Pensamiento crítico. Argentina.
Los guettos del desperdicio
Por Alfredo
Grande
/ Resumen Latinoamericano / 3 de agosto 2019
No pocas veces combatimos con las mismas
armas que fueron creadas para destruirnos. La batalla
cultural, que en realidad es una guerra prolongada, sigue siendo liderada por
las derechas. En principio por la enorme cantidad de recursos económicos que
aunque provengan de los bolsillos de las víctimas, son gerenciados por las
manos de los victimarios. Pero también como escribí en un aforismo implicado
“la derecha conoce al sujeto para someterlo, y la izquierda no conoce al sujeto
para liberarlo”.
El
sujeto del deseo hoy no
desea la revolución, ni siquiera anhela lo revolucionario. El horizonte de lo
posible se acercó demasiado, así que a pesar de la exacta definición de Eduardo
Galeano, el horizonte ya no sirve para caminar. El sujeto tiene como horizonte
la calle sin salida, la pared de sus necesidades todas básicas y cada vez más
insatisfechas. El sujeto del deseo ha sido subvertido por el sujeto del
mandato, y ese mandato es el consumo. En realidad, el consumo del consumo, o
sea, lo que denomino consumismo. La recesión ha sido una cura similar a amputar
la pierna equivocada.
El consumismo
es la mejor ruta al endeudamiento crónico, que algunos llaman “tarjetazo”. Nada
de eso es posible ahora, porque los intereses usurarios de cualquier préstamo,
impide incluso el consumo de dinero. En caso que alguien lo tenga.
Lamentablemente, una de las apuestas a futuro es a reactivar el consumo en la
mayor escala posible. Hace décadas escribí sobre el aparato mental de mercado.
O sea: el mercado modela la subjetividad, incluso de aquellos que lo detestan.
Y quizá lo detestan porque tienen vedada sus puertas.
El sujeto del mandato del consumo tiene como horizonte cercano una
clase media medianamente acomodada. De todas las razones por la cual los
proletarios del mundo no se han unido, una de ellas es porque se han consumido
en los patrones de consumo de las clases medias y altas. “Menos proletarios y
más propietarios”, vociferaba el padre/madre de la criatura liberal en plena
democracia. Lo electoral también es un mercado y la propaganda del producto
“estamos en el primer mundo” fue exitosa. En una parábola del continuo espacio
tiempo político, hoy el mercado (interno) se ha extinguido y terminamos donde
habíamos comenzado: en una hiperinflación camuflada.Sin embargo, y mal que nos pese, las derechas tienen una fecundidad creativa digna de las peores causas. Han instalado el concepto de “grieta”, desde el cual intentan alambrar al pensamiento crítico en una bipolaridad maniquea. La escena política se organiza entre les K y les anti K. Ese río no está revuelto, pero igual ganan los pescadores. En realidad, es una remake de una Argentina dividida entre peronistas y anti peronistas. La “grieta” entonces se presenta como causa, cuando en realidad es un efecto. La derecha mágica usa ese truco con frecuencia. Invertir los efectos para que parezcan causas.
Como la teoría del derrame, otro invento del menemismo que cambió la historia, aunque no en el sentido que se había prometido, la teoría de la grieta derrama a la vida cotidiana. Los que están adentro y los que seguirán afuera. Tan afuera que más del 50% de niñas y niños son pobres. Pero hablemos un poco mejor: han sido empobrecidos. Y hablemos un poco mejor: han sido saqueados durante generaciones.
Y ya que estamos en un intento de hablar mejor, no digamos que niñas y niños tienen hambre. Son hambre. El hambre construye subjetividad. Frágil, temerosa, persecutoria, dolorosa. Alguna filosofía planteó el ser para
Mientras varios comen y comen y comen y beben y beben y beben, los que están del otro lado de la grieta intentan saltarla. No lo conseguirán. Ni siquiera conseguirán ser mirados, ser escuchados, ser ayudados. Un nomadismo urbano donde la dignidad del trabajador se ha clonado en las caminatas interminables donde ninguna calle tiene salida. La grieta se ha multiplicado en infinitas grietas donde, por ejemplo, para poder orinar tenés que ser cliente. El Gran Paraguas de la Terminal de subterráneos de Constitución es un baño en una escala gigantesca. No hay baños públicos y para los privados hay que consumir algo. Por supuesto, consumir antes. Suele no haber dinero ni tiempo.
Esas grietas cotidianas se han naturalizado, denominación benévola para decir que han sido capturadas por la cultura represora. En los guetos del desperdicio no hay conciencia plena de
El nuevo Alberto pide: no bajen los brazos. Desde ya, ni se le ocurre pedir que levanten el puño. Por eso lo que está en discusión es de que tamaño es
Incluso pensé que con tantos cupos dando vueltas, se podría establecer un cupo revolucionario. Para que los guetos del desperdicio sean recuperados por todos los comederos populares. Para que productores y consumidores sean dos caras de la misma moneda de
Tomado de APe.-
Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/08/03/pensamiento-critico-argentina-los-guettos-del-desperdicio/
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