lunes, 26 de noviembre de 2018

Necesitamos, abajo y a la izquierda, generalizar la deliberación de porqué Mauricio Macri patentiza a la impune burguesía local y el cambio de gobierno sólo prolongará profundizando nuestra subsunción en los capitalismos imperialismos. Indaguemos interpretaciones y caminos poco frecuentados:

La última entrevista a Samir Amin
"El sistema mira hacia el fascismo
como respuesta a 
su creciente debilidad"
20 de noviembre de 2018
 
Por Jipson John y Jitheesh P.M.

Krítica

Entrevista a Samir Amin, poco antes que falleciera, realizada por los periodistas indios Jipson John y Jitheesh P. M., para el Instituto de Investigación Social (Tricontinental)

"El declive del sistema es un momento peligroso. El capitalismo no va a esperar su muerte tranquilamente. Se comportará cada vez más salvajemente para mantener su posición, para mantener la supremacía imperialista de los centros"
 
¿Cómo entiende la globalización en tanto proceso social?
AMIN: La globalización no es nada nuevo. Es una dimensión antigua e importante del capitalismo. Ustedes los indios deberían saberlo mejor que nadie. Han sido conquistados y colonizados por los británicos desde el siglo XVIII hasta el XX. Eso también fue globalización. No la globalización que querían, pero fueron integrados al sistema capitalista global.
La colonización fue una forma de globalización. Pero el pueblo de India luchó contra ella y reconquistó su independencia bajo un liderazgo que no fue socialista revolucionario, sino que fue el nacional populista de M. K.Gandhi y Jawaharlal Nehru. Su independencia en 1947 tuvo dos costos.
·    En primer lugar, una parte importante de la India, lo que ahora son Pakistán y Bangladesh fueron separados de ella. Este fue un acto criminal de los colonizadores.
·    Segundo, la independencia que se ganó fue hegemonizada por la burguesía india, liderada por el partido Congreso Nacional de la India con una amplia alianza popular que incluía partes de la clase trabajadora.
 
Por lo general, hoy está de moda decir que la globalización después de la Segunda Guerra Mundial fue bipolar: Estados Unidos de un lado y la URSS del otro, engarzados en una Guerra Fría. Esto es básicamente incorrecto. La globalización que tuvimos después de la Segunda Guerra Mundial, digamos desde 1945 hasta 1980 o 1990 es lo que llamo globalización negociada.
 
Con «globalización negociada» quiero decir que los gobiernos y pueblos de Asia, África, la URSS, los Estados Unidos y sus aliados crearon una estructura negociada multipolar que gobernaba el orden mundial. Esta estructura se impuso al imperialismo y lo obligó a ajustarse al bloque de poder que surgió de la Revolución Rusa de 1917, de la Revolución China de 1949 y de la conferencia de Bandung de 1955.
 
El progreso industrial, iniciado en la época de Bandung no siguió una lógica imperialista, sino que fue impuesto por las victorias de los pueblos del Sur. Fue en esta época que países como la India, Indonesia, Ghana y Tanzania lograron su independencia. Esta globalización negociada produjo cuatro bloques históricos diferentes, cada uno luchando con el otro:
1. La alianza imperialista de Estados Unidos y Europa occidental con sus aliados: Japón, Australia y Canadá.
2. La Unión Soviética con sus aliados de Europa oriental.
3. La República Popular de China, que a pesar de pertenecer al así llamado campo socialista había desarrollado una política independiente desde al menos 1950.
4. Los países que crearon el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) en 1961, pero que se reunieron en Bandung en 1955.
En Bandung, Indonesia, los representantes de los pueblos de Asia, China, India, Indonesia y algunos otros países se reunieron por primera vez. Habían pasado pocos años desde que la India reconquistó su independencia, pocos años después de que el Partido Comunista Chino entrara en Beijing; habían pasado también pocos años desde que Indonesia recuperara su independencia de los holandeses. Fue un campo que incluyó no solo países asiáticos sino también la mayoría de los países recién independizados de África en ese momento. Las colonias portuguesas se unieron luego y Sudáfrica más tarde aún.
Cuba fue el único país de América Latina que se unió a este grupo. Los regímenes nacional-populistas de este cuarto grupo se unieron institucionalmente en el MNOAL (Movimiento de Países No Alineados) que se reuniría cada año y armonizaría una línea política, así como en el Grupo de los 77 que sería el bloque del Sur dentro de Naciones Unidas.
Tuvimos un patrón de globalización que fue una globalización multipolar, que se negoció entre los cuatro grupos. Desde el punto de vista de los pueblos de África y Asia, fue una época durante la cual el imperialismo se vio obligado a hacer concesiones y aceptar los programas nacional-populares de India y otros países asiáticos y africanos.
En lugar de que los países del sur se ajustaran a las necesidades y demandas de la globalización, fueron los países imperialistas los que se vieron obligados a ajustarse a nuestras demandas. Cada una de estas partes de la globalización multipolar desarrolló sus propias formas de desarrollo.
– Occidente, como resultado de las victorias de la clase trabajadora desarrolló un patrón de los llamados Estados de bienestar.
– El bloque socialista – la URSS, Europa Oriental, China, Vietnam y Cuba – que desarrolló diferentes patrones de socialismo.
– El tercer pilar, esto es la India, liderada por el Partido Congreso Nacional,el Egipto de Nasser, y otros Estados en África y Medio Oriente que desarrollaron algún tipo de “socialismo”, por lo menos así lo llamaron.
Los tres pilares alcanzaron sus límites históricos en los años ochenta y noventa, cuando colapsaron. Algunos colapsos fueron brutales, como el de la Unión Soviética en 1991. No sólo que el país se dividió en 15 repúblicas, sino que la mayoría de ellas se trasladó hacia la órbita europea, algunas de ellas ingresaron en la Unión Europea y a la alianza militar de Occidente, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
 
La derrota del comunismo en el Este no resultó en una victoria para la socialdemocracia en Occidente. Incluso la socialdemocracia fue derrotada.
 
Los socialdemócratas se volvieron socio-liberales, o, en otras palabras, en un espacio político que aceptaba la inevitabilidad del capitalismo y una «democracia de baja intensidad» que eclipsó la política de lucha de clases (como expongo en El virus liberal, 2004).
Ahora no hay diferencia entre los partidos gobernantes socialdemócratas o socialistas en Europa occidental y los partidos de derecha normales, tradicionales. Son todos socioliberales. Esto significa que tanto los viejos conservadores como los antiguos socialdemócratas están aliados ahora con el capital monopolista global.
El tercer pilar, nuestro pilar, también se quebró de diferentes formas. En algunos casos, hubo golpes de estado. En otros, como en India, la clase dominante se desplazó hacia la derecha y aceptó las condiciones y patrones de la llamada globalización liberal. Esto sucedió desde la época de Indira Gandhi en adelante.
 
El proceso fue similar en Egipto. Después de la muerte de Nasser en 1970, su sucesor Anwar Sadat dijo que no teníamos nada que ver con esa «porquería» llamada socialismo y que deberíamos volver al capitalismo y aliarnos con los Estados Unidos y otros.
Los chinos siguieron su camino de forma diferente luego de la muerte de Mao en 1976 y se desplazaron hacia un nuevo patrón de globalización, pero con algunas especificidades por sus propias necesidades. No se trata sólo de la especificidad política del Partido Comunista de China, que mantuvo el dominio sobre el país, sino también su especificidad socioeconómica que diferencia a China de la India. La enorme diferencia entre ambos países es que China ha experimentado una revolución radical que la India todavía no ha tenido.
Por lo tanto, tenemos una variedad de patrones. El colapso de estos tres sistemas, la llamada socialdemocracia en Occidente, el sistema soviético y nuestro sistema, es lo que proporciona todas las condiciones para que el capitalismo imperialista tome la ofensiva y haga cumplir su nuevo patrón de globalización
 
¿Cuáles son las características del actual patrón de globalización?
AMIN: La creciente ofensiva del capitalismo imperialista NO solo está relacionada con la derrota de los socialistas o los comunistas o incluso los nacional-populistas. También está relacionada con los cambios en los países capitalistas imperialistas de Europa, Estados Unidos y Japón.
 
El término clave aquí es capitalismo monopolista global. El capitalismo monopolista, como fuerza social, no es nada nuevo. Se movió en dos etapas
·         La primera etapa del capitalismo monopolista fue desde fines del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial, un largo período de más de un siglo. Este capital monopolista fue analizado por socialdemócratas como John A. Hobson y Rudolf Hilferding. Durante este período el capital monopolista tenía carácter nacional. Hubo imperialismo británico, imperialismo estadounidense, imperialismo alemán, imperialismo japonés e imperialismo francés.
 
Como escribió Lenin en sus estudios sobre el imperialismo en 1916, estas fuerzas imperialistas no sólo conquistaron y subyugaron a la periferia, sino que a la par estaban luchando entre sí. La lucha entre ellas condujo a dos Guerras Mundiales.
Todas las revoluciones socialistas de ese período tuvieron lugar en la periferia del sistema imperialista global, comenzando en la semi-periferia, con el eslabón más débil, Rusia y luego en las periferias reales, Cuba y Vietnam. Ninguna revolución tuvo lugar en Occidente.No hubo una revolución socialista en la agenda de Estados Unidos, Europa occidental o Japón.
 
·     Después de la Segunda Guerra Mundial, gradualmente primero y repentinamente después, a mediados de la década de 1970, el capital monopolista en Occidente se movió a una nueva etapa que he denominado capital monopolista generalizado.
El capital monopolista fue lo suficientemente exitoso como para someter todas las otras formas de producción social a la posición de ser sus subcontratistas. Eso significó que el valor producido por las actividades humanas fue, en gran medida, absorbido por el capital monopolista en forma de renta imperialista. En esta nueva globalización,
nuestros países son invitados a ser subcontratistas del imperialismo. Esto es obvio en el caso de la India.
 
Tomemos el caso de la ciudad de Bangalore. Se ha desarrollado como la región más promisoria para la subcontratación del capital monopolista no sólo para Gran Bretaña y los Estados Unidos sino también para el capital monopolista de Europa y Japón.
Un elemento importante es aclarar que la maquinaria del Estado no se disuelve en esta era de globalización. La realidad es que el capital monopolista, incluso en los países imperialistas, necesita de la maquinaria del Estado.
 
El Estado ha sido domesticado para servir exclusivamente a los intereses de los imperialistas. Lo pueden ver en la forma en que Donald Trump utiliza el gobierno en Estados Unidos y lo pueden ver en los llamados consensos nacionales de Gran Bretaña, Francia y Alemania. Por lo tanto, decir que las fuerzas del mercado reemplazan al Estado es una tontería. El Estado con sus aparatos de poder militar y policial es esencial para el proceso de globalización.
 
¿Cuáles son los desafíos que esta globalización plantea a los países del Sur?
AMIN: El desafío para nosotros hoy es luchar por una alternativa a la globalización. Tenemos que salir de este patrón de globalización. En tiempos antiguos era la globalización colonial para India y otras naciones.
Después de nuestra victoria, de la victoria del pueblo indio junto con la victoria de los chinos y otros, negociamos la globalización. Ahora estamos de regreso a la llamada globalización liberal, que es decidida unilateralmente por los países del G7 (Grupo de los 7), esto es Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón.
El desafío que tenemos ante nosotros es rechazar este patrón de globalización, no tener ilusiones con esta globalización. Para los países africanos la globalización significa el saqueo de sus recursos nacionales como petróleo, gas, minerales y también tierras cultivables.
Para la India, al igual que para muchos países de América Latina y del sur de Asia, toma otras formas. Esto incluye aprovecharse de nuestra mano de obra barata, transfiriendo valor creado en nuestros países a través de la extracción de renta monopólica para el sistema imperialista. Este es el desafío que tenemos ante nosotros.
 
John Bellamy Foster del Monthly Review escribe que sólo nos quedan dos opciones: el socialismo o la exterminación, ya que el capitalismo ha llegado a un callejón sin salida. Usted ha escrito que el capitalismo se ha vuelto obsoleto. ¿El fin del capitalismo está en el horizonte? ¿Qué es lo que hace del capitalismo un sistema social obsoleto?
AMIN: El capitalismo está en una crisis estructural. A mediados de la década de 1970, las tasas de crecimiento de los centros desarrollados capitalistas, Estados Unidos, Europa y Japón cayeron a la mitad de lo que habían sido en los treinta años anteriores. Y no se han recuperado desde entonces. Esto significa que la crisis continúa e incluso se profundiza año tras año.
Y los anuncios de que estamos saliendo de la crisis debido a que la tasa de crecimiento en Alemania está subiendo de 1,2% a 1,3% son simplemente risibles.
Esta es una crisis sistémica, no una crisis en U, sino una crisis en L.
La Crisis en U es del tipo normal de las crisis capitalistas. Se refieren a racionalidad que conduce a la recesión en primer lugar, con cambios estructurales menores, para traer de vuelta el crecimiento. El gráfico de la crisis se ve como una U, una caída y luego de un período, el crecimiento vuelve a aumentar.
La Crisis en L significa que el sistema no puede salir de la recesión. No hay línea que vaya hacia arriba después de la caída. La única salida posible es cambiar el sistema. Los cambios menores no son suficientes. Hemos llegado al punto en que el capitalismo ha empezado a declinar.
El declive es un momento muy peligroso. El capitalismo no va a esperar su muerte tranquilamente. Se comportará cada vez más salvajemente para mantener su posición, para mantener la supremacía imperialista de los centros. Esta es la raíz del problema y de las guerras imperiales.
La guerra comenzó en 1991, inmediatamente después del colapso de la Unión Soviética. La primera salva fue la Guerra de Irak en 1991. El desmembramiento de Yugoslavia entre 1991 y 2001 trajo esa guerra a Europa.
Ahora, en mi opinión, el sistema europeo en sí mismo ha comenzado a implosionar. Esto se ve en los resultados negativos de las políticas de austeridad. Son negativas para la gente, pero también para el capitalismo porque no provocan crecimiento imperialista.
Las políticas de austeridad no traen crecimiento. Las respuestas políticas a estas políticas públicas, sea el proceso del Brexit, sea el régimen de austeridad en España o los gobiernos ultra reaccionarios y chauvinistas de Europa del Este, no responden a una solución real para el sistema. De hecho la guerra y el caos están inscritos en la lógica de este sistema en descomposición.
En «El retorno del fascismo en el capitalismo contemporáneo» usted argumenta que la crisis del capitalismo contemporáneo crea condiciones fértiles para el retorno del fascismo en el mundo actual. Esto es evidente por la emergencia de varias fuerzas de derecha en diferentes partes del mundo. ¿Está apuntando a una repetición del fascismo clásico?
AMIN: El sistema de la llamada globalización neoliberal no es sostenible. Genera mucha resistencia en el Sur, así como en China. Esta globalización ha creado enormes problemas para el pueblo de Estados Unidos, Japón y Europa. Por lo tanto, esta globalización no es sostenible. Ya que el sistema no es sostenible, el sistema mira hacia el fascismo como la respuesta a su creciente debilidad.
Es por esto por lo que el fascismo ha reaparecido en Occidente. Occidente exporta el fascismo a nuestros países. El terrorismo en nombre del islam. Es una forma de fascismo local. Y hoy, tenemos en India la reacción derechista hinduista . Esto también es un tipo de fascismo. India era un país democrático. Aunque India es un país donde la mayoría de la gente practica el hinduismo, quienes no lo hacen eran igualmente aceptados. El régimen en India ahora es una forma de semi-fascismo o fascismo suave.
No es suave para todas las personas ya puede ser más duro contra algunas de ellas. Tenemos la misma situación en el mundo islámico, empezando por Pakistán y siguiendo con Irak, Siria, Egipto, Argelia, Marruecos y otros. Estas formas de fascismo local también han penetrado en muchos otros países. (...)
 
¿Cuáles son las perspectivas y los desafíos para la izquierda en el escenario político contemporáneo?
AMIN: En mi libro, ¿Salir de la crisis del capitalismo o salir del capitalismo en crisis?, sostengo que no podemos salir de esta crisis sin empezar a salir del sistema capitalista. Es un desafío gigantesco. La solución no se encontrará en unos pocos años en ningún lugar, ni el norte ni en el sur. Tomará décadas. Pero el futuro comienza hoy. No podemos esperar hasta que el sistema nos haya llevado a una guerra gigantesca y a una catástrofe ecológica para reaccionar. Tenemos que reaccionar ahora.
Esto requiere que la izquierda sea audaz. Por la izquierda, me refiero a la izquierda radical, que es mucho más amplia que, pero incluye a los actuales herederos de la Tercera Internacional, es decir los partidos comunistas.
Hoy en día, hay movimientos de resistencia en todo el mundo. En algunos casos, son movimientos de resistencia muy fuertes. Las y los trabajadores están en luchas perfectamente legítimas, pero están a la defensiva. Esto es, están tratando de defender cualquier cosa que hayan ganado en el pasado, que gradualmente ha sido erosionada por el llamado neoliberalismo.
Eso es legítimo, pero no es suficiente. Es una estrategia defensiva que permite que el sistema de poder del capital monopolista mantenga la iniciativa. Tenemos que pasar de la actitud defensiva a una estrategia afirmativa, es decir, a una estrategia de ofensiva e invertir las relaciones de poder. Hacer que el enemigo -los sistemas de poder-, nos respondan en lugar de responderles a ellos. Quitarles la iniciativa. No soy arrogante. No tengo un plan en mi bolsillo sobre lo que un comunista en Austria debería hacer, ni sobre lo que deberían hacer los comunistas en China o los de Egipto, mi país.
Pero tenemos que discutirlo franca y abiertamente. Tenemos que sugerir estrategias, debatirlas, probarlas y corregirlas. Esto es vida y lucha. No podemos parar. Quiero decir que ¡lo primero que todos necesitamos es audacia!
Ahora, puede comenzar el cambio si los movimientos populares se mueven de la resistencia hacia una alternativa agresiva. Eso podría suceder en algunos países. Ha comenzado a suceder, pero sólo en algunos países de Europa, como Grecia, España y Portugal.
En Grecia, hemos visto que el sistema europeo derrotó ese primer intento. El pueblo europeo, incluso aquellos que simpatizan con el movimiento griego, han sido incapaces de movilizar una opinión lo suficientemente fuerte como para cambiar la actitud de Europa.
Esta es una lección. Debemos comenzar movimientos audaces, y creo que luego empezarán en diferentes países. He discutido esto con, por ejemplo, personas de La Francia Insumisa, un movimiento liderado por Jean-Luc Mélenchon. No he propuesto planes específicos, sino que señale estrategias en general, comenzando con la re-nacionalización de grandes monopolios y específicamente las instituciones financieras y bancarias.
Le dije que la renacionalización es solo el primer paso. Es la condición previa para, eventualmente, ser capaces de avanzar a la socialización de la gestión del sistema económico. Si nos detenemos sólo en la nacionalización, entonces se tiene capitalismo de Estado, que no es muy diferente del capitalismo privado. Eso sería engañar a la gente. Pero si se concibe como primer paso, abre el camino.
El capitalismo ha alcanzado un nivel de concentración de poder político y económico que no se puede comparar con el que tenía hace 50 años. Un puñado, unas pocas decenas de enormemente grandes empresas y menos de 20 instituciones bancarias deciden la dirección de todo.
François Morin, un importante experto financiero, ha dicho que menos de 20 grupos financieros controlan el 90% de las operaciones del sistema financiero y monetario global integrado.
Si añadimos unos 15 grandes bancos, vamos del 90% al 98%. Se trata de apenas un puñado de bancos. Eso es centralización, concentración de poder. La propiedad permanece diseminada, pero eso es de menor importancia. El punto es cómo se controla la propiedad. Esta centralización del control de la propiedad ha llevado al control de la vida política.
Estamos ahora lejos de la democracia burguesa del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX. Vivimos ahora en un mundo con un sistema de partido único. Los socialdemócratas y los conservadores son ahora social-liberales.
Puede haber dos partidos que compiten en las elecciones, pero en realidad son el mismo partido. Esto significa que vivimos en un sistema de partido único. En Estados Unidos, demócratas y republicanos han sido siempre un solo partido. No era así en Europa y, por lo tanto, en el pasado, el capitalismo pudo ser parcialmente reformado. Las reformas socialdemócratas de bienestar después de la Segunda Guerra Mundial fueron grandes reformas.
En mi opinión fueron reformas progresistas, incluso si estaban asociadas con el mantenimiento de una actitud imperialista frente a los países del Sur. Ahora eso se ha vuelto imposible. El sistema de partido único ha llegado, pero ha estado perdiendo legitimidad. Eso también abre un camino para el fascismo, para el neofascismo, que está creciendo en todas partes. Esta es una de las razones por las cuales tenemos que desmantelar el sistema.
La protesta contra el capitalismo no puede ser una protesta de movimientos contra las consecuencias de los ataques neoliberales frontales contra los intereses del pueblo. Deben alcanzar el nivel de hacer que las personas sean políticamente conscientes.
Esta conciencia debe conducir a la creación de una amplia alianza social para reemplazar a las alianzas de las burguesías compradoras que gobiernan nuestros países y a las alianzas proimperialistas que gobiernan los países occidentales.

¿Estas fuerzas aisladas en diferentes países del mundo pueden suponer un desafío al capital monopolista generalizado, que es de carácter verdaderamente internacional? ¿Qué pasa con la necesidad de alguna forma de cooperación internacional o la reactivación del espíritu del internacionalismo entre las masas que luchan?
AMIN: Necesitamos reavivar el internacionalismo como parte fundamental de la ideología del futuro, pero también debemos organizarlo, es decir, intentar interconectar las luchas de varios países. Ahora, este internacionalismo no puede ser una reproducción de la Tercera Internacional (la Internacional Comunista). Porque la Tercera Internacional vino después de la victoria de la Revolución de Octubre y con el apoyo de un nuevo Estado fuerte, la Unión Soviética. Ahora no estamos en esa posición. Por lo tanto, debemos imaginar otro modelo para nuevos vínculos internacionales.
Actualmente, estamos en una situación diferente. Tenemos fuerzas potencialmente radicales, pro-socialistas, anticapitalistas, antiimperialistas que son diferentes en diferentes países. Tenemos que unirlas. Tenemos que entender que lo que compartimos en común es más importante que las diferencias entre nosotros. Tenemos que discutir las diferencias y discutirlas libremente, sin arrogancia, sin proclamar «yo tengo la razón y tú estás equivocado». Lo que tenemos en común es más importante y debería ser la base para reconstruir el internacionalismo. Lo digo tanto para el Norte como para el Sur. Cada uno tiene sus condiciones específicas, y las condiciones son diferentes de un país a otro. La visión general es similar, pero las condiciones son diferentes. En cualquier momento, esta es mi visión sobre cómo comenzar el proceso.
Existen estas ambigüedades y no podemos evitarlas. Debemos tener alianzas amplias con personas que nunca pensaron que el socialismo debería ser la respuesta a la crisis del capitalismo. Todavía piensan que el capitalismo puede ser reformado. ¿Y qué importa? Si podemos trabajar juntos contra el capitalismo como es hoy, sería un primer paso.
Pero tenemos que pensar de antemano sobre cómo crear una nueva dinámica internacional. No tengo un plan para hacerlo. No se trata de establecer una secretaría o cuerpos de liderazgo organizacional. Primero, los compañeros deben estar convencidos de la idea, lo que no siempre ocurre. Segundo, los europeos han abandonado la solidaridad antiimperialista y el internacionalismo a favor de aceptar las llamadas intervenciones humanitarias y de ayuda, ¡incluyendo bombardear a la gente! Eso no es internacionalismo.
Creo que las políticas públicas nacionales, utilizo estas palabras porque no hay otras, son todavía el resultado de luchas dentro de las fronteras de los países. Sea que esos países sean realmente estados-nación o un Estado multinacional, luchan dentro de fronteras definidas. Tenemos que cambiar el balance de fuerzas dentro de los países, lo cual nos permitirá cambiar el balance de fuerzas a nivel internacional.
Tenemos que reconstruir una nueva dinámica internacional, una internacional de las y los trabajadores y otras personas. Eso implica un gran número de campesinos y segmentos de la sociedad que van mucho más allá del proletariado. En India, puedes ver que si no hay una alianza entre el proletariado urbano y los pobres urbanos -que tienen poca conciencia proletaria- y la gran mayoría de la sociedad rural india o campesinado, no puedes construir resistencia. Estas son fuerzas sociales diferentes y pueden estar representadas por diversas voces políticas. Pero tenemos que saber lo que compartimos en común. Los intereses que compartimos en común son más importantes que nuestras diferencias. Necesitamos una amplia alianza política que pueda movilizar a personas que pertenecen a diversas clases pero que son todas víctimas del imperialismo de hoy.
 

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