jueves, 12 de diciembre de 2019

"Tenemos que revertir esta brutal idea y crear un nueva concepción moral. No necesitamos reclutar un ejército para conquistar la tierra, sino una auto organización para salvar el planeta , el único lugar del hábitat humano. Esto solo se puede lograr a través de un combate intransigente por la sostenibilidad ecológica y por una igualdad sustantiva que recupere los bienes comunes mundiales".

Emergencia climatica: 

¿reforma o revolución?

6 diciembre, 2019

Por John Bellamy Foster, Profesor de la Universidad de Oregon , Estados Unidos.

Hoy estamos observando lo que parece ser el comienzo de una revolución ecológica, un momento histórico diferente a cualquier otra experiencia de nuestra historia reciente. Tal como Naomi Klein sugiere en su nuevo libro “On Fire”, no sólo el planeta está ardiendo, sino que se está alzando un movimiento posiblemente revolucionario como respuesta.  
La gran cantidad de protestas por el cambio climático*** durante el último año se ha debido en alguna medida a la toma de conciencia que provocó el informe del organismo creado por las Naciones Unidas denominado “ Panel Intergubernamental del Cambio Climático” (IPCC). Este documento de expertos revela que si las emisiones de dióxido de carbono se mantienen en el nivel actual, el mundo obligatoriamente deberá disminuir en un 45 por ciento las emisiones antes de el 2030 para llegar a cero el 2050.
Según este informe una reducción drástica de las emisiones contaminantes es la única posibilidad que tiene la humanidad para evitar la catástrofe ambiental que producirá el aumento de 1.5ºC de la temperatura global del planeta.  
En el último año, un número incalculable de personas se ha dado cuenta de que para alejarse del precipicio, es necesario un cambio socioeconómico acorde con la delicada crisis del “sistema de la tierra”. En un breve lapso el movimiento estudiantil de la “huelga climática”, las protestas de los jóvenes, el Movimiento Sunrise y el llamado New Deal Verde han impulsado la lucha ambiental en los estados capitalistas avanzados.
Este combate está adoptando posiciones cada vez más radicales. El cambio de sistema – y no solo el combate contra el cambio climático  – se está convirtiendo paulatinamente en el mantra en los movimientos ecológicos en los Estados Unidos
Hasta ahora el movimiento ha sido mayoritariamente  reformista. Su programa buscaba cambiar las inversiones capitalistas en una dirección “consciente con el clima”. De hecho, la gran marcha de Nueva York en 2014, organizada por el Movimiento por el Clima, se dirigió al lugar donde se reunían los grandes empresas que negociaban los términos de los acuerdos climáticos.
Ahora, organizaciones como Extinción-Rebelión, Sunrise y la Alianza por la Justicia Climática son conocidas por su acción directa. Estos nuevos movimientos son jóvenes, audaces, diversos y puede llegar a ser revolucionario en su desarrollo. En la lucha actual por el planeta, estas organizaciones empiezan a reconocer que las relaciones de producción sociales y ecológicas deben transformarse radicalmente.
Se abre paso, no sin dificultades, la idea que sólo una transformación revolucionaria puede sacar a la humanidad de la trampa que el capitalismo le ha impuesto. Hasta la joven activista Greta Thunberg declaró en la Conferencia sobre Cambio Climático de la ONU, el 15 de diciembre de 2018: «si las soluciones dentro de este sistema son imposibles de encontrar, entonces tal vez deberíamos cambiar el sistema».

Nuevo acuerdo verde: ¿reforma o revolución?
El surgimiento de propuestas de diferente signo ha hecho que la lucha contra el cambio climático se este transformando en una fuerza aparentemente imparable. Lo nuevo en los movimientos ambientales es que el llamado Nuevo Acuerdo Verde y otros programas, que proponen unir la justicia social con la lucha ecológica
El New Deal Verde no fue originalmente una estrategia de transformación, sino más bien una propuesta reformista moderada. El término surgió en 2007 en una reunión entre Colin Hines, ex jefe de la Unidad de Economía Internacional de Greenpeace, y Larry Elliott, editor de economía del periódico The Guardian,.
Frente a los crecientes problemas económicos y ambientales, Colin Hines sugirió una dosis de gasto keynesiano, etiquetándolo como un New Deal Verde en una referencia al New Deal de Franklin Roosevelt. Entonces, Elliott, Hines y el empresario británico Jeremy Leggett, lanzaron el Grupo Green New Deal del Reino Unido.
La idea se impuso rápidamente dentro de los círculos de la política ambiental. El columnista del New York Times Thomas Friedman, comenzó a promoverlo en los Estados Unidos aproximadamente al mismo tiempo que formulaba una nueva estrategia capitalista eco-modernista.
Barack Obama avanzó una idea similar en su campaña de 2008, sin embargo, abandonó la terminología después de las elecciones de mitad de período en 2010. En septiembre de 2009, el Programa de Medio Ambiente de la ONU emitió un informe titulado Global Green New Deal , consistente en un plan de crecimiento sostenible.
Ese mismo mes, la Green European Foundation publicó una estrategia capitalista verde y keynesiana, hoy conocida como el New Deal Verde Europeo.
Todas estas propuestas – encuadradas bajo el manto de un New Deal Verde -eran creaciones políticas de arriba hacia debajo que postulan un keynesianismo verde con una planificación tecnocrática empresarial sin preocupación por el empleo y la erradicación de la pobreza; todos son proyectos de un capitalismo verde ligeramente reformista.
A este respecto, las primeras propuestas Green New Deal tenían más en común con el primer New Deal de Franklin Roosevelt (de 1933 a 1935) que fue de carácter empresarial y muy pro-negocios, que con el segundo New Deal (de 1935 a 1940) que fue consecuencia de una rebelión generalizada de la clase trabajadora de mediados de la década de 1930. En contraste, con las primeras propuestas empresariales, las últimas versiones del New Deal Verde tiene su inspiración en la gran rebelión desde abajo del Segundo New Deal de Roosevelt.
Una fuerza clave en esta metamorfosis fue la Alianza para la Justicia Climática que surgió en 2013 a través de la fusión de varias organizaciones pro-justicia ambiental . Esta alianza actualmente reúne a sesenta y ocho organizaciones que representan a comunidades de bajos ingresos y de color, comprometidas con la lucha por la justicia ambiental y una transición justa.
El concepto de una transición justa tuvo su origen en la década de 1980. Fue enunciado por Tony Mazzochi, un dirigente eco-socialista (del Sindicato de Trabajadores del Petróleo, Químicos y Energía Atómica) que propuso por primera vez construir un movimiento de justicia laboral y ambiental.
Este movimiento propuso la lucha por un “Nuevo Acuerdo Verde de los Pueblos” que supere el abismo entre las luchas económicas y ecológicas mediante una Transición Justa, más allá de la protección del clima.
Durante las campañas presidenciales del Partido Verde de Jill Stein, en 2012 y 2016, el Green New Deal se transformó en una estrategia con base popular. 
Entonces, el New Deal del Partido Verde tenía cuatro pilares: (1) una declaración que incluía derechos laborales, empleo seguro, atención médica, educación universitaria gratuita, (2) una transición que promoviera la inversión en pequeñas empresas, la investigación y los empleos verdes; (3) una reforma financiera real, que incluía el alivio de la deuda de los hipotecados y los estudiantes, la democratización de la política monetaria, la regulación de los derivados financieros , el fin de las fondos financieros y de los rescates gubernamentales a la banca y, (4) una democracia participativa que derogaba la Ley Patriota de Bush y reducía el gasto militar en un 50 por ciento.
No hay duda sobre la naturaleza radical (y antiimperialista) del programa original del Partido Verde. La reducción a la mitad del gasto militar era la clave de este programa plan para aumentar el gasto federal en otras áreas.
En el corazón de este programa se encontraba un ataque a la estructura económica, financiera y militar del Imperio estadounidense, al tiempo que sus propuestas económicas proporcionaban veinte millones de nuevos empleos verdes.
Irónicamente, la transición verde era el componente más débil de este New Deal . Sin embargo, gran la innovación que introdujo fue vincular el cambio ambiental con un cambio social igualmente necesario.
Acuerdos Verde que no son Antiimperialistas
Pero no fue hasta noviembre del 2009 que la idea de un New Deal Verde reventó en el Congreso. Un proyecto presentado por la diputada Alejandra Ocasio-Cortez, se convirtió rápidamente en un nuevo factor en la política de Estados Unidos.
Ocasio-Cortez, que había participado activamente en la protesta de los indígenas por el oleoducto de Dakota del Norte, se comprometió en su campaña (en el Distrito 14  que representa al Bronx y parte de Queens) con el Movimiento ecologista Sunrise
La “sentada” de este Movimiento en la oficina de la Presidenta de la Cámara, Nancy  Pelosi, fue el vamos al  Green New Deal que presentó Ocasio-Cortez, y Markey.
Este proyecto señala las responsabilidades de los Estados Unidos asociando la emergencia climática mundial a «crisis relacionadas» tales como: la disminución de la esperanza de vida, el estancamiento salarial, el descenso de la movilidad entre clases sociales, la desigualdad creciente, la división racial en la riqueza y la brecha salarial de género.
Este New Deal se propone reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero a través de una «transición justa», creando «millones de empleos, promover la justicia y la equidad y terminar con la opresión a los pueblos indígenas, comunidades de color, emigrantes y sectores desindustrializados”. Plantea una «movilización nacional de recursos por 10 años», con el objetivo de alcanzar un “100 por ciento de energía a través de fuentes limpias, renovables y de cero emisiones».
Junto con oponerse a la actividad de los «monopolios nacionales e internacionales» plantea crear: una agricultura familiar, una infraestructura vehicular de cero emisiones, una red de transporte público y ferrocarriles de alta velocidad; el intercambio de tecnología relacionada con el clima; asociaciones de sindicatos y cooperativas; garantías laborales, capacitación y educación superior a la población activa; atención médica universal y protegen las tierras y aguas públicas.
A diferencia del New Deal del Partido Verde, el proyecto de Ocasio-Cortez y Markey, no se opone directamente al capital financiero o al gasto militar de los Estados Unidos y por tanto, a la expansión del Imperio.
Su carácter se limita a estimular el desarrollo económico con algunas medidas redistributivas para las comunidades marginadas con el combate contra el cambio climático mediante una “transición justa”. Pese a sus limitaciones, se puede decir que tiene un carácter “progresista”, porque si se llevara a cabo completamente se requeriría la expropiación de la industria de combustibles fósiles.
Bernie Sanders va más allá. Propone un 100 por ciento de energía renovable para la electricidad y el transporte para 2030 y una descarbonización completa para el 2050 (lo que equivale a una reducción del 71 por ciento en las emisiones de carbono en los EEUU).
El proyecto de Sanders dedica 16.3 billones de dólares a la inversión pública para terminar con los combustibles fósiles, declara la emergencia climática, prohibe la extracción en alta mar, el fracking y de carbón y ofrece una transición justa para los trabajadores y las comunidades marginadas. Destina 200 mil millones de dólares para un Fondo Verde para que los países pobres reduzcan las emisiones en un 36 por ciento para 2030.
Para garantizar una transición justa para los trabajadores, Sanders plantea «hasta cinco años de garantía salarial, asistencia a la colocación y reubicación, ayuda para la vivienda a todos los desplazados, atención médica, una pensión basada en el salario anterior y capacitación remuneradas en carreras universitarias de cuatro años.
El costo de la atención médica estaría cubierto por Medicare para todos. Se respetarían los principios de justicia ambiental para proteger a las comunidades indígenas con 1.12 mil millones para programas de acceso y extensión de tierras tribales.
La financiación provendría de varias fuentes: (1) “aumento de los impuestos sobre los ingresos de los combustibles fósiles contaminantes y de los inversores corporativos en esta área”, “aumento de las sanciones por contaminación por parte de las grandes corporaciones”; (2) «eliminación de los subsidios a la industria de combustibles fósiles»; (3) “generación de ingresos por la energía producida por autoridades regionales” (4) «recortes al gasto militar dirigido a salvaguardar los suministros mundiales de petróleo; (5) «recaudación de ingresos fiscales adicionales como resultado del aumento del empleo; y (6) «nuevos impuestos a los más ricos».
El New Deal de Sanders se distingue del proyecto de  Ocasio-Cortez en: (1) establecer un cronograma para los recortes de emisiones de gases de efecto invernadero ; (2) confrontar directamente a las grandes empresas del “capital fósil”; (3) diseñar una transición justa para la clase trabajadora y las comunidades marginadas; (4) especificar, la creación de veinte millones de nuevos empleos; (4) prohibir la perforación en alta mar, el fracking y la  extracción de carbón; (5) confrontar el papel de los militares en la salvaguarda de la economía de los combustibles fósiles; (6) destinar 16. 3 billones de dólares del presupuesto federal durante diez años para financiar este programa; y (7)  aumentar los impuestos a las corporaciones contaminantes.
A pesar de todo esto tan prometedor, el programa de Sanders todavía está muy lejos de la propuesta del Partido Verde para reducir a la mitad el gasto militar del Imperio.
Necesitamos transformaciones revolucionarias
A diferencias de la propuestas de los Demócratas la estrategia del «New Deal Verde de los Pueblos» constituye lo que en la teoría socialista se llama reformas revolucionarias, es decir, reformas que se proponen una transformación radical del poder económico, político y ecológico, y que apuntan hacia una transición del capitalismo al socialismo.
Los cambios propuestos por los eco-socialistas son una amenaza real al poder del capital. La desinversión completa en combustibles fósiles, incluidas las reservas, constituye un tipo de abolicionismo que su parecido más cercano fue la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos en 1860.
Para detener el cambio climático es necesario poner fin a la industria de los combustibles fósiles (su estructura financiera, industrias e infraestructuras relacionadas) lo que implica enfrentamiento con el poder y los poseedores de la riqueza. Para los eco-sociales un cambio verdadero solo será posible como con una profunda transformación social y ecológica.
Al respecto, en 2016  el Banco Interamericano de Desarrollo reveló que las compañías de energía perderían unos 28 billones de dólares si se reduce el uso de  los combustibles fósiles. Las corporaciones de energía, escribe Naomi Klein, «deberían dejar bajo tierra billones de dólares de sus reservas y que hoy cuentan como activos».
Los capitalistas saben desde el principio, que un
cambio realmente ecológico amenaza todo el actual orden político-económico. Una vez que la población este movilizada, todo el metabolismo de la producción capitalista será cuestionado en sus raíces, pero para que esto ocurra se requerirá una lucha de clases en progresión ascendente
Esta claro que las propuestas de los Demócratas de Estados Unidos están muy lejos de abordar la magnitud de la tarea que exige la actual emergencia planetaria actual. Sin embargo, el desarrollo de la lucha puede llegar a desencadenar una lucha revolucionaria.
Aunque algunos de los cambios planteados por los demócratas de izquierda van en contra de la lógica del capital sus estrategias tienen contradicciones insalvables en su base conceptual. Estas contradicciones están relacionadas con el énfasis que hacen en el crecimiento económico y en la acumulación de capital.
Todas las propuestas “reformistas” olvidan que para estabilizar el clima se debe imponer drásticas restricciones al capitalismo y que esto significará cambios en la estructura subyacente del actual sistema de producción. Ningún New Deal Verde considera el nivel de los residuos acumulados, en cambio, promueven irresponsablemente un crecimiento económico rápido y exponencial. En otras palabras un nuevo proceso de acumulación de capital, a pesar de que estas medidas de todas las maneras agravará la emergencia planetaria.
Como advierte Naomi Klein, un Green New Deal fracasará en proteger el planeta y en una transición justa si toma el camino del «keynesianismo climático».
Las estrategias de mitigación
A pesar de sus ambigüedades el movimiento ambiental y los New Deal están amenazando con destruir el relato político que ha liderado el PaneI Intergubernamental del Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC).
En marcado contraste con un cuidadoso tratamiento de las causas y consecuencias del cambio climático el enfoque el IPCC recomienda políticas  inspiradas en la ideología de los economistas neoclásicos que se subordinan todos los cambios a los procesos de acumulación capitalista.
Las pautas de mitigación del IPCC se circunscriben básicamente a dos dispositivos; uno, utilizar nuevos modelos informáticos (IAM) y, dos mantener la vías comerciales habituales (SPP). Estos modelos deliberadamente conservadores, descartan cualquiera alternativa que cuestione el poder de la gran empresa y hacen evaluaciones poco realistas de lo que se puede y debe hacer.
En general, los escenarios de mitigación incorporados por el IPCC: (1) suponen implícitamente la necesidad de perpetuar la hegemonía político-económica actual; (2) auspician un cambio tecnocrático basado en tecnologías que no existen o que no son factibles; (3) enfatizan los factores tecnológicos del lado de la oferta, en lugar de factores del lado de la demanda o de la reducción del consumo para reducir las emisiones; (5) dependen de las llamadas emisiones negativas, es decir capturar dióxido de carbono de la atmósfera; (6) suponen que el cambio será manejado por las élites gerenciales; y (7) postulan respuestas demasiado lentas.
A la hora de proponer soluciones realistas el IPCC recurre a las consabidas formulas mágicas (como el comercio de carbono) y a una tecnología barroca inexistente y / o irracional, Todos sus enfoques apuntan a que la sociedad siga viviendo con el modo productivo capitalista.
Los modelos de mitigación climática propuestos por este organismo de las Naciones Unidas promueve la plantación de bosques a gran escala, para después quemarlos y así para producir energía. Al mismo tiempo plantea capturar el dióxido de carbono de la atmósfera para almacenarlo en una suerte de secuestro geológico y oceánico.
En el hipotético caso que se llegara a implementar estas ideas, se requeriría una cantidad de tierra igual al territorio de dos Indias y una cantidad de agua dulce que se aproxima a la que actualmente utiliza la agricultura mundial.
La promoción de estos enfoques no son una casualidad, son ideas establecidas por el orden capitalista subyacente al que les sirven. En palabras del destacado climatólogo Kevin Anderson del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático del Reino Unido:
“ El problema es que cumplir con el compromiso de 1.5 a 2ºC exige recortes de emisiones para las naciones ricas de más del 10% cada año, un dato que va más allá de las tasas consideradas posibles con el sistema económico actual. Al parecer, para remediar este atascamiento, los modelos informáticos tienen un papel importante pero peligroso por ineficaces.
Detrás de una apariencia de objetividad, el uso de estos modelos informáticos han profesionalizado el análisis de la mitigación del cambio climático sustituyendo la política por un formalismo matemático no contextual. Dentro de estos límites profesionales, los algoritmos sintetizan modelos climáticos simples, respaldados por una interpretación económica [ortodoxa] del comportamiento humano …
Por lo general, se utilizan modelos basados ​​en axiomas de libre mercado. Los algoritmos integrados en estos modelos suponen cambios marginales cercanos al equilibrio económico y dependen en gran medida de pequeñas variaciones en la demanda resultantes de cambios marginales en los precios.
El acuerdo climático de París, por el contrario, plantea un desafío que está muy alejado de los equilibrios de la actual economía de mercado, en realidad propone un cambio inmediato y radical en todas los aspectos de la sociedad.
La realidad, enfatiza Anderson, es que “el modelo proporcionado por el IPCC son suposiciones de los economistas neoclásicos, basados ​​en los requisitos del sistema capitalista de ganancias . Estos pautas no tienen sentido en el contexto de la emergencia climática actual y son peligrosas, ya que inhiben la acción en defensa del clima con el uso de una tecnología inexistente”.
Todo el proyecto de mitigación del IPCC, explica Anderson, han sido un «completo fracaso». De hecho sus propuestas han dado como resultado que:
«Las emisiones anuales de CO2 han estado aumentado en aproximadamente un 70% desde 1990. «Y dado que los efectos de emisiones son acumulativos y no lineales, el fracaso continuo de las soluciones conservadoras para mitigar las emisiones, nos lleva a la necesidad urgente de una reforma revolucionaria del sistema. Esta no es una posición ideológica; surge directamente de una interpretación científica y matemática del acuerdo climático de París «.
Reconociendo la emergencia climática, el IPCC en su ultimo informe se aparta un tanto de sus documentos anteriores y cambia levemente el enfoque incluyendo consideraciones del lado de la demanda.
Sin embargo modelos de mitigación del IPCC, siguen siendo extremadamente limitado porque incorpora, a través de las IAM y las SSP, un crecimiento económico rápido al tiempo que excluyen toda política de contenido social.
Para algunos críticos – como Jason Hickel y Giorgos Kallis –  un enfoque medianamente realista del lado de la demanda debe obligatoriamente limitar tanto los beneficios del capital como el crecimiento económico (los beneficios llegan a solo al 0,1 por ciento de la población mundial)
El camino esta abierto
Los más probable es que en una primera etapa la auto-organización popular tendrá un carácter eco-democrática, que se delimitará a la creación de una alternativa energética unida a una transición justa. Pero este primer paso no contendrá una crítica sistemática al modelo capitalista de producción o consumo.
Sin embargo, si se logra desenmascarar el tupido velo de la ideología dominante el movimiento por el cambio climático y la lucha por la justicia social puede llevar a la gente a una concepción revolucionaria más integral,
Los “New Deal Verdes” están atados al “keynesianismo verde” porque con sus  promesas de empleos ilimitados, de rápido crecimiento y de mayor consumo hacen imposible una solución real a la emergencia ecológica planetaria.
Un New Deal Verde medianamente creíble necesita un plan concreto para garantizar que los salarios no se viertan de inmediato en estilos de vida de alto consumo que terminarán por seguir aumentando las emisiones de gases invernadero (En el mundo actual quienes tienen un bueno ingreso consumen masivamente productos- basura que desechan rápidamente).
Lo que necesitamos es una transición que establezca límites estrictos a la extracción y que simultáneamente creen nuevas oportunidades para mejorar la calidad de vida y obtener satisfacción fuera de un ciclo de consumo permanente.
El camino hacia la libertad ecológica y social requiere abandonar un modo de producción basado en la explotación del trabajo humano y en la expropiación de la naturaleza y de los pueblos; un sistema que nos ha llevado a crisis económicas y ecológicas cada vez más graves y frecuentes.
La sobreacumulación de capital bajo el régimen del capital del monopolio financiero ha convertido el desperdicio – en todos los niveles- en parte integral del sistema. Se ha creando una sociedad en la que lo que es racional para el capital es irracional para la gente y la tierra.
Este sistema fabrica una cantidad increíble de productos inútiles solo para engrosar las cuentas de las grandes corporaciones transnacionales, y de paso despilfarra los recursos naturales en todo el mundo.
Por el contrario, la producción humana y las riquezas de la tierra deben utilizarse para expandir la libertad humana y satisfacer las necesidades individuales y colectivas asegurando un medio ambiente sostenible.
En la actual crisis climática, los países imperialistas son los que producen la mayor parte de las emisiones de dióxido de carbono contaminante per capita. Además estos Estados, monopolizan la riqueza y la tecnología necesaria para reducir drásticamente las emisiones globales de carbono.
Por lo tanto, es esencial que las naciones ricas asuman la mayor carga para estabilizar el clima mundial, reduciendo sus emisiones de dióxido de carbono a una tasa del 10 por ciento o más al año..
Con un sistema imperialista que abre una brecha cada vez más grande entre los países ricos y pobres lo más probable es que el ímpetu revolucionario provenga del Sur Global, donde la crisis planetaria está teniendo efectos más crueles.
En la periferia del mundo capitalista el legado de la revolución es más fuerte. Cuba y Venezuela, por ejemplo, persisten en su camino a pesar de los despiadados ataques del Imperio
El papel de China es crucial y contradictorio. Siendo uno de los países más contaminados ha hecho más que cualquiera otra nación para desarrollar tecnologías de energía alternativa orientadas a la creación de “una civilización ecológica”.
Sorprendentemente, para la mentalidad capitalista, China goza de autosuficiente alimentaria debido a que la tierra es de propiedad social y la producción agrícola depende de pequeños productores que tienen una alta responsabilidad colectiva y comunitaria. El estado chino, y aún más del pueblo chino, será clave para determinar el destino de la tierra con la creación de una civilización ecológica.
Mientras tanto la revolución ecológica en camino enfrentará la hostilidad del sistema. En estas condiciones, la respuesta de la clase capitalista (resguardada por su retaguardia de la extrema derecha) será regresiva, destructiva y violenta
Un ejemplo es la administración de Donald Trump. Ha tratado de impedir el combate contra el cambio climático retirándose del Acuerdo de París y  acelerando de la extracción de combustibles fósiles.
En estas circunstancias solo una auténtica lucha revolucionaria, y no reformista, podrá detener la catástrofe que nos amenaza.

Una nueva era de cambios radicales
Es común en la literatura de la ideología liberal reinante, suponer que la sociedad está organizada en torno a las acciones individuales de sus componentes.
Los pensadores críticos presentan una opinión opuesta sosteniendo que los individuos son el producto de la estructura social. Una tercera visión considera que los individuos influyen en la sociedad y la sociedad influye en los individuos en un movimiento de ida y vuelta.
En contraste con estas ideas, en su mayoría liberales (que dejan poco espacio para una verdadera transformación social) la teoría marxista, estudia lo que el filósofo Roy Bhaskar ha llamado «el modo transformador de actividad social «
Para los marxistas los individuos nacen un un momento histórico particular y se socializan en una sociedad determinada (modo de producción), que establece los parámetros iniciales de su existencia. Sin embargo, estas condiciones objetivas y relaciones productivas subyacentes conllevan a la sociedad a contradicciones y crisis.
Atrapados en situaciones históricas que no son de su elección, los seres humanos, tienen espontáneamente a actuar a través de movimientos sociales (que reflejan su identidad de clase y otras identidades individuales y colectivas) para transformar las estructuras dando lugar a momentos históricos revolucionarios y rupturistas.
Al respecto Karl Marx escribió: “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen tal como quieren; no lo hacen bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo circunstancias dadas y heredadas del pasado «.
Las relaciones sociales existentes se convierten en cadenas para el desarrollo humano y en un período de crisis y de transformación se produce el derrocamiento revolucionario del sistema de producción. Marx también llamó a este proceso «metabolismo social de la humanidad y la naturaleza»
En las actuales condiciones la contradicción entre el capital y la naturaleza no tiene precedente en la historia. En la era del Antropoceno, la emergencia ecológica planetaria se superpone a una sobreexpropiación imperialista intensificada, creando una crisis económica y ecológica mundial.

La sobreacumulación del capital es el factor determinante de  la crisis ecológica porque permanentemente impulsa al capital a buscar nuevas formas de estimular el consumo para mantener las ganancias. El resultado es una suerte de “Armagedón Planetario”, que amenaza no solo la estabilidad socioeconómica, sino la supervivencia de la civilización y de nuestra  especie.
Para Naomi Klein, la explicación central es simple: «Marx escribió sobre la “grieta irreparable” que produce el capitalismo con las naturales. Un sistema económico basado en liberar los voraces apetitos del capital destruirá  los sistemas naturales de los que dependen la vida humana ”.

Esto es exactamente lo que sucedió después de la Segunda Guerra Mundial, con la gran aceleración de la actividad económica y el consumo excesivo por parte de los países ricos que nos ha llevado a la consiguiente destrucción ecológica.
La sociedad capitalista ha glorificado durante mucho tiempo el dominio sobre la naturaleza. William James, el filósofo del pragmatismo, en 1906 sostuvo que “ tenemos que reclutar un ejército preparado para conquistar y dominar la naturaleza «.
Hoy, tenemos que revertir esta brutal idea y crear un nueva concepción moral. No necesitamos reclutar un ejército para conquistar la tierra, sino una auto- organización para salvar el planeta , el único lugar del hábitat humano. Esto solo se puede lograr a través de un combate intransigente  por la sostenibilidad ecológica y por una igualdad sustantiva que recupere los bienes comunes mundiales.
*** Cronología de las movilizaciones contra el cambio climático (…)

Fuente: https://observatoriocrisis.com/2019/12/06/emergencia-climatica-reforma-o-revolu

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