jueves, 9 de mayo de 2019

"“Agreguemos la postura de Perón ante gobiernos de derecha en América Latina. Cuando el golpe contra Allende, el gobierno de Lastiri reconoció inmediatamente a la dictadura de Pinochet, y hubo maltrato a refugiados que llegaban a Ezeiza. Perón no abrió la boca. En mayo de 1974 Perón recibió a Pinochet y le dio su apoyo. Según Eduardo Luis Duhalde este encuentro, lejos de ser protocolar, fue un antecedente del plan Cóndor".

La Triple A y la memoria recortada

8 de mayo de 2019
Me ha ocurrido en más de una ocasión en los últimos tiempos: alumnos que cursan en universidades públicas, incluso en alguna que está bajo la hegemonía “del campo nacional y popular”, desconocen qué fue la Triple A (Alianza Argentina Anticomunista). Esto es, tuve que explicar que la Triple A fue una organización paramilitar, de ultraderecha, que asesinó a cientos de militantes de izquierda, y que actuó bajo los gobiernos de Juan Domingo Perón e Isabel Perón, entre 1973 y marzo de 1976.
Para esos jóvenes que han sido desinformados, les recuerdo entonces que la Triple A recibía fondos del Ministerio de Bienestar Social, dirigido por López Rega (secretario de Perón), y estaba integrada por oficiales de las Fuerzas Armadas, ex policías, delincuentes, matones sindicales, miembros de la Juventud Sindical Peronista y de la Juventud Peronista República Argentina (véase Alicia Servetto, 2008, “Memorias de intolerancia política: las víctimas de la Triple A (Alianza Argentina Anticomunista”, en http://www.uel.br/revistas/uel/index.php/antiteses/article/download/1596/1640.
Como bien indica Servetto, la impunidad para esas bandas asesinas fue garantizada por Perón desde el mismo día que volvió al país por segunda vez, el 20 de junio de 1973. Escribe: “Su llegada estuvo precedida por una gigantesca movilización popular en el aeropuerto internacional de Ezeiza, en las proximidades de la ciudad de Buenos Aires. (…) Lo que se esperaba como la mayor fiesta “peronista”, para celebrar el regreso del líder, concluyó con un elevado número de muertos y heridos. Al día siguiente, Juan Domingo Perón pronunció el esperado discurso. Evitando toda referencia a la matanza de Ezeiza del día anterior, llamó a todas las fuerzas políticas y al pueblo argentino a colaborar para “volver al orden legal y constitucional como única garantía de libertad y justicia”. Desde entonces, quedó asegurada la impunidad desde el mismo aparto del Estado. A partir de ese momento, las mismas palabras fueron repetidas una y otra vez, casi obstinadamente, hasta el día en que falleció” (énfasis agregado).
Sobre la masacre de Ezeiza, en una nota anterior (aquí), también referida a la “falta de memoria” sobre la Triple A, escribí: “… un ensayo general de represión por izquierda ocurrió en Ezeiza, el 20 de junio de 1973, cuando Perón volvió por segunda vez al país. CNU (Concentración Nacional Universitaria), Comando de Organización, la guardia militar de Osinde y elementos de la Juventud Sindical asesinaron a una cantidad no especificada de militantes de la Juventud Peronista. Oficialmente se reconocen 13 muertos y 356 heridos, aunque las cifras podrían ser mucho más elevadas. Pero nunca se hizo una investigación oficial de esta masacre”.
La Triple A hizo su “presentación oficial” poco después, el 21 de noviembre de 1973, con un atentado con bomba al senador radical Hipólito Solari Irigoyen, quien salvó su vida de milagro.
De nuevo, cito a Servatto: “Perón procuró disciplinar a sus filas, armando un arco de ofensiva que abarcó desde la reestructuración partidaria, la reorganización de los cuadros de gobierno y la alianza con los sectores ortodoxos del movimiento obrero. Los objetivos finales procuraban la depuración ideológica, la desmovilización política y el disciplinamiento de los actores sociales. En esta línea de acción el Consejo Superior del Movimiento Nacional Justicialista (CSMNJ) emitió un documento interno por el cual se impartieron directivas para enfrentar “la guerra desencadenada contra nuestras organizaciones y nuestros dirigentes por los grupos marxistas, terroristas y subversivos”.
Y más adelante: “De todos modos, y en cualquiera de sus denominaciones, estas organizaciones realizaron en todo el país más de 400 asesinatos y secuestros de personalidades políticas, culturales, abogados de presos políticos, periodistas, dirigentes juveniles, reconocidos sindicalistas y activistas obreros, y militantes de organizaciones revolucionarias, cifra que para algunos autores ascendía a 900. Entre julio y agosto de 1974, se contabilizó un asesinato de la AAA cada 19 horas. Se había iniciado la práctica de la desaparición de personas”.
En relación al número de víctimas, en la nota anterior, ya citada, escribí: “… solo los asesinados por los grupos parapoliciales, o la Triple A, entre 1973 y marzo de 1976, que han sido registrados, suman 683 (véasehttp://www.desaparecidos.org/arg/victimas/listas/aaa.pdf). Pero algunas estimaciones elevan la cifra total de asesinados a unos 900 compañeros. Según el Anexo del Nunca Más, edición 30º aniversario del golpe militar, hubo más de 1100 casos de desapariciones forzadas de personas y ejecuciones sumarias entre 1973 y marzo de 1976”.
Sumemos que uno de los blancos predilectos de las amenazas de la Triple A fueron los artistas. A causa de ello debieron emigrar, entre otros, Nacha Guevara, Norman Brinsky, Alfredo Alcón, Luis Brandoni, María Rosa Gallo, Carlos Somigliana, David Stivel, Ricardo Halac y Horacio Guarany.
También escribí: “…los principales miembros de la Triple A fueron nombrados por decreto, por Perón: Rodolfo Almirón y Juan Ramón Morales habían sido dado de baja en la Policía Federal (acusados de ilícitos con drogas) y fueron reincorporados y ascendidos. También los comisarios Alberto Villar y Luis Margaride fueron elevados a jefe y subjefe, respectivamente, de la Federal. Villar y Margaride fueron principales organizadores de la Triple A. Osinde y López Rega también fueron ascendidos por Perón.
Otro hecho significativo bajo la presidencia de Perón fue el llamado “Navarrazo”: el 28 de enero de 1974 el teniente coronel Antonio Domingo Navarro asaltó a mano armada a la casa de gobierno de Córdoba, apresó al gobernador Obregón Cano, al vicegobernador Atilio López y a todos los ministros, quienes permanecieron secuestrados. Hubo muertos y heridos, y el gobierno provincial fue depuesto. Sin embargo, Perón no condenó el golpe ni repuso a las autoridades, y Navarro fue premiado con el consulado argentino en Barcelona”.
Más abajo: “Agreguemos la postura de Perón ante gobiernos de derecha en América Latina. Cuando el golpe contra Allende, el gobierno de Lastiri reconoció inmediatamente a la dictadura de Pinochet, y hubo maltrato a refugiados que llegaban a Ezeiza. Perón no abrió la boca. En mayo de 1974 Perón recibió a Pinochet y le dio su apoyo. Según Eduardo Luis Duhalde este encuentro, lejos de ser protocolar, fue un antecedente del plan Cóndor. En las Naciones Unidas Argentina fue uno de los pocos países que rechazaron proyectos de condena a la violación de los derechos humanos en Chile en las Asambleas Generales de 1974 y 1975. El 30 de septiembre fue asesinado en Buenos Aires el general chileno Carlos Prats, refugiado en Argentina. En 1975 el gobierno de Isabel condecoró a Pinochet con la Gran Cruz de la Orden de Mayo al Mérito Militar. Por otra parte, el gobierno de Perón también tuvo una actitud de colaboración con la dictadura de Stroessner, de Paraguay; con la de Bordaberry, de Uruguay; y de Banzer, de Bolivia. El sistema Cóndor nació a fines de 1975, con activa participación argentina”.
Para concluir, digamos que el recorte de la memoria, operado por organismos de derechos humanos y organizaciones de izquierda no es inocente. Como tampoco hay inocencia al fechar la aparición del terrorismo de Estado en marzo de 1976, y no antes. Lo que se busca es ocultar las responsabilidades que les caben a muchos “próceres”, vivos o muertos, de la “liberación nacional”. Y por sobre todas las cosas, ocultar que, en 1973-4, Perón se rodeó de fachos y asesinos para atacar y destruir a la militancia de izquierda –y muy especialmente, a la que enfrentaba a la burocracia sindical. En este respecto, el cuento de Julio Bárbaro, de que Perón vino a pacificar al país y abrazarse con sus adversarios es solo eso, un cuento (contado por alguien que sabe, a plena conciencia, que está mintiendo).
Yendo más lejos, también se busca ocultar que gran parte de la izquierda –incluido el partido Comunista- votó por la fórmula Perón-Perón, cuando era más que claro que la renuncia de Cámpora a la presidencia, y su reemplazo por Lastiri, fueron un golpe interno, de contenido inequívocamente ultraderechista. Para que no queden dudas: llamaron a votar Perón-Perón luego de ocurrida la masacre de Ezeiza y del innegable respaldo de Perón a los responsables de esa masacre. Todo con el argumento de la “necesaria unidad patriótica para enfrentar a las fuerzas de la reacción y el imperialismo”. Más o menos de la misma manera en que hoy se justifican otras muchas y renovadas inmundicias vinculadas al “frente patriótico y popular”. ¿Será por eso que se empeñan en mantener desinformadas a las nuevas generaciones?
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La Triple A y la memoria recortada

Fuente: https://rolandoastarita.blog/2019/05/08/la-triple-a-y-la-memoria-recortada/

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