Fracking: una fractura que pasará factura (continúa)
Por Aitor Urresti y Florent
Marcellesi
Principales
impactos del fracking
Por Aitor Urresti y Florent Marcellesi
Los riesgos e impactos detectados son múltiples y en ámbitos
diversos. Pasemos a continuación a detallarlos.8
Riesgos
durante la perforación
Como ya se ha comentado, es necesario emplear técnicas de
perforación especiales para poder proceder posteriormente a la fracturación
hidráulica. Por todo ello, a los riesgos habituales de un sondeo de hidrocarburos,
se unen los específicos de los sondeos desviados. Hablamos por lo tanto, de
riesgos de explosión, escapes de gas, escapes de ácido sulfhídrico (muy tóxico
en bajas concentraciones), y derrumbes de la formación sobre la tubería. Este último
es mucho más habitual en el caso de sondeos desviados como los que se realizan
en este caso. Recordemos que se están perforando una media de 6-8 pozos por
plataforma, y entre 1.5 y 3.5 plataformas por km2, con lo que aunque
a priori el riesgo de que ocurra un accidente de este tipo por pozo es baja, al
aumentar el número de pozos a realizar el riesgo aumenta de forma alarmante.
Contaminación
de agua
Una de las mayores preocupaciones de la fracturación hidráulica es
la afección a los acuíferos subterráneos. Al fracturar el subsuelo, existe la
posibilidad de que una de las fracturas inducidas alcance un acuífero,
contaminando el agua con los fluidos de fracturación y con el propio gas de la formación. Además
de este riesgo, existe también la posibilidad de que durante la fracturación se
conecte con un pozo antiguo, mal abandonado, y de ahí el gas se comunique bien
con un acuífero, como con la superficie. Este tipo de accidente ya ha sucedido
con antelación, contaminándose un acuífero a través de un pozo abandonado en la
década de los 409.
Riesgo
químico de los aditivos
Como comentado, en cada perforación es necesario emplear unas 4,000
toneladas de productos químicos, la mayoría de ellos altamente contaminantes.
Al diluirse a un 2% en agua, su nivel de toxicidad se ve fuertemente reducido.
De todos modos, estos productos químicos llegan a la plataforma sin mezclar. El
riesgo de accidente durante el traslado debe tenerse en cuenta. La cantidad de
trasiegos de camiones a realizar para la densidad de pozos que se perforan es
elevada (lo que provoca por su cierto a su vez contaminación acústica e
inseguridad vial). Para cada plataforma se estima que el movimiento de camiones
mínimo es de 4000, una gran cantidad de ellas para el trasiego de productos
químicos. De nuevo, aunque el riesgo de producirse un accidente con derrame del
producto químico sea bajo, el gran número de operaciones a realizar lo
convierte en un riesgo importante.
Contaminación
del aire
Durante todo el proceso de perforación y fracturación, se utilizan
una gran cantidad de aditivos, muchos de los cuales son compuestos volátiles.
Lo mismo sucede posteriormente en la etapa de producción, en la que es
necesario acondicionar el gas extraído para inyectarlo en el gasoducto. Todos
estos compuestos pasan en mayor o menor grado a la atmósfera, pudiendo generar
ozono, o BTEX10
entre otros.
Terremotos
En aquellas zonas donde el desarrollo del fracking está más
avanzado, se ha constatado un aumento de la sismicidad coincidido con los
periodos de fracturación hidráulica. Hay que tener en cuenta que durante las
operaciones de fracking se presuriza el subsuelo en más de 100 ocasiones. Este
sobreesfuerzo al que se le somete puede ser suficiente como para provocar
desplazamientos de fallas subterráneas, y por lo tanto terremotos, como ha
pasado en Lancashire en Reino Unido donde la empresa Cuadrilla
Ressources ha reconocido que su perforación era la causa de
dos terremotos locales.
Efecto
invernadero
El gas no convencional, por las condiciones en las que se encuentra,
suele estar formado casi en su totalidad por metano. Este es un gas de efecto
invernadero mucho más potente que el propio CO2, en concreto, 23
veces más potente. Esto quiere decir que cualquier escape del mismo durante la
perforación, fracturación, y producción es mucho más nociva que los gases que
se generan posteriormente durante su combustión.
El problema añadido de las técnicas de fracking con respecto a los
escapes de gas, es el agua de fracturación en su retorno. Al haber estado en
contacto con el gas en subsuelo, absorbe una cantidad de gas, que al retornar a
superficie es emitido a la
atmósfera. Se ha estimado que en un pozo en el que se ha
realizado fracturación hidráulica, el aumento de emisiones de metano es del 2%.
Un informe de la Universidad de Cornell estima por lo tanto que el gas de
pizarra suponen un aumento de emisiones de gases de efecto invernadero de entre
un 30% y un 100% comparado con el carbón.
Ocupación de
terreno
Un problema añadido es la gran ocupación de terreno de este
tipo de explotación. Como se ha comentado anteriormente, es necesario realizar
un gran número de pozos para aprovechar correctamente los recursos. Se suelen
perforar de 1.5 a
3.5 plataformas por km2, con una ocupación de 2 hectáreas por cada
una.11
El impacto visual de esta acumulación de sondeos es muy grande.
Fracking y
zonas de conflictos socio-ecológicos
Los yacimientos de gas no convencional están distribuidos a todo lo
largo del planeta con un carácter novedoso: abundan en países históricamente
más pobres en hidrocarburos (Baccheta, 2012). Mientras en la geopolítica del
gas convencional —y de la (in)dependencia energética— Rusia, Irán, Qatar y
Arabia Saudita concentran más del 50% de las reservas mundiales, en la
geopolítica del gas no convencional encabezan la lista la China, Estados
Unidos, Argentina, México, Sudáfrica, Australia, India y juegan un papel
importante Europa (zona central y este, Francia, Reino Unido, etc.) y Norte
África. Mientras tanto, en América del Sur, además de Argentina, son Brasil,
Chile, Paraguay e incluso Bolivia, quienes van muy por delante del tradicional
gigante en hidrocarburos, Venezuela.12En
el mapa 3 se pueden observar las principales áreas con yacimientos de gas no convencional.
Puesto que por un lado la explotación de hidrocarburos no convencionales es un
negocio potencialmente muy rentable y además con un carácter geopolítico
central, y que por otro lado conlleva graves afecciones al medio ambiente y a
la salud, no es de extrañar que estén surgiendo cada vez más conflictos
socio-ecológicos en todos los puntos de extracción donde se aplican esta
técnica de fracturación hidraúlica.
Estados-Unidos, el conejillo de indias del fracking
Las primeras alertas nos llegan desde hace años de
Estados-Unidos donde, según datos de la Agencia de Energía estadounidense, la
producción de gas pizarra ha pasado de suponer el 1,4% del suministro total de
gas de EE UU en 1990 al 14,3% en 2009, pudiendo alcanzar un 24% para 2035. Este
experiencia previa nos permite tener más perspectiva a la hora de analizar lo
ocurrido, puesto que los primeros pozos se iniciaron en los ochenta, con un
boom en los años 2000, y hay en la actualidad 500.000 pozos perforados, y un
ritmo previsto de más de 30.000 pozos nuevos al año.
Es evidente que ante tal despliegue, el movimiento
antifracking ha hecho oír su voz: documentales como Gasland –realizado por el activista medioambientalista
estadounidense Josh Fox—13
o como Fracking Hell y
plataformas ciudadanas organizadas como “No Fracking”14
dejan constancia del complejo político-comercial escondido detrás de la
explotación de gas no convencional y sus consecuencias ambientales y de salud
en Estados-Unidos.15
Las principales conclusiones que podemos sacar de la experiencia estadounidense
recuerda una vez más sin duda las pautas clásicas de conflictos
socio-ecológicos convencionales:
·
Connivencia entre
poderes políticos y económicos: bajo la administración Bush
Junior y tras una labor incesante de lobby de las
transnacionales de la energía, han sido derogadas varias de las leyes de
protección ambiental más importantes de EEUU, entre ellas la de la Ley del Agua
Potable Segura, para que dicha ley no se aplicara al fracking.16
Esta disposición se ha llegado a llamar el “vacío legal” o la “enmienda
Halliburton”, puesto que la multinacional Halliburton
es una de las pioneras y una las mayores proveedoras de servicios de
fracturación hidráulica en EEUU, y cuyo anterior director ejecutivo no fue otro
que Dick Cheney, entonces Vicepresidente de EEUU cuando se aprobó esta exención
legal específica.
·
Potencia económica de
las multinacionales de la energía: a golpe de cheques para comprar las tierras,17
de promesas de nuevas fuentes de empleo en torno a los pozos o de campañas de
publicidad muy agresivas, consiguen el beneplácito tanto de los propietarios de
los terrenos donde está el gas como de los actores económicos, políticos y
legislativos, o generar sus propios informes de expertos donde se auto-exculpan
de cualquier contaminación ambiental o efecto sobre la salud. De hecho, debido
al débil papel de la Agencia de Protección Ambiental federal, los Estados
federados, con presupuestos ajustados, se encuentran indefensos para hacer
frente a intereses y presupuestos millonarios, lo que explica a su vez que “21
estados de 30 donde hay pozos no tienen regulaciones específicas y ninguno
exige a las empresas que informen sobre la cantidad de fluido tóxico que queda
bajo tierra” (Goodman, 2010).
·
Efectos nocivos sobre
el medio ambiente y la salud: además de comprobar los riesgos medioambientales
arriba mencionados, se han dado casos de cáncer, problemas respiratorios, daños
cerebrales, desórdenes neurológicos, hipersensibilidad a químicos, debido
principalmente a la contaminación del agua y del aire. Como recoge Grandoso
(2011), la Universidad de Duke ha realizado un estudio que demuestra que los
pozos de agua potable cercanos a los lugares de extracción tienen
concentraciones muy elevadas de metano, “un asfixiante en espacios cerrados y
un peligro de fuego y explosión”, mientras que en la localidad tejana de Dish
rodeada de pozos, el 61% de las enfermedades registradas estaban asociadas a
los contaminantes empleados por el fracking.
En noviembre del 2010, un estudio de la Agencia de Protección Ambiental en
Wyoming relacionó la contaminación de pozos de agua potable con el fracking.
Tras quince años de pruebas, luchas y lobby variopintos,
el pulso entre movimiento antifracking y transnacionales de la energía ha dado
lugar por un lado a la suspensión temporal en Nueva Jersey, Nueva York y
Pensilvania de la fractura hidráulica hasta conocer mejor los riesgos de
contaminación del agua potable, mientras que 16 municipios han aprobado
prohibiciones locales (pero sin tener capacidad regulatoria sobre la industria
del gas y del petróleo), y Vermont se ha convertido en el primer estado
federado en aprobar la prohibición en mayo del 2012. Además, en septiembre del
2010, la Agencia de Protección Ambiental federal (EPA) solicitó información
sobre los productos químicos empleados por las empresas extractivistas:
respondieron ocho y, para que Halliburton contestara, se necesitó una citación
judicial (Fracking Hell, 2011). Al mismo tiempo, la tensión aumenta y los
poderes económico-políticos reaccionan. Como símbolo de esta lucha —entre otras
menos mediatizadas— , Josh Fox se encuentra hoy en la “Terror
Watch List” del gobierno de
EEUU y, hecho denunciado por la Unión americana de libertades civiles,
fue detenido en febrero del 2012 cuando asistía con su cámara a una audiencia
pública de una comisión del Congreso de EEUU dominada por los republicanos y
donde se analizaba las duras conclusiones de la EPA sobre el fracking.
La fiebre del fracking llega a Europa y resto del mundo
Después del ensayo estadounidense, el fracking ha
desembarcado en Europa y muchas otras partes del mundo donde, al igual que en
EEUU, se han ido montando varios conflictos socio-ecológicos enfrentando los
poderes económicos y políticos dominantes a plataformas vecinales, sociales y
ecologistas denunciando los riesgos inherentes a la explotación de gas no
convencional.
A nivel de la Unión europea, donde la Agencia Internacional
de la Energía estima que las reservas europeas de gas no convencional son de 35
trillones de metros cúbicos, lo que equivale a cuarenta años de importaciones
de gas según los parámetros actuales, su complejidad legislativa se hace de
nuevo notar. Hasta el momento, se oponen las recomendaciones del Parlamento
europeo que indicaba en julio del 2011 que “los riesgos y cargas
medioambientales [del fracking] no son compensadas por su correspondiente
beneficio potencial”, recomienda su regulación y que se hagan públicos los
componentes que se emplean en los pozos de perforación, y las de la Comisión Europea,
con capacidad de impulsar una directiva al respecto, que considera que la
legislación existente puede aplicarse tanto al gas convencional como al no
convencional. Además, la batalla sigue dándose en el Parlamento europeo donde
por un lado, a iniciativa de un eurodiputado polaco se ha discutido en la
Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad un informe que promueve
la expansión del gas de fracking en Europa y del otro el comité de peticiones
de la Unión europea ha estudiado a finales de abril 2012 8.000 firmas desde
Bulgaria en torno a los riesgos asociados a esta técnica.18
Por su parte, el movimiento antifracking, mediante una
coalición de 36 organizaciones no gubernamentales especializadas en los ámbitos
del medio ambiente y la salud principalmente de Europa pero también de EE. UU.,
Australia y Sudáfrica han pedido a la Unión europea que “hasta que estos
problemas no se aborden debidamente mediante una evaluación científica
exhaustiva (…) no deberían proseguir las actividades relacionadas con la
extracción de gas y de petróleo de esquistos, ni de metano procedente de vetas
de carbón.” Instan a los Estados miembro a “suspender todas las actividades en
curso, derogar los permisos y prohibir todos los proyectos nuevos de
prospección y explotación”.19
Por último, en mayo del 2012 el Partido Verde europeo, muy activo en el
Parlamento europeo y las movilizaciones sociales con el eurodiputado y
altermundialista José Bové, se ha pronunciado para toda Europa en contra la
explotación de gas no convencional mediante la fractura hidráulica.20
En cuanto a cada país en la Unión europea, recogemos en la
tabla siguiente la situación legal a día de hoy así como comentarios
adicionales que caracterizan el conflicto ecológico y/o pueden influir en el
futuro de la explotación o no del gas no convencional en Europa.
En el resto del mundo, ya sea por ejemplo en Sudáfrica, Quebec, Australia, las movilizaciones ciudadanas han logrado moratorias. Otro gallo canta en China, donde por la falta de oposición, el gobierno chino firmó en 2009 un acuerdo con EEUU y ya ha comenzado a hacer perforaciones con la promesa de que sus reservas sean las más importantes del mundo (Manrique, 2011). También cabe señalar el caso de Argentina donde detrás de las renacionalizaciones de YPF y su rama gasista, subyace la voluntad del Gobierno argentino no sólo de controlar los recursos naturales, sino de explotarlos con aún más determinación. Si nos fijamos en el proyecto de ley de expropiación, además del objetivo de “autoabastecimiento”, se trata de la explotación de “hidrocarburos convencionales y no convencionales”. De hecho, recordemos que Repsol-YPF descubrió el año pasado en el área argentina de Vaca Muerta uno de los mayores yacimientos “no convencionales” de petróleo y gas de pizarra del mundo. El Gobierno argentino, siguiendo los pasos nacional-productivistas de otros gobiernos de América Latina como Brasil, inscribe su acción dentro del llamado extractivismo (de petróleo, gas, materias primas, etc), particularmente agresivo con el medio ambiente y los pueblos originarios (Marcellesi, 2012).
Y ¿en España?
Debido a la gran falta de transparencia o de
información por parte de los poderes públicos, no es fácil conocer exactamente
la realidad de la explotación de gas de pizarra en España y saber qué permisos
o concesiones vigentes o solicitados son para hidrocarburos convencionales y no
convencionales.21
En cuanto al gas de pizarra, las zonas de mayor interés para los intereses
político-económicos y de mayor conflictividad social se encuentran hoy en día
en la llamada cuenca vasco-cantábrica (lo que incluye principalmente
yacimientos en Cantabria, Álava, Burgos y en menor medida Bizkaia, Navarra, La
Rioja) y, de cara al futuro, también en Aragón, Sevilla y Jaén. En el mapa
adjunto se pueden ver con mayor claridad las áreas de mayor interés en la actualidad.22 Mientras que en Cantabria existe un
permiso con varios pozos bajo el nombre Arquetu y que en Burgos unos 20 pozos
de investigación previstos, el yacimiento más importante se encuentra en Álava
en el permiso Gran Enara donde, según el Ente Vasco de la Energía (EVE), se
calculan 184.500 Mm3 de reservas, lo que supondría, haciendo caso omiso del
techo de extracción de los pozos, el consumo del País Vasco de 60 años y de
España durante 5 años.
En el caso alavés y ejerciendo el liderazgo a
nivel estatal, existe un fuerte respaldo político del Gobierno Vasco, que ha
sido simbolizado por un viaje en octubre del 2011 del Lehendakari López a
Dallas en Tejas, con empresas especializadas en fracking. A nivel empresarial,
el consorcio que lidera la fase de investigación y, seguramente liderará la
fase de explotación si se confirma, está formado por el EVE (42,8%)23
y dos empresas norteamericanas: Cambria (35,30%) y Heyco (21,88%).24
Ésta última, conocida en Estados Unidos por su proximidad al gobierno Bush
Junior, su lobby a favor de la enmienda Halliburton y ser dirigida por
negacionistas del cambio climático,25
explicó sin pudor en jornadas sobre fracking organizadas por el Gobierno Vasco
en abril del 2012 su interés hacia los pozos alaveses por 1. el apoyo de la
administración y el trato fiscal (en España no hay ni prohibición, ni moratoria
sobre esta técnica y han obtenido permisos con tratamiento fiscal preferente),
2. la presencia de poca gente y mucho campo (es decir, menos resistencia) 3.
las leyes de protección ambiental “manejables” (recordemos que Heyco estuvo
envuelta en un escándalo por abrir pozos en las praderas protegidas en Nuevo
México) 4. un negocio muy rentable. De hecho, se estima un valor del gas
presente en Álava de 30.000 millones de euros, sin saber, puesto que los
capitales privados tienen más poder dentro del consorcio que los públicos,
quienes decidirán el destino del gas extraído y adónde irán a parar los
beneficios económicos, más allá de asegurar que la entrada de capital americano
estimulará el empleo y dará trabajo a empresas vascas.
Sin embargo, a pesar de que el viceconsejero del Gobierno
Vasco Xabier Garmendia aseguró que los riesgos asociados a la exploración “son
irrelevantes” y que en marzo de 2010 el Estado español confirmara que no es
necesario para los pozos de investigación el sometimiento a un Estudio de
Impacto Ambiental, existen riesgos ambientales de tanto calado como los
observados en Estados Unidos y otras zonas de Europa y del mundo ya sea para
investigación, exploración o explotación. En este caso, el principal riesgo es la contaminación del acuífero de
Subijana (la mayor reserva de Euskadi), del ecosistema fluvial y de la red
natura (el Zadorra es un Lugar de Interés Comunitario), afección a las especies
protegidas, al paisaje y al ruido (con el tráfico de camiones), la emisión de
gran cantidad de gases contaminantes y de efecto invernadero, el gran consumo
de agua y la gestión de residuos deficiente. Por su parte, según la Fundación Nueva Cultura
del Agua, los permisos de investigación de Enara no son compatibles con el
derecho comunitario europeo al infringir los artículos 1 y 4 de la Directiva Marco
del agua y el principio de precaución establecido en el artículo 191.2 del
Tratado de Funcionamiento de la Unión europea (La Calle, 2012). Además, por si
fuera poco y emulando la enmienda Halliburton en Estados-Unidos, el
Parlamento vasco, juntando los votos del PSOE, PP y PNV, ha modificado incluso
la ley de conservación de la Naturaleza para permitir el fracking en espacios protegidos…26
Por ello, y aunque no exista en la actualidad una
plataforma estatal que vinculen las diferentes luchas locales contra el
fracking, se han organizado diferentes movimientos antifracking en cada zona
afectada. Ya sea en Cantabria, donde se dieron a conocer los primeros permisos y
pusieron en marcha una página web con la mayor información en España sobre
fracking, en Euskadi (principalmente en Álava y luego en Bizkaia) o en Burgos y
Navarra más recientemente, la lucha social y política ha alcanzado un grado de
conflictividad importante dificultando por un lado el rodillo
político-económico y permitiendo por otro lado un mayor grado de concienciación
e información de la
sociedad. Además, gracias a esta labor, más de 15 municipios
alaveses se han declarado libre de fracking, mientras que Vitoria-Gasteiz
(¡capital verde europea 2012!) reclaman un Estudio de
Impacto Ambiental para todos los pozos o que en Cantabria varios
ayuntamientos han recurrido los permisos en la zona de Arquetu.
Es también de gran interés de cara a la
construcción de alternativas más globales que la lucha anti-fracking demuestre
de nuevo la confluencia y unidad de acción cada vez más normal y potente entre
movimientos de justicia ambiental, social y democrática. Por ejemplo, en
Euskadi participan en el colectivo anti-fracking asociaciones ecologistas
(Ekologistak Martxan, Eguzki, Gaia, Mendialdetik, etc.), partidos políticos
(Bildu, Equo, Izquierda Unida, Aralar), movimiento del 15M y personas a nivel
particular, o en Cantabria donde cuentan con personas afectadas y
organizaciones preocupadas por el tema como el movimiento del 15M, Democracia
Real Ya, Ecologistas en acción, ARCA, Asamblea contra el TAV, Agitación Rural o
Regüelta.
Conclusiones
La demanda mundial actual de combustibles fósiles y el
cercano agotamiento de los yacimientos convencionales, ha empujado a la
industria del hidrocarburo a aprovechar nuevos tipos de recursos hasta ahora no
explotados. Las nuevas técnicas de perforación han facilitado ese movimiento,
que ha contado al mismo tiempo con el apoyo institucional en muchos países,
cegados ante el descubrimiento de un nuevo El Dorado. En esta situación, el
aprovechamiento de los yacimientos de gas no convencional, mediante
fracturación hidráulica, es la que está recibiendo en estos momentos mayor atención.
Sin embargo, esta técnica conlleva graves riesgos medioambientales y de salud
pública, que tanto desde las empresas operadoras, como desde las instituciones
implicadas, se están queriendo obviar. La campaña de propaganda institucional
simplemente las ignora, y descalifica a quienes exigen que se aplique el
principio de precaución, y se paralicen las explotaciones hasta que se realice
un buen análisis de los posibles impactos y las medidas a adoptar.
Se está optando por seguir exprimiendo hasta el último
litro de hidrocarburo de las rocas por no querer afrontar un problema que
tenemos delante y es ineludible: la transición de una economía basada en los
combustibles fósiles, hacia sociedades con baja huella ecológica (en particular
energética) y tecnologías renovables y no contaminantes. Es necesario de una
vez por todas asumir que el actual modelo es insostenible, por un lado porque
las reservas de combustibles fósiles son cada vez más escasas, y por otro lado
por todos los problemas ambientales asociados a su exploración, explotación,
producción y consumo. Ante todo esto, ¿merecen la
pena los riesgos que se van a correr con el uso de esta técnica ante la
multitud de dudas y problemas que genera? ¿están justificados estos riesgos
mientras que la estrategia energética mundial tendría que dirigirse hacia un
sistema basado en la reducción del consumo, las energías renovables y cada vez
menos dependencia a los combustibles fósiles?
Si bien el gas natural convencional puede
representar una energía de transición útil, la apuesta por el gas no
convencional no deja de estar demasiado basada en el no cambio de paradigma
productivo y de consumo, y el espejismo tecnológico. De hecho, no se centra en
el reto de nuestras sociedades energívoras y contaminantes: la construcción de
un nuevo modelo energético capaz de afrontar a la vez el cambio climático y el
techo del petróleo (y de todos los combustibles fósiles). En este camino,
necesitamos objetivos claros: una reducción en 2020 del 40% las emisiones de
CO2 y de un 90% en 2050, en la disminución de la demanda total de energía en un
30% para 2020 respecto a 2007 y el 100% de producción energética a través de
fuentes renovables en 2040 (con el abandono al mismo tiempo de la energía
nuclear). Estas metas se pueden alcanzar gracias a una serie de alternativas
eficaces y seguras: la gestión de la demanda y la implantación de cuotas
máximas de consumo de recursos no renovables y emisión de gases de efecto
invernadero, la promoción de una “Ley del ahorro, energías renovables y eficiencia
energética” que dé estabilidad y visión de futuro al sector energético, la
descentralización energética para consumir localmente lo que se produce
localmente, el incentivo del autoconsumo, el premio a los pequeños parques de
energía renovable, la disminución de la competencia que ejerce el ciclo
combinado, la eliminación de las subvenciones, directas e indirectas, a los
combustibles fósiles. Este modelo es además un vector central de otras
políticas y va profundamente vinculado a una movilidad y un urbanismo
sostenibles, la agroecología, la relocalización de la economía, la construcción
de sociedades resilientes y autosuficientes, donde vivamos bien con menos,
donde las actividades sean intensivas en mano de obra y sobrias en energía y
emisiones de gases de efecto invernadero, y de forma global se circunscriban a
los límites ecológicos del planeta.
Al igual que no necesitamos bonos basura y activos tóxicos en la
economía, tampoco los necesitamos en la política energética. No podemos
permitir que esta huida hacia adelante tecnológica y energética pase factura a
las generaciones presentes y futuras, en el Norte y en el Sur, aún menos cuando
sabemos que ya existen alternativas sectoriales e integrales para enfrentarnos
a la vez al cambio climático y al techo de producción de los hidrocarburos.
Fuente: http://florentmarcellesi.wordpress.com/2012/09/16/fracking-una-fractura-que-pasara-factura/
Fuente: http://florentmarcellesi.wordpress.com/2012/09/16/fracking-una-fractura-que-pasara-factura/
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