Juicios y condenas que se deben a la lucha
pasada y presente de los organismos de derechos humanos y de fuerzas sociales y partidos de
izquierda. Porque los presidentes K no abrieron los archivos estatales ni
escucharon cómo agilizar los juicios y volverlos más efectivos. Los
aprovecharon para construir el mito de que el Estado terrorista de aquel
entonces ha sido superado gracias a su autodenominado "gobierno de
derechos humanos". Para completar la inculcación de esta creencia
silenciaron a la mayoría de los organismos humanos, los condujeron a dar la
espalda a la profundización de la Memoria,
Verdad y Justicia. Han claudicado al compromiso con la lucha contra los
opresores e ideales de sociedad-país de los 30.000 y contra la actual violación de
derechos humanos de los diversos de abajo.
El FpV realiza batalla cultural con el objetivo de crear la
convicción general de que la democracia en vigencia enterró al Estado
terrorista. De ahí que ninguneó e invisibilizó la segunda desaparición forzada
de Jorge Julio López y encubrió al Estado que la hizo posible. También
resignificó a la ESMA con la consigna de llenarla de la vida 'promisoria debido
al proyecto nacional-popular'. Por supuesto, nada de análisis y debate sobre
porqué hubo terrorismo de estado o cómo los integrantes del poder económico e
imperialista sobre Argentina son los principales impunes de ayer y hoy. Sería
descubrir que la democracia desde 1984 hasta hoy legaliza y legitima al proceso
de concentración y transnacionalización económico territorial que implantó la
proimperialista dictadura cívicomilitar.
En ese bloqueo de la Memoria, Verdad y Justicia
están tanto el brindis-asado en la ESMA que Julio Alak, ministro de Justicia y
Derechos Humanos de la Nación, organizó para fin de año como la reacción desafiante de la Presidente de multiplicar ese tipo de festejo.
Sin tamaño lavado de cerebro durante estos 10 años, no habría sido posible instalar como fetiche al modelo productivo ni encauzar la rebelión popular de 2001-2002 hacia la actual subordinación al poder económico de las transnacionales y sus socios locales, es decir, la conciliación con los responsables fundamentales del genocidio en los '70.
Sin tamaño lavado de cerebro durante estos 10 años, no habría sido posible instalar como fetiche al modelo productivo ni encauzar la rebelión popular de 2001-2002 hacia la actual subordinación al poder económico de las transnacionales y sus socios locales, es decir, la conciliación con los responsables fundamentales del genocidio en los '70.
Esta metodología de persuasión a las mayorías de qué y
cómo pensar ya fue anunciado por Cristina Fernández de Kirchner dos
semanas antes de asumir la primera presidencia. Comunicó que daría batalla en
el terreno de la “interpretación y decodificación de qué es lo que se
muestra”. Explicó su brega por establecer –para nosotros, los de abajo- “cuál
es la Argentina que nos quieren hacer ver y cuál es la Argentina real”. Lo
principal para ese logro ha sido la fijación del enmarcamiento perceptivo de
cualquier conflicto con el orden instituido. Hasta la izquierda (sin explícita
adhesión al FpV) ha caído en esa trampa que inhibe el análisis integral de la
situación en curso y posiciona en la superficie e inmediatez de dicha realidad
político social. De resultas de ese enfoque subrepticiamente inducido desde arriba, se suma al esquema de gobernabilidad de la
Presidenta de estigmatizar a las izquierdas disidentes y amonestarlas.
Ejemplifico con la nota Del
"anti-asado" a la crítica política de Tomás Rebord, quien
plantea:"(...) La propuesta no es deslegitimar que tan ofensivo puede
parecerle a alguien la actividad llevada a cabo en la ex ESMA , ni tampoco caer
en el facilismo de repudiar una movilización por coincidir con la presunta
"agenda" de los grandes multimedios ;
si se piensa desde estos ejes cualquier causa por noble o justa que sea, sería
desprestigiable. Sin embargo, es necesario repensar la "escala de
valores" política, a la hora de hacer visible un malestar social.
Moviéndonos en la realidad de hoy en día, con nuestra coyuntura
propia, con los pertinentes avances en el área de Derechos Humanos y también
con sus debilidades, ¿Qué grado de utilidad reporta socialmente el indignarse,
el movilizar, el repudiar, cuando al fin y al cabo, el disparador fue esta
actividad? ¿No existen acaso, causas de mayor urgencia, cuestiones más graves,
más indignantes a las cuales atender? Entramos nuevamente al terreno de la
subjetividad absoluta, donde cualquier postura es válida, y nuevamente a nivel
ético el que haya "males
peores" no le quita importancia a los menores; pero entonces, ¿Si hago
mi legítimo repudio detrás de este ya mencionado disparador, todas mis críticas
que aprovecho a expresar, no se ven "comidas" detrás del slogan
mediático? La Nación, medio de comunicación que apoyó todo golpe de estado que
hubo en la Argentina, tituló: "Exigen la renuncia de Alak por el asado en la ex ESMA ".
La no-acción no es una opción, con lo expresado no se sugiere que
dadas las podridas condiciones de los canales de expresión la salida sea una
pasiva resignación, pero se debe ser consciente de qué juego uno está siendo
partícipe, al dejarse enfocar por los polarizadores sociales por excelencia, y
en ese caso, estando de acuerdo con la banalización de sus ideas, entender en
qué lugar deja parado al recurso mismo de la manifestación pública con respecto
a los conflictos sociales.
Los crímenes por trata de personas no se detienen, la megaminería
contaminante continúa arruinando nuestros suelos, los campesinos del MOCASE
siguen cayendo, estamos en vísperas del año de los asesinatos de Jere, Mono y
Patom, militantes sociales, Imer Flores (joven Qom) apareció muerto el sábado
último en Villa Río Bermejito, Formosa... Y lamentablemente la lista sigue. El
Martes 8, en Buenos Aires se marcho repudiando un asado”. Leer
Javier, lector de la nota, acierta en
rumbos a la libertad de expresión y comunicación de la pluralidad de opiniones.
Comenta: “DISCREPO CON LA "LITERALIDAD " del análisis, asado mediante, prefiero poner sobre la mesa que por primera vez aparece
en forma pública o más bien manifiesta dos aspectos que hacen a las políticas
de DDHH, la visibilización de actores distintos y contrapuestos a los que de
alguna manera hegemonizaron la escena publica con la bendición gubernamental, y
por otro desnuda una falta de debate, una expropiación de los sentidos, acerca
de los espacios de la Memoria, sus usos, funciones, "resignificaciones", etc., lo cual si no es muy urgente, si es muy
importante”.
En fin, Tomás Rebord no sólo soslaya que quienes se
manifestaron repudiando la banalización de la lucha por Memoria, Verdad
y Justicia son militantes consecuentes con las luchas emancipatorias e interpelan a los de abajo para debatir también
el rol de los organismos de derechos humanos como propone Hijos La Plata en “Carnaval
de la memoria o espacio de lucha” Leer. Sino sobre todo desconoce que el encuentro Memoria, Verdad y Justicia escucha e intenta dialogar con la diversidad
de organizaciones en resistencia frente a cada una de las graves consecuencias del
modelo productivo. Porque se involucra en los esfuerzos abajo por procurar la unidad en diversidad para el poder
popular de acabar con la impunidad de los que convocaron a las FFAA,
financiaron el terrorismo de estado e implantaron así al neoliberalismo y con
el neodesarrollismo completan el apoderamiento totalitario del país-continente y practican genocidios silenciosos.
Elena Cedrón
No hay comentarios:
Publicar un comentario