jueves, 21 de mayo de 2020

“Nos fuimos dando cuenta de que lo último que se llevan en sus cosechas es nuestra salud, porque la prioridad es eliminar antes a su peor ‘maleza’: la memoria, la cultura, la identidad. Tienen en claro que un pueblo desheredado es un pueblo de rodillas y sin capacidad de defenderse. Entonces comprendimos que la única manera de defendernos era rebrotando lo que fuimos, lo que somos. Todas las ‘buenezas’ posibles: los saberes campesinos, la palabra, la salud, semilla, los aromas, colores, diversidad, abrazos y todo aquello que nos fortalecía y fortalece como sociedad”.

Argentina. Agricultura ancestral: El desafío de labrar la memoria

Por Nicolás Esperante Alonso, Resumen Latinoamericano 20 de mayo de 2020

#QuéAgroecologíaNecesitamos | La experiencia de Desvío a la Raíz, colectivo que desde hace quince años apuesta por un intercambio saludable y justo, contra la imposición del agro industrial. La lucha por ser labradorxs (y no juntadorxs para el agronegocio), y el reto de recuperar una palabra robada: Agricultura.

Entrevista con Jeremías Chauque.
En el corazón frutillero de la provincia de Santa Fe, a unos 35 kilómetros de la capital provincial, se encuentra la localidad de Desvío Arijón. Para el año 2006 el agronegocio ya había irrumpido en la zona con su lógica de acaparamiento, sembrando transgénicos y fumigando agrotóxicos sobre los campos y sobre la vida del pueblo. Las consecuencias fueron las de siempre: enfermedades relacionadas a la exposición del veneno, precarización, pobreza y éxodo campesino. Con empresarixs y políticxs pregonando la necesidad de adaptarse al progreso, hubo quienes en el pueblo entendieron que el desvío tenía que ser hacia otro lado: para pensar en el futuro, la agricultura tenía que encontrarse en lo profundo de la propia historia. “Nos fuimos dando cuenta de que lo último que se llevan en sus cosechas es nuestra salud, porque la prioridad es eliminar antes a su peor ‘maleza’: la memoria, la cultura, la identidad. Tienen en claro que un pueblo desheredado es un pueblo de rodillas y sin capacidad de defenderse. Entonces comprendimos que la única manera de defendernos era rebrotando lo que fuimos, lo que somos. Todas las ‘buenezas’ posibles: los saberes campesinos, la palabra, la salud, semilla, los aromas, colores, diversidad, abrazos y todo aquello que nos fortalecía y fortalece como sociedad”. El llamado al pueblo no tardó en hacerse escuchar. “Desvío a la Raíz, una manera de conjugar el nombre del pueblo, Desvío Arijón, con la urgencia de organizarnos y salir a transitar el camino de regreso, el de la memoria, a Avanzar retrocediendo.” El proceso de cambio fue duro. Al salir a responder contra el avance del modelo sobre el pueblo comenzaron las persecuciones, amenazas, causas penales y detenciones,y se encontraron con más obstáculos que la simple agresión de las fumigadoras, “porque el engranaje de este modelo productivo funciona con varios actores cómplices: Estado, universidades, medios de prensa, corporaciones… lo padecimos y lo vivimos en carne propia”.
Desvío a la Raíz se reconoce de identidad campesina indígena, y cuenta con treinta familias entre el campo y la ciudad. “Nuestrxs compañerxs son lxs que habitualmente padecen la explotación dentro de los campos, lxs que cosechan frutilla por $2,50 el kilo, lxs que se cargan la mochila y tienen que fumigar con 40 grados de temperatura, en alpargata y remera, y lxs que pasaron de ser agricultorxs a juntadorxs empobrecidxs de frutilla, porque el agronegocio es efectivo y no perdona; cuando reaccionás te das cuenta de que dependés de patrones, estás empobrecidx, cargás alguna enfermedad, y no tenés en claro cuando fue que dejaste de tener tu semilla, tu huerta, tus animales. Somos la Agricultura de Patio, de baldío, de la vía, porque los procesos comienzan ahí: en el lugar que tenemos a mano, con nuestrxs hijxs jugando alrededor, reencontrándonos, volviendo a hablar de lo que fuimos, compartiendo saberes, historias, dolores, alegrías, semilla, animándonos a hacer un surco, una y otra vez hasta que surja la expresión digna de volver a ser, de comprender la función fundamental de una familia campesina en el campo: ser guardianxs de la soberanía. Y es ahí cuando el patio no alcanza, cuando ya pasamos a media, una, dos, tres hectáreas. Cuando comenzamos a rebrotar”.
Hoy, los patios de Desvío abastecen a familias del pueblo y a más de 200 familias de la ciudad de Santa Fe. Sostienen ferias campesinas de Agricultura Ancestral en toda la provincia y nutren a otras ferias con producción de alimentos sin agrotóxicos, sin patrones y sin intermediarios. También recorren universidades, escuelas, encuentros y otros espacios que quieran conocer la experiencia, con la propuesta de que en la ciudad también despierte la memoria de la tierra, encontrando una recepción positiva: “No tenemos clientes, tenemos familias compañeras que son parte, que eligen apoyar a una familia campesina, que nos dan una mano en la distribución, que ponen sus casas cuando vamos a la ciudad, que amadrinan la semilla campesinaTambién, a través de los Laboratorios Campesinos, tratamos de sumar al saber que ya tiene nuestra gente, pero con herramientas que nos permitan comprender cómo regenerar un suelo herido de muerte por el monocultivo, maquinaria pesada, fungicidas, herbicidas y nematicidas. Hoy una familia campesina sabe cómo remineralizar, regenerar, solubilizar minerales, devolverle la biología a un suelo, mejorar genéticamente la semilla propia. Comprender que la enfermedad muchas veces viene en el agrónomo que llega al campo”.
En Desvío no se habla de agroecología: se entiende que diferenciar la agricultura de las prácticas saludables de la tierra es, en cierta forma, dar por perdida una batalla. Aparece, en cambio, el término Agricultura Ancestral. “La definición nos permite también recuperar la palabra ‘Agricultura’, cooptada por las agrocorporaciones, porque saben de su fortaleza social y política, como hacen también con las palabras ‘Campo’, o ‘Medicina Tradicional’. Son profesionales de la confusiónCuando decimos Agricultura Ancestral definimos nuestra labor como agricultorxs de soberanía y memoria. En un encuentro que tuvimos acá en el pueblo, reunidxs alrededor del fogón de las historias, desde la palabra de unas abuelas comenzaron a rebrotar semillas; momentos, por ejemplo, en donde el pueblo, en temporada de frutilla, se vestía de olor, de sabores, de colores a frutilla. Se cree que han extinguido a más de 4 variedades que se producían tradicionalmente acá, como la variedad Corondina. Hoy la frutilla que se produce es la que impuso el agronegocio, la que llega al mercado y a las casas con 30 agrotóxicos detectados. Entonces comprendimos que no es casual que la frutilla ya no tenga ni aroma ni sabor: el olor es subversivo, y el objetivo es secuestrar y desaparecer todo aquello que nos conecte y reconecte con la posibilidad de comprender qué nos está pasando y, por sobre todo, cómo modificarlo. Y en este desafío de labrar la memoria, de devolverle el protagonismo a los y las sabias del monte, nos pasa que, cuando hablamos de agroecología, los y las abuelas campesinas no saben qué es. Cuando recorremos comunidades Mapuche Aonikenk, Qom, Nozlamel, no la conocen ni la reconocen. Entonces nos preguntamos ¿desde dónde, con quién, cómo, para quién estamos proponiendo generar un cambio? ¿Por qué la mayoría sabe quién es Basil Bensin o Bill Mollison, pero nunca escucharon la palabra de monte, de viento, de río, de mi papay Rosalía Ñancupe, o Nicolasa Quintremán? ¿Estamos dispuestxs a descolonizarnos como principal labor labradora?”
La palabra crea identidad, cimenta y forja sentido. “Los pueblos originarios ¿fuimos parte de la construcción de este nombre? Si la sociedad rural, Grobocopatel, Aapresid ya hablan de agroecología, ¿cuál va a ser el nuevo nombre que vamos a tener que inventar para volver a definir lo que fuimos? ¿Qué va a pasar cuando el agronegocio termine de cooptarla? ¿Soberanía o ecocapitalismo agroecológico? ¿Por qué ya se habla de agroecología extensiva, cuando la gran mayoría de los y las que alimentamos los pueblos y ciudades tenemos graves problemas de acceso a la tierra? ¿Cuáles son los riesgos de avanzar con estas y tantas preguntas más sin respuestas? La pelea también es conceptual: una palabra puede dar muchas respuestas. El agronegocio lo sabe, nosotres también. Con mucho respeto y humildad sumamos estas miradas y nos reconocemos en la labor de valiosxs compañerxs que asumen la agroecología como el camino. Si construir y reconstruir modelos productivos nos hermana, nuestro color de piel va ser el mismo. De tierra, con sangre y savia surcando nuestros cuerpos, con mujeres dando a luz la semilla y con la misma identidad de Monte. Ese es el desafío de unx verderx agricultorx de soberanía y derechos”.
Este tránsito por la memoria dio sus frutos. Hoy Desvío Arijón es un pueblo rural libre de fumigaciones terrestres y aéreas, gracias a la organización y el fortalecimiento de los espacios colectivos. Desvío a la Raíz es parte de las organizaciones creadoras del Paren de Fumigarnos, de la Marcha Plurinacional de los Barbijos, de la Secretaría de Derechos Humanos y Pueblos Originarios de CTA dlT, del Foro Agrario Soberano y Popular, de Agrisalud 2030. También impulsaron la Red de Agricultura Ancestral en la provincia de Santa Fe y en otras provincias del país, Paraguay y Chile. Conforman, junto a UTT, Aguapey y el Espacio de Ambiente y Cambio Climático de CTA dlT, el EPAS (Equipo de Producción, Ambiente y Sociedad) “como respuesta a las necesidades que también el Coronavirus pone como prioridad: rediscutir y rediseñar modelos productivos locales y sociales de acceso a alimentos y producción sin agrotóxicos”.
Cuando Desvío a la Raíz comenzó su camino, hace casi quince años, el futuro era tan incierto como aquel presente. Hoy asoma un panorama diferente. “Podemos decir que el presente nos encuentra organizadxs, con semilla en la mano, con compañeras empoderadas, brotando y rebrotando por todos lados, despacito pero sin pausa, listxs para avanzar sobre los periurbanos de nuestros pueblos, con un agronegocio al que cada vez le cuesta más esconder el saqueo y el envenenamiento. Porque somos parte de cientos de voces y corazones que defienden la Madretierra, y que están sosteniendo sus procesos en sus territorios. Porque el desvío a la raíz es inminente. Así nos enseñaron nuestras papay (abuelitas) en un Wiñoy Tripantu, cuando la Madretierra vuelve a comenzar el ciclo vital de la vida”.
Este artículo es parte del proyecto «Profundizando debates sobre experiencias agroecológicas para la soberanía alimentaria» realizado con el apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo. 
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Contacto con Desvío a la Raíz – www.facebook.com/desvioalaraiz/
Artículo por Nicolás Esperante Alonso  – nicolasesperante@gmail.com
Ilustración de María Chevalier – www.dibujoschevalier.wixsite.com/mariachevalier
biodiversidadla.org/Agencia-de-Noticias-Biodiversidadla/Agricultura-ancestral-el-desafio-de-labrar-la-memoria

https://www.resumenlatinoamericano.org/2020/05/20/argentina-agricultura-ancestral-el-desafio-de-labrar-la-memoria/

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