jueves, 11 de junio de 2020

"No podemos hablar de soberanía alimentaria si no hay un cambio de la matriz productiva para terminar con el agronegocio y se pueda producir alimentos diversificando la producción. Entonces también es necesario avanzar en otras medidas como la expropiación de los 4000 terratenientes en el país y la nacionalización de la banca, para financiar la reconversión de modelo agropecuario en unidad entre los trabajadores del campo y la ciudad".

AGROMODELO

¿Puede haber soberanía alimentaria con la expropiación de Vicentin?

El agronegocio, lejos de ser sinónimo de soberanía y seguridad alimentaria, está asociado a la dependencia, con importantes costos sociales, económicos, ambientales y en la salud humana.

Natalia Morales
Diputada del PTS-FIT en Jujuy | @NatuchaMorales

El anuncio de una posible expropiación del grupo Vicentín por parte de Alberto Fernández abrió un importante debate en torno a su afirmación de que la misma contribuiría a una mayor soberanía alimentaria. ¿Pero qué entendemos como soberanía alimentaria?
La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a decidir su propio sistema alimentario y productivo, contando con alimentos nutritivos y saludables, accesibles, producidos de forma ecológica y económicamente sostenible.
¿Sería, en este sentido, la posible expropiación de Vicentin, un avance en el plano de la soberanía alimentaria del país? Como está planteado hasta ahora, no. Es más extractivismo. No está en cuestionamiento el agronegocio y la matriz productiva, que en Argentina es política de Estado, y del que es parte el holding Vicentín. O sea, seguiría produciendo comodities para la exportación, que no tiene el objetivo de alimentar a la población.
Tampoco se cuestiona el rol que cumplen los países agroexportadores dependientes como la Argentina, donde grandes multinacionales producen granos transgénicos y el 90 % se destina a la exportación, para engordar chanchos en las granjas industriales en China o para el negocio del biocombustible.
De avanzar con la expropiación del grupo Vicentin, en el mejor de los casos sería sólo una parte del mismo, ya que una de las principales empresas del grupo es Renova, la empresa más importante del mundo en molienda de soja, donde la multinacional Glencore, de capitales suizos dedicada al agronegocio y la minería, concentra el 66.3% de la empresa.
Como ya dicen los portavoces del Gobierno a Renova no se le tocará ni un pelo y como mucho el Gobierno se dispone a ser su socio minoritario totalmente dependiente y subordinado a las grandes multinacionales que en su mayoría son extranjeras, que concentran la producción de granos y sus derivados en el país, y también del comercio exterior.
El grupo Vicentin no se dedica a la producción de alimentos ni está en los planes del Gobierno hacerlo. El agronegocio, el monocultivo de granos transgénicos como modelo, lejos de ser sinónimo de soberanía y seguridad alimentaria, está asociado a la dependencia, con importantes costos sociales, económicos, ambientales y en la salud humana, que está totalmente vinculado a la fumigación de las escuelas rurales con glifosato, al desmonte, al trabajo semiesclavo, al desplazamiento de población rural, a la persecución de los pueblos originarios por la expansión de la frontera agropecuaria, en fin, al hambre y la pobreza.
Si bien sería importante como primer paso la expropiación de la empresa, sin pago y que pase a manos del Estado (aunque en este caso sería una expropiación parcial), no es suficiente para que sea una acción de soberanía alimentaria.
Parte del anuncio del Gobierno es que ante la intervención de Vicentín el organismo fiduciario sería YPF Agro. ¿Qué importancia tiene este hecho? YPF Agro es la principal empresa productora de glifosato en el país. Plantear que YPF Agro sea el organismo fiduciario bloquea cualquier posibilidad de avanzar en la soberanía alimentaria. Ya lo hemos visto con la estatización parcial de YPF con el petróleo que no ha garantizado la soberanía energética, más bien todo lo contrario, además de instalar el fracking en Vaca Muerta.
Lo que necesitamos es un plan integral de reconversión tecnológica y productiva de Vicentín para la producción de alimentos, que sea llevado adelante democráticamente por sus trabajadores más la plena participación de los pueblos fumigados, las cátedras de soberanía alimentaria, los científicos del Conicet, las organizaciones ambientalistas y de la agricultura familiar. Eso sería una medida básica de ejercicio de soberanía.
Columna de Natalia Morales en el programa Alerta Spoiler sobre el tema.
Si hablamos de estafa, el Gobierno no puede reconocer ninguna deuda ni pago por la expropiación, que además tendría que incluir a la empresa Renova. Vicentin debería ser reconvertida para molienda de semillas no trangénicas, para la elaboración de harinas en base a semillas provenientes de campos que producen agroecológicamente. Incluso, promoviendo la agroecología. Sus molinos harineros deberían usarse para producir otras harinas, que sirvan de base a la producción de alimentos nutritivos populares.
La planta que Renova posee en Timbúes, Santa Fe, es una de las más grandes del mundo dedicada a la producción de aceite de soja para biodiesel. Necesitamos esa planta para la producción popular de alimentos, como los aceites comestibles en base a oleaginosas no trangénicas.
No puede haber soberanía sobre el comercio de granos si cada gran empresa acopiadora y exportadora tiene su propio puerto concentrador, como sucede con grandes multinacionales como Cargill o Dreyfus. El comercio de granos debería centralizarse en una única unidad estatal dedicada a esa función. Por eso necesitamos la nacionalización y el monopolio del comercio exterior.
No podemos hablar de soberanía alimentaria si no hay un cambio de la matriz productiva para terminar con el agronegocio y se pueda producir alimentos diversificando la producción. Entonces también es necesario avanzar en otras medidas como la expropiación de los 4000 terratenientes en el país y la nacionalización de la banca, para financiar la reconversión de modelo agropecuario en unidad entre los trabajadores del campo y la ciudad.
• Natalia Morales es diputada provincial de Jujuy por el Frente de Izquierda y exdelegada de la Secretaría de Agricultura Familiar despedida en lucha por su reincorporación.

Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Puede-haber-soberania-alimentaria-con-la-expropiacion-de-Vicentin

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