sábado, 8 de agosto de 2020

II. Adquiramos conocimientos sobre porqué rechazar producir 100millones de cerdos y posicionémonos

Argentina. Macrogranjas porcinas y su amenaza a la salud y al ambiente


Resumen Latinoamericano, 7 de agosto de 2020.

Acuerdo China – Argentina para producir millones de toneladas de carne de cerdo
El Ministro Felipe Sola y su Secretario de Relaciones Económicas Jorge Neme avanzan en un acuerdo con China asegurando que Argentina es pionera «en el cuidar ambiente» y en esa línea se apoyan en los trabajos de Aapresid que envenenan a mas de 12 millones de compatriotas con sus fumigaciones de agrotóxicos. Aquí información sobre los peligros de las macrogranjas porcinas.
En 2018 China sufrió un fuerte brote de Peste Porcina Africana producido por el virus Influenza G4 EA H1N1 altamente contagioso en los cerdos (y que podría mutar para infectar humano). Para evitar su propagación en ese país, se estima que se habrían sacrificado aproximadamente entre 180 y 250 millones de cerdos, perdiendo más de 20 millones de toneladas de producción. Su consumo interno ronda los 54 millones de toneladas por año y calculan que tendrán déficit de carne de cerdo para proveer a su población por al menos 8 años.
En este contexto, el 6 de julio pasado la cancillería argentina difundió la comunicación entre el Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Felipe Solá, y el Ministro de Comercio de la República Popular China, Zhong Shan, donde se anuncia una “asociación estratégica” entre ambos países, referida a la producción de carne porcina y se anuncia una “inversión mixta entre las empresas chinas y las argentinas” para “producir 9 millones de toneladas de carne porcina de alta calidad”, lo que “le daría a China absoluta seguridad de abastecimiento durante muchos años”.
Argentina cuenta actualmente con 395.000 madres que generan 750.000 toneladas de carne y exportamos 40.000 toneladas por año.  Llegar a exportar 9 millones de toneladas requiere multiplicar la capacidad de exportación en más de 200 veces.
Según Clarín el memorándum contempla una primera etapa de 3 años con la generación de 20 macrogranjas de cerdos que implica una inversión de 2.700 millones de dólares para generar exportaciones por US$ 2.000 millones por año.
Una segunda etapa contempla una inversión a ocho años que llegaría a US$ 27.000 millones con 200 macrogranjas tecnificadas y exportaciones hasta por US$ 20.000 millones por año (recordemos que las ventas por granos y aceites a China actualmente no superan los 10.000 millones por año).
Una verdadera trasformación agropecuaria  parece acercarse a nuestras  tierras y para comenzar a comprender la amenaza sanitaria y ambiental es que reproducimos este estudio de la doctora española Ángela Prado Mira, titulado: Riesgos para la Salud Pública relacionados con la instalación de Macrogranjas Porcinas.
A España se han trasladado la producción porcina de países como Holanda  o Dinamarca donde la población exigió controles muy estrictos al manejo de estas macrogranjas por sus efectos ambientales y sanitarios y la Dra. Prado describe los principales impactos que sufren en su país.(...)

OTROS VECTORES DE INTERÉS

Las moscas.
La presencia de moscas en las granjas de cerdos puede actuar como vector de transmisión de enfermedades. La acumulación de purines hace que la presencia de moscas y otros insectos en las granjas porcinas sea algo normal. Las moscas no son tan sólo una molestia; son portadoras de enfermedades que plantean un serio riesgo sanitario a personas y animales. Las moscas no picadoras provocan una irritación continua al alimentarse de las secreciones de los ojos, nariz y pequeñas heridas de los animales domésticos. Esto les distrae de comer, causando una reducción en el crecimiento y productividad. Las moscas no picadoras pueden actuar como vectores mecánicos de un amplio abanico de patógenos, y se han relacionado con la transmisión de más de 65 enfermedades en seres humanos, incluyendo multitud de enfermedades entéricas, fiebre tifoidea, disentería, poliomielitis, enfermedades oculares, carbunco, tularemia, lepra y tuberculosis. Cuando las poblaciones de moscas alcanzan proporciones de plaga en zonas próximas a núcleos humanos y rurales, sobre todo en presencia de un caldo de cultivo propicio como pueden ser los vertidos de purines, representan un serio riesgo sanitario y ambiental importante para la comunidad.

Los mosquitos.
Los purines son focos de proliferación de mosquitos, de la especie común, de sus variantes y de la especie tigre (aedes albopictus). Se ha confirmado la presencia extendida del mosquito tigre asiático en las provincias del litoral oriental español (Cataluña, Comunidad Valenciana y Murcia). Este mosquito puede transmitir enfermedades como el ‘zika’, el dengue y el ‘chikungunya’, todavía no documentadas en el territorio español. El mosquito tigre suele picar en las zonas más próximas al suelo, y es atraído entre otras cosas por el sudor y los olores fuertes. Los excursionistas y caminantes, entre otros, cerca de las balsas de purines o en terrenos ricos en purines deben tomar precauciones.

Los roedores.
Los roedores causan graves daños en las explotaciones porcinas, comprometiendo la seguridad agroalimentaria, deteriorando las instalaciones y poniendo en riesgo la salud pública, ya que son portadores de enfermedades que afectan al hombre y a los animales (salmonelosis, toxoplasmosis, leptospirosis, triquinosis, parasitosis, etc.). Los roedores son eliminados del interior de las instalaciones porcinas, sistemas de saneamiento y otras estructuras interiores, pero en la red de alcantarillado o en las conducciones de purín el criterio es menos restrictivo. Las ratas a menudo viven en las granjas porcinas porque ahí tienen fácil acceso a alimentos. Los roedores actúan también como vectores o reservorios de muchas enfermedades a través de sus ectoparásitos, como pulgas, garrapatas, piojos y ácaros, y de los mosquitos.


RESISTENCIA A LOS ANTIBIÓTICOS
Para acelerar la ganancia de peso en los animales y prevenir enfermedades, muchas granjas de cría intensiva suministran antibióticos a los animales. Entre 2001 y 2009, el consumo de antibióticos en la producción animal sufrió un aumentó de 45%, y más del 80% de los antibióticos recetados fueron utilizados en el sector porcino. Si se administran antibióticos de forma indiscriminada a los animales destinados al consumo humano, estos animales desarrollarán cepas comensales resistentes a los antibióticos, que posteriormente podrían pasar al ser humano a través de los diferentes productos alimentarios. Es decir, la propia flora comensal del animal se vuelve resistente a la acción de la mayor parte de los antibióticos de uso común, y cuando el ser humano consume la carne, por diferentes mecanismos, estas bacterias multirresistentes podrían causar enfermedad en el individuo.
En España, los antimicrobianos betalactámicos, y los macrólidos son los más usados durante la lactancia del lechón en producción porcina. El uso de antibióticos macrólidos en animales comestibles se ha relacionado con el desarrollo de cepas resistentes a macrólidos entre la flora bacteriana del propio animal. A modo de ejemplo, esto podría ocurrir en el caso de la bacteria Campylobacter, que habita de forma común el tracto intestinal de animales alimenticios y en el hombre puede producir infección gastrointestinal y otras enfermedades más raras, como el síndrome de Guillain Barré. La carne del animal se convertiría así en una posible fuente de Campylobacter y las personas que consuman la carne derivada de animales tratados con macrólidos podrían adquirir infecciones por Campylobacter resistente a macrólidos y no responder así al tratamiento que de manera habitual se le administraría a la persona infectada.
Las bacterias comensales encontradas en el ganado con frecuencia están presentes en productos cárnicos frescos y pueden servir como reservorios de genes resistentes que podrían potencialmente transferirse a organismos patógenos en humanos. Debido a que el proceso de digestión de los animales no degrada todos estos medicamentos, los residuos de los antibióticos pueden ser transferidos al ambiente cuando el excremento es rociado sobre tierras agrícolas, y han sido encontrados en el suelo y en la superficie del agua cerca de las granjas porcinas de cría intensiva.
En 2006 la Unión Europea prohibió el uso de antibióticos como agentes promotores del crecimiento del ganado, pero se siguen utilizando de forma profiláctica para prevenir enfermedades. En general, la ganadería industrial utiliza muchos más antibióticos que la medicina humana, y se trata de antibióticos estructuralmente similares a los empleados en humanos. En 2014, un tercio de todos los antimicrobianos utilizados la Unión Europea en ganadería fueron vendidos a España. Si no se resuelve el problema de la resistencia antibiótica, encontraremos en el futuro más muertes en personas por bacterias mutadas e inmunes a cualquier antibiótico que por cáncer o por accidentes de tráfico.
En 2014 el consumo de un antibiótico llamado colistina, alcanzó los 36 miligramos por kilo de carne producida, el triple que Alemania y hasta siete veces el máximo recomendado por Europa, según los últimos datos disponibles del 25 proyecto ESVAC (proyecto de ámbito europeo de recogida y evaluación de datos sobre la venta y el consumo de medicamentos veterinarios que contengan en su composición antibióticos como principio activo). A pesar de las iniciativas gubernamentales, a día de hoy la administración de antibióticos en animales no está sujeta a un control real en nuestro país. El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos apunta la necesidad de tecnificar la recopilación de datos de consumo mediante una receta electrónica veterinaria y contempla también recoger información por especies y granjas. Sin embargo, a día de hoy, la recogida no es obligatoria.


LA SALUD DEL TRABAJADOR
Otro tipo de consideraciones hay que establecer en cuanto a la incidencia de eventos adversos en los trabajadores de las granjas. Los trabajadores de las granjas intensivas están expuestos regularmente a la inhalación de partículas y gases, como el amonio y el sulfuro de hidrógeno, a concentraciones que pueden resultar peligrosas. Las partículas en suspensión provienen de diferentes fuentes, incluyendo materia fecal seca, alimentos, la caspa y células de piel de los animales, hongos, polvo, y endotoxinas bacterianas, y pueden ser inhaladas durante la respiración normal por los humanos.
La combinación de gases y partículas es distinta en cada granja y depende de la especie de animal que se cría, del tipo de alimentos que utilizan, del método de ventilación y de las prácticas de manejo y almacenamiento de estiércol, pero es difícil negar ciertos efectos sobre la salud humana. De hecho, un importante porcentaje de los trabajadores de las granjas porcinas sufren uno o más síntomas de irritación o enfermedad pulmonar crónica.

El amonio es un gas que se produce en las grandes acumulaciones de orina y estiércol en las granjas de cría intensiva, y que puede producir irritación ocular y problemas respiratorios, además de dañar el sistema ciliar y facilitar así la inhalación de partículas en suspensión. El sulfuro de hidrógeno es un gas que se genera principalmente a partir del estiércol líquido. La exposición repetida a bajas concentraciones de sulfuro de hidrógeno puede causar síntomas como resequedad de la piel, irritación de los ojos, náuseas, trastornos cardiovasculares, dolores de cabeza y tos crónica.(...)

Fuente: https://www.resumenlatinoamericano.org/2020/08/07/argentina-macrogranjas-porcinas-y-su-amenaza-a-la-salud-y-al-ambiente/


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