domingo, 21 de julio de 2019

Discutamos: "En la etapa actual el centro de la actividad militante y socialista es explicar. (...)El combate hoy pasa por ejercer «el arma de la crítica». Una crítica que debe ir a la raíz de los males sociales, que no es otra que la propiedad privada del capital y el Estado que la defiende”.

De nuevo, ¿partido marxista o “de combate”?

 21 de julio de 2019

Por Rolando Astarita

Hace poco escribí una nota (aquí) en la que polemicé con la idea, defendida por la dirección del Partido Obrero, de que el partido marxista debe distinguirse como “partido de combate”. En contraposición, sostuve que la actividad central del partido marxista, en tanto no tenga influencia de masas, es explicar sus posiciones, su programa y estrategia; a la par, naturalmente, que participa en las luchas cotidianas de los trabajadores. Se trata de llevar adelante la lucha tanto en el plano económico y político, como teórico, según una clásica formulación de Engels.
Como no podía ser de otra manera, mi nota despertó apoyos y críticas; y entre estas últimas, algún lector objetó que nadie en el PO sostenía la tesis de un partido “de combate”, en el sentido en que yo lo había afirmado.
Pues bien, una nota posterior, publicada en Prensa Obrera, permite clarificar la divergencia de criterios. Allí se afirma:
Los trabajadores nos deben probar como dirección en la práctica, en los choques callejeros. No alcanza que tengan una relación virtual con nuestra organización, ni que escuchen nuestras explicaciones. El partido revolucionario puede ser una alternativa de poder si la masa de los trabajadores lo puede probar como una herramienta vital para derrotar la ofensiva que se descarga sobre nuestras espaldas” (“El PTS quiere meter una cuchara (democratizante y desmoralizada) en la pelea rupturista de Altamira con el PO”; énfasis mío;https://prensaobrera.com/politicas/64696-el-pts-quiere-meter-una-cuchara-democratizante-y-desmoralizada-en-la-pelea-rupturista-de-altamira-con-el-po).
En contra de esta posición, vuelvo a afirmar que lo que distingue al partido marxista no es su capacidad para dirigir, o participar, en los choques con la policía (tirar piedras, armar barricadas y similares). De hecho, para esos menesteres no es necesaria la teoría marxista, ni el programa socialista. Más aún, organizaciones nacionalistas y pequeñoburguesas reformistas pueden ser muy combativas en enfrentamientos con las fuerzas represivas. ¿Por qué el partido marxista se distinguiría en particular en los choques callejeros con la policía?
Pero además, esos enfrentamientos no generan, de por sí, conciencia socialista. Por caso, durante la dictadura de 1966 a 1973 hubo cantidad de combates con las fuerzas represivas, en los que participaron organizaciones de socialistas y revolucionarias, junto a militantes y organizaciones del peronismo de izquierda, del PC. Por eso, incluso las posibilidades de distinguir “la verdadera vanguardia revolucionaria” con el luchómetro de los combates callejeros eran extremadamente pequeñas. Y para peor, no siempre las organizaciones de izquierda estuvieron en los enfrentamientos. Recuerdo al respecto dos casos: a) los maoístas que no participaron en el Cordobazo porque ese día habían decidido hacer propaganda en los barrios “para no hacerle el juego a la burocracia sindical del Smata y Luz y Fuerza”; b) Política Obrera, que no participó del Viborazo por considerar que se trataba de una acción vanguardista. ¿Cómo se puede decir entonces que el partido marxista se distingue por estar a la vanguardia de los enfrentamientos callejeros?
Pero lo más importante es que, como lo adelanté más arriba, esas experiencias de combates no impidieron que en 1973 la enorme mayoría de los luchadores obreros y estudiantiles votara por un programa y un líder burgués (y profundamente reaccionario). Las masas trabajadoras, y la vanguardia activista no razonaron “hemos visto a la izquierda revolucionaria a la vanguardia de los combates – en el Cordobazo, el Rosariazo, el Viborazo, etcétera – y por lo tanto los votaremos”. En este punto es imposible exagerar el rol que jugaron las convicciones políticas e ideológicas de las masas, y en particular de la vanguardia. Lo cual explica que mucha gente que se consideraba de izquierda votara la fórmula Perón – Perón (que traía de la mano a la Triple A y la ultraderecha peronista).
Algo similar ocurrió con experiencias posteriores. Por ejemplo, las luchas contra el menemismo. Desde 1993 en adelante hubo levantamientos de trabajadores estatales en Santiago del Estero, Rioja y repetidas veces en Jujuy; puebladas de desocupados; levantamientos en Cutralcó; luchas piqueteras en Tartagal. Pero al terminar el mandato de Menem las masas – y gran parte de la vanguardia que participó en esos enfrentamientos – apoyaron a la Alianza, o al peronismo encabezado por Duhalde. De la misma manera, los enfrentamientos que llevaron a la caída de De la Rúa tampoco generaron, de por sí, conciencia socialista. Con el agregado que aquí también hubo partidos marxistas que ni  siquiera participaron de la jornada del 20 de diciembre de 2001 en Plaza de Mayo.
Pero además, los enfrentamientos no solo no generan, por sí mismos, conciencia socialista, sino que muchas veces son utilizados por las fuerzas de la oposición burguesa, o pequeñoburguesa, para promover meros recambios de superficie (los fusibles del sistema). Como alguna vez lo observó Marx, es habitual que en las coyunturas de crisis y levantamientos el pueblo ponga los muertos, y la burguesía imponga su política de cambiar algo para que nada cambie en sustancia.
Por otra parte, las ideas del socialismo científico no crecieron entre las masas trabajadoras porque los marxistas fueran particularmente sagaces en organizar enfrentamientos con las fuerzas policiales. Los trabajadores que adhirieron al socialismo hacia fines del siglo XIX, no lo hicieron porque hubieran visto a Marx o Engels armando barricadas o arrojando piedras a la policía en alguna capital europea, sino porque se convencieron de sus ideas. Más aún, el marxismo siempre explicó que los problemas fundamentales de la clase trabajadora no se arreglan con acciones vanguardistas ejemplares – del tipo tirar piedras a la policía – sino cambiando la correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo, luchando por la independencia política de la clase obrera.
En este último sentido, también hay que decir que el marxismo se diferencia de otras fuerzas “combativas” por aconsejar a los obreros, en determinadas ocasiones, evitar el combate. Por caso, es lo que hicieron Marx y Engels antes del levantamiento que llevaría a la Comuna de París (“Si algo se puede hacer en París es impedir un levantamiento de los obreros antes de que concluya la paz”; carta de Engels a Marx del 12 de septiembre de 1870). De la misma manera, en 1905 Lenin y los bolcheviques llamaron a no participar en la manifestación convocada por el cura Gapón, ya que la consideraban una provocación (la represión de esa manifestación provocó el estallido de la revolución). Otro ejemplo: durante las llamadas jornadas de julio de 1917, Lenin y Trotsky pelearon por canalizar el movimiento de los obreros de Petrogrado, que apuntaba a la insurrección, y evitar una confrontación prematura y decisiva con la burguesía. .
En la misma línea de pensamiento, Marx aconsejó a la clase obrera no exagerar los resultados de las luchas diarias contra el capital; no perder de vista que son luchas contra los efectos, no contra las causas de esos efectos; que las mismas contienen el movimiento descendente de las condiciones de vida de los trabajadores, pero no cambian su dirección. En consecuencia, la clase obrera no debía “entregarse por entero a esta inevitable guerra de guerrillas, continuamente provocada por los abusos incesantes del capital o por fluctuaciones del mercado” (véase Salario, precio y ganancia).

En definitiva, no hay manera de sostener que lo que distingue al partido marxista es estar a la vanguardia de los combates callejeros con la policía. En la etapa actual el centro de la actividad militante y socialista es explicar. Si a esto le quieren llamar “combate”, pues está muy bien, pero hay que tener presente la diferencia con “el combate” de cualquier otra organización de vanguardia, nacionalista, o pequeñoburguesa radical. El combate hoy pasa por ejercer “el arma de la crítica”. Una crítica que debe ir a la raíz de los males sociales, que no es otra que la propiedad privada del capital y el Estado que la defiende.
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Fuente: https://rolandoastarita.blog/2019/07/21/de-nuevo-partido-marxista-o-de-combate/

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