miércoles, 6 de mayo de 2020

Observemos: "las muertes que provoca el amianto quedan diluidas a lo largo de grandes periodos de tiempo y, aunque la exposición directa o indirecta a la fibra asesina pueda ser tan mortífera como el propio virus, los fallecidos no se acumulan en semanas o meses. Por tanto, no saturan ni los sistemas asistenciales de salud, ni los servicios funerarios".

El coronavirus oculta

la pandemia secreta del amianto

6 de mayo de 2020
The Conversation
Debido a las milagrosas propiedades físicas de los minerales de los que se obtiene, el asbesto se ha usado desde muy antiguo para una gran variedad de productos manufacturados. Principalmente en materiales de construcción, productos mecánicos de fricción, textiles ignífugos, envases y revestimientos.
La exposición al asbesto o amianto se produce por inhalación de las fibras presentes en el aire contaminado de las fábricas y talleres donde se manipula, y en el aire próximo a puntos emisores del interior de viviendas y locales construidos con materiales que lo contienen.
Muchos edificios construidos durante el desarrollismo español, y al menos hasta los años 90 del siglo pasado, todavía contienen materiales fabricados con crisotilo (amianto blanco, que corresponde al 90 % de la producción mundial), por lo que siguen siendo una fuente de exposición a las fibras durante su mantenimiento, reforma o demolición.
El mayor productor de amianto en el mundo es actualmente Rusia, en especial en los montes Urales, de donde procedía el 80 % por ciento del mineral importado en España hasta su prohibición total en 2001 y de donde derivó el nombre de Uralita, la empresa líder en el sector a partir de los años cuarenta junto a otra media docena de grandes compañías que, sin ningún control y con pleno conocimiento del poder cancerígeno del amianto al menos desde 1947, son responsables de que la incidencia del cáncer de pulmón en trabajadores expuestos no fumadores sea 6 veces más frecuente que en la población general. También de que la mayoría de edificios construidos en España entre 1965 y 1984 contengan amianto, bien en sus elementos estructurales bien en sus instalaciones, hasta el punto de que algunos expertos estiman que los españoles vivimos rodeados por tres millones de toneladas de amianto.
El cáncer más específicamente vinculado con la exposición al amianto es el mesotelioma. Con excepción de las radiaciones ionizantes, la única causa de esta enfermedad es la exposición al amianto. De hecho, sus registros han servido para conocer la magnitud de la exposición al amianto en todo el mundo. Esta es solamente la punta del iceberg de las muertes provocadas por el amianto. El tumor maligno que más frecuentemente provoca es el cáncer de pulmón.

Una relación que debe ser estudiada
Las personas con patología pulmonar crónica corren mayor riesgo de sufrir enfermedad grave por Covid-19. Aunque están descritos distintos tipos de enfermedad crónica pulmonar provocada por amianto, cuando escribimos este artículo todavía no había ni una sola publicación científica indexada entre las más de 7 300 que figuraban en PubMed, la mayor base de datos de investigación biomédica del mundo, que relacionara los términos “COVID-19” y “asbesto”. Ese es un sorprendente vacío.
Tanto las diminutas fibras de amianto como el nuevo coronavirus nos invaden por vía respiratoria. Mientras que las enfermedades que provoca el amianto tardan décadas en aparecer desde la primera exposición, los síntomas de la enfermedad provocada por la COVID-19 aparecen incluso dentro de la primera semana tras el contagio y los casos letales fallecen en un mes.
Por el contrario, las muertes que provoca el amianto quedan diluidas a lo largo de grandes periodos de tiempo y, aunque la exposición directa o indirecta a la fibra asesina pueda ser tan mortífera como el propio virus, los fallecidos no se acumulan en semanas o meses. Por tanto, no saturan ni los sistemas asistenciales de salud, ni los servicios funerarios.
Muchas de las víctimas del nuevo coronavirus morirán con los pulmones llenos de amianto y nunca lo sabremos. Como recordaba José Saramago en Ensayo sobre la ceguera, todas las vidas se acaban antes de tiempo. Y aunque la vida de las víctimas del amianto es ya de por sí más corta, puede acabarse cualquier día imputada como una más de las muertes de la pandemia que nos asola. Una vez más serán víctimas ignoradas.
Manuel Peinado Lorca, catedrático de Universidad. Departamento de Ciencias de la Vida e Investigador del Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos, Universidad de Alcalá y responsable del Grupo Federal de Biodiversidad del PSOE.
José Miguel Sanz Anquela, profesor Asociado en Ciencias de la Salud. Departamento de Medicina y Especialidades Médicas, Universidad de Alcalá. Actúa ocasionalmente como perito médico judicial en litigios por amianto, en defensa de las víctimas.

Fuente: https://rebelion.org/el-coronavirus-oculta-la-pandemia-secreta-del-amianto/

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