domingo, 7 de julio de 2019

Ya en el 2014 nos advierten: hay "una ofensiva por la mercantilización de derechos a la salud o la educación, la justicia y la seguridad, el transporte y la cultura, y en general, acciones diversas que afectan variadas facetas de la vida cotidiana. Las relaciones monetario-mercantiles son crecientes en el capitalismo contemporáneo, imponiendo una lógica fetichista por el acceso al dinero y al consumismo. Es una ofensiva que alimenta el individualismo y la cultura del sálvese quien pueda, abandonando formas colectivas de solidaridad social".

Editorial
Lucha de clases y 
clases en lucha
Revista Periferias
Año 23 –Nº 22
Primer semestre de 2014

El orden capitalista enfrenta nuevamente una crisis mundial y lo hace reforzando la iniciativa por la liberalización económica, contra los trabajadores, la sociedad popular y la naturaleza. Contra los trabajadores, porque el capital necesita renovar la condición esencial de la explotación del hombre por hombre. Condición necesaria para hacer funcionar el régimen de producción y valorización, aún con los límites derivados de una tendencia decreciente de la tasa de ganancia, que por todos los medios posibles el capital contrarresta. Por un lado se promueve la extensión de la salarización, con China e India a la cabeza, y detrás otros países “emergentes” con gran cantidad de población empobrecida y dispuesta a vender su fuerza de trabajo sin importar ingresos ni condiciones de seguridad social o laboral. Por otro lado se intenta desmejorar las condiciones de empleo y salario en países con tradición histórica de organización de sus trabajadores. El intento pasa por eliminar o disminuir derechos laborales conquistados en luchas históricas de los trabajadores, entre los que destaca la ofensiva en la OIT y en nuestros países contra el derecho de huelga. La des-sindicalización y desorganización de los trabajadores es un objetivo buscado por el capital en sus diferentes formas.

Contra la sociedad de los de abajo, ya que la precariedad laboral se difunde por imperio de la dominación capitalista en la pérdida de derechos sociales de la mayoría empobrecida de la población. Se trata de una ofensiva por la mercantilización de derechos a la salud o la educación, la justicia y la seguridad, el transporte y la cultura, y en general, acciones diversas que afectan variadas facetas de la vida cotidiana. Las relaciones monetario-mercantiles son crecientes en el capitalismo contemporáneo, imponiendo una lógica fetichista por el acceso al dinero y al consumismo. Es una ofensiva que alimenta el individualismo y la cultura del sálvese quien pueda, abandonando formas colectivas de solidaridad social.

La discriminación social masiva provocada agiganta la brecha entre la minoría incluida en la satisfacción de necesidades y la mayoría excluida. El dato relevante es la pauperización creciente de la mayoría junto a la desigualdad que expresa la equivalencia de riqueza de la mitad de la población mundial con solo 85 grandes fortunas. Contra la naturaleza, porque la ofensiva capitalista demanda creciente explotación de los recursos naturales, aun a costo del deterioro de las condiciones ambientales y la destrucción de las condiciones materiales de la vida en el planeta. El modelo productivo sustentado en la utilización de energía “no renovable” desde mediados del Siglo XVIII empuja desarrollos tecnológicos agresivos hasta la destrucción sobre la naturaleza, especialmente en la explotación de hidrocarburos “no convencionales” vía fractura hidráulica. Para que estos procesos productivos sean rentables se necesita mantener elevados los precios del petróleo y el gas, entre otros precios, en los que destacan los de la alimentación y los minerales. Es una situación estimulada por la especulación y militarización de la sociedad contemporánea, fogueando una espiral destructiva sobre el hábitat.

El resultado es el cambio climático que explica desastres presentados como “naturales”, siendo directa consecuencia del modelo de desarrollo que impone la cultura productiva de nuestro tiempo. Pero a esa iniciativa del capital se le contrapone la diversa iniciativa popular, la que construye un nuevo ciclo histórico de lucha de clases luego de la ruptura de la bipolaridad y la pérdida en el imaginario social de mayoría sobre las posibilidades de construir un orden anticolonial, anti-patriarcal, contra la discriminación y el racismo, anticapitalista, antiimperialista y por el socialismo.

Bajo las nuevas condiciones del ciclo de la lucha de clases, éstas, las clases sociales llevan adelante experiencias de nuevo tipo, que hacen evidente la búsqueda de nuevos horizontes de organización de la civilización contemporánea. La experiencia de las clases sociales en lucha da cuenta de ambas y contrapuestas iniciativas, las de la dominación por sostener y avanzar en el orden capitalista, y las de las clases subalternas, muchas veces desde la resistencia, y otras a la ofensiva en la búsqueda de un orden social que termine con el patriarcado, la discriminación racial, el colonialismo y organice unas relaciones sociales de producción para otro modelo productivo y de desarrollo. De estos temas damos cuenta en este número de Periferias, especialmente en el dossier. Junto a las tendencias más generales, pretendemos intervenir en la discusión sobre la conceptualización de las clases sociales y pasar revista a experiencias trascendentes para construir experiencias alternativas, entre las que se destaca la práctica de construcción contemporánea en Cuba. Sobre la Argentina nos interesa destacar la novedad política de la intencionalidad sistémica por suturar el desencuentro de la sociedad con las fuerzas armadas. Una ruptura que se explica por medio siglo de golpes de Estado y un acelerado proceso de terrorismo estatal que desembocó en la dictadura genocida de 1976, cuyos efectos afectan a la cúpula militar. Siendo las fuerzas armadas un instrumento esencial del poder, la normalización del capitalismo no solo supone mejorar el clima de los negocios y la inserción global del capitalismo en la Argentina, sino y especialmente recomponer la grieta de consenso con el poder de las armas.

Buenos Aires, 21 de abril de 2014
Fuente: https://www.fisyp.org.ar/media/uploads/periferias.22.libro.08.06.2014.pd

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