domingo, 27 de octubre de 2013

Emanciparnos exige nuestra organización y lucha en forma de constituir el estado comunal que está planteado en Venezuela.

 
Conflictos esenciales derivan del extractivismo.
La emancipación de este avance del capitalismo imperialismo exige
el involucramiento mayoritario en las luchas descalificadas como ambientalistas.

 
Para concretar este objetivo es fundamental que generalicemos la toma de conciencia sobre significados e implicancias del modelo productivo en vigencia.
 
 
Se trata de comenzar por tener en cuenta a Juan Luís Berterretche (Rebelión), en "El enclave sojero de Sudamérica", al indicarnos: "Es importante tratar de identificar los mecanismos económicos y los cambios que produce este régimen de acumulación de capital de base territorial /30 que impulsan las agro-industrias de monocultivos de “commodities” y -con sus particularidades- también las mineras a cielo abierto. Los dos son emprendimientos del Capital que tienen predominio como motor de la acumulación capitalista actual en Latino América y provocan los mayores focos de conflicto con las poblaciones y comunidades continentales. Las corporaciones invaden, usurpan y contaminan los territorios donde, por derecho, siempre se ha desarrollado la vida de los pobladores nativos, que en distintos niveles resisten". Leer
 
 
Esta ocupación integral del territorio argentino-latinoamericano desertifica de modo cada vez más profundo. Hoy consolida el extractivismo a través de la promoción de agrocombustibles y del fracking en todas las provincias de Argentina. Veamos la criminalidad de lesa humanidad del último:
 

Comunicado del Movimiento M4

19 de octubre Día internacional contra el Fracking

 19 DE OCTUBRE DE 2013
En los últimos años se registra un aumento en el interés de las grandes empresas de energía, con el apoyo de los gobiernos por medio de subsidios y facilidades legales, para extraer el gas que se encuentra a grandes profundidades atrapado en las rocas de pizarra y lutita, llamadas rocas de esquisto. Ante ello, el Movimiento Mesoamericano contra el Modelo Extractivo Minero (M4) rechaza este Modelo Extractivo devastador que por medio de pozos fractura la roca subterránea inyectando más de 2,500 sustancias y alrededor de 800 químicos, y usa entre 10 y 30 millones de litros de agua por pozo alcanzando costos de entre 10 y 15 millones de dólares por cada pozo perforado.
Este Modelo Extractivo de Fractura Hidráulica (hydraulic fracturing –Fracking- o Shale Gas) contamina el subsuelo, las fuentes de agua, genera mayores emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI), provoca otras reacciones con metales pesados, elimina biodiversidad y afecta a la salud humana ya que las sustancias inyectadas en el agua provocan cáncer, mutaciones genéticas entre otras enfermedades. Con el Fracking se aumenta la presión de las corporaciones por el control y acaparamiento de la tierra disputándoles el territorio a comunidades indígenas y campesinas, criminalizando, persiguiendo e intimidando cualquier protesta en favor de la defensa de los derechos humanos.
En muchos países ya se ha prohibido o impuesto moratorias a este Modelo Extractivo como en los casos de Suiza, Bulgaria, Irlanda, Francia, Italia, Sudáfrica y Alemania; y en algunas regiones de Estados Unidos, Argentina, Australia, España, Canadá y Nueva Zelanda. Sin embargo, en otros países se pretende instalar este Modelo Extractivista a costa de los pueblos. Por ello, es urgente detenerlo y buscar nuevas formas sustentables de energía que sostengan y alimenten nuevas formas de vida humana diferentes al capitalismo. No se trata de sustituir las fuentes de energía para alimentar al mismo sistema, sino construir otras alternativas de vida por todo lo anterior el M4 se suma a las protestas y demandas de los movimientos sociales que en todo el mundo se manifiestan contra el fracking.
 
MOVIMIENTO MESOAMERICANO CONTRA EL MODELO EXTRACTIVO MINERO (M4) 
 
 
La criminalidad de lesa humanidad de la alianza de las corporaciones imperialistas con las locales y el gobierno-estado en todas sus jurisdicciones la comprobamos también en privilegiar el uso de las tierras para los combustibles de los autos por sobre la producción de alimentos y en la consiguiente desaparición forzada de productores pequeños-medianos y comunidades campesinas e indígenas. El extractivismo aniquila la soberanía alimentaria con lo cual agrava el hambre y la malnutrición.
 

Unos 842 millones de personas, cerca de uno de cada ocho habitantes del planeta, padecieron hambre crónica en 2011-13, careciendo de alimentos suficientes para llevar una vida activa y saludable, según el informe publicado por los organismos de la ONU especializados en la alimentación. (…)
 
El informe subraya que el crecimiento económico es la clave para el progreso en la reducción del hambre. Pero el crecimiento no puede llevar a más y mejores empleos e ingresos para todos, a menos que las políticas se dirijan específicamente a los pobres, especialmente en las zonas rurales. "En los países pobres, la reducción del hambre y de la pobreza sólo se logrará con un crecimiento que no sólo sea sostenido, sino que también sea ampliamente compartido", según el SOFI. Fuente: http://www.fao.org/news/story/es/item/199572/icode/
 
 
 
El capitalismo imperialismo no sólo genera hambre y malnutrición sobre todo entre los pueblos que empobrece sino también ha convertido a los organismos internacionales en organismos embaucadores de las grandes mayorías sobre que se trata de seguir incrementando el crecimiento económico (que, en verdad, es acaparamiento de riquezas e ingresos por los oligopolios) y de políticas contra la pobreza cuando es la acumulación gran capitalista la que es incompatible con la vida y la dignidad de los pueblos e individuos.
 
 
(...)“La concentración del poder de las corporaciones y la privatización de la investigación deben discutirse como temas principales en la búsqueda de soluciones al problema de quién nos alimentará en medio del caos climático,” dice Kathy Jo Wetter de la oficina en Estados Unidos del Grupo ETC. “Las configuraciones recientes del mercado sugieren que es práctica común formar cárteles y que los oligopolios han invadido todo el sistema agroalimentario.”
El informe del Grupo ETC muestra que las mismas seis firmas multinacionales (Monsanto, DuPont, Syngenta, Bayer, Dow, and BASF) controlan el 75% de toda la investigación del sector privado sobre agricultura; el 60% del mercado comercial de semillas; (100% del mercado de semillas transgénicas) y 76% de las ventas globales de agroquímicos [i]. El informe también incluye información de las industrias de fertilizantes y farmacéutica, y sobre la muy concentrada industria de genética animal y la acuacultura, sector en muy rápido crecimiento. El Grupo ETC ha dado seguimiento a la concentración del poder de las corporaciones de la alimentación y la agricultura por más de tres décadas.
“Es tiempo de revivir las regulaciones nacionales en materia de competencia y establecer medidas que defiendan la seguridad alimentaria global”, continúa Wetter. “Argumentar que solamente intensificando la producción industrial con las tecnologías del norte (semillas transgénicas, plaguicidas, fertilizantes sintéticos, y la genética animal que promueven las corporaciones), la población mundial, que se multiplica imparable en medio del caos climático, tendrá alimentos para sobrevivir, es una mentira muy grande. La realidad está muy lejos de esa mentira.”
Este informe del Grupo ETC es la primera entrega de la serie “¿Quién controlará…? Con la cual queremos compartir nuestros análisis sobre la actividad de las corporaciones en áreas como la distribución y procesamiento de alimentos, la farmacéutica, la minería, la energía, las tecnologías del clima y la privatización de la investigación, entre otros temas cruciales.
 
El Communiqué No. 111 se publica junto con un póster que compara la capacidad de la cadena industrial de producción de alimentos con las redes campesinas de subsistencia para enfrentar el caos climático, con base en amplias referencias relacionadas a diversos aspectos de la producción, distribución y consumo de alimentos. El póster, ya en castellano, ¿Quién Nos alimentará: La cadena industrial o la red campesina? Es resultado de exhaustivas investigaciones sobre cómo los productores campesinos e indígenas del mundo, que suman aproximadamente 3 mil millones de personas —rurales y urbanos, pescadores y pastores— no sólo alimentan a la mayor parte de la población del planeta, sino que crean y conservan la mayoría de la biodiversidad globalLa cadena industrial de producción de alimentos, en contraste, utiliza el 70% de los recursos agrícolas para producir únicamente el 30% de las provisiones alimentarias globales.
“La red campesina de producción de alimentos es prácticamente ignorada o es invisible para los elaboradores de políticas que tienen que resolver cuestiones de alimentación, agricultura y crisis climática”, enfatiza Silvia Ribeiro, Directora para América Latina del Grupo ETC. “Esto tiene que cambiar, los campesinos son los únicos que realmente tienen la capacidad y la voluntad para alimentar a quienes sufren hambre —y ni mencionar al resto de nosotros… pero necesitan soberanía alimentaria.”
Nota:
[i] Si bien BASF no tiene ventas significativas de semillas, está muy involucrada en la investigación y tiene alianzas e inversiones de riesgo con varias de las otras cinco compañías.
Fuente original:
 http://www.etcgroup.org/es/content/el-carro-delante-del-caballo-los-c%C3%A1rteles-de-la-agricultura-trastornan-el-mundo
 
Fuente:
 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=173830
 
 
La desertificación junto con la reterritorialización por las economías de enclave exportador y la IIRSA dan lugar a cambios casi irreversibles en las bases tanto para la vida como para el poder popular de construir el buen vivir abajo.
 
 
LAS VÍAS DEL SAQUEO diciembre 2012
Emancipación o dependencia en Latinoamérica, un escenario devastado por las corporaciones transnacionales.
Por Javier Rodríguez Pardo (*)
INTRODUCCIÓN
La Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamérica (IIRSA), fue presentada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y firmada por los presidentes sudamericanos en Brasilia en el año 2000. El objetivo -gestado por instituciones financieras internacionales y barnizado de ayuda altruista- se anunció como una necesidad de la región para que una “Latinoamérica postergada” se incorpore al mundo de la globalización. Para ello había que promover el transporte, energía, telecomunicaciones, rutas bioceánicas y todo lo necesario, de modo que 400 megaproyectos continentales de infraestructura faciliten la mercantilización de materias primas. Se trata de bienes comunes -usualmente denominados recursos naturales- destinados al mundo concentrador globalizado y a la hegemonía de ese Poder.

El plan de integración regional sudamericana bien podría haber sido aplaudido por los habitantes del continente, porque se afirma en una necesidad histórica de aunar esfuerzos de los latinoamericanos y fortalecer las naciones y pueblos que hoy deben sobrevivir dentro de la globalización dominada por las corporaciones. Interrelacionar economías y fortalecer el crecimiento de conjunto, a imagen de un gran mercado común sudamericano, es un viejo ideal fundacional de las independencias de la región y de sus gestores: desde la gran coalición pensada por Simón Bolívar, por entonces el sueño de confederar a los Estados Unidos Latinoamericanos, hasta las ideas de unificación regional de José Martí que apuntaban a impedir la expansión de Norteamérica.
Sin embargo, la estrategia IIRSA del año 2000 no pertenece a ningún visionario líder de los pueblos del sur, ni a patriarca alguno, sino a una estrategia del norte que agotó los recursos de su territorio y debe abrir el candado de los que considera “sus reservas”. Latinoamérica siempre fue esa reserva. De modo que, tal como se ejecuta IIRSA, consiste en intercomunicar los mercados de la región, mediante la visión neoliberal de la economía centralizada por las potencias de norte, al servicio único de éstas. Los doce países firmantes no ahondan en las respuestas que se desprenden de por qué los megaproyectos de energía, de comunicaciones, de transportes, etc., ni el para qué y para quienes serán los frutos de las colosales obras.
La estrategia de las corporaciones transnacionales consistió en facilitar préstamos generosos que terminan endeudando aún más a los pueblos del Sur, encandilándolos con bonanzas primermundistas a costa de que las riquezas que habitan en Latinoamérica. La inequidad de este paradigma se profundizó con un feroz saqueo de esos bienes comunes que culmina en las arcas de un poder obligado a perpetuarse con insumos críticos y estratégicos agotados en sus territorios. Son datos que van más allá del sistema globalizado de enriquecimiento que persiguen las transnacionales dedicadas a la extracción; es decir, la ambición de las corporaciones se extiende más allá de los buenos negocios, apunta en realidad a controlar la masa crítica de insumos, los pocos que quedan en un planeta asolado, aplicando para ello políticas de acumulación y de dominio. IIRSA -al igual que el Plan Puebla Panamá- es uno de los caminos precursores de la apresurada Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur); la herramienta y la instrumentación política, respectivamente.
El paquete financiero  lo completan además del BID, la CAF (Corporación Argentina de Fomento) un banco público integrado por 17 países miembros, 16 bancos sudamericanos y un capital autorizado de 5.000 millones de dólares iniciales que apoya al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) y es el mayor financista de los complejos IIRSA; además el Fondo Financiero para la Cuenca del Plata (FONPLATA) que apoya al MERCOSUR con el modelo económico de la CAF (Corporación Andina de Fomento), integrado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia con un capital autorizado de 415.5 millones de dólares; y el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) desprendimiento del Ministerio de Desarrollo Industria y Comercio Exterior de Brasil, con un activo de 87 mil millones de dólares. La carpeta financiera del BNDES para proyectos del IIRSA superaba, en el año 2000, los 30.000 millones de dólares.

Diez años después, los gobiernos conformaban una cartera consensuada de 524 proyectos de infraestructura de transporte, energía y comunicaciones, que se encuentran agrupados en 47 conjuntos de proyectos que representan una inversión estimada de US$ 96.119,2 millones de dólares, a junio de 2010. Adicionalmente, los gobiernos seleccionaron un paquete acotado de proyectos de alto impacto con atención especial para su financiamiento y ejecución en el corto plazo según la Agenda de Implementación Consensuada en 2005 – 2010 y constituida por 31 proyectos valorizados en US$ 14.023 millones. La información oficial de la estrategia IIRSA sostiene que aproximadamente el 73,7% de los 524 proyectos de la Cartera presenta avances significativos. A junio de 2010, la inversión movilizada de dichos proyectos asciende a la suma de 83.363,1 millones de dólares. El 10,1% de los proyectos (8.468,8 millones de dólares) ha sido concluido, el 33,4% (45.835,7 millones de dólares) se encuentra en fase de ejecución y el 30,2% (29.058,6 millones de dólares) se encuentra en fase de pre-ejecución.(...)

IIRSA permite disponer, controlar y centralizar la acumulación global de los bionegocios que sobrevienen después de la bioprospección y de la prospección minera -metálica y de combustibles-, aplicación de una mega tecnología promiscua disfrazada de modernidad y promocionada como “de punta”; para estos fines, como hemos visto precedentemente, el sistema exige, en las regiones donde instala su actividad extractiva, una legislación ambiental fláccida, permisiva, con exenciones de deberes medioambientales igualmente ventajosos a semejanza de las leyes tributarias, merced a gobiernos envilecidos, degradados, que les proporcionan facilidades económicas para insumos imprescindibles, sobre todo agua y energía: no pagan los miles de metros cúbicos de agua que consumen por segundo y la energía la reciben subsidiada.
Con el concepto bienes comunes, bienes comunitarios, pertenencias de los comunes, quisimos empezar a debatir de qué manera vienen despojando de su patrimonio a los pueblos del sur, estigmatizados también como subdesarrollados, porque recursos naturales es una locución que merece ser observada, en tanto se califica a una forma de dominación desde el lenguaje: recurrir al recurso. Aceptar que cualquier mortal, de cualquier latitud, pueda “recurrir al recurso” a modo de cooptación, es admitir la enajenación de pertenencias vitales de pueblos y comunidades que necesariamente subsisten integrados a un ecosistema que debe funcionar armónico, equilibrio imprescindible para toda forma de vida.
Distinguimos también que la denominación de bienes comunes no se opone a la visión indígena de Madre Tierra. Hay una pertenencia universal a ese origen matronal y constituimos parte de su todo, al igual que cada expresión de vida que se halla dentro de la campana de la biosfera, los bienes de la naturaleza, la “envoltura viva” del planeta, o Pachamama para el mundo indígena americanista, y no a la inversa. Las riquezas que habitan los suelos pertenecen a esa cosmovisión de los pueblos originarios, pensamientos que en otras culturas también se oponen al antropocentrismo.
Así se desarrolla en la actualidad la más vandálica penetración colonial Latinoamericana de los últimos tiempos, permitida y consolidada por una hueste de criollos corruptos a semejanza de caballos de Troya, pajes serviles de corporaciones imperiales, que legislan traicionando cartas magnas constituyentes y principios elementales de derechos humanos en los países y naciones que deberían resguardar y proteger ante los nuevos invasores mineros, surgidos con el mismo pillaje de hace quinientos años. Algunos de estos gobernantes cipayos todavía se ufanan de tildar la rebeldía del despojado como “perros del hortelano”, por aquello de que no comen ni deja comer.
Es inconcebible admitir que desaparezcan los bienes comunes de estos pueblos y que además sus habitantes contribuyan para que eso ocurra; lo cierto es que la geografía se transforma y los territorios se adecuan con vías para el saqueo impulsados por políticas extra nacionales. En el litoral argentino, por ejemplo, mediante los proyectos IIRSA se prevé construir hidroeléctricas que mitiguen la demanda energética y puertos fluviales como el mineralero de Río Tinto sobre el río Uruguay. El plan hidroeléctrico binacional Garabí-Roncador (río Uruguay, entre Argentina y Brasil) y la hidrovía Paraguay-Paraná son parte de los propósitos de IIRSA, que pasaron la etapa de factibilidad. En realidad, no hay región en nuestro continente que se halle exenta de proyectos hidroeléctricos de alto impacto, y de vías que conduzcan a los puertos oceánicos; ideas de falsa integración regional de la banca financiera internacional, para las políticas de globalización y de dominio.(...)
 

 


Entonces, el extractivismo es acumulación de riquezas y poder por los oligopolios que dominan al sistema capitalista y valorizan la Naturaleza como fuente de recursos para su mercado e industrias globalizados. Conduce a la reestructuración socioeconómica, estatal y geográfica del país-continente en enclaves de exportación e infraestructuras de IIRSA que imponen desterritorialización a las comunidades locales y reterritorialización del país-continente en acuerdo tanto con la eficiencia en los negocios oligopólicos como con mayor sometimiento de nuestros pueblos al imperialismo. Emanciparnos exige nuestra organización y lucha en forma de constituir el estado comunal que está planteado en Venezuela.


  

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