El modelo
se despliega contra los pueblos,
justo
cuando otra sociedad y otro continente-mundo son posibles
Por Elena Cedrón*
El modelo es esencialmente extractivo. Vacía a nuestro
país-continente de recursos naturales o de cuanto es valioso para la producción
y el desarrollo del capitalismo imperialista y subimperialista. De modo que el
sistema mundializado progresa a costa de aniquilar el potencial de buen vivir y
trabajo de los pueblos sometidos a su saqueo. Antes que nada consume volúmenes
descomunales de agua dulce mediante los monocultivos, las plantas de crushing
en la ribera del Paraná a la altura de Rosario-San Lorenzo y la
superexplotación minera e hidrocarburíferas. Se la quita a la vida de todos los
seres cuyo componente fundamental es el agua. La sustrae a las poblaciones de
zonas semiáridas y las desposee no sólo de tan elemental derecho sino de poder
seguir adelante con sus actividades agropecuarias y turísticas.
A tamaño consumo oligopólico del agua dulce y de su transferencia
gigantesca en forma de “agua virtual” hacia los países importadores de
productos agrícolas se suma la destrucción de los ríos, las costas y los
humedales por la IIRSA y por los megaemprendimientos turísticos, comerciales e
inmobiliarios. Aún más todo el país-continente se ve amenazado en su
habitabilidad por la megaminería transnacional pues ataca al sistema de
glaciares-periglaciares y al de la cordillera, con lo cual se afecta gravemente
las fuentes de alimentación de las cuencas hidrográficas, las reservas hídricas
y la crisis climática. Se trata de un exterminio futuro que ya se anuncia como
genocidios silenciosos a causa de la criminalidad de lesa humanidad de
contaminar sólo para el lucro a corto plazo del poder económico e imperialista
y de expulsar a las comunidades campesinas, a los pueblos originarios y a las
pequeñas, medianas localidades de sus territorios.
Es una desertificación que deriva de la ocupación imperialista de
todo el país-continente para hacerlo funcionar en acuerdo con las necesidades y
los intereses de los oligopolios globalizados. Esta ocupación comienza, en
Argentina, a planificarse e instaurarse mediante la dictadura militarizada de
la alianza entre las elites locales y los poderes del capitalismo central.
Prosigue con el apoderamiento transnacional del Estado y sus empresas
estratégicas que el Consenso de Washington programó. Su implementación liderada
por el Partido Justicialista y la colaboración de la Unión Cívica Radical ,
preparó la viabilidad de la actual acumulación gran capitalista por desposesión
de vida, territorio y dignidad a los pueblos. Dentro de los efectos principales
del neoliberalismo están también: el empobrecimiento del país y su población,
el desempleo masivo, el colapso de economías extrapampeanas, el alto porcentaje
de trabajo despojado de derechos laborales y la descentralización del Estado
que lo neofeudalizó.
Hacia relaciones
sociales de superación del capitalismo
Una herramienta eficaz de concentración y centralización
capitalista es el supermercadismo porque subsume al país entero en la
recolonización y en el deslizamiento hacia una situación de hambre parecida a la de Haití sin que la
mayoría de la población se percate debido a estar cautivada por la modernidad
consumista. ¿Cómo convocarla a participar en los cambios que emancipen del
crecimiento en desigualdad, desamparo y subordinación?
Frente a la sojización y el supermercadismo de Argentina cabe organizar
y luchar por la «soberanía alimentaria» como propone Vía Campesina. El proyecto
de la «soberanía alimentaria» procura establecer relaciones tendientes a la
reciprocidad entre los distintos de abajo, de los ámbitos urbanos con los
rurales y de la sociedad con la naturaleza. Construye
esta unidad popular en diversidad y en armonía con la Madre Tierra conforme
expande la deliberación y toma de decisiones sobre qué y cómo producir y
distribuir para el acceso de una creciente mayoría a alimentos nutritivos, acordes
con las culturas e higiene y adecuados a las necesidades de toda la población. Sin
embargo, ese involucramiento colectivo surge y se sustancia en las luchas
sociales. Porque parte de la afirmación de sujetos colectivos en sus derechos. Basta
ver cómo minorías componentes de la mayoría se organizan para sus luchas por
ejercer derechos y lo hacen según nuevos vínculos que anticipan las
posibilidades de otra sociedad, otro país y otro mundo emancipados del poder
económico e imperialista. Lo primordial es que convergen desde múltiples
caminos de autoorganización horizontal, pluralista e intercultural en el compromiso
de desquiciar al sistema capitalista sólo centrado en el apoderamiento de
riquezas y poder por una minúscula minoría de la humanidad.
La sojización, el supermercadismo, la sustitución de pueblos y
actividades productivas por monocultivos de pinos o eucaliptos, las industrias
sucias como las pasteras, la megaminería, el reemplazo de la producción
alimentaria por monocultivos de agrocombustibles y la superexplotación pesquera
e hidrocarburíferas son expresiones de la desterritorialización y reterritorialización
que realiza la ocupación imperialista del país-continente. Antepone su mercado
global a la vida de los pueblos. Lo hace con impunidad y de manera
‘democrática’ por la participación de las élites locales como socios menores.
Gobiernos y Estados (en sus distintos niveles) intervienen activamente para
legalizar y conseguir la licencia social al sistema de saqueo y devastación que
profundiza la dependencia de Argentina de las potencias imperialistas. También
criminalizan tanto a los que el capitalismo desposee de todo como a quienes
resisten a la prioridad del extractivismo sobre el presente y futuro buen vivir
de los de abajo.
Sin embargo, en toda la Argentina, tiene lugar la disputa por
territorios que significa la confrontación popular con la lógica capitalista de
privatización y mercantilización de la naturaleza o de los bienes comunes. De
modo que ya está en potencia el desafío de que todos los de abajo se
identifiquen con crear e impulsar la reforma agraria integral que exigen
organizaciones campesinas e indígenas. Significa la recuperación y/o
reconstitución de los territorios por los pueblos con voluntad de
transformarlos según las autonomías e identidades de cada cual y conforme al
hermanamiento entre ellos. En esa senda marcha el Espacio Intercuencas desde
mediados de 2007 que, bajo el lema “Bs.As. Se Abraza por la Vida”, une
“esfuerzos por cuencas hídricas limpias, libres de contaminación y por la
recomposición y ordenamiento socioambiental del territorio”1 perteneciente
a la zona metropolitana.
Hacia un régimen de
propiedad acorde con la soberanía popular y los derechos de la Naturaleza
A lo largo y ancho de Argentina hay luchas en defensa del agua, la
vida y los territorios. En esa resistencia al modelo de producción y desarrollo
capitalista se hallan las Asambleas Ciudadanas (UAC), el Movimiento Nacional
Campesino Indígena (MNCI) y la
Red Nacional de Medios Alternativos. Pueblos originarios, militancias
de izquierda partidaria e independiente y otras importantes agrupaciones están
también en esa lucha. Coinciden todos en multiplicar diálogos mirando a
enfoques integrales de porqué ¡NO! al progreso capitalista y de cómo es posible
el buen vivir abajo. Aprecian los saberes e historias que han sido menospreciados
y silenciados. Saberes que provienen de pueblos de otros continentes y de
Nuestra América. Saberes que tienen los de abajo sobre su cotidianeidad social
y los campesinos e indígenas sobre los ecosistemas locales.
También están los saberes de estudiantes y profesores
universitarios e incluso Facultades que participan en la descolonización
científica y tecnológica. Porque no sólo se esmeran en concretar la
transdisciplinariedad de todas las ciencias en vez de su fragmentación
capitalista y toman partido por el buen vivir de los de abajo. Sino, sobre
todo, se incorporan al sujeto colectivo de las resistencias a la expropiación y
ocupación destructiva de los «territorios» que son la vida, la cultura y la
historia en común de los pueblos que los crearon en interacción con la
naturaleza propia del lugar. Participan en pie de igualdad de la elaboración
conjunta de conocimientos e iniciativas comunicacionales como herramientas de
lucha.
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El «territorio» es multidimensional, resulta de gran variedad de
relaciones y prácticas de ahí que su defensa para ser efectiva debe articular
las distintas luchas contra otras consecuencias del modelo o del capitalismo e
imperialismo: las condiciones precarias de vida y trabajo de los desalojados de
sus tierras, en especial, por el sistema global de agronegocios; los
autoritarismos provinciales; los nexos del modelo extractivo con las redes
internacionales de prostitución y trata de personas así como con el
narcotráfico y el Estado represor cada vez más militarizado y terrorista. Pero
esta unidad con voluntad de afirmar los derechos de todos los de abajo requiere
la autoorganización popular para otro paradigma de desarrollo.
El otro paradigma de desarrollo arranca de la defensa de un lugar
(Ej. la lucha de asambleas contra la privatización de la reserva natural y
ribera del Río de la Plata desde Villa Domínico hasta Quilmes) y de los
territorios por pueblos cordilleranos, comunidades campesinas y pueblos
originarios. Esta disputa con los sectores dominantes se da por poseer otras
perspectivas económicas, ecológicas y culturales que las capitalistas. Resistencia
basada en la diferencia y confrontación que infunde el imperativo de
constituirse sujetos colectivos de las transformaciones emancipadoras. En el
campo intelectual, al mismo tiempo, surgen espacios comunes de reflexión y
análisis de los conflictos socioambientales que conforman a la ecología
política como método de discusión trans e interdisciplinaria sobre los modos de
apropiación, usufructo y control de la naturaleza. En el
presente, su objetivo principal es facilitar las articulaciones complejas y
contradictorias entre los diversos de abajo (de lo local, provincial, nacional,
continental e internacional) al analizar desde qué prácticas y representaciones
participan en la constitución de esos territorios de distinta extensión y
comprensión.
Por el contrario, el capitalismo usa los avances
científico-técnicos para el crecimiento en la concentración y centralización de
la economía planetaria. Mediante la biotecnología al servicio de las
transnacionales, no requiere de la propiedad sobre las tierras para imponer su
sistema global de agronegocios que liquida la fertilidad de los suelos,
uniformiza las ecorregiones y conduce a la desaparición forzada de campesinos e
indígenas. También la modernidad de las transnacionales mineras, petroleras,
pesqueras e infraestructurales arrasan con las condiciones de vida y trabajo de
los pueblos.
En medio de la crisis estructural y civilizatoria del capitalismo
mundializado, el gobierno de Cristina Fernández utiliza a Tecnópolis para que las
mayorías confíen en el futuro de la gran escala de producción, de las
megalópolis y de la artificialización de la naturaleza. Es una versión actualizada de la
creencia inducida por el menemismo de nuestro ingreso al llamado Primer Mundo mediante
las privatizaciones y de los beneficios a recibir por parte de las
transnacionales y los grupos económicos locales. Lo cierto es que se apoderaron
de esos bienes comunes sociales de modo fraudulento al recibirlos bajo la
justificación de ser parte del pago de deuda externa pública o mejor dicho de
la estafa impuesta a los diversos de abajo de Argentina con terrorismo de
estado. Hoy se la sigue privilegiando en nombre del desendeudamiento, falso por
mantenerse el incesante aumento de ese sistema de supernegocios de la economía
capitalista de casino a costa del desmantelamiento total del Estado social o de
desatender a las necesidades básicas de todos los pueblos de Argentina.
Hacia la centralidad
del campesinado y los pueblos originarios para salir del extractivismo
Es fundamental recomponer los equilibrios ecológicos en su unidad
dinámica o sea la heterogeneidad de las ecorregiones de Argentina. Se trata de reconstruir
las biodiversidades naturales y agropecuarias a partir de estudios de
prospectivas ecológicas con raíces en el saber empírico de campesinos e
indígenas sobre los ecosistemas locales. Además es imprescindible la
descolonización de las instituciones científico-tecnológicas para el desafío de
reconstituir la articulación de las cuencas hidrográficas y enfocar el
poblamiento de Argentina que erradique la catástrofe socioambiental que son las
megalópolis o la distribución demográfica tan fundada en el desalojo-exclusión
de campesinos, indígenas y productores medianos y pequeños. Significa poner fin
a los enclaves de exportación que exige reorganizar las economías regionales desde
los nuevos autores sociales, la red ferroviaria, la escala humana de la
producción y la generación de energía, las industrias mirando por necesidades e
intereses populares, etc.
Que sea crucial identificarnos con la lucha de las organizaciones
campesinas y las indígenas obedece, sobre todo, a que nos convocan a poner en
práctica la «soberanía alimentaria» y el «buen vivir» respectivamente. Son
paradigmas de desarrollo a protagonizar creativamente por los distintos pueblos
adueñados de sus autonomías y del hermanamiento entre ellos. Es un desafío a la
autoorganización de una convivencia multidimensional en torno a la dignidad de
vida y trabajo de todos los de abajo. Es aprender a apreciar la gran variedad de semillas como
calidad alimentaria, fuente de armonía con los derechos de la Naturaleza y
patrimonio cultural de milenios.
Aún más, las organizaciones campesinas y las indígenas tienen un
papel central en reconstituir el suelo y el agua como soportes de la vida y de
las actividades humanas fundamentales. Al respecto indaguemos porqué es cierto
el lema:“la agricultura campesina enfría el planeta”. A diferencia de la
agricultura industrial o sin agricultores que depende del petróleo:
-Por un lado, prioriza los mercados locales (sin intermediarios
monopólicos) sobre el comercio internacional que exige transporte a larga
distancia, industrias de procesamiento-empaque-refrigeración y supermercados.
-Por otro lado, diversifica cultivos de pequeña escala e integra la
producción vegetal con la animal, de esta manera tiende a aproximarse a la
estabilidad de la naturaleza consiguiendo así reducir plagas y enfermedades
que, a la vez, controla gracias a aprovechar relaciones ecológicas (no
soluciona en forma química o de agrotóxicos).
Asimismo cuida los suelos en su carácter de ecosistemas vivos y
dinámicos cuya fertilidad depende de la descomposición de materia orgánica que
realizan millones de microorganismos y otros seres vivos. Esa descomposición
genera los nutrientes que absorben las plantas para su fotosíntesis. Pero la
materia orgánica del suelo no sólo asegura la fertilidad y la estructura
productiva del suelo con retención enorme de agua que libera gradualmente en ríos,
lagos y alrededor de las raíces de las plantas. También si los agricultores del
mundo se dedicaran a reconstituir la acumulación de materia orgánica del suelo,
destruida por los agronegocios, habría captura de 20% a 35% del CO2 atmosférico
en exceso.
GRAIN nos aclara2:
“Devolver la materia orgánica al suelo no será posible si continúan las
actuales tendencias a concentrar más la tierra y homogenizar el sistema
alimentario. Devolverle al suelo más de 7 mil millones de toneladas de materia
orgánica cada año, sólo será posible si lo llevan a cabo millones de campesinos
y comunidades agrícolas. Se requieren reformas agrarias radicales. Que los
pequeños agricultores –la gran mayoría del mundo- tengan acceso a la tierra
necesaria para hacer posible económica y biológicamente las rotaciones de
cultivos, los barbechos cubiertos y la formación de pastizales. Hay que
desmantelar las actuales políticas anti-campesinas, que devoran fincas y
comunidades agrícolas, que corren a la gente de sus tierras, que cuentan con
leyes que fomentan la monopolización y privatización de las semillas y que con
regulaciones y criterios protegen a las corporaciones pero aniquilan los
sistemas alimentarios tradicionales (...)”.
*Licenciada
en Ciencias Biológicas de la UBA. Responsable de www.confraternizarhoy.com.ar
desde hace 8 años
1.
www.espaciointercuencas.org//
www.espaciointercuencas.blogspot.com
2.“Cuidar
el suelo” en Compendio especial sobre Crisis
Climática de Biodiversidad, sustento y culturas. http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Crisis_climatica._Falsos_remedios_y_soluciones_verdaderas
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