martes, 21 de abril de 2020

"Es posible que recuperemos la capacidad de pensar por nosotres mismes y asumamos la responsabilidad de ponernos manos a la obra para construir una sociedad donde se armonice lo colectivo con lo individual, lo personal con lo social. Es posible que asaltemos el protagonismo en la toma de decisiones, apoyándonos en esas voces que nos cuentan la verdadera historia y no el relato. Es posible que fortalezcamos el desarrollo de los movimientos y las organizaciones sociales que prefiguran una vida mejor ".

¿Y después de la cuarentena… Qué?

9 de abril de 2020
La inaudita imposición del “aislamiento social, preventivo y obligatorio” nos interpela y nos deja el tiempo necesario para que reflexionemos sobre la situación de la sociedad actual y nos cuestionemos seriamente en manos de quiénes dejamos los destinos de millones y millones de personas de carne y hueso, las cuales tenemos escasa o nula participación en la toma de decisiones sobre temas de vital importancia para nosotres y el planeta. Relato versus realidad y dos hipotéticos escenarios para cuando volvamos nuevamente a las calles.

Por Iván Fierro (ANCAP).

En vistas de los desalentadores pronósticos sanitarios y económicos que vienen lanzándose desde el poder concentrado (léase financistas, gobernantes, empresaries y medios masivos), resulta indispensable un replanteo de nuestra actitud, no ya solamente como clase, pueblo, país o sociedad, sino como especie en peligro de autoextinción, frente a una realidad sociopoliticoeconomicosanitaria en franco deterioro, de la cual somos todes responsables.
Claro está que los grados de responsabilidad varían según el rol que cada une ocupa en la sociedad en que le toca vivir. A la vista salta que un trabajador/a, “formal” o “informal” no tiene la misma capacidad de insidir en la realidad social que un Trump, un Jimpin, una Merkel, un Bolsonaro, un Putin o un Jhonson. Pero es precisamente esa condición de trabajadores la que debería empujarnos a tomar cartas en el asunto para asumir nuestro protagonismo en la escena del mundo por venir, cuando nuestras vidas vuelvan a la “normalidad” luego del terremoto económicosocial provocado por el poder concentrado, achacado al covid-19 y ejecutado (en muchos casos inconscientemente) por la inmensa mayoría de la población mundial. Y esto es así porque con nuestra cotidiana e invisibilizada labor damos movimiento a un sistema del cual somos carne, sangre, músculo y nervio.
El desconcierto general ocasionado por la saturaciòn de información con la que nos atragantan es tan efectivo para el cumplimiento de la cuarentena como la virtual imposición del estado de sitio o la militarización de los barrios populares, sin embargo el aislamiento terminará en algún momento y deberemos volver a interactuar en la vida real, en condiciones vinculares nuevas.
Mientras tanto, por redes sociales y medios masivos se distribuye el relato oficial de este fenómeno histórico llamado “crisis del coronavirus” y se intenta moldear el sentido común mediante el terrorismo informacional que atribuye el desastre y la posterior implantación de las nuevas reglas del juego a un enemigo invisible, misterioso y desconocido, pero nada se dice de las exorbitantes ganancias que acumularon, acumulan y acumularán bancos, financieras y empresas transnacionales a costa de reducir a las personas a las nuevas formas de esclavitud que necesitan imponernos para que les cierren los números sin perder sus privilegios.
Tampoco se habla, desde el poder concentrado, de las 650.000 muertes anuales por causa de las falencias de los sistemas de salud para atender los distintos tipos de gripe que enferman, sobre todo, a personas empobrecidas en todo el mundo, ni de las 25.000 muertes diarias ocasionadas por la codicia generadora de hambre.
Además de adjudicar el descalabro a la “pandemia”, se pretende, siempre desde el poder concentrado, introyectar en la población la idea de que la solución del problema depende de las medidas preventivas y/o paliativas que tomen tales o cuales gobiernos/gerentes; agudizando con esto el síndrome de Estocolmo que sufre un alto porcentaje de la humanidad y hace que las personas se enamoren de sus verdugos. De esta manera se intenta endiosar en las psiquis a les complices de los crímenes de lesa universalidad que vienen perpetrando les que diseñan políticas económicas cuyas consecuencias, hasta hoy, no han sido otras que: la extinción paulatina y/o acelerada de miles de especies vegetales y animales; la proliferación de enfermedades nuevas y no tan nuevas; la pauperización de las condiciones de vida de los sectores desfavorecidos; la reproducciòn exponencial de la explotación y la dominación de unes por otres; la decadencia moral de la especie humana; el envenenamiento del aire, el agua y el suelo, entre las más evidentes. !Sì! ¡Gobernantes, empresaries y financistas, al apoderarse de los Estados y sus poderosos instrumentos de manipulaciòn psicológica , así como también de esas fábricas de sentido común llamadas medios masivos de comunicación y redes sociales, bregan por convencernos de que si les hacemos caso y cumplimos con las leyes que elles dictan, saldremos airosos de esta crisis que tiene orígenes humanos mientras pretenden vendernosla como Divina!
Sin embargo, otras voces suenan en esta cacofonía y transmiten una versión más racional y verídica de los recientes sucesos que concentran la atención del mundo.
Aunque con mínima amplificación, estas voces cuentan la historia de manera mucho más creíble al identificar a les responsables materiales y mortales de este tremendo lío y visibilizar cómo fue que llegamos a todo esto.
Estas voces nos hablan de extractivismo, de capital financiero, de consumo irresponsable, de desigualdades sociales, de modos de producción dañinos, de patrones, de usureros, de capitalismo, de explotación , de la industria de la guerra, de deforestación, de desertificación de los suelos, de enfermedades causadas por la industrialización de la vida, de miseria planificada, de la contaminación del aire y el agua, de minería a cielo abierto, de fracking, de siembra directa, de semillas transgénicas, de monopolios, de guerras comerciales, de privatización de los servicios esenciales, de glifosato, de combustibles fósiles , de represas hidroeléctricas, de pruebas nucleares, de deudas externas, de fondos buitres, de uberización del empleo, de sociedades off shore, de FMI, de Banco Mundial, de Club de París , de dólar oficial, azul o rojo, de bitcoins y monedas virtuales, de IBM, de Amazon, de Google, de Facebook, de Barrick Gold, de Singenta, de Monsanto-Bayer, de Grovocopatel, de Sociedad Rural, de Chevrón, de Shell, de Mercado Libre, de Uber, de Techint, de Lever, de Pepsico, de Coca Cola, de Mac Donald, de Arcor, de La Serenísima,de Carrefour, de Jumbo, de Disco, de Coto, de La Anónima , de Rockefeller, de Rostchild, de Bill Gates,de Benetton, de grupo Macri, de grupo Clarìn y sus asalariades, de Fortabat, de Pérez Compan, de Bulgheroni, de Roca, de Martìnez de Hoz, de Mitre, de Anchorena, de Peña Brown, de Bulrich, de Caputo, de Prat Gay, de Sturseneger, de Ledezma, de Blaquier, de Menéndez Behety, de Blanco Villegas, de dictaduras militares, de gobiernos títeres, de represión a las protestas sociales, de imperialismo, de gatillo fácil, de grupos parapoliciales, de corrupción gubernamental, de patriarcado, de neoliberalismo, de reformas y ajustes contra les trabajadores, , de espionaje contra las organizaciones populares, de persecución contra militantes sociales, de “Proyectos X”, de control social, de servicios de inteligencia para la represión interna y un largo etcétera .
También nos hablan (y no sólo con palabras) de organización y poder popular, de resistencias colectivas, de soberanía alimentaria, de agroecología, de cooperativismo, de socialización, de redistribución, de reforma agraria y habitacional, de cuidado del medio ambiente, de respeto a la diversidad, de equidad de géneros, de solidaridad, de movimientos sociales, de comunicación alternativa, de sanas rebeldías debidas, de fábricas recuperadas por sus obreres, de autogestión, de educación libertaria, de bachilleratos populares, de preservación de la naturaleza, de desmercantilización de las relaciones humanas, de comunas agrarias, de trabajo no alienante, de la sabiduría de los pueblos originarios, de buen vivir, de medicina ancestral, de consumo responsable, de energías alternativas, de bio construcción de viviendas, de intercambio directo entre productores y consumidores, de espacios culturales, de clubes de barrio, de amor libre, de ancianidad digna, de niñez respetada, de plenitud humana y otro largo etcétera .
Así las cosas y frente a estas dos visiones del estado de la sociedad actual, urge la necesidad de tomar partido en esta pugna entre realidad y relato cuyo resultado configurará y condicionará nuestro futuro como especie.
Si se impone el relato oficial es altamente probable que se profundice el deterioro de la calidad de vida en todo el planeta y el proceso de destrucción del ambiente se torne irreversible, ya que las nuevas tecnologías, en manos del poder concentrado, agravarán el capitalismo extractivo y consolidarán el sistema de dominación fìsica, moral, intelectual y espiritual, por medio de los dispositivos de control de subjetividades (llàmense celulares, tablets, smartphones, i pods, netbooks, notebooks,computadoras, plasmas, televisores, radios, diarios, revistas, etcétera ). a los cuales es muy difícil sustraerse o escapar.
Es probable que, si se logra instalar el relato oficial, se extreme la caída del salario real por medio de la inflación artificial de los precios o reformas de emergencia y, nuevamente, les asalariades (por más altos sueldos que perciban) sean quienes paguen la fiesta del poder concentrado.
Es probable, también, que se agudice la guerra social encubierta y se agigante la represión estatal, ya que la inmensa mayoría de los estados se encuentran, directa o indirectamente, en manos de quienes poseen las grandes fortunas generadas por el pueblo trabajador.
Es probable que esa represión sea selectiva y personalizada ya que el poder concentrado ha acumulado detallados perfiles personales de cada une de nosotres, cedidos cándidamente, a través de esos dispositivos de control de subjetividades.
Es probable que crezcan las tensiones entre los estados y que cada uno de éstos recicle políticas y personajes ya agotades en pos de capear el temporal y tomar partes leoninas en la rapiña de la madre tierra, generando con esto una escalada de violencia internacional y la reedición de fenómenos macabros como lo fueron el nasismo y el fascismo.
Es probable que la crisis alimentaria en ciernes se desate impiadosa sobre gran parte de la población mundial, la cual no tiene acceso a otra forma de abastecimiento que la adquicisión de productos en locales comerciales dependientes de las grandes cadenas de supermercados.
Es probable que surjan nuevas y más graves pandemias que diezmen a la humanidad sin que por esto al poder concentrado se le sacudan los cimientos, ya que para él somos todes prescindibles gracias a la informatización de los empleos y la inteligencia artificial.
Es probable que se recrudezcan la atomización social y la rotura de vínculos afectivos debido a la exacerbada mercantilización de las relaciones humanas.
Es probable que, en definitiva, percibamos ingenuamente que esta inminente debacle es inevitable, cuando en realidad está en nuestras manos torcer el destino al que artificiosamente nos empuja el poder concentrado con toda su parafernalia de pantallas y “vida” virtual.
Pero también es posible que protagonicemos otra historia.
¡Sì! ¡Es posible que retomemos saberes y experiencias ancestrales y aprovechemos los avances científicos y tecnológicos para asumir la lucha que se nos impone!
Es posible que rompamos los aislamientos (el legal y el virtual) y dialoguemos sin mediadores con nuestres pares, sobre asuntos verdaderamente importantes como pueden ser: la recreación de la vida, el acceso a la tierra y la vivienda en armonìa con la naturaleza, la desaparición real de las inequidades y las iniquidades sociales, la regeneración de vínculos comunitarios sanos, el fortalecimiento de la producción para satisfacer las necesidades reales y no las impuestas por el mercado,etcétera .
Es posible que la vuelta a la normalidad no sea a la “normalidad” de seguir trabajando y comprando inconscientemente (por que con ello solo fortaleceremos al sistema que nos arrastra en su caída por medio de amarras mentales), sino a una nueva, donde lo normal sea la cooperación y el apoyo mutuo y la valoración real de los bienes comunes.
Es posible que recuperemos la capacidad de pensar por nosotres mismes y asumamos la responsabilidad de ponernos manos a la obra para construir una sociedad donde se armonice lo colectivo con lo individual, lo personal con lo social.
Es posible que asaltemos el protagonismo en la toma de decisiones, apoyándonos en esas voces que nos cuentan la verdadera historia y no el relato.
Es posible que fortalezcamos el desarrollo de los movimientos y las organizaciones sociales que prefiguran una vida mejor en la cual no impera la fòrmula del “sálvese quien pueda” y si la comunión para alcanzar un futuro digno para todes.
Es posible, y de nosotres depende, que triunfe la realidad sobre el relato, que identifiquemos a les culpables del actual apocalipsis humano y nos comprometamos a enfrentarles, sabiendo que eso no será una tarea fácil ya que deberemos emprender una lucha de doble frente. Uno externo, contra todas las formas del poder concentrado. otro interno, contra nuestras propias subjetividades condicionadas por la “información ” introyectada  a través de los dispositivos de control de los que quieren hacernos dependientes.
Es posible que salgamos de esa tácita complicidad con el sistema que nos convierte en víctimas y victimarios y genera una esquizofrenia colectiva solo redituable para quienes pescan en río revuelto.
Es posible que este “aislamiento social, preventivo y obligatorio” no nos obligue a aislarnos para prevenir las enérgicas medidas que deberán adoptar los pueblos si pretenden neutralizar a les culpables de inducir a la humanidad al suicidio global.
Es posible que, al salir de la cuarentena, nos estrechemos con nuestres hermanes de infortunio y apuntemos todas nuestras energìas contra les enemigues del género y de la naturaleza.
Es posible, y urgente, que además de ser sangre, carne, músculo y nervio, seamos también cerebro.

Fuente: https://www.anred.org/2020/04/09/y-despues-de-la-cuarentena-que/

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