores del sector automotor en el país. El Estado paga para que las
poderosas empresas se implanten y se expandan. Al mismo tiempo, las montadoras
continúan ocupando el primer lugar en el ranking de los mayores volúmenes de
remesas de lucro hacia sus casas matrices.
Un negocio muy atractivo
Las cifras demuestran crecientes préstamos de recursos públicos para las mayores compañías del mundo (con créditos de largo plazo y con bajas tasas de interés) y exenciones fiscales. Además, hay “incentivos” como donaciones de terrenos, tendidos eléctricos, estructuras de riego, vías de acceso y facilidades para importar. Las inversiones “de las ensambladoras” entre 2013 y 2017, según la Asociación de Fabricantes de Vehículos (Anfavea) llegará a US$ 35 mil millones. Sin embargo, gran parte de la plata será suministrada por fuentes internas, en condiciones especiales. Un 70% de los recursos para la expansión o la instalación de nuevas plantas montadoras tienen origen en el dinero público brasileño.
Las cifras demuestran crecientes préstamos de recursos públicos para las mayores compañías del mundo (con créditos de largo plazo y con bajas tasas de interés) y exenciones fiscales. Además, hay “incentivos” como donaciones de terrenos, tendidos eléctricos, estructuras de riego, vías de acceso y facilidades para importar. Las inversiones “de las ensambladoras” entre 2013 y 2017, según la Asociación de Fabricantes de Vehículos (Anfavea) llegará a US$ 35 mil millones. Sin embargo, gran parte de la plata será suministrada por fuentes internas, en condiciones especiales. Un 70% de los recursos para la expansión o la instalación de nuevas plantas montadoras tienen origen en el dinero público brasileño.
Es decir, se está costeando la construcción de nuevas
instalaciones, las investigaciones de desarrollo científico y tecnológico y la
remesa de lucros al exterior de las mayores empresas del planeta. Entre 2007 y
2012, el BNDES realizó desembolsos de cerca de US$ 8,0 mil millones para las
montadoras. Aunque los tiempos sean de crisis en Europa y Estados Unidos, frente
a tantas facilidades ofrecidas por el gobierno, se hace muy atractivo abrir una
planta en Brasil.
Las venas siguen abiertas
Veamos la cantidad de esas remesas enviadas
por esas mismas empresas a sus casas matrices. De acuerdo con el Banco Central
de Brasil (Bacen), las llamadas rentas de inversión directa de las empresas
automotoras, o sea, los gastos brasileños con remesas de lucros y dividendos al
exterior, fueron de US$ 3,3 mil millones en 2013. El escenario de los últimos
años es asombroso: las remesas de lucro alcanzaron el récord de US$ 5,6 mil
millones en 2011 y fueron de US$ 2,4 mil millones en 2012. En el período entre
2008 y 2013 esa sangría superó los US$ 23,5 mil millones. Para que se tenga una
idea de la gravedad del cuadro, el “Bolsa Família”, el mayor programa de
transferencia de renta del mundo, que beneficia 50 millones de brasileños,
representa un desembolso anual de US$ 10 mil millones.
Y aún tienen déficits comerciales
Una persona muy ingenua podría incluso llegar
a admitir que los mil millonarios recursos públicos de Brasil fuesen liberados
de forma generosa para las transnacionales. Porque supuestamente impulsarían el
mercado interno, la formación de capital nacional, el desarrollo científico y
tecnológico, la consolidación de las cadenas productivas, el pago de impuestos,
la promoción de empleos con sus impactos de desbordamiento sobre compras y
contrataciones. Sin embargo, como si la situación de las remesas de lucros no
fuese suficientemente inaceptable, hay otro tema de gran relevancia: el
gigantesco y creciente déficit de la balanza comercial del sector automotor. En
2013, las exportaciones fueron de US$ 13,6 mil millones y las importaciones, de
impresionantes US$ 22,2 mil millones. Al final, las compras en el exterior
representan una forma alternativa de ampliar las remesas de divisas hacia fuera
del país.
Las empresas instaladas en Brasil realizan
compras, según la demanda presentada por sus oficinas de inteligencia
comercial, incluso de cinturones de seguridad, puertas, guarda-barros, volantes
y partes de radiadores. Como resultado de esa lógica y de la política brasileña
de cambio sobrevaluado, el superávit comercial del sector automotor acumulado
en 2007 fue transformado en un déficit gigante que acumula US$ 35,7 mil
millones los últimos cinco años. En 2013, el gobierno amplió la reducción del
Impuesto sobre Productos Industrializados (IPI) sobre vehículos de empresas que
utilizasen un porcentaje mínimo de insumos nacionales o elaborados en el
Mercosur. Pero es evidente que sin un rígido control por parte del Estado las
transnacionales no cumplirán ni ese ni cualquier otro acuerdo.
Integración y Cadenas Globales de Valor
Acá vale la pena hacer un comentario acerca
del comercio intra-firma y de las llamadas Cadenas Globales de Valor
implantadas por las grandes corporaciones transnacionales. Citemos algunos
datos. Casi la mitad de las importaciones brasileñas en el sector automotor en
2013 tuvo origen en Argentina (36%) y México (11%). Siguen el listado
decreciente Alemania (9%), Corea del Sur (7%), Japón (6%), Estados Unidos y
China (ambos con 5%). Existen 3700 empresas establecidas en Brasil que
importaron algún producto de Argentina durante el año pasado. Ocho de las
principales fueron del sector automotor. El caso de México es aún más selecto:
seis automotoras transnacionales establecidas en suelo brasileño lideran el
listado de 3350 empresas. Por eso, cabe una oportuna discusión sobre hasta qué
punto esta situación tiene algo que ver con un supuesto proceso de integración
latinoamericana. En la mayoría de los casos, se trata únicamente de comercio
intra-firma.
Un gigante sin rumbo
En reiteradas ocasiones ha quedado evidente que el actual gobierno
de Brasil no posee un Proyecto Nacional de Desarrollo basado en la ampliación
permanente del rol del Estado en la economía.
El más extenso país de la región, con la mayor
población, con la estructura económica más fuerte y con un inmenso tejido
industrial construido a lo largo del siglo XX, sigue sin rumbo. Se privatizan
puertos, aeropuertos, carreteras, distribuidoras de energía eléctrica y gas,
telefónicas, universidades, hospitales y otros bienes antes públicos con dulces
financiamientos públicos. No falta dinero, sino decisión y voluntad para romper
con el ciclo histórico de la dependencia y el subdesarrollo.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=180806
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