REFLEXIONES EN EL DÍA DE LA TIERRA: Hacia Río+20
Por Ricardo Luis Mascheroni*
“El éxito o fracaso de las políticas de
preservación del Planeta, no dependen tanto de las acciones de los gobiernos,
como de la decisión y la toma de conciencia de los pueblos”
Este
22 de Abril, como en los últimos 42 años, se conmemora el Día Mundial de la
Tierra, denominado a propuesta de Bolivia en el 2009, Día Internacional de la Madre Tierra (en
quechua: Pachamama).
En
esta oportunidad, el día debería adquirir una significación especial, en virtud
de que se cumplen 2 décadas de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (ECO
RÍO ’92), que llevó a muchos a creer que estábamos frente al alumbramiento de
un nuevo esquema mundial más respetuoso del ambiente y menos injusto en lo
social.
Las
esperanzas y utopías puestas en una relación más armónica, racional y menos
agresiva con el entorno, no sólo que no se han materializado, sino que en
muchos aspectos se ha profundizado la degradación, haciendo de la Tierra un
lugar de cada vez más difícil supervivencia, sobre todo para los pueblos de los
países empobrecidos de la misma.
Por
aquellos días, el concepto de “desarrollo sustentable” pergeñado por los que
tenían y tienen poder de vida y muerte sobre el planeta, se nos aparecía como
la varita mágica que todo lo solucionaría, casi como “una tierra prometida” en
la que los mezquinos intereses económicos, la desigualdad y la destrucción,
dejaban paso a la solidaridad y la preservación ambiental.
RÍO+20
está a la vuelta de la esquina y los problemas ambientales al igual que la
obscena acumulación de la riqueza se han multiplicado a niveles nunca vistos.
El
concepto de desarrollo sustentable, devenido en sus sinónimos de desarrollo
sostenible, eco desarrollo, desarrollo verde y tantas otras variantes, nunca se
terminó de definir en su integralidad, muchos menos se avanzó en su efectiva
materialización y puesta en práctica. Si así se hubiera hecho, la realidad
social y ambiental sería totalmente distinta.
Eso
sí, entretuvo bastante y sobre todo contribuyó a engalanar todos los discursos
y declamaciones de una variopinta de funcionarios ambientales y de los otros,
transformándose en un chicle que se estira y acomoda a cualquier circunstancia.
20
años después y ante el fracaso casual o deliberado de las políticas de
preservación del Planeta, los responsables de la debacle, saben que es
necesario actualizar conceptos y sobre todo imponer nuevas consignas, que en
una suerte de batalla cultural colonizante, reavive las esperanzas y utopías de
millones que creen sincera e inocentemente que los organismos internacionales,
que han sido los mantenedores del status quo de la apropiación de recursos,
pueden variar las tendencias en ese sentido.
Pensar
que la ONU, organismo desprestigiado si los hay, que ha demostrado su
ineficacia e inoperancia absoluta en solucionar por la vía pacífica, los tantos
conflictos bélicos que en el mundo se han desatado en los últimos 50 años,
puede resolver satisfactoriamente los problemas sociales y ambientales, es
pecar en un exceso de inocencia peligrosa.
Los
números siguientes de las políticas globales, se constituyen en una clara
radiografía del fracaso rotundo, cuando no de un genocidio encubierto, que
azota a la población mundial y que muestran que:
1.020 millones de personas tienen desnutrición crónica.
1.000 millones de personas no tienen acceso al agua potable
1.000 millones de personas son considerados “sin techo”
1.600 millones de personas no tienen electricidad
2.500 millones de personas no tienen servicios cloacales
800 millones de personas son analfabetos
18
millones de personas mueren por año, por causa de la pobreza, la mayoría son
niños menores de cinco años
Frente
a estos datos, provenientes de organismos internacionales, uno se ve tentado a
decir que este es el saldo luctuoso de 20 años, del re manido “desarrollo
sustentable” reinante sobre la Tierra.
En
RÍO 2012, a
celebrarse en el mes de Junio en Brasil, las nuevas creaciones ideológicas,
preparadas por el poder global y que ya muchos internalizan y repiten son:
“economía verde” y “gobernanza mundial”. Términos casi esotéricos para los
neófitos y los no tanto, que nadie deliberadamente precisa y que son de dudosa
interpretación para la mayoría de la gente, aunque los oiremos asiduamente de
ahora en más, en boca de expertos, funcionarios gubernamentales, ONGs. y sin
duda en los informes de cronistas y comunicadores sociales.
A
través de la economía verde se podrá medir, pesar y poner precio a los bienes
comunes (mal llamados recursos naturales), a partir de lo cual cotizarán en
bolsa y serán vigilados y distribuidos por el omnipresente mercado.
Por
ello, el capital natural común, entra en una etapa de monetarización y
financierización, a través de bonos de carbono, bolsas verdes y otras
iniciativas, que hacen de los capitales privados los encargados de la
protección de esos bienes.
Quién
más tiene, más puede y en consecuencia los detentadores del poder económico y
financiero, serán los que se apropiarán de la mayoría de esos bienes sin
cuestionamiento alguno, pagando monedas a los países poseedores de los mismos,
cuyos pueblos verán comprometido su futuro y su calidad de vida, mientras otros
la mejoran a sus expensas.
Por
su parte la “gobernanza mundial” consistiría en la creación de una suerte de
organismo supranacional dentro o no, de la esfera de las Naciones Unidas, que
monitoree o controle el uso de esos bienes comunes. Una especie de zorro libre
en el gallinero libre.
Tenga
presente lo expresado y verá como en un tiempo no muy largo, estos términos
empezarán a repiquetear en sus oídos, cual canto de sirena que nos anuncia la
buena nueva que algo está cambiando en beneficio de la Pacha Mama.
Sepa
además, que el poder global no hace concesiones, mucho menos está dispuesto a
renunciar a sus privilegios y prebendas, tampoco al modelo de desarrollo
agresivo que tantas ventajas y satisfacciones le ha reportado, aunque condenara
a gran parte del mundo a la indigencia más cruel y vergozante.
Ojalá
que dentro de dos décadas, yo siga escribiendo estas reflexiones y Ud. las sigan
leyendo y me pueda enrostrar mi error y malos augurios de hoy, en ese momento
aceptaré con gusto mi equivocación y mis malos pensamientos.
Los
dejo para que lo piensen y me despido hasta la próxima aguafuertes.
* Docente e
investigador universitario Santa Fe-Argentina
Fuente: AGUAFUERTES AMBIENTALES
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