lunes, 28 de octubre de 2019

"Sabemos con certeza y tenemos amplias pruebas documentando que occidente no es lo que presenta ser sino todo lo opuesto, que sus acciones exhiben un nivel de criminalidad pasmoso al punto que sorprende que siga siendo exitoso en su engaño. Es posible que esta capacidad de engañar muestre simplemente su decadencia, pruebe que ya no puede vivir en la verdad, si es que antes pudo, pero puede que sea también prueba de la incapacidad del resto del mundo de desenmascararlo, de elegir otros caminos, de vivir más cerca de la verdad y enfrentar los grandes desafíos del presente".

Occidente enmascarado
28 de octubre de 2019
Por Mario R. Fernández (Rebelión)
En Occidente vivimos rodeados de personajes, instituciones, gobiernos, países que comparten una necesidad continua de encubrir su identidad real, aparecen como algo que no son. Se trata de dar una imagen falsa construida mayormente por funcionarios, instituciones y agencias y medios de información, que forman el aparato propagandístico de un sistema muy controlado por los más ricos y sus corporaciones. Es un modelo que parte del centro occidental, Estados Unidos, y se expande hacia la periferia creando personajes públicos a su servicio que premia con lugares de preeminencia y hace hablar, instituciones mundiales y países modelos que despiertan la envidia del resto.
Uno de esos personajes públicos privilegiados por el sistema con origen en América Latina, es Michele Bachelet. Durante su presidencia de Chile, Bachelet fue presentada siempre como líder competente, persona prudente, defensora fiel de los derechos humanos, y, por supuesto, feminista. La verdadera Bachelet es muy diferente y se demostró mediocre y falsa durante su gestión pública y política. Siendo presidenta de Chile permitió la violación de los derechos humanos de numerosos miembros del pueblo Mapuche. Bachelet gobernó exclusivamente para las corporaciones y el núcleo que la rodeaba; pero, terminado su mandato presidencial fue elegida a ocupar el cargo de Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. No importó para nada el papel que la ex presidenta jugó al permitir violaciones de los derechos humanos en Chile ni que durante su presidencia cuatro Mapuche fueron asesinados -Johnny Cariqueo Yañez (2008), Jaime Facundo Mendoza Collio (2009), José Mauricio Quintriqueo Hiaiquimil y el 2014 Victor Manuel Mendoza Collio (Werken del Lof Manuel Pillan). Bachelet es responsable del amedrentamiento a niños y mujeres Mapuche, así se lo planteó en octubre de este año Onesima Lienqueo (vocera de la Red X la Defensa de la Infancia Mapuche: Infancia Libre y sin Represión) que la interpeló por “su responsabilidad política entorno a cada caso en que nuestra niñez mapuche ha vivido la violencia del Estado chileno.” No pueden quedar dudas sobre la importancia del cargo que ocupa Bachelet en la facilitación de las manipulaciones políticas en América Latina por parte de países imperialistas occidentales. Ni, sobre la complicidad de Bachelet en el caso particular de Venezuela. Su reporte, totalmente falso respecto de la situación de los derechos humanos en este país suramericano, debería ser una vergüenza para Bachelet pero simplemente comprueba quien es y como cumple con la agenda infame de gobiernos opresores, colonialistas y colonizados, para destruir el proyecto venezolano, su gobierno y su pueblo.
Entre las instituciones mundiales que colaboran dando una imagen totalmente falsa de la realidad está el Banco Mundial, siempre presentado como defensor de derechos básicos, salvador de países pobres, en campaña para la eliminación de la pobreza y campeón en la erradicación del hambre que golpea a más de mil millones de seres humanos, en especial niños, pero que en la práctica ha hecho siempre todo lo contrario. Cada año, el Banco Mundial trata de impresionar publicando un reporte extenso sobre estos asuntos que lo presenta como muy conocedor de estas realidades especialmente en el Tercer Mundo. Y, aunque el Banco Mundial representa a 188 países, unos pocos países del mundo, los más imperialistas, lo dominan. En realidad muchos de los créditos y subvenciones que el Banco Mundial extiende a los países pobres para infraestructuras son escasos y además engañosos porque benefician más a las compañías que los implementan que al país receptor. Y, en los proyectos productivos el escándalo de estos préstamos es aún mayor, pues muchas veces para implementarlos se usan conspiraciones, extorciones y crímenes que afectan directamente a la población del lugar. El Banco Mundial promueve el neoliberalismo total exigiendo privatizaciones y ajustes económicos en perjuicio directo de los pueblos de los estados que reciben sus “préstamos,” crean mayor empobrecimiento y violaciones de los derechos humanos y favorecen conceptos falsos como el de la “masificación de la clase media en el mundo”. La historia del Banco Mundial está plagada de escándalos, corrupciones y abusos en especial en sus tratos con gobiernos de dictaduras militares pero también con supuestos gobiernos liberales y progresistas.
Entre los países que dirigen las fórmulas del Banco Mundial la simulación es grande pues a muchos de ellos se los supone ricos, estelares y modelos a admirar por el resto. Hay varios ejemplos de estos países en occidente, los Países Bajos (Holanda), Noruega y especialmente Canadá entre ellos. Estos tres se presentan como sociedades que viven en verdaderos paraísos terrenales: civilizados, educados y que además luchan por la democracia del mundo, el respeto a los derechos humanos y del medio ambiente. Estas nobles causas que estas naciones persiguen y promueven son recordadas continuamente en encuestas, investigaciones y ranking. Por ejemplo, cuál es el país más feliz, más igualitario, más respetable, menos corrupto, con mejor salud, educación, el país más optimista, democrático, feliz, en fin. En las respuestas y entre los primeros puestos aparecen siempre estos tres.
La imagen que estos países presentan al resto del mundo y a sus propios habitantes es que logran soluciones a los problemas debido a su alto nivel de conciencia cívica y humanización, que les permite promover y alcanzar niveles de convivencia pacíficos, limpios de contaminación, y hacerlo respetando la integridad y el derecho de sus habitantes que no pasan hambre y gozan de buena atención médica. Además, en las ciudades de Noruega, la imagen dice, que circulan mayormente vehículos eléctricos que emiten poco ruido y nada de CO2. Algo similar sucede en ciudades como Ámsterdam y La Haya en los Países Bajos donde circulan miles de bicicletas por calles limpias y los parques muy bien conservados. Los Países Bajos y Noruega son muy privilegiados pues tienen reyes y reinas defensores de su “democracia”.
Detrás del telón otra realidad emerge, adentro y afuera de casa. En lo que respecta al impacto y al proceder de estos países en el escenario mundial respecto de otros países ninguno de ellos es ejemplo a seguir. Noruega y los Países Bajos participaron en el infame bombardeo a Yugoeslavia aun cuando era obvio incluso entonces que las justificaciones para hacerlo eran falsas; hoy han sido probadas totalmente falsas por sus propias instituciones. Tanto Noruega como los Países Bajos enviaron aviones de guerra entre marzo y junio de 1999 y durante 78 días bombardearon matando numerosos civiles, destruyendo hospitales y escuelas, infraestructuras básicas como caminos, plantas generadoras de electricidad, de tratamientos de agua y viviendas. Un abuso criminal que dejó secuelas enormes de contaminación y muerte, incluida la contaminación del rio Danubio y otros ríos, la contaminación del suelo y contaminación industrial seguida de enfermedades tóxicas y fatales que el pueblo serbio sufrió y a quien le tocó vivir aterrorizado por el castigo impuesto por estos países “civilizados”.
Nuevamente en marzo del año 2011 Noruega y Países Bajos, junto a otros 16 países cómplices, bombardean por 7 meses el territorio de Libia, realizaron 26.500 misiones de bombardeos y nuevamente crímenes contra la población civil incluido el asesinato del presidente Muammar al-Gaddafi, que fue brutal y deshumanizante y fue mostrado por la televisión. De nuevo se destruyó todo tipo de infraestructura incluyendo las de producción de petróleo y gas, dejando un desastre humano y ambiental serio que aplica a libios y a trabajadores africanos que junto con sus familias encontraban una oportunidad de mejor vida en Libia. El crimen de Libia no ha terminado se continúa en una guerra civil desbastadora al tiempo que los países responsables de su bombardeo muestran total indiferencia y no toman ninguna responsabilidad por el crimen.
El tercer país, Canadá, es una sociedad que mantiene desde los años 1950 un Estado de Bienestar que beneficia a quienes necesitan de protección social, provee educación primaria y secundaria gratuita o prácticamente gratuita, y un sistema de salud público gratuito. Aunque Canadá se presenta como defensor del medio ambiente y promotor de la ecología, enfrenta varios desastres ecológicos debido a la explotación de recursos naturales en manos de corporaciones privadas poderosas con muy limitada responsabilidad que priorizan solamente sus ganancias. En el contexto mundial y dentro del país los medios oficiales muestran a Canadá como en primer lugar del mundo en cuanto a calidad de vida y, según Amnistía Internacional, Canadá es el país que menos vulnera los derechos humanos de sus ciudadanos. Según un reporte de Oxfam (Confederación de organizaciones de ayuda humanitaria) Canadá ocupa el segundo lugar, después de Estados Unidos, en el ranking de países más solidarios del mundo. Canadá acarrea, sin embargo, la opresión colonialista y el abuso contra los aborígenes que han poblado estas tierras por miles de años, y aunque algunos aspectos de esta opresión ha sido reconocida por el estado canadiense poco se ha hecho para afrontarla y terminarla. El empobrecimiento de la población ha aumentado, por ejemplo el 20 por ciento de los más ricos poseen casi el 70 por ciento de la riqueza mientras que el 20 por ciento de los más pobres se adueña de sólo el 0,1 por ciento de esta. En 1980 había cinco vecindarios pobres en la ciudad de Toronto, hoy hay 100. Son ejemplos entre muchos otros que demuestran que los rankings que colocan a Canadá como mejor país del mundo son contradichos por la realidad.
La política externa canadiense cuenta con un prontuario extenso de intervenciones y abusos principalmente en países pobres y desprotegidos. Se trata de injerencias que obedecen a una de dos agendas: la agenda propia establecida en las últimas décadas que favorece la injerencia del gobierno para defender y promover, además de aportar pequeños subsidios, la explotación de recursos naturales por parte de compañías mineras basadas en Canadá. Son unas 1300 corporaciones mineras canadienses (el 75 por ciento del total de compañías mineras del mundo) que operan en más de 100 países mayormente en el Tercer Mundo y cuentan con apoyo diplomático y hasta encubrimiento de violaciones y crímenes de parte del gobierno canadiense, en complicidad con autoridades de los países donde se encuentra la explotación. En esencia se victimiza a quienes se oponen a sus proyectos mineros. Estas injerencias y crímenes han recibido un nivel de cobertura en algunos medios de información canadiense por lo que han salido a luz.
La otra agenda obedece a la complicidad canadiense con países imperialistas; Canadá ha jugado un papel importante en la agresión y destrucción de otros pueblos. Yves Engler, autor y activista canadiense, ha documentado estas agresiones claramente en su libro “A Propaganda System” (Un sistema de propaganda) donde plantea que Canadá comenzó su intervención extranjera armada en la guerra de los Boers en el sur de Africa (1899 y 1902), que continuo en las dos guerras mundiales y en la guerra anticomunista contra Corea (1950 a 1953) y luego interviniendo en guerras destructivas de agresión a países con mínima capacidad defensiva o nada, como es el caso de Somalia (1992-1993) invasión en la que militares canadiense estuvieron involucrados en un escándalo de conocimiento público en Canadá donde militares asesinaron a un número de somalíes entre ellos un adolecente de 16 años, Shidane Arone, torturado hasta la muerte mientras una docena de soldados canadienses escuchaba sus gritos. Luego Canadá participó en Yugoslavia, septiembre de 1993, en nombre de las Naciones Unidas, donde tropas croatas intercambiaron fuego con tropas canadienses matando 27 soldados croatas, algo que Ottawa y Zagreb encubrieron para que no se hiciera visible la realidad de que los croatas atacaban fuerzas de las Naciones Unidas, en este caso canadienses.
Canadá estuvo muy involucrado en el bombardeo a Yugoslavia (1999) con 678 bombardeos aéreos y lanzando más de 500 bombas poderosas -158 de ellas dieron en el blanco y uno de estos blancos fue un importante puente sobre el rio Danubio. En Afganistan (2001 a 2014) con 40.000 soldados canadienses y 158 bajas mortales y más de 1800 heridos, además de miles de soldados con daños traumáticos. En Haití (febrero 2004) invadido y donde Canadá participa también en el golpe de estado contra el presidente constitucional Jean-Bertrand Aristide. En Libia (2011) escenario donde aviones canadienses participan de un festín de bombas y destrucción. Luego listo a ir a Siria el 2015, que no pudo ser, frustrados los deseos del gobierno conservador de Stephen Harper debido a la intervención de Rusia en Siria. Podemos sumar la política agresiva de Canadá contra Venezuela, su protagonismo en el Grupo (Cartel) de Lima, y lo que se adivina respecto de la nueva política canadiense contra Cuba, Nicaragua, Bolivia y cualquiera otro país que aparezca en su agenda hostil.

Occidente se presenta como tolerante, democrático, libertador pero es todo lo opuesto: intolerante, totalitario, racista. Sus características verdaderas se observan en su práctica, exitosamente encubierta por palabras que simulan todo lo contrario. Occidente ha usado enormes falsedades por décadas y desde décadas pasadas miente porque cuenta con una máquina propagandista sin igual que es crucial en persuadir no sólo a un gran número de sus habitantes sino a una buena parte del resto del mundo que quieren seguir viéndolo como civilizado, democrático y justo. Este juego occidental es posible gracias a una estrategia que involucra seleccionados personajes, instituciones y países a los que favorece como modelos y que a su vez favorecen la agenda occidental y son sus cómplices. No se trata de argumentar que el mundo no-occidental es mejor, es posible que no lo sea. Se trata de que sabemos con certeza y tenemos amplias pruebas documentando que occidente no es lo que presenta ser sino todo lo opuesto, que sus acciones exhiben un nivel de criminalidad pasmoso al punto que sorprende que siga siendo exitoso en su engaño. Es posible que esta capacidad de engañar muestre simplemente su decadencia, pruebe que ya no puede vivir en la verdad, si es que antes pudo, pero puede que sea también prueba de la incapacidad del resto del mundo de desenmascararlo, de elegir otros caminos, de vivir más cerca de la verdad y enfrentar los grandes desafíos del presente.
Notas:

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261886

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