18 años de Sudestada: periodismo
universitario obrero para la contracultura de los 2000
5 de septiembre
de 2019
Por Juan
Ignacio Provéndola
Página/12
Cómo el flash de un grupo de pibes de Lomas de
Zamora materializó en 158 revistas y casi 60 libros más una librería propia
En agosto de
2001, mientras el país empezaba a incinerarse y el mercado de revistas entraba
en eclosión, un grupo de estudiantes de periodismo de la Universidad Nacional
de Lomas de Zamora decidió realizar de manera autogestiva la
publicación que les gustaría leer. Todo, naturalmente, indicaba el
fracaso. Sin embargo, exactamente 18 años después, el colectivo Sudestada
celebra su mayoría de edad con 158 números en la calle y una artesanal pero
exitosa diversificación que incluye una editorial con 60 obras editadas (con
una fabulosa colección infantil) y la librería de Tucumán 1533, donde este
viernes se festejará el aniversario.
“Comenzó como una aventura de pibes que
no teníamos muchas obligaciones pero sí ganas de hacer algo distinto”, dice
Ignacio Portela, uno de los fundadores de Sudestada. “Lo que sucedió sobrepasó
lo imaginado, aunque fuimos creciendo a medida que íbamos haciendo las cosas.
Aprendimos a escribir, a editar y a diagramar pero también a relacionarnos y
pensarnos como un colectivo. Ésa fue la clave”, indica. Los miembros del núcleo
original (principalmente veinteañeros como Hugo
Montero , el otro fundador “sobreviviente”) se ganaban la vida
reparando relojes, vendiendo piletas de lona o pintando con brocha. Pero,
además, curtían la militancia política y el activismo cultural. Habían sido
criados entre la nostalgia de la revista Crisis de los ‘70 y la contemporaneidad
con El Porteño (donde nació el suplemento de culto Cerdos y Peces):
publicaciones de crítica y debate que se entreveraban entre el ideologismo
doctrinario y las corrientes estéticas del arte popular en democracia.
De todo
eso salió una revista que durante 18 años se dedicó a entender su contexto
histórico con una mirada alternativa a la de los medios predominantes; con
escritores, artistas, docentes y laburantes en general que escriben y, además,
distribuyen a mano por todo el país. El aborto, los agrotóxicos y el terrorismo
financiero, los verdaderos intereses del fútbol y la muerte o no del rock como
cultura-contra-cultura: aún en su alternatividad, Sudestada metió muchos goles
anticipándose con solvencia a discusiones luego extendidas. “Aunque recién al
décimo año alguien pudo ver un mango. Hoy seis personas viven de la revista, lo
cual es una utopía para cualquier otra publicación independiente”, dice con
orgullo Portela.
Para Ignacio, el principal mérito es
que durante estos 18 años no tuvieron “pauta estatal ni publicidad de ninguna
empresa, sino algunos pequeños anuncios”. Renunciando al financiamiento
habitual, Sudestada encontró la forma de suplirlo a través de una red de
distribución que fue más allá del kiosco de diarios, convirtiendo a la venta de
ejemplares en la principal fuente de subsistencia. Pero la revista como formato
entró en crisis ante el avance de contenidos digitales gratuitos y el colectivo
enfrentó entonces el dilema de qué hacer con esos artículos e investigaciones
extensas que merecían algo más que la fugaz lectura de Internet. Así nació la editorial Sudestada :
a partir de un extenso trabajo que Portela y Montero habían hecho sobre el
periodista de culto Fabián Polosecki, y que devino en el imperdible libro Polo:
El Buscador. “Fue el primero y todavía nos enorgullece –dice Ignacio Portela–.
Nos interesó rescatar su figura porque nos indicó una manera de ver las cosas.
Como Walsh, Masetti o Conti, solo que Polo lo trasladó hacia algo más cotidiano
nuestro.”
“La editorial arrancó con las mismas
armas que la revista: amigos y compañeros”, afirma Portela. “Las primeras
ediciones fueron sobre libros descatalogados e investigaciones propias. Así
fuimos armamos un catálogo que tiene periodismo, biografías, política,
contracultura, feminismo, música, movimientos sociales.” Desde Los Redondos
hasta Kurdistán, Sudestada versión editorial incluye además una colección
infantil o “para principiantes” donde conviven Kevin de Zabaleta con Nora
Cortiñas.
El colectivo siempre alquiló un
departamento en Lomas de Zamora que operó como redacción, aunque la
diversificación de producciones obligó a buscar nuevos espacios para acopiar y
distribuir. Increíblemente, la macrisis terminó de acomodar las fichas: “Martín Latorraca , de la redacción, estaba en un
local de relojes a punto de cerrar. Y nosotros no teníamos ningún punto en
Capital. Entonces nos aliamos, compartimos el espacio y ya vamos un año con la
alegría de no haber perdido nada en el camino”. Ahí mismo está funcionando la librería,
donde venden sus libros y los de editoriales amigas con las que comparten
cierto perfil.
“Es muy difícil analizar algo que arrancó casi como un juego, en
los tiempos libres, durante los viajes de vuelta a casa, intentando levantar
algunas banderas, y terminó siendo nuestro proyecto de vida”, banca Portela, 18
años después del primer número de Sudestada. “No hay mecenas sino ideas que se
llevan a cabo a través de productos que aprendimos a presentar, distribuir y
vender mejor. Arriesgando pero sin urgencias, aprendimos a generar contenidos,
pero sobre todo a hacerlo llegar a la gente con la menor cantidad de
limitaciones e intermediarios posibles.”
Enlace relacionado:
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=260159
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