jueves, 30 de enero de 2020

Responsabilicémosnos por no dejar nuestra alimentación en manos de las grandes corporaciones y apostar de forma decidida por las personas y los territorios que están haciendo realidad la transición hacia un modelo agroalimentario productivo y sostenible.

La transición hacia

otro sistema alimentario







En distintos lugares repartidos por el Estado español hay personas que se están organizando desde hace mucho tiempo en torno a iniciativas que podrían denominarse de forma académica como Sistemas Alimentarios Territorializados (SAT) . 



Se trata de experiencias que reúnen un triple criterio de proximidad a lo largo de la cadena alimentaria:
·                             Apuestan por la producción primaria local.
·                             Enlazan la producción primaria y la industria agroalimentaria.
·                             Acercan la producción y el consumo a través del fomento de los canales cortos de comercialización.
Su existencia demuestra que la transición alimentaria está en marcha y que el sistema convencional ha colapsado; sin embargo, es preciso preguntarse acerca de su viabilidad y de las problemáticas que afrontan estos proyectos (huertas, cooperativas de consumo, restaurantes, obradores, mercados agroecológicos, etc.).
Un camino plagado de obstáculos
"Una de las principales dificultades que encuentran estos proyectos es alcanzar la sostenibilidad, no solo económica sino también personal."
Pese a que muchas de ellas son casos de éxito y tienen un alto potencial de replicación, lo cierto es que en general las iniciativas SAT presentan algunos problemas comunes:
En primer lugar, suelen ser iniciativas poco conocidas, incluso entre ellas mismas. Cada territorio cuenta con diversas formas de articulación local que tratan de dar fuerza a las experiencias y aglutinar esfuerzos para allanar los posibles obstáculos. Los Sistemas Participativos de Garantía serían un ejemplo. Hasta la fecha se han llevado a cabo pequeños trabajos de identificación y de coordinación, pero no se ha hecho una labor exhaustiva para explorarlas, trabajar en red e indagar sobre las herramientas necesarias para su multiplicación. Para dar visibilidad al movimiento de transición que está en marcha en el ámbito estatal, varias organizaciones han trabajado en el último año y medio en la identificación y el mapeo de las iniciativas existentes.
Otra de las principales dificultades que encuentran estos proyectos es alcanzar la sostenibilidad, no solo económica sino también personal. El desarrollo de herramientas de apoyo en esta línea se hace necesario y en este ámbito destaca el trabajo impulsado por URGENCI y Ecologistas en Acción para buscar de forma colectiva estrategias efectivas para compaginar la vida personal y laboral de una manera sostenible. Algunas iniciativas, como Terra de Pa en València o Apeztegiberriko Denda en Jauntsarats (Navarra), han dedicado espacio y reflexión a la incorporación de los cuidados en el día a día, poniendo en valor el hecho de cuidar a las personas que forman parte del equipo de trabajo como un elemento tan imprescindible como la viabilidad económica. Es necesario poner de relieve que para valorar la sostenibilidad de estas iniciativas se debe considerar no solo su éxito económico, sino también sus impactos positivos, dado que no solo generan beneficios propios si su actividad económica funciona, sino que benefician en gran medida al entorno y a la economía local del territorio donde se ubican, que generalmente es rural.
En tercer lugar, una amenaza más que se debe considerar es el creciente interés de la gran industria por el sector ecológico. Las pequeñas iniciativas no pueden competir en precio y visibilidad con los productos ecológicos que cada vez están más presentes en los lineales de grandes supermercados. Relacionado con esto, se destaca la importancia de elaborar una buena estrategia de comunicación. Sin embargo, a menudo la comunicación tanto interna como externa es deficitaria y no alcanza sus objetivos. Para llegar a las personas consumidoras, apuestan por diferenciarse y poner el foco en los valores de la pequeña producción: calidad del producto, cuidado del medio ambiente, desarrollo local, confianza, trato cercano, bienestar animal, etc. El apoyo de los movimientos sociales locales es fundamental.
Finalmente, existe una clara brecha entre la gestión política alimentaria y el sector de la pequeña producción-transformación-distribución. A pesar de que en los últimos años se han puesto en marcha distintos procesos participativos en relación con la gestión del sistema alimentario en algunos municipios del Estado español, son muy pocas las iniciativas que participan en las estructuras públicas de participación creadas por las administraciones (Consejos alimentarios, procesos de creación de estrategias alimentarias, etc.). Estos espacios revisten cierta importancia por su potencial para generar redes de apoyo efectivas que generen soluciones a las principales problemáticas compartidas. En este sentido, cabe valorar como positiva la existencia de entidades y organizaciones sociales que llevan a cabo proyectos de apoyo al sector productivo y de transformación, y que pueden servir de puente entre los procesos impulsados desde lo público y el trabajo local desarrollado por las iniciativas.
El camino hacia una verdadera transición agrícola y alimentaria
"Es necesario que las Administraciones públicas se involucren y que favorezcan cambios normativos para que la legislación se adapte a la realidad de las pequeñas iniciativas del sector agroalimentario."
El proceso de transición agroalimentaria arrancó de manera decidida en el ámbito estatal en 2015, fruto entre otras cosas, del lanzamiento a escala global del Pacto de Políticas Alimentarias Urbanas de Milán. Varias ciudades como València, Zaragoza, Valladolid, Madrid o Barcelona ya han puesto en marcha procesos de análisis y propuestas de acción para mejorar la alimentación de la ciudadanía. El surgimiento en 2016 de la Red de Ciudades por la Agroecología también ha permitido a las entidades locales abordar los procesos de transición alimentaria de forma compartida.
Pero para hacerlo realidad, es necesario que las Administraciones públicas se involucren y que favorezcan cambios normativos para que la legislación se adapte a la realidad de las pequeñas iniciativas del sector agroalimentario. En el Estado español, varias entidades están trabajando en la incidencia política, favoreciendo avances en distintas políticas locales que han permitido la flexibilización de la normativa higiénico-sanitaria, la adaptación de las guías de buenas prácticas en la transformación, la creación de obradores compartidos, etc. También es necesario acompañar de manera práctica a las iniciativas ya existentes para que puedan consolidarse y escalar su modelo.
Sin duda, estamos ante un momento crucial para consolidar el camino emprendido. El cuestionamiento del sistema agroalimentario establecido no tiene vuelta atrás, y está en nuestras manos trabajar para que las iniciativas en marcha sean sostenibles y puedan vivir dignamente con su trabajo. Es una responsabilidad de todas no dejar nuestra alimentación en manos de las grandes corporaciones y apostar de forma decidida por las personas y los territorios que están haciendo realidad la transición hacia un modelo agroalimentario productivo y sostenible.
http://www.biodiversidadla.org/Noticias/La-transicion-hacia-otro-sistema-alimentario
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