“No vamos a dejarnos quitar ni a Chávez ni a la Revolución”
Revista Sudestada
Entrevista con Inder Herrera del Frente Nacional Campesino
Ezequiel Zamora que intenta construir desde abajo el socialismo del siglo XXI
Nacido en los albores de 2000, el Frente Nacional Campesino
Ezequiel Zamora (FNCEZ) es uno de los movimientos sociales más interesantes de
Venezuela. Autónomos y leales al presidente Chávez, intentan construir de abajo
el socialismo del siglo XXI que en el país tiene diversas formas y corrientes.
Marcados por la historia de la lucha y resistencia en Venezuela, el FNCEZ es
parte de Vía Campesina e impulsor de una política que se define con discusiones
en asambleas.
Afincados en varios estados venezolanos, principalmente en Los
LLanos, el FNCEZ tiene en su haber la construcción de ciudades comunales donde,
como dice Inder Herrera, “nadie va a encontrar cajeros automáticos porque una
ciudad no son sólo edificios”. Encargado de las relaciones internacionales del
movimiento, Inder Herrera dialogó con Sudestada sobre la historia del FNCEZ, la
construcción de un movimiento campesino en un país petrolero, la relación con
el ejército y las consecuencias del paramilitarismo.
-¿Cómo surge el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora?
-Es una organización político social del movimiento campesino
venezolano que agrupa a pequeños productores, cooperativistas, asentamientos
campesinos, y tiene como objetivo central la construcción del poder popular
socialista, que no está aparte del de la revolución bolivariana. En los 80 en
el estado Apure, en la frontera con Colombia, surge toda una lucha producto de
la represión que había contra el sector campesino. La llegada del comandante
Chávez en 1999 es consecuencia del descontento y nosotros surgimos como
producto de todas esas luchas.
Nacimos en Guasgualito en el 2000 y había tres frentes. Uno que
estaba en el sur del lago de Maracaibo, el Bloque Campesino del Sur del Lago.
Otro que estaba en el estado de Barinas y otro en Apure, el Frente
Revolucionario Campesino Simón Bolívar. En el 2003 hicimos una gran asamblea
nacional planteando la construcción de un instrumento nacional. Estuvimos en la
CAN, que fue un decreto presidencial para crear una Coordinadora de Campesinos,
pero mejor era construir un movimiento legítimo, desde abajo, al calor de la lucha. En el 2003, en
una gran asamblea, fuimos los tres frentes y planteamos la unificación del
FNCEZ. Así se formó el Frente: de un grupo de estudiantes y campesinos que se
unificaron y construyeron un instrumento de lucha.
-¿Cómo se explica el rol de un frente campesino en un país que
siempre fue tan dependiente de la industria petrolera?
-En 1920 Venezuela era agrícola y ganadera. Había mucho café,
caña, cacao, yuca, había ganado caprino, porcino y nuestra economía se
sustentaba en eso. La población campesina era casi del 40% y hoy es sólo del
7%. Ser un país petrolero significó el éxodo campesino. El campesino vendía su
parcela a precio de gallina flaca al que tenía más dinero, y ese señor iba
acumulando tierra y así se convirtieron en los grandes terratenientes. Cuando
llego el comandante Chávez, visibiliza el movimiento campesino y le da un peso.
Un país que no tiene la capacidad de producir lo que consume es un país que
está en riesgo.
Porque el riesgo no es solamente a través de una invasión o de una
confrontación bélica, sino a través de la comida, y nuestro país se hizo muy
vulnerable. Hasta hace poco, casi el 90% de lo que consumía era importado.
Ahora las frutas tropicales y las verduras se están produciendo en el país, con
lo que se solventa en gran parte la demanda nacional.
-¿Cuáles son los temas que ven en la actualidad del país como
principales para el avance del proceso?
-Ahora estamos hablando de la guerra contra el latifundio, que es
una tarea fundamental. En estos últimos diez años se han rescatado casi tres
millones de hectáreas. El Frente participa mucho de estas ocupaciones. Otra
tarea fundamental es el tema del poder popular que creemos es la base
fundamental. Creemos que hay que cambiar la estructura, que no se transforma si
se cambian los nombres de los ministerios. Tiene que haber un cambio
estructural en la relación de poder, cómo y quiénes ejercen el poder.
-Venezuela heredó una burocracia estatal muy grande. ¿Cómo es
crear poder popular con esta traba que es la burocracia?
-Una de nuestras tareas centrales y nuestras banderas es la lucha
contra el burocratismo, la corrupción, la ineficiencia y contra el reformismo.
En Venezuela hay casi tres millones de empleados públicos. Nosotros criticamos,
cuando se nacionalizaron Agroisleña y Owen Illinoils, que los trabajadores
pasaron al Estado. Entonces, ¿qué se plantea? O construir un socialismo estatal
o construir un socialismo donde la mayoría del pueblo sea el sujeto protagónico.
Y no estamos hablando de la ausencia del Estado, sí que debe existir, pero un
Estado transformador, bajo la lógica del socialismo. Lo que nosotros llamamos
los resortes administrativos no permiten desburocratizar.
En el caso del poder popular, registrar un Concejo Comunal te
puede llevar hasta casi un año. Cuando venga el Estado que acompañe, pero ahora
viene a imponer y pasa por encima de la realidad del pueblo, de la comunidad,
del barrio. Lo del burocratismo aparte es medio autoritario, impone, te traza
la receta, trunca el proceso y lo puede aniquilar. Porque los procesos sociales
tienen sus etapas, ritmos y dinámicas, y a veces el Estado viene adelantar las
cosas, viene con mil millones de bolívares y mata el proceso. Esta es una tarea
titánica y cotidiana, inclusive una lucha interna porque si no nos ponemos las
pilas como movimiento, también podemos caer en el burocratismo. Por eso hemos
convocado a la lucha ideológica a muchos sectores, inclusive estamos planteando
en esta etapa la consolidación de la Corriente Bolívar
y Zamora, que es nuestra línea de pensamiento.
Otra línea es el poder armado del pueblo, a través de la Milicia Nacional
Bolivariana. Este pueblo tiene que construir sus mecanismos
de defensa. Hay muchos sectores de Latinoamérica que no comparten que el pueblo
tiene que asumir la defensa de la soberanía nacional y el territorio.
-¿Cuál es el desafío más grande que tiene el proceso
revolucionario en Venezuela?
El comandante fue claro: este proceso tiene que ser crítico, sino
seríamos cómplices de los desmanes, de las dificultades, de los problemas. Esta
Revolución sigue estando amenazada: desde afuera por el imperio y sus lacayos,
y desde adentro por el reformismo, el burocratismo, la corrupción y la ineficiencia. Podemos
hacerlo porque este pueblo asumió mucha conciencia y ha despertado, y ahora es
muy politizado. El Comandante ha sido nuestro principal ideólogo y formador
todos los días. Hemos asumido conciencia de lo que nos ha costado esto y de que
no vamos a dejarnos quitar ni a Chávez ni a la Revolución.
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