Abajo y a la izquierda es esta autoorganización
que desde la
resistencia en cada lugar pasa a hermanamiento emancipador
resistencia en cada lugar pasa a hermanamiento emancipador
Cuarta parte: Importancia del movimiento indígena en Nuestra América
Segunda y definitiva independencia de Nuestra América arraiga
en el movimiento indígena
Heredero de civilizaciones
milenarias, el movimiento indígena del Abya Yala en particular ha conservado su
espiritualidad como hijo de la Madre Tierra ,
defendiendo sus territorios de la contaminación, actualizando sus saberes y
conocimientos ancestrales para enfrentar los nuevos desafíos que impone la
modernidad, manteniendo sus propias formas de organización política. El movimiento indígena sí
entiende al mundo occidental y le respondemos con nuestras propias propuestas.
La cultura occidental, en cambio, recién empieza a tomarlo en cuenta, cuando
todos sus paradigmas –libre mercado, Estado nación, democracia representativa,
crecimiento y desarrollo– están en aguda crisis y buscan respuestas nuevas en
nuestros saberes y prácticas ancestrales de diálogo y armonía con la Madre Tierra , porque
sus alternativas ya no logran convencer siquiera a sus propios Estados.
Algunos de esos Estados
incluso incorporan a sus discursos los paradigmas centrales de los pueblos
indígenas: los Estados Plurinacionales y el Buen
Vivir / Vivir Bien. Pero se trata sólo de discursos huecos porque persisten en
el modelo económico neoliberal, incompatible con la
realización práctica de estos paradigmas.
En la construcción de
propuestas alternativas a la globalización neoliberal, el movimiento indígena
no está solo; teje alianzas con otros movimientos sociales: de mujeres, de
jóvenes, de ambientalistas y otros que también cuestionan el modelo dominante. Así
con pasos seguros, los pueblos indígenas y sus organizaciones hemos logrado
avanzar en el contexto global: participamos en los espacios internacionales de
discusión y nos hacemos escuchar en ellos. Para ello fortalecemos nuestras
organizaciones, nos capacitamos, formamos nuevos liderazgos, con énfasis en las
mujeres y los jóvenes indígenas. Y en este constante caminar, utilizamos todas
las herramientas tecnológicas para incidir y convencer. No somos pasadistas ni
bárbaros salvajes, mucho menos terroristas, como nos estigmatizan los Estados y
las corporaciones multinacionales. Somos hijos de la Madre Tierra que amamos y defendemos la vida.El
proceso que enfrentamos es muy duro, porque los Estados entienden la inclusión
como sinónimo de asimilación, que es otra forma de exterminio cultural, y no
como reconocimiento de la diversidad. Por ello no diseñan políticas públicas
interculturales en salud, educación, justicia, producción económica. Por ello
carecen de políticas frente al cambio climático, no implementan siquiera sus
propios acuerdos adoptados en Río+20, y solo se hacen presentes en nuestros
territorios para ejercer la represión y entregar los bienes de la Madre Tierra para explotarlos y destruirlos.
Nos enfrentamos también a la
voracidad de esos monstruos con nombre y sin rostro: las corporaciones
multinacionales y su voracidad por los bienes naturales que albergan nuestros
territorios, traducida en la imposición de megaproyectos extractivos.
Corporaciones que cuentan con un inmenso poder económico que les permite
vulnerar derechos impunemente. Hace ya tiempo secuestraron a los Estados y hoy
han secuestrado también a los organismos internacionales, por eso no hay
mecanismos de salvaguarda ni fiscalización de sus actividades, por eso imponen
sus intereses económicos y sus normas en la Organización Mundial de Comercio y en sus tratados de libre comercio.
Siempre para apropiarse de nuestros territorios, de nuestros saberes ancestrales,
de nuestros bienes naturales.
Y en este duro proceso
enfrentamos también la criminalización del ejercicio de nuestros derechos y la
militarización de nuestros territorios. Lo vemos con los Nasa, Embera y otros
pueblos en el Cauca, Colombia, en Chile con los Mapuches, en Guatemala con los Mayas,
con los Quechuas, Aimaras y Kichwas en Perú, Bolivia y Ecuador. Hay un rechazo
creciente a la criminalización y la militarización
en todo el continente, porque los Estados no garantizan la seguridad en nuestros
territorios, donde fuerzas regulares e irregulares pelean guerras que no son
nuestras.
Para hacer frente a todos
estos desafíos, los pueblos indígenas reivindicamos nuestro derecho a la
comunicación, que consideramos también una herramienta estratégica para la incidencia. Y demandamos a los medios de comunicación
masiva que nos incluyan en su agenda, ya no como folclor sino en nuestra real
dimensión, para que dejen de estigmatizarnos como "arcaicos” y sepan que,
por el contrario, tenemos mucho que ofrecer para garantizar el futuro a todos y
todas.
El 9 de agosto, Día
Internacional de los Pueblos Indígenas, los pueblos indígenas y sus
organizaciones seguimos debatiendo y aportando, para que en la Conferencia Mundial del 2014 los Estados discutan nuestra
agenda y no la que les impongan los países poderosos y las corporaciones
multinacionales. El 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas,
los pueblos indígenas y sus organizaciones seguimos debatiendo y aportando,
para hacer realidad los Estados Plurinacionales y el Buen Vivir / Vivir Bien;
para insistir en el reconocimiento de los Derechos de la Madre Tierra y desde allí construir un nuevo
paradigma civilizatorio que garantice la paz y
la equidad.Lima, agosto del 2012. Leer
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