Anormalidades
normales del señor Randazzo
"A veces me
pregunto si el mundo está gobernado
Por personas inteligentes que nos están embromando,
O por imbéciles que hablan en serio"
Mark Twain
Por Juan Carlos Cena.
Este trabajo está
dedicado al compañero Leonardo Andrada, ferroviario de estirpe, protagonista de
la última huelga ferroviaria en 1991/199. Resistiendo las políticas de desguace
y cerramiento del ferrocarril de Carlos Menem y la traición de los burócratas.
Maquinista del F.C. Sarmiento, asesinado en la madrugada de día ocho de febrero
de este año por ser honesto, valiente, solidario y coherente en todos sus
comportamientos. El fue el que dio la alarma al compañero que lo relevaba en la estación Castelar ,
de que la formación que se estrelló en estación Once tenía freno largo, es
decir, no tenía casi frenos. Cuando un accidente de estas características
ocurre y es anunciado no es una anormalidad sino un crimen, murieron 52
personas y más de 800 accidentados.
Las anormalidades
cotidianas son constantes, firmes y sin titubeos, están cargadas de impunidad y
desvergüenza. El Ministro del Interior y Transporte, el señor Randazzo, no
titubea ni duda repetir y repetir sus razones preñadas de sinrazones; los
trenes andan, el soterramiento del F.C. Sarmiento se soterró, los coches de
pasajeros son nuevos no pintados y así. ¡Los trenes andan! dice, aunque
rengueando por los accidentes.
El soterramiento está,
aunque sea un hoyo solamente con una mecha de perforación en proceso de
oxidación.
La falsaria
estatización del F.C. Belgrano se realizó.
Los anuncios desde el
atril, de emprendimientos locales o provinciales, no se cumplió ninguno. Ni que
hablar de las múltiples inauguraciones de los talleres de Tafí Viejo, entre
otros.
Eso sí, si los trenes
no caminan o se accidentan la culpa es de los otros, en este caso, de los trabajadores
ferroviarios.
El hoyo del
soterramiento varias veces inaugurado por él, está quieto sin profundizar por
culpa del presupuesto. Menos mal que no se continúo. Iba a ser un hoyo largo y
no un túnel para la circulación de trenes con sus precauciones y salidas, vías
de emergencia y de escape simplemente, como en los subterráneos de Buenos Aires
diseñado por los colonialistas ingleses. A pesar de ello, el Ministro insiste y
persiste que sí, que se hará la
cueva. Ni los quirquinchos le creen. Estos han huido por si
hay derrumbe, lo olfatean.
Dice al pasar, este
Ministro todo terreno, que las estaciones tienen pantallas con horarios y
recorrido de trenes que no se cumplen. Hay clausuras y suspensiones de servicio
a medio camino.
Frenos que no
funcionan, cambios imposibles de mover por la herrumbre y la grasa con tierra
acumulada, atascamiento por falta de mantenimiento en forma permanente.
Cuando ocurrió el
accidente criminal de Castelar, los diagramas se redujeron hasta la estación Haedo. No
pudieron cumplirse, antes debieron limpiar lo que no limpiaron y engrasaron
nunca, los cambios estaban atascados por óxido y mugre.
Los servicios
suspendidos fueron suplantados por los colectivos de Cometrans y Ecotrans.
Empresas carroñeras, que están al acecho, de los hermanos Cirigliano, que se
alimentan de los restos gangrenados de un ferrocarril que no camina y si lo
hace, mata.
Estas clausuras son
mentirosas, dice el Ministro, el Sarmiento funciona. Las cabinas tienen GPS. Da
risa. Colocar este instrumento en estos coches con cabinas con vidrios sucios y
esmerilados por la suciedad es como instalarlo en un pescante de una carreta
tirado por viejos bueyes. Además afirma, convencido que tendrán cámaras en el
interior de las cabinas. Serán vigilantes del comportamiento y la transpiración
del maquinista. Podemos preguntarnos ¿Alguna vez le pondrán cámaras a los
funcionarios y parlamentarios para ver como transpiran su ocio y haraganerías?
Todas estas falacias son repetidas una y otra vez, que con el devenir del tiempo
se van transformando en una verdad.
Otra vez la infernal
realidad, esta nos dice que las señales electrónicas, semáforos computarizados,
que no son tantos, andan con deficiencias, las barreras no funcionan, los pasos
a nivel son controlados por noveles banderilleros, las eclisas que unen los
rieles están flojas por faltantes de tornillos y tuercas, cables enterrados en
vez de estar entubados, ni hablar de la inmundicia.
De tanto insistir, el
Ministro trata de imponer que estas anormalidades son normales. Por esa
dinámica, éstas, van saltando al otro estadio: la instalación de la mentira con
un valor de verdad falso. Además, estas son y serán las nuevas maneras de
comportamiento que le van a ir imponiendo a la sociedad, repito: la mentira. Estas
insistencias falsarias son retransmitidas insistentemente y sin descanso por
funcionarios, gremialistas, parlamentarios, charlatanes que opinan desde la
ignorancia y algunos medios de
comunicación.
Vale la insistencia de
la repetición y sus protagonistas: políticos, intelectuales, parlamentarios,
burocracia sindical de todo tinte político partidario, reaccionarios
disfrazados de progresistas, reaccionarios confesos y militantes la repiten. Uno percibe
que se insiste en la
mentira. Estos voceros a destajo insisten en forma permanente
y metódica para que se robustezcan las mentiras, para luego revertirse y
vestirse con un nuevo hábito, donde la verdad no tiene cabida.
Aunque los
valores de verdad que anuncian sean falsos deben ser transformados a través de
las insistencias en verdades verdaderas.
Pertenecer a esas
nuevas modalidades nos hace creer que estamos en una profunda crisis de
valores. La mediocridad deja sin defensa a la sociedad, la desarma y la opaca. Cualquier
reacción en contrario es señalada como una irreverencia de un ser anti social,
destituyente. Por otro lado la ostentación de las prebendas, los lujos, los
derroches sin límites subleva a los espíritus honestos. Estas obscenidades
indignan a los indignados ciudadanos decorosos que trabajan todos los días y en
todo tiempo lunar, que reaccionan a pesar de que han instalado el miedo, el
miedo a pensar y a tener dudas. Los ostentosos se indignan porque los
ciudadanos trabajadores de todos los oficios critican esos lujuriosos faustos.
El alarde de los ostentosos es provocador. Son los nuevos comportamientos, o
también llamados los nuevos estándares de conductas y comportamientos.
Es toda una cultura
que se va instalando como política de Estado, de la mano de los funcionarios
que administran y legisla el aparato administrativo del Estado. La oposición es
funcional con su inutilidad militante, carencia de programas, propuestas,
ideas. Es una cultura en proceso de instalación que se sitúa dentro del saber
guebeliano. Porque detrás del fausto está la mentira repetida. Esta, es una
nueva y aterradora normalidad. Normalidad que se genera, luego se aplica y se
sanciona como política de Estado.
Para sostener estas
anormalidades fastuosas hay que estar atento, dicen los fatuos. Debemos estar
alerta y si algo se mueve en desaprobación escarmentar. La aterradora
normalidad necesita vigilar y castigar, dijera Foucault.
La prueba concreta es
el anuncio de que se van a colocar cámaras en las cabinas de los conductores de
los trenes suburbanos. (Ya los colocaron en varias unidades). Hay que vigilar a
los motorman. Ellos, los vigilados, deben aceptar esa vigilancia como una
normalidad: el que le escruten todos los movimientos y suspiros. Los sindicatos
avalan esta nueva normalidad y algunos especialistas también. Es parte de la
domesticación del afiliado al sindicato. Ellos, la aristocracia obrera, vigilan
esa domesticación. Necesitan afiliados blandos. Doble pinza en la vigilancia. Vigilar
juntos para luego castigar unidos y organizados. Todas las riñas entre ellos
son solo una puesta en escena que dura lo que un suspiro. El interés primero,
es la prioridad.
HABLEMOS DE TÉCNICA
FERROVIARIA
En los considerandos
de la nota vengo reseñando algunos factores esenciales a tomar en cuenta, a
partir de acá le daremos un marco técnico lo más clarificador posible para que
puede ser entendido por el lector menos conocedor del tema.
Ninguno dice nada
sobre la verdadera naturaleza del sistema de frenos y su mantenimiento
preventivo. No lo dicen porque son ignorantes o porque prevalece el lucro desmedido
de los concesionarios de antes y ahora.
Veamos cómo era.
Apelemos a la historia, para eso está. No para recordar a los que cortaron
cintitas inaugurales, ¡No! Hay que convocar a la memoria y decir que en cada
depósito de locomotoras, coches remolcados, trenes eléctricos, coches motores
se vigilaba y controlaba minuciosamente todo el sistema de frenos que está
debajo de cada unidad.
En cada depósito había
un laboratorio que dependía del Laboratorio de ensayo de Materiales que estaba
en todo el país. Este controlaba las grasas, los aceites, la pureza de los
combustibles y el agua. En el sistema de frenos, específicamente, en períodos
determinados se procedía a abrir todas las válvulas de aire. Se les inyectaba
agua con un desincrustador. Se los dejaba 24 horas, luego se les inyectaba agua
a presión con todas las válvulas abiertas.
Desde cada una de
ellas se percibía la expulsión del óxido, la costra que vertían era un chorro
de costra amarronada, como óxido líquido. Ese óxido y costra eran obstáculos
para el paso del aire.
Veamos el proceso
generativo del aire para los frenos: El compresor, para generar aire
comprimido, toma a este del medio ambiente con sus humedades e impurezas. En el
proceso de reproducir ese aire en el aire comprimido, esta pasa por filtros y
decantadores de humedades generando agua ante la presión del compresor camino
al depósito de aire. Este transito genera cáscaras de óxidos como cualquier
cañería. Se produce un descascaramiento que con el tiempo se desprenden y
obstruyen el paso del aire cuando se aplican los frenos. Ante esa anomalía
aparece lo que en el lenguaje ferroviario se llama freno largo que es tan largo
como sea el peso del tren y su velocidad. Si no tengo presión no puedo frenar.
Entonces, es dable preguntar ¿desde cuando no se realizan estos procesos de
limpieza de las cañerías, cambios de juntas, taponamiento de pérdidas y así?
Podríamos decir: desde que se concesionaron. Desde esa fecha no están mas en
los depósitos esos laboratorios que dependían de la División de Ensayo de
Materiales creados a principios del siglo pasado. Este proceso de limpieza en
todos los vehículos se llamaba tratamiento de agua. Solo los encargados de esa
tarea habilitaban a cualquier unidad para su tránsito.
En esos laboratorios
no controlaban el agua de los vehículos solamente sino de las cisternas de la
zona que les correspondía. Trabajaban técnicos químicos, geólogos y
agrimensores, realizaban los estudios de las napas freáticas de toda la
geografía ferroviaria. Muchos de esas napas de ríos subterráneos le dieron de
beber a los pueblos. Los estudios eran necesarios, agua para abastecer a las
locomotoras de vapor. Este departamento llamado Servicio de Agua construyó la
cartografía más importante de todas las napas y ríos subterráneos del país. Muchas
de esos ríos subterráneos, de agua potable, aún hoy son tributarios a los
pueblos. ¿Dónde están esos mapas hoy?
En el F.C. Sarmiento
el jefe de ese servicio se llamaba Coni, hombre probo si los hubo. Se opuso a
los burócratas de su sindicato y a las políticas de militarización del
ferrocarril durante el onganiato. Leer
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