(APe) 03 Agosto 2020
Se me murieron tres parientes por la
contaminación y el glifosato. No quiero que ahora quemen las islas por
dinero. No tiene sentido…-dice un muchacho de treinta años sobre el
puente Rosario – Victoria el sábado primero de agosto de 2020, día de la
Pachamama. El Paraná, desde hace más de tres mil años, es testigo de
una pelea larga y profunda. La historia social de pueblos que intentan
ser felices.
En aquellos lejanos días,
desde la inmensidad verde del Amazonas, los guaraníes buscaban un punto
donde construir el aguyje, la tierra sin mal. Algo que no sea solamente
físico sino también atravesado por la igualdad. El sueño colectivo
inconcluso de la nación guaraní actualizado en cada nueva generación.
Los intereses de unos pocos, a partir
de febrero de 2020, comenzaron a quemar el humedal de la cuenca que
junta las necesidades de los pueblos de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos
Aires.
El humo generó molestias y
agravó enfermedades en las grandes ciudades y por eso, desde hace más
de un mes se constituyó la Multisectorial Humedales, con el objetivo de
parar los fuegos de la codicia y la ignorancia y lograr una ley nacional
que proteja estos espacios vitales para esta casa cósmica que parece
tener fecha de plazo fijo final.
-No hay planeta B – dice uno de los
carteles hechos a mano y traído por una familia a la cabecera del
puente. Chicas y chicos pintan, cantan, bailan y se emocionan de manera
profunda cuando un grupo de mujeres de pueblos originarios hacen su
saludo a la Pachamama.
Casi cuatro mil personas protagonizaron
la mayor movilización en defensa de los bienes comunes en la historia
política de la ciudad de Rosario. Hicieron una asamblea que decidió
cortar el río hasta que cesen los incendios y juntarse con la muchachada
del lado entrerriano.
Federalismo de nuevo signo: los límites
de los mapas no tienen sentido. Es imperioso para estas pibas y estos
pibes que ponen el cuerpo por salvar la naturaleza y lo colectivo una
asamblea ambiental interprovincial que proponga medidas concretas para
hacer ahora, sin esperar que el país unitario, el viejo país que
concentra y extranjeriza riquezas desde Buenos Aires, se digne a reparar
en el ecocidio del tercer milenio.
De acuerdo al análisis de
imágenes satelitales realizado por Pedro Garabaya y César Massi, del
colectivo “Naturalistas santafesinos”, en lo que va de 2020 se quemaron
alrededor de 500 kilómetros cuadrados sólo en las Islas que se
despliegan frente al Gran Rosario, desde San Lorenzo hasta Villa
Constitución. Una superficie que equivale a casi tres veces el
territorio que ocupa la ciudad (178 kilómetros cuadrados).
La quema de pastizales, una práctica
asociada a usos considerados “productivos” del territorio como la
ganadería, encontró en la falta de agua por la sequía y la bajante un
factor que potenció su número y su alcance: en menos de siete meses, en
toda la zona Piecas-Paraná (que va desde Santa Fe al norte hasta San
Fernando en provincia de Buenos Aires al sur) ya hubo alrededor de 4.900
focos de calor, una cantidad récord desde que se comenzaron a hacer
mediciones en 2012.
Los científicos estiman que
alrededor del 21,5 % del territorio argentino corresponde a la
definición de humedal, a su vez dividido en 11 subregiones. Según
detalló la bióloga Beatriz Giacosa en el seminario “Los humedales del
Paraná”. Los humedales fluviales de Argentina están asociados al río
Paraná.
El 80 por ciento del territorio del
Delta del Paraná corresponde a Entre Ríos, el 15 por ciento a Buenos
Aires y sólo el 5 por ciento a Santa Fe.
Por su parte el también biólogo Alejandro
Giraudo destacó que habitan entre 100 y 200 especies de peces en el
Paraná en la zona cercana a Rosario, unas 300 especies de aves y unas 50
especies de anfibios. “El Paraná es un gran corredor de especies
tropicales hacia nuestras latitudes, por allí llega mucha fauna
tropical”, explicó.
Desde el Monumento a la Bandera, a
partir del mediodía, a lomo de bicicletas y motitos, la mayoría de las
casi cuatro mil personas arribaron al Puente Rosario – Victoria.
Después de seis horas de
plena militancia para defender los bienes comunes, cada uno de los
grupos fue levantando la basura que dejaron sobre la traza gris del
puente, tomaron las manos de las más chiquitas y los más chiquitos y
bajaron hacia la ciudad.
Junto a esa multitud emergente de las
últimas décadas, sensibles y comprometidas con lo social, también había
sobrevivientes de las luchas de los años setenta, estableciendo otros
puentes más allá de la conexión Rosario – Victoria, puentes
intergeneracionales que unen las experiencias de las permanentes peleas
contra la ferocidad y perversión del capitalismo desde hace medio siglo.
-No queremos más mataderos. No queremos un ecocidio – sostenía otro cartel en manos de muchachos que mientras lo portaban tocaban tamboriles.
“Del egoísmo nace la idiotez. No al ecocidio”, marcaban desde un grupito constituido por dos pibes y una chica.
Con el protagonismo de las crías y
los cachorros humanos, la Pachamama en su día celebró el compromiso de
casi cuatro mil personas que en el puente Rosario – Victoria inauguraron
métodos de democracia directa, nuevo federalismo y ratificaron el
camino de los guaraníes desde hace más de tres mil años, seguir luchando
por lograr la tierra sin mal, protegiendo los humedales, los bienes
comunes y peleando contra la voracidad del dinero. Una clara postal de la historia política de la esperanza.
Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2020/08/04/argentina-humedales-democracia-directa-y-la-tierra-sin-mal/
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