“Hiperpresidencialismo”
y
Poder
Constituyente del pueblo
9 de agosto de 2020
Por Leopoldo Lavín Mujica (Rebelión)
No olvidemos
que en Chile gobierna la extrema derecha del consenso neoliberal, pero que éste
va desde la derecha ultra hasta sectores de la reciente alianza “progresista”
que gobernó Chile, es decir la Nueva Mayoría. Y que el Chile que hay que cambiar
para vivir en un país bueno y adaptado a los desafíos de los tiempos presentes
es el de las viejas instituciones que fueron modeladas por ese acuerdo
histórico espurio llamado “la transición”. Pacto que
fue fraguado entre las fuerzas concertacionistas de la época y las herederas
del pinochetismo en sus diversas variantes, y con el único fin de preservar los
“pilares del modelo”. En este diseño político, es imposible obviar esta
realidad, las direcciones sindicales han mantenido una suerte de “paz social”
congruente con los intereses de los grandes poderes económicos.
Ese es el Nudo
Gordiano que hay que cortar. Porque quienes gozan del poder de tratarse bien
entre ellos e imponer leyes consensuadas son esas castas privilegiadas de un
pasado que pesa. En definitiva, son éstas las responsables del descalabro
sanitario y de penuria general. Y desde una mirada histórica retrospectiva
global, también de la represión brutal del pueblo ciudadano cuando éste entró
en estado de rebelión el 18/O.
¿Cómo olvidar que desde mediados de los 90
fueron los sectores populares con sus luchas y movilizaciones por fuera del
sistema los que impusieron en la escena política la prioridad de lo público y social,
por sobre lo privado y el Capital? Y como ya es la norma, ahora, la crema y nata del núcleo de la vieja elite concertacionista ampliada intentará acarrear agua para su molino ante la crisis que anida el régimen político. Es muy posible que cuenten con esas fuerzas que han revelado su ser profundo: ser prótesis ortopédicas para el sistema al momento de lograr acuerdos anti democráticos y votar leyes criminalizadoras contra el movimiento social. La táctica que bosquejan es proponer la solución del “régimen parlamentario” para copar con discursos el escenario futuro. De manera de canalizar el descontento y la energía popular hacia una solución cocinada en la casta política y ofrecida como panacea al pueblo.
Así quieren
escamotear las verdaderas tareas prioritarias en tiempos de pandemia y crisis
económica global y nacional. Pues hoy se trata de resolver las reivindicaciones
populares urgentes y al mismo tiempo darle a Chile verdaderas instituciones
políticas adaptadas a los desafíos de los tiempos presentes y futuros salidas
de la voluntad popular, pero ejercida como Poder Constituyente democrático y
abierto a los posibles.
La historicidad de Chile está a
flor de piel y fluye Las fuerzas opositoras parlamentarias, cuando eran poder ejecutivo, fueron tan presidencialistas o más que la derecha; también utilizaron negativamente ese poder para impedir los cambios constitucionales necesarios y para reforzar a su pinta el consenso neoliberal. Hoy, los políticos de la casta quieren limitar el debate al “presidencialismo” (sería la fuente de todos los males) versus el “parlamentarismo” (modelo imitativo de otras democracias también en crisis de representación que sería depositario de todas las virtudes). Sería la solución para ellos.
Para que estas movidas de entretención sean posibles, los oposicionistas (ex Concertas, NM y Frente Amplio) quieren pasar por alto un hecho notable en la política del enfrentamiento entre las clases sociales. No quieren sacar las conclusiones de un dato de relevancia histórica: fue toda la oligarquía empresarial la que se cuadró con Piñera para defender a las AFP, y contra el retiro del 10% en momentos en que medios electrónicos declaraban al Presidente inapto por razones de “dolencia mental” para gobernar. (Lea aquí el editorial de elmostrador.cl).
Lo mismo hizo el gran poder económico oligárquico al blindar antes a Piñera. Fue cuando el primus inter pares decidió declararle la guerra a su propio pueblo. Justo antes de que se lo entregara en bandeja al virus…
Fue esta poderosa oligarquía empresarial la que movió los hilos para el cambio de gabinete y llamó a Desbordes a que se pusiera definitivamente del lado de la demanda de Orden y dejara de bailar en la cuerda floja. El que fuera el comodín de las oposiciones para justificar alianzas con las fuerzas de derecha “humanistas” se les fue, y los dejó colgados. Al mismo tiempo que Evópoli quedó al desnudo y sin el ropaje liberal y valórico, casi “progre”. Blumel se puso sin problemas el de bruto represor. Y Briones el de neoliberal conservador de la vieille école.
El “hiperpresidencialismo” como maniobra ideológica
El documento publicitado en El Mercurio el 13 de julio pasado,cuyo objetivo no declarado era blindar a Piñera y a su Gobierno, atestigua del hecho: fue firmado por la flor y nata de la gran burguesía oligárquica para defender el pilar AFP del modelo, pero de alcance mayor. Fueron el presidente de la CPC, Juan Sutil, junto con Ricardo Ariztía (SNA), Manuel Melero (CNC), Diego Hernández (Sonami), Bernardo Larraín (Sofofa), Patricio Donoso (CChC), José Manuel Mena (ABIF), Peter Hill (CCS), Joaquín Villarino (Consejo Minero), Rafael Cumsille (Confederación de Nacional del Comercio Detallista) y Juan Pablo Swett (MNE), y otros más.
De ahí que Nicolás Eyzaguirre, el ex de Hacienda de Bachelet y ex funcionario del FMI, junto a otros apunten al “hiperpresidencialismo” como factor de crisis, y no al orden económico neoliberal y a los dueños del poder y la riqueza como responsables de la situación social de precariedad y carencias del pueblo de Chile. Así evitan enfrentarse con la clase social propietaria de las riquezas a la que sirven.
Si en la Constitución existiera el mecanismo de plebiscito revocatorio del presidente (de iniciativa ciudadana), y también del personal parlamentario, ya se habría resuelto el problema. Pero nunca lo han querido plantear. Porque a la casta política en su conjunto no le conviene. Y si hubiera mecanismos plebiscitarios ciudadanos y democráticos para nacionalizar empresas y bienes comunes privatizados (como el agua) en situaciones catastróficas, lo mismo.
Si el
proceso constituyente es una oportunidad para avanzar en el cambio del régimen
político y del sistema de propiedad es a condición que sectores organizados del
pueblo: los trabajadores, los movimientos sociales de mujeres; ecologistas,
estudiantiles, pobladores, pueblo mapuche, deudores del CAE y de otros
servicios públicos asuman ser poder constituyente e impongan una Asamblea
Constituyente Soberana (y no
el remedo cocinado el 15 de noviembre pasado con “convención constitucional”
¡donde la derecha neoliberal obstaculizará la redacción de una constitución
democrática y popular con el poder de veto de 1/3 de los votos que les hicieron
los oposicionistas del congreso!). (Lea
aquí entrevista al historiador Felipe Portales).
(*) Lea aquí los nombres de concertacionistas y de las derechas al servicio de las AFP.
Fuente: https://rebelion.org/hiperpresidencialismo-y-poder-constituyente-del-pueblo/
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