lunes, 30 de septiembre de 2019

"Hemos desarrollado (hablo en plural porque hablo de los que me rodean, también me voy a referir a las multiplicidades de expresión del pueblo mapuche) la capacidad de entender que hay simuladores, por ejemplo el progresismo es un simulador del capitalismo, simulan ser lo que no son, sin embargo son lo mismo, son exactamente lo mismo. El progresismo es como una aspirina, no es un remedio que te sane, es una aspirina para hacerte sentir que estás mejorando pero en realidad lo que está ocultando es la enfermedad, ese es el progresismo. Como si fuese el cuerpo de una persona que agoniza. Nosotros buscamos la cura, ¿y la cura por dónde pasa? La cura es hacer respirable este planeta, la cura es contrarrestar este sistema uniformante y globalizante con diversidad, ¡si hay más de cinco mil pueblos diferentes en el mundo! Entonces decimos que de nada sirve luchar con las mismas herramientas, nosotros tenemos que buscar tener la capacidad de decir “hay miles de formas de pensar el cosmos por pertenecer a diversos pueblos”, evidentemente es la única herramienta para contrarrestar este sistema que uniforma".

Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Entrevista a Mauro Millán: “Planteamos la recuperación territorial como un hecho de liberación, no como un hecho económico”

29 Sep,2019
Entrevista: Daniel Root
Especial para Contrahegemonia
En la ciudad de Bariloche, punto neurálgico del  Wallmapu y meca del negocio inmobiliario, conversamos extensamente con Mauro Millán. A lo largo de la charla accedimos a conceptos centrales para entender la cosmovisión del pueblo-nación mapuche y la lucha que está desarrollando por la recuperación de su territorio.
Mauro Millán es el longko de la Comunidad Pillan Mawiza (Corcovado, Chubut) y militante con una larga trayectoria en la reivindicación de los derechos del pueblo nación-mapuche. Actualmente acompaña en forma activa las distintas recuperaciones de tierras en el territorio ancestral mapuche y trabaja en la difusión de la historia, la filosofía y la cultura de su pueblo.
¿Nos podés contar un poco sobre los conflictos territoriales  con las comunidades Buenuleo (Bariloche) y Newetuaiñ Inchiñ (Costa del Lepá, Chubut)?
El pueblo mapuche viene desde hace años recuperando territorio y todos los conflictos siempre traen novedades en el plano de la justicia wingka, porque la justicia se amolda, se ajusta y se sofistica, aceita los engranajes de represión. Por eso en el plano judicial es muy difícil enfrentar estos conflictos aunque a veces sean mínimos, por ejemplo si hay un conflicto con un empresario de Bariloche que nada tiene que ver con Benetton; sin embargo se complejiza mucho porque hay una maquinaria jurídico-judicial que se ha sofisticado. El caso de la comunidad Buenuleo es un ejemplo: recupera territorio y hay una acción exprés de parte de la justicia para resolver el conflicto en favor del usurpador, eso es inédito para mí, yo no podía creer que en tan pocas horas hubieran surgido todas esas decisiones que le brindaron esa posibilidad al usurpador. Entiendo también que la comunidad está ejerciendo un derecho ancestral y que el conflicto se complejiza más cuando se está cerca de la zona urbana, no por el hecho de la urbanidad sino por los negocios que se generan en torno a eso, Bariloche es la meca del negocio inmobiliario. ¿Andá a conseguir un terreno acá que no esté tasado en dólares? Por eso es que hay muchas tomas, la gente necesita vivir en algún lugar. La cuestión es que esto ha derivado en que el conflicto Buenuleo deje de alguna manera expuesta la complicidad entre el aparato judicial y los empresarios corruptos con respecto al negocio inmobiliario. Eso es lo que considero central en términos del conflicto. La comunidad está decidida a recuperar el territorio y eso ya es irreversible, la comunidad se va a quedar ahí.
Por otro lado, sucede algo similar en Costa del Lepá, con la diferencia de que es en Esquel. Esquel ve a Bariloche como el sueño, le gustaría ser como Bariloche pero nunca lo va a lograr, aspira a parecerse a Bariloche en términos de los negocios que se generan en torno a esto. Pero de todas maneras, los conflictos de tierras son muy similares: hay un terrateniente que se hace de tierras a través de la adquisición de un territorio que ya estaba habitado por el pueblo mapuche, en este caso por los Antieco que fueron despojados de mucho más territorio, y quien le vende el territorio es un comerciante de origen sirio-libanés de apellido Vestene, que hizo el mismo camino que en el conflicto de Buenuleo, usurparon territorio, la justicia legalizó esa usurpación y después se encargaron de que apareciera algún tipo de documentación que acredite su tenencia del lugar. Es lo más frecuente en la conflictividad, estos dos casos son modelos de usurpación de territorio. Porque hay otros conflictos en los que muchas comunidades que recuperaron territorio en lugares que no  heredaron de sus abuelos, sino que recuperaron porque dijeron “esto es territorio mapuche y lo vamos a recuperar y no vamos a estar discutiendo si vivió mi abuelito o si no vivió”, es otro paso más. Los casos de Costa del Lepá (Chubut) y Buenuleo (Bariloche) son casos muy frecuentes, son del manual del usurpador, digamos: cómo arrebatan el territorio y cómo, cuando las comunidades quieren volver, se forma una vaina de protección al usurpador con la justicia, el poder político, el negocio inmobiliario, inclusive la opinión pública. En Bariloche la opinión pública es mayoritariamente racista y siempre busca una excusa para desprestigiar las recuperaciones.
¿Cómo se sostiene la lucha en ese contexto que describís?
El ámbito legal es una acción para cuidar un poco la espalda, pero la columna vertebral de sostenimiento del conflicto y la lucha es el plano político, hay que empezar a desarrollar capacidades de alianzas con diferentes comunidades principalmente, para fortalecer la recuperación, y aliarse también con sectores no mapuches que son esos que nos encontramos en algún momento de nuestra historia. Eso es fundamental, si no existe eso es un proyecto destinado al fracaso.
¿Cuál es la forma de llevar a cabo las alianzas y articulaciones entre comunidades y con sectores no mapuches a las que hiciste referencia?
En el proceso de resistencia del pueblo mapuche tendríamos que configurar primero un escenario histórico. Hubo algo que siempre caracterizó a la dirigencia mapuche, inclusive en tiempos de soberanía, cuando los estados no habían ocupado militarmente nuestro territorio y no ejercían el control. Se habla de que en esa época  siempre hubo un ejercicio muy profundo de la diplomacia entre las propias comunidades. Esta diplomacia tiene que ver con cómo se practicó la autonomía en base no a la centralidad del poder, sino en una autonomía horizontal y cómo se llegaba a consensos, es decir, cómo se resolvían las alianzas.
Hubo una práctica que a mí me parece maravillosa, después de que transcurrí tantos años de mi vida y comprendí lo que significaba, porque para el occidental cuando uno habla de espiritualidad dice “bueno, son creencias”, inclusive debe haber un porcentaje muy mínimo que cree en su propia religiosidad, cuántos pensarán que existe Dios, es muy homocéntrico, muy vinculado al ser humano plenamente. Pero resulta que en el mundo mapuche la espiritualidad  se materializa en el rewe, que es el espacio ceremonial. El rewe es un lugar que focaliza el núcleo del lofche (comunidad), ese sería el centro del universo de esa comunidad, y está conformado por personas que cumplen roles; y esos roles no sólo tienen que ver con la práctica ceremonial, sino también tienen incidencia en las decisiones políticas: por eso es que vemos que hay machi, longko, werken, kona, etc. Esas son las personas que llevan adelante ese rewe, más las personas que son de la propia comunidad, donde hay ancianos, niños, y todos son parte de ese rewe. En tiempos de guerra esos rewes trazaban alianzas con otros rewes, o sea las alianzas eran a través de los rewes; supongamos Buenuleo con su rewe fija con una alianza con el rewe de Costa del Lepá, una alianza en todos los aspectos. Es una alianza inquebrantable y la alianza se forja ahí, en todos los aspectos habidos y por haber: resistencia a ser invadido, reciprocidad en el intercambio de cosas, todo lo que se puede llegar a concretar.
En aquella época eran lofches de miles de personas que en sus alianzas también  fusionaban a los weichafe (guerreros), para resistir el avance de los wingka, principalmente de lo que era el Reino de Castilla. Ese primer paso daba iniciativa para que se conformara la aylla rewe, aylla rewe son los nueve rewe que se consolidan. Después se buscaba una alianza mucho más amplia, se multiplicaban esos aylla rewe. Pensemos esto: a medida que se iba produciendo esa alianza horizontal el espacio territorial se iba ampliando de una manera increíble, entonces llegaba una instancia que uno de los que la materializó fue Kalfukura, por ejemplo, que consolidó el “Consejo de todas las tierras”, o sea, un control territorial de cientos de rewes que pasaba la cordillera de un lado y del otro. ¡Qué magnífica esa alianza! Una alianza que generaba un vínculo mucho más allá de una cuestión estrictamente política y humana. Claro que esa alianza nos sirvió porque para el invasor significó que no había un “rey del sol”, no había un monarca ni un cacique máximo. Estamos hablando de una alianza de cientos de comunidades autónomas, lofche autónomos; entonces desmembrar era muy difícil. ¿A quién hay que matar? ¿Cuál es el Atahualpa al que hay que matar, al que hay que secuestrar? No estaba, no había. Entonces eso posibilitó, más las estrategias de lucha, que el Reino de Castilla (no digo España porque no existía el estado español, existían los reinos) no haya podido hacerse del territorio mapuche, fue prácticamente el único pueblo que no fue subyugado por la corona del Reino de Castilla.
Esto se aplicó también a los estados, pero evidentemente los estados sofisticaron sus estrategias de invasión. Sin embargo ese legado quedó instalado en la memoria, y muchos de los que nos consideramos por fuera del estado (toda mi vida luché por fuera del estado, no me interesa articular ninguna acción con el estado o con partidos políticos),  decimos que es una estrategia que vamos a aplicar siempre. Mi recorrido por el territorio va a ser tratando de generar autonomía en las comunidades. De hecho, cuando surge la “11 de octubre”, que fue un nucleamiento de esa idea, cuando empezó a cambiar esa forma la disolvimos.
Uno involuntariamente va creando poder a veces, yo no soy ingenuo, no digo que eso no suceda. Cuando uno tiene una trayectoria en la militancia crea poder, porque en definitiva lo que uno está buscando es crear poder, pero el poder que buscamos crear nosotros es el poder colectivo, comunitario, no personal. Cuando se va tergiversando esa idea, en mi caso personal planteé la disolución de la “11 de octubre”. Fue una desilusión, cumplió un rol aunque ya después dejó de ser una herramienta importante. Pero iba en consonancia con muchas de las organizaciones del mundo mapuche, que algunas hasta el día de hoy se mantienen. Y se mantienen tratando de perpetuar una estructura que las aleja de la idea del movimiento de lucha mapuche, porque se pasan la vida oxigenando una forma de organización, y ese no es el camino; si estamos buscando la idea de recuperación y liberación de nuestro pueblo tenemos que buscar el mejor mecanismo, el más adecuado, lo otro es sostener estructuras que son obsoletas o muy cómodas y sirven sólo para tener un sello. A veces, digo, se traduce el movimiento de lucha en una palabra que parece hasta cursi o banal, pero es el único concepto que yo encuentro dentro de mi vocabulario: uno tiene que sentir amor por el movimiento de lucha por su pueblo. Entonces eso te hace pensar en buscar las herramientas más efectivas, en la liberación del pueblo mapuche. Cuando digo liberación digo deconstruir tu cabeza, en principio desde ahí.
Entonces esas alianzas, que son el legado que dejaron nuestros antepasados, también son aplicables al mundo no mapuche. Hay muchas organizaciones sociales en todo el mundo que, en cierta forma, en este camino de lucha hay momentos en que nos encontramos con estos movimientos, ¿cómo no nos vamos a encontrar con los que están en contra de la devastación de este planeta? Por supuesto que nos vamos a encontrar. ¿Cómo no nos vamos a encontrar con los compañeros y compañeras que denuncian la esclavitud, que denuncian la trata de personas, que denuncian al imperio? Y sí, en este camino nos vamos a encontrar.


Nos interesa conocer tu mirada sobre los llamados “gobiernos progresistas” que abundaron en América Latina a comienzos de siglo.
Hemos desarrollado (hablo en plural porque hablo de los que me rodean, también me voy a referir a las multiplicidades de expresión del pueblo mapuche) la capacidad de entender que hay simuladores, por ejemplo el progresismo es un simulador del capitalismo, simulan ser lo que no son, sin embargo son lo mismo, son exactamente lo mismo. El progresismo es como una aspirina, no es un remedio que te sane, es una aspirina para hacerte sentir que estás mejorando pero en realidad lo que está ocultando es la enfermedad, ese es el progresismo. Como si fuese el cuerpo de una persona que agoniza. Nosotros buscamos la cura, ¿y la cura por dónde pasa? La cura es hacer respirable este planeta, la cura es contrarrestar este sistema uniformante y globalizante con diversidad, ¡si hay más de cinco mil pueblos diferentes en el mundo! Entonces decimos que de nada sirve luchar con las mismas herramientas, nosotros tenemos que buscar tener la capacidad de decir “hay miles de formas de pensar el cosmos por pertenecer a diversos pueblos”, evidentemente es la única herramienta para contrarrestar este sistema que uniforma. Por eso alentamos la diversidad cultural, festejamos cuando hay pueblos que se levantan, pueblos que luchan. Seguramente habrá muchas diferencias también, por ejemplo el pueblo kurdo lucha por su libertad y quizás haya muchos aspectos que no tengan nada que ver con el pueblo mapuche, pero luchan por su libertad y eso es bueno. Otro ejemplo es el pueblo vasco, que tiene una añoranza de su pasado, que ni siquiera es un pasado libertario porque ellos añoran cuando dependían de otro imperio o de otra monarquía, después fueron invadidos por el Reino de Castilla; pero añoran esa circunstancia que hace más de seiscientos años debieron vivir, de pasar a estar oprimidos por otro reino, sin embargo eso los motiva hasta el día de hoy para ser independientes. Esa pizca, ese aspecto mínimo, porque uno piensa “¿en qué se parece la sociedad vasca al pueblo mapuche?”, yo diría casi en nada; pero ¿cuál sería el mínimo porcentaje de similitud?, es ese anhelo de no estar invadido. La experiencia en el mundo es muy amplia, con mayor motivo en América. Eso ha generado alianzas con movimientos sociales a nivel nacional, que a veces son circunstanciales, no tienen un contrato de perpetuidad, cesan y en algunos casos se retoman y en otros quedan en la memoria, pero son alianzas.
En relación con lo anterior entonces, ¿puede influir de algún modo en la lucha del pueblo mapuche un posible cambio de gobierno?
El cambio es muy superficial pero es cambio, a Macri evidentemente no lo queremos bajo ningún punto de vista, representa a los herederos de aquellos que avanzaron sobre nuestro territorio, de esas familias patricias que se perpetuaron, ¿cómo vamos a querer a esos personajes? Esos personajes merecen la cárcel y el repudio, pero ¿el repudio de quién? En este caso nuestro, porque cuando se producen estos cambios la gente no cambia por esas sensibilidades, la gente cambia porque tiene hambre o por el bolsillo y cuando se acomode seguramente se va a olvidar de todo esto. No sé si cambian porque Patricia Bullrich mandó a matar a Rafael Nawel y a Santiago Maldonado, es una parte de la sociedad que puede tener cierta sensibilidad, pero es muy mínima. Entonces lo que vienen a producir estos pseudo gobiernos progresistas es nuevamente una acción analgésica, una política analgésica, porque no profundiza en la curación. Vienen a crear estructuras de dependencia y no digo que la gente no lo necesite, sí lo necesita; porque sería traumático que el estado se desentendiera, si no miremos lo que está pasando ahora. Pero evidentemente son políticas que tienen esa intencionalidad, de perpetuar ese asistencialismo, ese control. Fomentan la vida en la urbanidad, aunque tenga un pasar miserable ellos quieren que la gente se vuelque a eso. Me pregunto ¿por qué quieren que la gente tenga una vida tan artificial, como es vivir en la urbanidad, en ciudades monstruo? Y es porque quieren un territorio que cada vez vaya despoblándose más. ¿Y por qué necesitan un territorio despoblado? Para sostener este sistema, este sistema se va a sostener a partir de la explotación, del extractivismo, no hay otra vuelta, no tienen otro camino. En Europa, por ejemplo, sociedades como la española, la francesa o la inglesa, no producen alimentos; o sea si uno levantara un muro (ya que hoy está tan de moda levantar muros) alrededor de ellos sin que pudieran exportar ni hacerse de los recursos de los otros continentes se morirían de hambre, no tendrían la capacidad ni para abastecerse de petróleo ni energía ni nada. Es decir, ese estándar de vida que te venden, esa “calidad de vida” es una ficción que tiene fecha de vencimiento. Por ejemplo si tomás un adolescente de París y lo comparás con un adolescente de Bariloche, el de París debe consumir diez veces más que el de Bariloche, siendo que el de Bariloche si es de clase media consume. Pero si tomás un adolescente de alguna comunidad mapuche y lo comparás con el de Bariloche consume diez veces menos. Entonces la discusión sería ¿cuál es la calidad de vida? ¿el consumo es calidad de vida? Eso es lo que el sistema nos vende permanentemente, que la calidad de vida tiene que ver con el consumo. Es una gran farsa, eso no es calidad de vida, eso es meramente consumo. Por eso estos países que tienen los niveles de consumo más alto del planeta están dependiendo de los bienes del resto de los continentes. Y tienen una fecha de vencimiento, indudablemente eso va a suceder. Es por eso que la expectativa del movimiento mapuche y, entiendo, que de los movimientos indígenas, evidentemente no es el anhelo de tener la esperanza de ser lo que éramos siglos atrás, pero hay valores que se sostuvieron en el tiempo por su eficacia para vivir en este planeta, en esta mapu. Por eso hacemos énfasis en esos valores, por eso es que planteamos la recuperación territorial, no la planteamos como un hecho económico sino como un hecho de liberación. Porque sepa la gente que cuando el pueblo mapuche recupera el territorio está garantizando que ese territorio se va a perpetuar como está, no va a sufrir modificaciones. ¿No sé qué sociedad puede plantear eso? Modificaciones en el sentido de que jamás llevaremos adelante un proyecto de destrucción del territorio. Ese territorio va a estar defendido de las empresas, de las mineras, de las petroleras, con la vida, porque de hecho eso está pasando: muchos jóvenes están siendo asesinados por los estados chileno y argentino. El sistema se encarga de decir que eso es un retroceso, es atraso, pero ¿cuál tendría que ser el proyecto mapuche? Tendría que decir “bueno, recuperamos territorio y ponemos industrias y hacemos explotación minera, generamos recursos económicos para el estado, pagamos impuestos que sostengan este sistema”. Eso sería lo ideal para el estado, eso es lo que ejercen las grandes corporaciones. Pero como somos un pueblo obstinado luchamos por ese objetivo, que no es utópico porque si hacemos una sumatoria del territorio que se está liberando estamos hablando de miles y miles de hectáreas de territorio a lo largo del Wallmapu.
Teniendo en cuenta las particularidades de las sociedades argentina y chilena, ¿cuáles son las dificultades con las que se enfrenta el proyecto político mapuche?
Argentina tiene una particularidad que no tienen otros países, el peronismo; no estoy diciendo nada maravilloso, es un hecho increíble. Argentina sufrió las peores dictaduras militares, sin embargo un militar fue el que trajo derechos sociales, es como para una novela. Los viejitos de las comunidades te dicen “Perón nos hizo gente”, cuando en mi adolescencia yo escuchaba eso me enfurecía porque me preguntaba cómo ancianos que hablan mapudungun y que tienen tanta sabiduría me vengan a decir “Perón nos hizo gente”. Pero cuando uno transcurre su vida en el territorio y va teniendo experiencia y se va haciendo un poco más sabio, va entendiendo qué significa eso de que “Perón nos hizo gente”. Por ejemplo, mi madre que venía de la Comunidad del Mirador, agarró prácticamente todas las crisis. Cuando era muy pequeña la abuela la tuvo que dejar a cargo de unos maestros para que pudiera estudiar, pero los maestros lo que menos hicieron fue hacerla estudiar. Contaba ella que hasta la ropa interior del director y de su esposa tenía que lavar en el río, con ocho o nueve años. Tuvo una vida muy infeliz mi mamá. Cuando pudo ser un poco más grande trabajó en la Compañía de Tierras del Sud Argentino, siempre pienso en qué diría mi mamá si me hubiese visto discutiendo con Benetton, ella fue mucama de esa compañía en una de las estancias de El Maitén. Ella decía que en esa época hasta tenían que salir a hacer compras con el uniforme de la compañía, pese a esa rigidez ella decía que la pasaba bien porque venía de un contexto de miseria. Era asalariada, cobraba lo mínimo y estaba a disposición las veinticuatro horas. Pero claro en ese contexto de no tener para comer, de haber tenido que lavar la ropa siendo niña a los que deberían haberle dado educación para ella fue un cambio positivo.
Entonces hay que entender el escenario en el que vivieron nuestros antepasados para que alguien te diga “Perón nos hizo gente”. Los peones rurales no cobraban y dormían en cualquier lugar y los primeros derechos del peón los plantea Perón con el Estatuto del Peón y eso fue un cambio. De una vida miserable, de no tener para comer, de vivir en una semi esclavitud a tener derechos, o sea, por primera vez un gobierno los vio como gente; ahí fue que entendí qué significa eso de que “Perón nos hizo gente”. Muchos no se han olvidado de eso, por eso es que hay esa idea de que la mayoría de los mapuche son peronistas, por esos hechos que cambiaron de alguna manera sus vidas. En algo que damos por descontado, que son derechos humanos básicos para la vida, pero estamos hablando de que hasta la década del cincuenta no los tenían. Se valieron de esa situación todos los que heredaron esa idea de darle continuidad al peronismo y con esa idea del derecho han perpetuado esa imagen. Pero ya nuestro pueblo se está dando cuenta de que Perón ya pasó, que eso uno no lo puede recordar como algo extraordinario en nuestras vidas porque empezamos a sentir esos aires de cuando éramos realmente libres, empezamos a diferenciar lo que significa vivir en semi esclavitud y que te tiren algún tipo de derecho de lo que era cuando nosotros éramos realmente libres.
Ahí el peronismo queda como una cosa que no tiene nada que ver con el hecho de pensarnos libres transitando nuestro territorio, planificando nuestra propia vida, llevando adelante nuestra propia espiritualidad, nuestros propios sueños, nuestro proyecto político, nuestras decisiones. Evidentemente el peronismo no tiene nada que ver con nuestras aspiraciones, por ende en mi caso particular no puedo articular mi futuro ni el de mis futuras generaciones con la estructura partidaria del peronismo o de cualquier partido (inclusive con el partido más de izquierda). Porque hay una necesidad de recuperación de un principio ideológico muy profundo, yo me maravillo cada vez que escucho esa intención de recuperar la ideología en términos netamente mapuches. El ser humano en prácticamente todas las sociedades elabora las leyes poniéndose como centro, en cambio el pueblo mapuche elaboró su conducta como humano y las leyes las elaboró la propia naturaleza, alguien puede decir que eso suena como un cuento pero no, el hombre y la mujer mapuche sólo decodificaron las leyes de la naturaleza.
El comportamiento social está absolutamente vinculado a las normas de la propia naturaleza, eso es el ad-mapu. Ese ad-mapu es un conjunto de normas que están siendo recuperadas, esa es la ideología que está transmitiendo toda esta idea de recuperación. Por eso, el tener este principio de recuperación como ideología te aleja de las ideologías foráneas, te aleja de los gobiernos “progresistas”, de la izquierda, que solo se piensa como una cuestión meramente humana en términos de poder discutir qué se ´piensa del territorio; para todos ellos el ser humano está por encima de todos los elementos que conforman la naturaleza. Eso nos permite a nosotros pensarnos como sociedad no utópica, pensarnos como un proyecto político que está en marcha y que no tiene un objetivo final, no creo en ponerle rótulos. Para llegar a la liberación del pueblo mapuche tenemos que buscar conciencia en la gente que está oprimida, porque mucha gente no tiene claro que sufre opresión.
Hace un rato hablabas del papel central que tiene la espiritualidad a la hora de articular entre las distintas comunidades. Nos gustaría que nos contaras cómo influye dicha espiritualidad en la relación con el territorio y con la idea de propiedad en la cosmovisión mapuche.
La idea de propiedad tuvo un impacto fuerte cuando se introdujo en el mundo mapuche, es tan nociva como que te declaren terrorista y te apliquen una ley, porque la propiedad privada encarceló, asesinó, mutiló, todo lo que te puedas imaginar. Están todos los testimonios de los abuelos y las abuelas que sufrieron el impacto de la introducción de la propiedad privada.
Antes los territorios no se alambraban, eran libres, había un conocimiento del territorio pese a que habíamos pasado a depender de la ganadería, que para mí es una actividad económica complicada en el sentido de que genera mucha dependencia y te aleja de una vida más armónica con la tierra. Sin embargo, la gente fue buscando un sincretismo entre esa actividad y el pensamiento mapuche, y eso logró cierta armonía. Pero la gente recuerda que la propiedad privada lo que impuso fue el alambre y tuvo un fuerte impacto en el desarrollo normal de la vida en las comunidades.
En nuestra espiritualidad es incongruente la idea de un dios que controla todo y que es omnipresente. Cuando un lofche acepta la existencia de las fuerzas de la naturaleza está expresando básicamente que ese territorio es un territorio que está ordenado y controlado y, de alguna manera, le pertenece a otras entidades, a otros seres (pu newen). Son seres que existen en el lugar. No existe Futa Chao, un dios, pero sí existen los pu longko (espíritus de longko), los dueños del agua, los dueños del cerro, todos esos seres existen con nombre propio, uno los sueña y sueña sus propios nombres, también están los seres que habitan el agua. Por eso cuando uno recupera un territorio a los primeros que se les pide permiso es a ellos, si ellos nos aceptan seguramente va a tener éxito y si ellos no nos aceptan no vamos a poder volver al lugar. No depende tanto de un fiscal.
La cuestión es que la idea de propiedad se deconstruye a partir de la aceptación de la propia espiritualidad mapuche y la aceptación fehaciente de que esos seres están, de que esos seres existen y por ende les vamos a hacer paga a ellos para que nos admitan. Y les decimos “ustedes son los verdaderos dueños, nosotros no somos dueños simplemente vamos a pedir permiso para habitar este espacio”. Por eso la idea de propiedad no es algo concebible en el mundo mapuche.

Fuente: http://contrahegemoniaweb.com.ar/entrevista-a-mauro-millan-planteamos-la-recuperacion-territorial-como-un-hecho-de-liberacion-no-como-un-hecho-economico

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