viernes, 4 de octubre de 2019

Esperemos "de la izquierda ecuatoriana capacidad de dar coordenadas adecuadas para que la resistencia crezca y logre el objetivo mínimo de dar marcha atrás con el paquetazo, va a determinar el curso de los próximos días. Ciertamente el pueblo ecuatoriano tiene experiencia de lucha y enfrentamiento al neoliberalismo y no se va a replegar fácilmente, más allá del oportunismo correísta de intentar capitalizar la lucha o de los esfuerzos de los holdings mediáticos de invisibilizar el brote popular".

¿Qué estalla en Ecuador?

4 de octubre de 2019

El anuncio del paquetazo de medidas que Lenín Moreno decretó para responder a los compromisos asumidos con el Fondo Monetario internacional provocó en las ultimas 24hs un estallido de movilizaciones callejeras, que hasta las 15hs de ayer sumaban 218 puntos de concentración y cortes de carreteras. Estas protestas tienen un fuerte componente no organizado y espontaneista que las emparenta con las resistencias populares de los 90s. Lo que estamos viendo parece expresar la frustración acumulada de varios años incluyendo los últimos del correísmo.

Por Soledad Vogliano para ANRed| Imagen: Luis Herrera*

El malestar popular comenzó a expresarse días antes del anuncio con la sorpresiva movilización que se convirtió en un paro provincial en el Carchi, provincia de la frontera norte cuya economía está profundamente afectada por el ingreso de productos colombianos. La quita de subsidios a la gasolina y diésel (punto central del paquetazo morenista) que eleva alrededor de un 120% su precio, provocó el inmediato llamamiento a paro y paralización de vías de los gremios de taxis y transportes de pasajeros (con un acatamiento de más de 85%), lo cual fue catalizador para la protesta callejera. El movimiento indígena organizado en la CONAIE, previendo el carácter del decreto y en rechazo a un conjunto de medidas parciales previas había definido en su asamblea nacional realizada hace pocas semanas, la convocatoria a levantamiento para el 15 de octubre, aunque el devenir de los hechos obligó a adelantarse y orientar a sus bases la preparación inmediata de acciones, en una declaración conjunta con el Frente Unitario de Trabajadores.  El correísmo, debilitado y deslegitimado – Moreno llega a la presidencia como candidato oficial de Alianza País, promovido por el mismo Correa – intenta colocarse como conducción de la oposición anti-neoliberal, sin embargo sus intentos de convocatoria en una “Asamblea Nacional Ciudadana”, son marginales y no han logrado movilizar a sectores organizados sustanciales, mientras que las organizaciones históricamente fueron cercanas al correísmo – como algunas bases de la FENOCIN – han anunciado que se sumarán a la movilización, al igual que sectores más vinculados a la derecha política como los indígenas-campesinos evangélicos.  Ahora, la lucha callejera que caracterizó la resistencia en las calles estos días, tiene una altísima participación de sectores populares no organizados, lo cual emparenta la situación actual al espíritu de las resistencias populares a las medidas neoliberales de los 90s. El estilo de la resistencia popular en Ecuador tiene una cuota fuerte de espontaneísmo que confluye con la mayor o menor capacidad de las organizaciones políticas y populares nacionales de articular las demandas y unificar un pliego de exigencias que represente adecuadamente el descontento social y las necesidades de la coyuntura. Lo que estamos viendo en este momento parece expresar en efecto la frustración acumulada en varios años (incluyendo los últimos del correísmo) en que sistemáticamente se han deteriorado las condiciones de existencia de los sectores populares (con el fin del súper ciclo de altos precios de los commodities), de la mano de un cierre a los canales de expresión política, que se continuó en la desarticulación de las políticas distributivas y de contención social, el crecimiento del desempleo y el empleo precario (sólo 37, 9% de las y los ecuatorianos tiene un trabajo adecuado según en INEC), y el endeudamiento con el FMI.  Condiciones estructurales de la crisis  El capitalismo en Ecuador está caracterizado por una sucesión de ciclos económicos definidos por los precios de las principales mercancías de exportación. Desde 2014, el fin del ciclo de altos precios de los commodities (petróleo, banano, palma africana, flores, cacao, entre otras) ha redundado en una reducción de la cuota de beneficios de la burguesía agroindustrial y del flujo de ingresos públicos. Esto provoca una tensión particular por la condición de ser una economía dolarizada.  La dolarización fue una medida para detener los procesos inflacionarios que, en conjunto con el paulatino incremento de los precios del petróleo, generó la estabilidad en la economía que caracterizó al periodo 2007-2014. Sin embargo, al ser el dólar utilizado como moneda nacional, se encarecen las mercancías producidas dentro del país en relación a sus similares producidos en otros países que, en un contexto de crisis similar a la que atraviesa el Ecuador, devalúan su moneda. En otras palabras, la dolarización se convierte en una camisa de fuerza para los empresarios cuando desean reducir sus costos de producción para competir, y se vuelcan a buscar mecanismos para disminuir los salarios de la clase trabajadora (mediante formas de flexibilización o la pérdida de la capacidad adquisitiva del salario). En estas condiciones, la principal herramienta de intervención del Estado en la economía es la política fiscal y el manejo del gasto público. Por eso, en la presente coyuntura, las decisiones del Gobierno sobre política económica están en el centro de interés de la burguesía.  Durante el periodo 2007-2018 el gasto público dinamizó el mercado capitalista mediante grandes obras de infraestructura, prestación de servicios y suministro de materiales y productos con grandes empresas, así como la incorporación de un contingente significativo de trabajadores a la nómina del Estado. Tal política se sostuvo por el incremento de la recaudación tributaria, un contexto de precios internacionales favorables, el endeudamiento externo y la privatización (concesión) de importantes recursos como los principales campos petroleros del país. La presente coyuntura se precipita porque, en 2014, las condiciones que permitieron el incremento del gasto público desaparecieron: caen los precios de las principales mercancías de exportación, la deuda externa toca el límite constitucional, se contrae la dinámica del mercado capitalista y la tributación. El Estado llegó así a tener un déficit de 8 mil millones de dólares anuales.  El paquetazo económico y proyección  Con la quiebra de las finanzas estatales difícilmente el gobierno tiene presupuesto para sostener la máquina burocrática en funcionamiento durante más de dos meses; de allí la premura para ejecutar las medidas económicas que son condición para conseguir el financiamiento del Fondo Monetario Internacional (FMI).  Las medidas centrales afectan a la clase trabajadora:  1.Incremento de los precios de los combustibles por eliminación de los subsidios, lo cual redunda en una reducción del salario real por el incremento general de precios similar al incremento del IVA, y que será continuada con la eliminación de los subsidios del gas y la energía eléctrica.  2.Reducción del salario real de todo el conjunto de trabajadorxs del sector público: reducción de un 20% del salario en contratos ocasionales (alrededor del 40% de la masa del sector público); confiscación de un día mensual de salario del resto de lxs trabajadores públicos y eliminación de 15 días de vacaciones (lo cual en su conjunto alcanzaría un 5% a 7% de reducción de salarios). Esto como parte de un amplio programa de despidos en el sector público que comenzó a fines de 2018.  Adicionalmente, aparecen un conjunto de medidas de reducción de aranceles con el fin de abaratar los bienes importados: i) eliminación o reducción de aranceles para maquinaria, equipos y materias primas agrícolas e industriales y; ii) la eliminación de aranceles a la importación de celulares, computadoras y tabletas. En este marco se espera la reducción a la mitad del impuesto a la salida de divisas (ISD) para materias primas, insumos y para bienes de capital; la disminución del impuesto a los vehículos de menos de USD$32.000 para uso productivo; y la eliminación de anticipo del impuesto a la renta. Lo cual obviamente estimula una mayor salida de capitales lo cual lejos de aportar una resolución del déficit fiscal es en la práctica una disminución de la recaudación tributaria.  Sin embargo, estos todavía son parches para salir déficit presupuestario y, cada vez más, de liquidez en el Estado. En consecuencia, no es el último paquetazo económico (ya se anunció un futuro conjunto de medidas de flexibilización laboral), Ecuador enfrentará una secuencia de medidas de ajuste, distanciadas únicamente por el cálculo electoral y el nivel de respaldo de las diferentes fracciones de la clase dominante al gobernante de turno.  Lucha de clases en Ecuador 2014-2019  Los periodos de altos precios de las principales mercancías de exportación del Ecuador crean condiciones propicias para los ciclos de estabilidad política, siendo un carácter particular del sistema político ecuatoriano la dificultad de los gobiernos de concluir sus mandatos en el contexto de crisis de hegemonía cíclicas que inician con crisis económicas. Por tanto, las manifestaciones de octubre pueden ser consideradas como el inicio de un nuevo momento de inestabilidad gubernamental.  

La dimisión de Humberto Cholango como Secretario Nacional del Agua en las primeras horas del jueves (luego de haber twitteado en defensa de las medidas neoliberales) puede leerse como una señal de este debilitamiento. También es notorio que medidas similares respecto al alza de los combustibles y el gas terminaron en la caída de Abdalá Bucaram (1996) y dejaron borde de la destitución de su presidencia a Hurtado (1982).  

Hay que tener en cuenta que estas manifestaciones no son un hecho aislado. El fin del ciclo económico en 2014 estuvo acompañado de un periodo de movilización creciente entre junio de 2014 y agosto de 2015 que culminó con un Paro Nacional de gran convocatoria en zonas urbanas y rurales, y conflictos de alta intensidad en zonas mineras. El interregno de relativa estabilidad 2016-2018 se debe a las elecciones de 2017 y 2019, terminado ese lapso, las movilizaciones fueron continuas: la huelga de hambre de las y los docentes jubiladas y jubilados, la resistencia en la Amazonía a los grandes capitalistas mineros, madereros y de la construcción (casos Piatúa, Sinangoe, Huaroani, entre otros), los paros provinciales en Carchi y Sucumbíos, la movilización anti minera en Bolívar, las manifestaciones de los internos de medicina, etc. 

 La contundencia de la jornada de movilización del 4 de octubre es congruente con estos antecedentes: 281 puntos de protesta, 215 vías afectadas y 13 parcialmente cerradas, amplio paro de transportes y del movimiento indígena al paro, cuyos voceros informaron hasta ayer acciones en 15 provincias.  Finalmente, el decreto de Estado de excepción emitido ayer por Moreno, que limita las libertades constitucionales y el derecho a la protesta, no debe leerse como la respuesta de un presidente “desesperado”. El despliegue militar y policial a nivel nacional (incluso en resguardo del Palacio de Gobierno) y la represión y detenciones arbitrarias a más de 200 personas y a dirigentes (al menos dos de ellos vinculados al movimiento indígena) realizadas anoche, son seguramente parte de la respuesta que la María Paula Romo, Ministra del Interior (otrora referente política de la socialdemocracia de izquierdas) sabe necesaria para desincentivar la masificación de la protesta. 

Los sectores dominantes en Ecuador conocen la dinámica de la lucha popular y la capacidad de escalamiento de los estallidos cuando la espontaneidad se articula en consignas políticas como el “que se vayan todos”. La derecha política también lo sabe, por eso su principal exponente, Jaime Nebot –ex alcalde de Guayaquil y cabeza visible del social cristianismo- voló de regreso desde España ayer.  

La capacidad de la izquierda ecuatoriana de dar coordenadas adecuadas para que la resistencia crezca y logre el objetivo mínimo de dar marcha atrás con el paquetazo, va a determinar el curso de los próximos días. Ciertamente el pueblo ecuatoriano tiene experiencia de lucha y enfrentamiento al neoliberalismo y no se va a replegar fácilmente, más allá del oportunismo correísta de intentar capitalizar la lucha o de los esfuerzos de los holdings mediáticos de invisibilizar el brote popular.  
*Luis Herrera, fotoperiodista, integrante de  CoopDocs Cooperativa Audiovisual  Más Noticias
Fuente: https://www.anred.org/2019/10/04/que-estalla-en-ecuador/

 

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