viernes, 9 de noviembre de 2018

Destapemos la criminalidad del progreso capitalista.

Acciones temerarias:
los impulsores genéticos y 
el fin de la naturaleza
9 de noviembre de 2018

 Las implicaciones para el ambiente, la seguridad alimentaria, la paz e incluso la estabilidad social son significativas. Lidiar con esta desenfrenada tecnología ya se compara con el reto que implica controlar el poder nuclear. Las débiles regulaciones actuales que tienen los gobiernos para el uso de la ingeniería genética en la agricultura han permitido una enorme dispersión de la contaminación transgénica en la alimentación y el ambiente."
“El proyecto de exterminar deliberadamente especies es un crimen contra la naturaleza y la humanidad… Desarrollar herramientas de exterminio con el pretexto de salvar al mundo es un crimen. Un crimen cuya continuación no debe permitirse”.
Vandana Shiva

Imaginemos que al liberar una sola mosca en el ambiente pudiéramos alterar genéticamente todas las moscas del planeta –ocasionándoles que se vuelvan amarillas, que transporten una toxina o se extingan. Esta es la premisa, terriblemente poderosa, que hay detrás de los impulsores genéticos, conocidos en inglés como gene drives: una nueva y controvertida tecnología de ingeniería genética que puede alterar permanentemente especies enteras al liberar al ambiente un solo individuo biodiseñado.
Los impulsores genéticos pueden rediseñar ecosistemas completos, ocasionar extinciones que se propaguen rápidamente e intervenir en sistemas vivos a una escala más allá de lo que cualquiera haya imaginado. Una vez que los impulsores genéticos se diseñen dentro de una especie que se reproduce velozmente, podrían alterar su población en un marco temporal muy breve, de meses a pocos años, y provocar rápidamente una extinción. A esta tecnología nueva también se le llama “reacción mutagénica en cadena” y es diferente de todo lo que hayamos visto antes. Combina la ingeniería genética extrema de la biología sintética y las nuevas técnicas de edición genómica, con la idea de que los humanos pueden y deben usar herramientas -tan poderosas e ilimitadas- como esta para controlar la naturaleza. Los impulsores genéticos cambian fundamentalmente la relación entre la humanidad y el mundo natural, para siempre.

Las implicaciones para el ambiente, la seguridad alimentaria, la paz e incluso la estabilidad social son significativas. Lidiar con esta desenfrenada tecnología ya se compara con el reto que implica controlar el poder nuclear. Las débiles regulaciones actuales que tienen los gobiernos para el uso de la ingeniería genética en la agricultura han permitido una enorme dispersión de la contaminación transgénica en la alimentación y el ambiente.
Con estas débiles restricciones sobre las técnicas existentes de ingeniería genética, ¿cómo podría alguien tener la capacidad para evaluar los riesgos de los impulsores genéticos? ¿El público será informado y podrá opinar sobre su uso? Y si ocurre un accidente, puesto que el daño es masivo e irreversible, ¿quién será responsable?

Las implicaciones éticas, culturales y sociales de los impulsores genéticos son tan grandes como sus consecuencias ecológicas. Los grupos de la sociedad civil (incluso algunos investigadores de los impulsores genéticos) están alarmados por esta recién descubierta habilidad para reconfigurar el mundo natural. Sin embargo, un poder de control de la naturaleza tan omnipotente como este es una gran tentación para quienes no se limitan por el sentido común ni el respeto al bien común.

Los impulsores genéticos han capturado ya la atención de las organizaciones más poderosas del mundo militar, de los agronegocios y otras industrias. La tecnología se presenta como relativamente simple y barata, de tal modo que fácilmente puede caer en manos de quienes, incluyendo gobiernos, pueden utilizarla como arma. (…) Leer

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