domingo, 30 de septiembre de 2018

Buscamos “visibilizar la realidad de las mujeres, lesbianas, bisexuales, no binarias, travestis y trans y proponer alternativas al planteo del Women 20 / Mujeres 20, que no nos incluye ni representa”,

1 y 2 de OCTUBRE
Plaza Congreso
Jornadas de acción 

Foro Feminista contra el G20
Argentina

Desde la consigna #NoEnNuestroNombre, el Foro Feminista contra el G20 invita a las Jornadas de Acción del 1 y 2 de octubre que se realizarán en la Plaza del Congreso a partir de las 12 hs.
Las actividades se organizan en paralelo a la cumbre del Women20/ Mujeres20, grupo de afinidad del Grupo de los 20, que se reúne durante esos mismos días para definir la “agenda de las mujeres”, a partir de ejes temáticos que niegan y maquillan las causas estructurales de la desigualdad, exclusión y subordinación que reproducen sus políticas.
Las acciones buscan “visibilizar la realidad de las mujeres, lesbianas, bisexuales, no binarias, travestis y trans y proponer alternativas al planteo del Women 20 / Mujeres 20, que no nos incluye ni representa”, afirmaron las oradoras que además, calificaron como una “farsa” a la supuesta voluntad de “inclusión” de las mujeres en el marco de la desregulación y liberalización que plantean el G20 y el FMI.
El Foro Feminista contra el G20 es un espacio internacional, abierto y horizontal conformado por diversas organizaciones sociales y colectivos feministas para proponer respuestas y alternativas ante los programas del G20.

Adjuntamos material informativo.
Compartimos la agenda y agradecemos su difusión.

Lunes 1 de octubre de 12:30 a 14:30 hs
Plaza Congreso -CABA
Intervenciones artísticas y performáticas.
¿Qué llena una olla feminista?
  
Martes 2 de octubre de 12:00 a 18:30 hs
Plaza Congreso -CABA  
12 hs Feria de la Economía Feminista Popular.
13 hs Conversatorios
13 a 14 30 hs Cuerpo y territorio I: Las luchas por una vida digna
15 a 16 30 hs Cuerpo y territorio II: Discutiendo los ejes del W20 en la profundización neoliberal
17 a 18 30hs Violencia económica, ajuste y deuda.

18.30 hs Cierre con batucada y tamboreras.
Contactos de Prensa:
Carolina Balderrama (+549) 11 50403055
Mariana Iturriza (+549) 11 45637709
Flora Partenio (+549) 11 5733-0564
Patricia Laterra (+549) 11 4937-3400
Ximena Gómez(+549) 11 3867-8759
Viviana Miño (+549) 11 3291-7343
Paula Satta (+549) 221 671-8517

Redes sociales
Fb: Foro Feminista contra el G20
Tw: @FeministasNoG20Instagram
Ig: ForoFeministacontraelG20

#NoAlW20
#NoAlG20
#NoAlFMI
#NoEnNuestroNombre
#ForoFeministaContraG20

El jueves 4 “protestamos por ello en repudio a la degradación del Ministerio de Salud en Secretaría, y remarcamos que esta decisión de Macri reduce el presupuesto de salud, elimina programas sanitarios y e implica más despidos en este sector. También marchamos en solidaridad con el Hospital Posadas y en defensa de la salud pública".

 04/10/2018 13:00 

Convocatoria: “Marcha Federal 

en defensa de la Salud Pública

Organizaciones sindicales, sociales y políticas, entre otras, convocan para este jueves a una “Marcha Federal en defensa de la Salud Pública”, ante la eliminación del Ministerio Nacional de Salud y la profundización del ajuste y el desfinanciamiento en el área. La convocatoria es a las 13:00hs en la sede del ex Ministerio para luego marchar a Plaza de Mayo.
Difundimos el Comunicado de Fesprosa:
GREMIO NACIONAL SALUD FESPROSA (30 MIL TRABAJADORES – 600 HOSPITALES) PARTICIPARÁ ESTE JUEVES 04/10 DE LA MARCHA FEDERAL EN DEFENSA DE LA SALUD PÚBLICA
 – ADEMÁS, MIÉRCOLES 03/10 SERÁN PARTE DE UN NUEVO ABRAZO AL HOSPITAL POSADAS –
La Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la República Argentina (FESPROSA)  participará de la gran Marcha Federal en Defensa de la Salud Pública que se realizará este jueves 4 de octubre a Plaza de Mayo “con participación de delegaciones de todo el país que se manifestarán desde el ex Ministerio de Salud, del que dejaron solo su nombre, ahora fusionado al verdadero ministerio que es Desarrollo Social a cargo de Carolina Stanley, siguiendo la política de desguace de la salud pública que implementa desde el primer día de mandato el gobierno del presidente Mauricio Macri”, precisó el médico presidente de la Federación, Jorge Yabkowski.
“Protestamos por ello en repudio a la degradación del Ministerio de Salud en Secretaría, y remarcamos que esta decisión de Macri reduce el presupuesto de salud, elimina programas sanitarios y e implica más despidos en este sector. También marchamos en solidaridad con el Hospital Posadas y en defensa de la salud pública. Más de 150 organizaciones sociales, sanitarias, gremiales y de pacientes apoyan la Marcha Federal en Defensa de la Salud Pública, que sigue creciendo en adhesiones y que promete ser multitudinaria”, agregó.
“Con respecto al Hospital Posadas, este miércoles 3 de octubre se realizará un nuevo abrazo, exigiendo la reincorporación de todos los despedidos y el fin de la política de destrucción deliberada del hospital más grande del país y el único que depende 100 por ciento del gobierno nacional, en particular del presidente Mauricio Macri y de su nueva ministra de Salud, Carolina Stanley”, añadió el líder sindical.
“La FESPROSA reclama la reincorporación de todos los delegados gremiales que la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires (CICOP) tiene en el Hospital Posadas, porque fueron despedidos 17 del total de 23, así como también miembros de la comisión directiva gremial de esa seccional”, puntualizó.
Al respecto, la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires (CICOP), seccional Hospital Posadas (integrante a nivel nacional de la FESPROSA) expresó mediante un comunicado que “a lo ya conocido del conflicto del Hospital Posadas derivado de los salvajes despidos que se vienen sucediendo, los últimos días han sido, y serán, pródigos en cuanto a respuestas provenientes tanto del interior del Hospital como del afuera”.
“Las rondas que se realizan los días miércoles son cada vez más masivas, la presencia de los pacientes y vecinos se acrecienta. También se contó con una presencia repudiable, integrantes de la Policía Federal filmando la Ronda, que concitaron el repudio de los presentes”, denunciaron.
“En la última ronca del miércoles 26 de septiembre pasado, decenas de Jefes del sector profesional realizaron, previo a la marcha, una muy fuerte manifestación de rechazo a la política de desguace del Hospital. Filmaron un video que con la voz de Lalo Mir (https://youtu.be/fTpi4f2irXw) donde dejaron sentada su posición. El video está siendo recogido por distintos medios y se está viralizando de manera exponencial”, explicaron.
“El mismo día,  luego de la ronda se realizó una asamblea donde participaron cerca de 200 trabajadores, siendo las resoluciones más salientes la ratificación de la exigencia de la renuncia del director del Hospital Posadas, Pablo Bertoldi, y del encargado de Recursos Humanos, Juan Ignacio Leonardi, tanto como la confirmación de la participación en la Marcha Federal en Defensa de la Salud Pública a realizarse el jueves 4 de octubre, además de una serie de acciones locales. Para facilitar la participación en la Marcha se decidió un Cese de Actividades a partir de las 11 horas”, adelantaron desde CICOP Posadas.

Fuente: http://www.anred.org/?convocatoria=convocatoria-marcha-federal-en-defensa-de-la-salud-publica

Enfocamos "caminar hacia una autonomía más integral, que implica contar con un territorio, una producción propia en lo posible sin utilización de agroquímicos y, en definitiva, una autonomía que abarque todos los aspectos de la vida".

enred_sinfronteras@riseup.net

Raúl Zibechi: Un nuevo ciclo de luchas de los movimientos sociales -entrevista-

29 de septiembre de 2018

Enric Llopis entrevista a Raúl Zibechi
Movimientos sociales en América Latina, un nuevo ciclo de luchas

Enric Llopis
Agosto 31 del 2018

Sostiene que, tras la victoria electoral de Hugo Chávez (1998) seguida por otras como la de Evo Morales (2005), “la estabilización progresista permitió que los estados pusieran en pie políticas sociales que desintegraron, debilitaron o cooptaron a no pocos colectivos”.
Creo que en una primera fase de los movimientos, que incluye a los piqueteros argentinos, lo que interpretábamos del zapatismo -aunque ellos no lo planteaban así- y otros, la autonomía se formulaba como un discurso defensivo frente al Estado, los partidos políticos, las iglesias y los sindicatos. Actualmente se camina hacia una autonomía más integral, que implica contar con un territorio, una producción propia en lo posible sin utilización de agroquímicos y, en definitiva, una autonomía que abarque todos los aspectos de la vida.

El Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) de Brasil impulsó en Septiembre de 2017 la ocupación de Povo Sem Medo, en Sao Bernardo do Campo (Sao Paulo), que reivindicaba el derecho a la vivienda para familias con escasos recursos. El campamento se organizó con tiendas y barracas de plástico en los terrenos -60.000 metros cuadrados, abandonados desde hace cuatro décadas- de una constructora. Diversas fuentes calcularon la presencia de más de 30.000 personas en el asentamiento.

El periodista e investigador Raúl Zibechi (Montevideo, 1952) resalta esta ocupación como ejemplo del empuje popular en América Latina. Autor de una veintena de libros –”Descolonizar la rebeldía”, “Latiendo resistencia” o “Cambiar el mundo desde arriba”, entre otros- acaba de publicar en la editorial Zambra-Baladre “Movimientos sociales en América Latina. El ‘mundo otro” en movimiento”. “He optado por editoriales pequeñas, con el fin de tejer una red de amigos y compañeros; escribo además para la gente común, no para las grandes editoriales”, afirma. Zibechi colabora actualmente en los periódicos La Jornada de México, Brecha de Uruguay, Gara y la agencia de noticias Sputnik. En el prólogo de su último libro recuerda las 400 fábricas recuperadas en Argentina, los 12.000 acueductos comunitarios que funcionan en Colombia o los más de 2.000 “emprendimientos” sostenibles promovidos por colectivos populares en México, el doble que hace una década.

-Tu último libro revisa un texto publicado en 2003, “Los movimientos sociales latinoamericanos: tendencias y desafíos” (Observatorio Social de América Latina, CLACSO). Sostienes que, tras la victoria electoral de Hugo Chávez (1998) seguida por otras como la de Evo Morales (2005), “la estabilización progresista permitió que los estados pusieran en pie políticas sociales que desintegraron, debilitaron o cooptaron a no pocos colectivos”. ¿Nos hallamos ante una etapa nueva en la batalla de los movimientos sociales?

Me gustaría que se tratara de un nuevo ciclo de luchas; creo que lo es, aunque tal vez dentro de una década afirme que me equivoqué; la primera característica del ciclo es que nace bajo el modelo “extractivista”, con una enorme especulación inmobiliaria, una terrible acumulación por despojo, la presencia de los monocultivos de soja y la minería a cielo abierto. Después el modelo se estancó con la caída de los precios de las materias primas. Es además la etapa de los gobiernos “progresistas”, en gran medida porque estos mejoraron la situación de los pobres, pero no realizaron cambios estructurales. Un segundo rasgo es la gran participación de jóvenes de los sectores populares y de las mujeres. Por ejemplo, en Brasil es el Movimiento Pase Libre, por el transporte público gratuito, el que en junio de 2013 desencadena las luchas. En tercer lugar, comienzan a terciar sujetos colectivos que habían estado en una actitud más tranquila, como los negros y los sectores más sumergidos en el mundo del trabajo, las favelas, palenques y quilombos; sobre todo en Brasil, Colombia y el Caribe. En Brasil hubo, en marzo de 2014, una huelga de los recogedores de basura –negros, pobres y jóvenes- durante el carnaval de Río de Janeiro. Una cuarta característica es la profundización en la idea de autonomía.

-¿Podría fijarse una fecha para esta nueva fase de las luchas sociales, por ejemplo en Perú, la resistencia popular contra el proyecto minero Conga en el departamento de Cajamarca, a partir de 2012?

En Brasil, a partir de las jornadas de junio de 2013 en plena Copa de Confederaciones de fútbol, se manifestaron 20 millones de personas en 353 ciudades; tras la represión, la izquierda se paraliza, la derecha aprovecha para subirse al “carro” de las movilizaciones y tomar la calle. Pero en Bolivia el punto de inicio se situaría en 2011, con la Marcha en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS), donde el Gobierno Nacional proyectaba construir una carretera que atravesara este espacio protegido. En Argentina el punto de partida es la ocupación del Parque Iberoamericano de Buenos Aires, en 2010, durante la presidencia de Cristina Kirchner; sectores populares urbanos se movilizaron en este enorme parque por el derecho a la vivienda y contra la insuficiencia de las políticas sociales.

-¿Prefieres la idea de “movimiento social” o el de “sociedades ‘otras’ en movimiento” para el caso específico de América Latina? Mencionas en el libro, entre otras, la población de Cherán (Michoacán de Ocampo, México), que volvió a sistemas de organización p’urhépechas cuando se levantó en 2011 contra las mafias que arrasaban los montes comunales.

El concepto de “movimiento social”, que es muy útil, surge en Europa y Norteamérica para explicar la emergencia en los años 60 del siglo XX de movimientos como el de mujeres, la lucha en Estados Unidos por los derechos civiles, contra la OTAN, por el pacifismo y el ecologismo; todos exigen a los estados ciertos derechos. Sin embargo, en América Latina los movimientos van arraigando en territorios, y esta “territorialización” es una seña de identidad muy diferenciadora. En todos estos espacios, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil, el zapatismo o los mapuches van creando nuevas sociedades, que incluyen producción, salud y en algunos casos órganos de poder no estatales, como las Juntas de Buen Gobierno del zapatismo, que es el caso más conocido y desarrollado; el ejemplo zapatista destaca por las centenares de comunidades agrupadas en más de 30 municipios en cinco regiones, con escuelas, clínicas y hasta cultivos sin agroquímicos; otro caso es el de los cabildos indígenas de la población nasa, en los resguardos del sur de Colombia. A una escala distinta, el MST ha recuperado cerca de 25 millones de hectáreas de los hacendados; ha impulsado 5.000 asentamientos, donde viven dos millones de personas, y donde hay 1.500 escuelas así como cooperativas de producción y distribución en ferias.

-¿Por qué subrayas que estas sociedades “otras” necesitan movilizarse e incluso cambiarse a sí mismas?, Así ocurrió con los pueblos de las tierras bajas de Bolivia, que tras un proceso de unificación en asambleas y reconstitución de sus territorios, iniciado en los años 80 del pasado siglo, acabaron participando decisivamente en la Marcha en Defensa del TIPNIS (2011).

Porque de lo contrario estos territorios, que son como islas, quedan cercados y terminan siendo ahogados y reprimidos por el Capital. Necesitan luchar y vincularse con otros, expandirse para sobrevivir. Un ejemplo es el levantamiento en junio de 2009 de los indígenas wampis y awajún en Baguá, en la selva amazónica peruana; ocho años después de los enfrentamientos con la policía armada, que terminaron con centenares de muertos, más de 80 comunidades wampis proclamaron su autogobierno para defender 1,3 millones de hectáreas de bosque de las multinacionales. Otro caso es el de los nasa, que tenían durante mucho tiempo un espacio consolidado en el departamento colombiano del Cauca; en octubre de 2008 unos 10.000 indígenas iniciaron la Minga Social y Comunitaria, que pasó por ciudades como Cali y terminó en Bogotá. Durante el recorrido se sumaron cortadores de caña, negros, estudiantes y otros colectivos urbanos; tras esta gran marcha, en 2010, se fundó el Congreso de los Pueblos, que reúne a numerosos movimientos populares.

-También te refieres a la Educación Popular “en movimiento”, con dos grandes modelos: el desarrollado por el EZLN zapatista y el del MST brasileño…

El MST parte de la educación popular de Paulo Freire. En los asentamientos de los “sin tierra” la profundizan y desarrollan hasta llegar a la “pedagogía de la tierra”, que básicamente podría definirse como “transformarse transformando”; así, tanto el movimiento como los sujetos del movimiento se transforman haciendo, y en las 1.500 escuelas aplican una pedagogía que busca enraizar al sujeto campesino en la tierra. A su vez trabajan la relación entre el docente y los alumnos, de modo que no sea tan vertical y sí más participativa. Esto se da sobre todo en la educación de adultos, donde se busca un método pedagógico en el que el papel del maestro sea más circular y todos se conviertan en sujetos evaluadores. También han desarrollado un concepto que para mí es muy importante: transformar el movimiento -en todos sus tiempos y espacios- en tiempos y espacios pedagógicos. Todo lo que se haga ha de tener un contenido y un resultado pedagógico; si participamos en una campaña de lucha o acciones, tiene que haber servido también para discutir la realidad y empoderar a la gente.

-En “Movimientos sociales en América Latina” citas otras experiencias como la Red Cecosesola, fundada hace 50 años en el estado venezolano de Lara. “Nuestro proceso educativo está presente en todo lo que hacemos”, afirman. En las cooperativas agrícolas, de salud, ahorro y préstamo o producción industrial en pequeña escala de Cecosesola participan 20.000 socios y más de 50 organizaciones populares.

Quisiera destacar también los Bachilleratos Populares de Argentina. Surgieron en la primera década de los años 2000 sobre los territorios y espacios del movimiento piquetero, y funcionan en fábricas recuperadas por los trabajadores, sindicatos y organizaciones territoriales de barrios populares. La gente, ya adulta, que no ha terminado la enseñanza secundaria acude a los bachilleratos y estudia el periodo que les falta; funcionan como espacios “en movimiento”, y hay ya más de un centenar en Argentina, sobre todo en las ciudades. Los bachilleratos organizan una gran asamblea inicial, donde colectivamente se empieza a trabajar la currícula, que no es la del Estado, sino la que definen los colectivos, docentes y estudiantes. A partir de esa currícula, comienzan los tres años de formación, que terminan con avances en el terreno pedagógico, la adquisición de conocimientos, logrando hablar en público y con estudiantes que son militantes e incluso líderes de los movimientos. Esta pedagogía tiene relación con la de Paulo Freire, echa raíces en la realidad concreta y está dirigida a hombres y mujeres de los barrios muy pobres.

-Has estado en diferentes ocasiones en Chiapas y conocido la “Escuelita” Zapatista. “Frente al modo occidental y académico, abstracto y general, los zapatistas de las bases de apoyo tienen la virtud de lo concreto y la sencillez de la exposición”, concluyes en el libro. Asimismo el pensamiento crítico del EZLN, que surge de la praxis cotidiana en las bases de apoyo, se reproduce en centenares de escuelas.

Los zapatistas tienen una particularidad. Es la comunidad en asamblea la que elige quiénes van a ser los docentes, y no porque alguien tenga mayor o menor capacidad, sino porque le toca. Además los docentes, que no perciben un salario, tienen que dedicarse por tiempo completo a sus alumnos y les sostiene la comunidad, que por ejemplo les cultiva la milpa. Hay una diferencia clara entre las escuelas del estado y las zapatistas. Es más, en algunas regiones, cuando el zapatismo empezó a instalar “secundarias” o “primarias”, el Estado también las implantó –cuando antes no las había- para contrarrestar las escuelas zapatistas. En éstas los padres colaboran, los alumnos y docentes limpian la escuela, de hecho la gestionan conjuntamente; mientras que en las escuelas estatales el docente es un mestizo o blanco llegado de la ciudad en coche, en las zapatistas son gente de la misma comunidad.

-Algunos de los pensadores recuperados son, entre otros muchos, el filósofo y psiquiatra de la isla de Martinica, Frantz Fanon, y el filósofo y antropólogo argentino Rodolfo Kusch. ¿Por qué propones una ruptura epistemológica frente al eurocentrismo y defiendes los pensamientos “propios” de los pueblos indios, negros y los sectores populares? ¿Hay en América Latina una dependencia de los patrones –de hacer y pensar- europeos y estadounidenses?

Sí, sobre todo en las academias y universidades. Los autores, la forma de trabajo y estudio, el papel de los estudiantes y universidades es muy eurocéntrico. Así, para el estudio de los movimientos sociales se apela a autores a los que aprecio mucho, como Marx, Foucault, Alain Touraine o Sidney Tarrow; ahí está, por tanto, la necesidad que tienen los movimientos de buscar en sus tradiciones otra pedagogía; ahí es donde hablo de una ruptura epistemológica. En el libro explico la experiencia de la Comunidad de Historia Mapuche. Nace en 2004 en Temuco, al sur de Chile. La mayoría de los 23 integrantes de la Comunidad provienen de La Universidad de La Frontera, en la ciudad de Temuco. Se trata de profesores universitarios y “secundarios”, trabajadores sociales, periodistas, artistas y escritores; algunos viven en comunidades y muchos se definen como activistas de las organizaciones mapuches. También acompañan procesos judiciales contra detenidos políticos, procesos de defensa territorial contra el extractivismo y forman parte de la lucha por la revitalización del mapudungun (lengua mapuche). Han sacado a la luz episodios que estaban en la oscuridad, como la muestra en 1883 de un grupo de 14 mapuches en un zoológico humano –el jardín de Aclimatación de París-, donde eran estudiados por su “rareza”; o las derrotas que las comunidades infligieron a los conquistadores españoles en el siglo XVI.

-Otra idea central es la “descolonización” de los métodos de investigación y oponerse a la hegemonía de los especialistas. En este punto destacan iniciativas como el Taller de Historia Oral Andina (THOA). ¿En qué consiste?

Es una experiencia dirigida por la antropóloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui, quien destaca la necesidad de “un ejercicio colectivo de desalienación” y, para ello, resulta determinante el papel de la Historia Oral y el de las comunidades. El taller fue creado en 1983, cuando Silvia Rivera era profesora de Sociología en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz. La condición para formar parte del grupo era saber hablar aymara o quechua. El primer trabajo de los estudiantes consistía en contar la historia de su vida. Entonces se dieron cuenta de que sufrían, además de la represión externa, una autorrepresión muy fuerte respecto a su lengua, cultura y tradiciones, aunque en el proceso de introspección empezaron a liberarse. Se trata de estudiantes de las comunidades aymaras o urbanos –que provienen de las comunidades- ya alfabetizados y que van a la universidad.

Invitados por los ayllus (comunidades), los integrantes del THOA desarrollaron talleres y en las investigaciones se crearon equipos mixtos conducidos por los comuneros de base, con quienes se definieron las metas, tareas y formatos de investigación. La Historia Oral es lo que les permite descubrir, y que las personas subordinadas se conviertan en sujetos. Además son las comunidades en asambleas las que deciden cómo ha de ser la “devolución” de los estudios, en este caso en forma de teleteatros o radionovelas, que fueron escuchados por cientos de miles de personas en las radios del Altiplano. Esta metodología ha permitido difundir la historia de Túpac Katari, que lideró la rebelión aymara de 1781 simultánea a la de Túpac Amaru en lo que hoy es Perú; o la reconstrucción de la biografía de Santos Marka T’ula, cacique que luchó por la recuperación de las tierras comunales. Los talleres han influido en la formación del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), una de las organizaciones indias más relevantes de Bolivia.

-Desde 1986 has recorrido América Latina, sobre todo la región andina, como periodista e investigador “militante”. ¿En qué prejuicios y vicios de perspectiva consideras que incurre el investigador del Norte cuando se acerca a las comunidades indígenas?

Creo que hay un error básico, que consiste en pensar que el investigador sabe y la comunidad no. El segundo es lo que denominamos el “extractivismo” académico, que consiste en ir a las comunidades, “chupar” conocimientos y utilizarlos para la propia carrera institucional o académica, sin devolver nada a la comunidad. La tercera, y me parece fundamental, es que hay que estar en la comunidad, tener vínculos y establecer afectos. No vale con ir de visita media hora con el grabador para sacar información: si no hay relaciones de confianza, nadie te va a contar las cuestiones de fondo, por lo que la información será siempre parcial e incompleta; ahí me parece que existe una reproducción del modelo colonial, que implanta una relación entre los que tienen poder y los que no lo tienen, y muy a menudo entre varones blancos y mujeres, niños y niñas indias, negras y mestizas. Además, te diría que las academias tradicionales tienden a reproducir el modelo colonial sujeto-objeto y a cosificar a los indígenas, los negros y los sectores populares.

-Sin embargo, las escuelas y facultades de periodismo hacen hincapié en la neutralidad, la separación entre información y opinión y la importancia del rigor. ¿Es esto compatible con la militancia?

Creo que hay que ser riguroso, contrastar y ser crítico con las fuentes. Tenemos ejemplos maravillosos de periodistas muy comprometidos que están del lado de los oprimidos, como Eliane Brum, una periodista y escritora brasileña que escribe notas largas en la edición brasileña de El País; o Marcela Turati, reportera de Proceso, en México, también absolutamente comprometida con los sectores populares sin por ello perder la rigurosidad.

-Por otra parte, en el artículo de 2003 afirmabas que comuneros, cocaleros, campesinos Sin Tierra y, cada vez más, desocupados urbanos y piqueteros argentinos trabajan en la construcción de la autonomía. ¿Cómo ha evolucionado, después de 15 años, la idea de “autonomía” en las organizaciones populares?

Creo que en una primera fase de los movimientos, que incluye a los piqueteros argentinos, lo que interpretábamos del zapatismo -aunque ellos no lo planteaban así- y otros, la autonomía se formulaba como un discurso defensivo frente al Estado, los partidos políticos, las iglesias y los sindicatos. Actualmente se camina hacia una autonomía más integral, que implica contar con un territorio, una producción propia en lo posible sin utilización de agroquímicos y, en definitiva, una autonomía que abarque todos los aspectos de la vida. Mientras campesinos e indígenas tienen una amplia experiencia en autonomía alimentaria y prácticas en salud, los sectores populares urbanos han sido despojados de estos saberes. De ahí la importancia de experiencias como, entre otras muchas, la de algunas comunas de Medellín, que consiguieron cierta autonomía en el suministro del agua, la Comunidad Habitacional Acapatzingo, en el Distrito Federal de México; o la experiencia en cultivos de quinua de los vecinos de Potosí, en Ciudad Bolívar (Bogotá). Una autonomía que disponga también de espacios para la resolución de conflictos –eso que llamamos poder o justicia- propios, para no tener que recurrir a la justicia del Estado.

-¿Qué ejemplos resaltarías?

Se tiende a ello en el caso mapuche, con los grupos de autodefensa no formales; y en Colombia, en el movimiento de los pueblos nasa y misak organizados en torno a la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) y el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC); además de sus instancias de justicia y escuelas de formación, los nasa-misak cuentan con una guardia indígena elegida por las comunidades. Cada comunidad nasa elige a diez guardias indígenas durante un año, de modo que son más de 3.000 guardias coordinados por cada resguardo, con mandos propios rotativos y armadas de bastones. Se trata de gente autoorganizada y bajo la vigilancia de los cabildos. Hacen pesar la masa –cantidad de personas- en sus acciones. Han conseguido detener a los paramilitares, al ejército, a las compañías mineras y a las FARC cuando secuestraban indígenas. Y esto porque consideraron que en su territorio no querían la guerra.

-¿Qué lecturas de medios independientes recomendarías a los ciudadanos europeos para informarse, de manera crítica, sobre la realidad latinoamericana?

Por salirnos de los grandes medios como Brecha o La Jornada, destacaría la página web Desinformémonos de México, que está muy vinculada a los movimientos y que dirige la periodista Gloria Muñoz Ramírez; se trata de un periodismo militante y que dispone de muy pocos recursos. Otro ejemplo es Mapuexpress, en relación con el pueblo mapuche. Pero el caso más increíble es el de Argentina. La Asociación de Revistas Culturales e Independientes de Argentina (AReCIA) tiene censadas cerca de 200 revistas culturales, independientes y autogestionadas, en formato papel o digital; estas publicaciones vinculadas al campo popular -por ejemplo Lavaca.org, Barcelona (Periodismo por otros medios), La Tinta (Periodismo hasta mancharse) o Campo Grupal- suman entre cinco y siete millones de visitas mensuales. En estas revistas, en su mayoría cooperativas, trabajan o colaboran a tiempo completo más de 1.500 personas. La comunicación en América Latina se ha multiplicado de manera notable. Muestra de ello son la Red de Educación Radiofónica de Bolivia (ERBOL), fundada en 1967, la tradición de las radios comunitarias en Ecuador o las 10-15 publicaciones del mundo mapuche. El proceso es muy rico, hay infinidad de experiencias que uno no sabía ni que existieran.

Fuentes: https://clajadep.lahaine.org/?p=22161art

http://www.semanario-alternativas.info/archivos/2018/9-setiembre/503/PORTADA/Art/Enric_Llopis_entrevista_a_Raul_Zib


“En el sur asistimos al fin de las democracias y de la soberanía de los estados-nación, y a la neutralización de la política institucional como espacio donde se construyen sujetos colectivos y se promueven los cambios de larga duración. Pero el protagonismo popular es también una de las razones del desborde de la represión y de la violencia estatal y paraestatal”.

Neoliberalismo progresista latinoamericano
29 de septiembre de 2018


Por Raúl Zibechi (La Jornada)


La feminista  estadunidense Nancy Fraser viene alertando sobre los problemas derivados del neoliberalismo progresista, que identifica con los gobiernos de Bill Clinton, Tony Blair, el socialismo francés y sus sucesores como Barack Obama (goo.gl/4GGTbX). En su opinión, combina políticas económicas regresivas, liberalizantes, con políticas de reconocimiento aparentemente progresistas. Se trata del multiculturalismo, el ambientalismo, los derechos de las mujeres y LGBTQ.
El reconocimiento de estos derechos y colectivos sociales es, para Fraser, enteramente compatible con el neoliberalismo financiero, ya que bloquea el igualitarismo. El abordaje de las discriminaciones consiste en “asegurar que unos pocos individuos ‘talentosos’ de grupos ‘subrepresentados’ puedan ascender al tope de la jerarquía corporativa y alcanzar posiciones y remuneraciones paritarias con los hombres heterosexuales blancos de su propia clase”.
Mientras una minoría consigue insertarse en el capitalismo financiero, el resto continúa prisionero del capital, con lo que el sistema adquiere mayores niveles de legitimación, amplía su base de apoyo y consigue aislar a los críticos a los que, de paso, les endilga los motes de masas atrasadas e incultas. Así, el feminismo liberal, el anti-racismo liberal y el capitalismo verde son las únicas opciones críticas que el sistema legitima, calificando toda otra resistencia o rebelión como populismo.

Creo que el análisis de Fraser es adecuado y enteramente compartible para el norte del mundo, aunque creo que debe ser matizado para las regiones del sur y en particular para América Latina. Aunque sus argumentos pueden ser tomados como punto de partida, las diferencias con nuestro continente son notables.

La primera es que el progresismo (neoliberal, porque ese es modelo imperante) accede a los gobiernos como consecuencia de las luchas de los pueblos originarios, afros, sectores populares y trabajadores que resistieron la primera oleada neoliberal privatizadora y protagonizaron levantamientos, insurrecciones y amplias resistencias del más diverso tipo.
Esta es la principal diferencia con los procesos del norte. Las nuevas construcciones de poder, arriba y abajo, se bifurcan: en el sur asistimos al fin de las democracias y de la soberanía de los estados-nación, y a la neutralización de la política institucional como espacio donde se construyen sujetos colectivos y se promueven los cambios de larga duración. Pero el protagonismo popular es también una de las razones del desborde de la represión y de la violencia estatal y paraestatal.

La segunda es que ese conjunto de resistencias han abierto fisuras en la dominación, donde los de abajo estamos construyendo mundos otros por fuera del Estado y del mercado. Postulo que esos espacios son los principales obstáculos para la total implementación del neoliberalismo, tanto conservador como progresista, con sus mega-emprendimientos mineros, monocultivos y grandes obras de infraestructura.

Espacios como las 400 fábricas recuperadas en Argentina, los 100 bachilleratos populares y una red de medios antisistémicos donde se informa 15 por ciento de la población. Sumemos: 5 mil asentamientos de reforma agraria en Brasil, con 25 millones de hectáreas, habitados por 2 millones de sin tierra; 12 mil acueductos comunitarios en Colombia; decenas de miles de emprendimientos colectivos y comunitarios en toda la región; áreas enterasliberadas de mercados y estados en varios países, cuya referencia mayor son las juntas de buen gobierno zapatistas.

La tercera es que en América Latina los poderes que se reconfiguran arriba, son el resultado de una amalgama o alianza entre grandes empresas, narcotráfico y sectores del aparato estatal. Sobre esa base se van creando desde narcoestados hasta diversas formas de dominación (desde “guerras contra el narco” hasta feminicidios) que a menudo cuentan con la bendición de las iglesias evangélicas y pentecostales.
El análisis y la descripción de estos nuevos poderes de arriba es necesario para comprender dónde estamos y hacia dónde vamos, mientras adjetivos como fascista o ultraderechista, aun siendo justos, no contribuyen a esclarecer la realidad. Cuánto más avanzan los movimientos antisistémicos, más brutal es la reconfiguración del poder de arriba, siendo México una referencia ineludible.

La cuarta es la conversión de las democracias en un sistema excluyente, que crea enemigos internos para aislar a sectores enteros de la población que perturban la lógica del capital financiero. Mientras en el norte se bautiza como populismo toda transgresión de las reglas, en el sur se emplea cada vez más una legislación antiterrorista, implementada tanto por gobiernos conservadores como progresistas, entre los que cabe destacar casos tan diferentes como los de Daniel Ortega y Dilma Rousseff.
Ante la nueva estructura del poder de arriba, los márgenes de maniobra institucionales serán cada vez menores.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=247142

"Estamos llegando a un nuevo tipo de Estado profundamente autoritario, se puede votar, pero democracia, eso no existe".

enred_sinfronteras@riseup.net

Raúl Zibechi/Aníbal Quijano: Descolonización

3 de septiembre de 2018


Diario Uno, 03.09.2018.

Para Zibechi, no es posible reformar las sociedades latinoamericanas desde las élites o guiados por pensamientos eurocéntricos, el reto es aprender y construir desde los movimientos y sectores populares.

Compartimos entrevista realizada a Raúl Zibechi:

¿Qué críticas tienes a los gobiernos progresistas que ha tenido América Latina?

La década y media de progresismo que hemos tenido en América Latina no ha producido cambios estructurales. Mejoró la situación de los más pobres a través de transferencias monetarias y de políticas focalizadas contra la pobreza en la línea del Banco Mundial, pero no consiguieron ni se propusieron tocar la riqueza, hacer una reforma urbana para que la ciudad tenga un acceso más igualitario, no hicieron reformas agrarias, ni impositivas, no tocaron los grandes privilegios. Al no hacerlo cuando la coyuntura económica favorecía, han caído los precios de las commodities y las materias primas, y volvemos a una situación de ajuste, de reducción del gasto y, por lo tanto, de limitación de esas políticas. La única forma que hay para empezar a combatir las desigualdades reales es afectar a la riqueza y no hay la menor intención de hacerlo porque sería desatar un conflicto social que los progresismos están lejos de desear.

Tampoco están preparados…

No están preparados política ni anímicamente porque lo que han querido es instalarse en el gobierno, en los altos cargos, y desde allí gestionar el Estado sin transformarlo.

– ¿Cuál ha sido el lugar de los movimientos sociales en estos últimos años y cómo cambiar el Estado y el mundo desde abajo?
El Estado, primero que nada, es una herencia colonial que se ve reforzado por un modelo extractivo que no hace más que generar profundización de los rasgos autoritarios y coloniales del Estado, con nuevos actores como el narcotráfico y la corrupción que se incrustan en el viejo Estado colonial. Entonces, lejos de una democratización estamos caminando hacia Estados cada vez más autoritarios. En el Perú, la corrupción y la podredumbre del aparato estatal no dependen de tal o cual presidente. Puede que haya alguno que pueda empeorar o mejorar las cosas, pero el núcleo, que es un Estado corrupto, colonial, opresivo, no cambia en función de quién sea el gobernante.

La única forma de cambiar el mundo es desde la sociedad. ¿Cómo cambian el mundo los movimientos? Puedo dar dos ejemplos, uno muy claro son las mujeres. Hace treinta años, las pocas mujeres que se atrevían a hablar en voz alta eran miradas como algo extraño. Hoy son un actor fundamental en el mundo, y ya nadie puede dudar que los movimientos de mujeres están cambiando el mundo. El otro actor que ha hecho más o menos el mismo proceso en el mismo tiempo son los pueblos indígenas, tanto los andinos como los amazónicos. Se revaloriza su cultura, su identidad, y los empezamos a ver de otra manera. Son dos ejemplos muy claros de cómo se cambia el mundo desde la sociedad.

– Estamos en un nuevo contexto después de quince años de progresismo, ¿cómo ve el escenario político en donde el conservadurismo y el extractivismo están empoderados?

Veo un escenario muy complejo por muchas razones. Una, en el mundo aparece un debilitamiento de los Estados Unidos con figuras como Trump, que revela la crisis y la falta de norte del país, con una emergencia fuerte de Asia y de China como actor fundamental, que ya se venía hablando hace una década, pero hoy es más claro. Tenemos potencias como la Unión Europea que no aciertan a cómo ubicarse en este mapa con un conflicto serio con Rusia, y en América Latina hubo un periodo en el cual una gran parte de las élites políticas, incluso económicas, aspiraron a tener cierta autonomía de los Estados Unidos, no obstante, pasaron a no saber realmente dónde se posicionan, porque, aunque algunos miran con cercanía a Estados Unidos, qué sería de nuestros países si no exportaran a China, a donde va el grueso de nuestra producción.

Lo que tienen muy claro las élites es que los pueblos son un peligro, entonces se han vuelto más conservadoras, intolerantes y autoritarias. Lo que todos tienen claro, pentecostales, empresarios, narcos y aparato estatal, es que a los sectores populares hay que mantenerlos esclavizados como en la vieja hacienda, a raya, fuertemente controlados. Estamos llegando a un nuevo tipo de Estado profundamente autoritario, se puede votar, pero democracia, eso no existe.

Movimientos sociales y para potenciar acción social

– ¿Cuál es el punto de encuentro entre la obra de Aníbal Quijano y “Descolonizar el pensamiento crítico y las rebeldías”?

Aníbal Quijano ha conseguido formular algunas ideas muy importantes para comprender los movimientos sociales y para potenciar la acción social, ideas sobre la heterogeneidad de nuestros pueblos, de nuestras historias respecto al eurocentrismo, y eso nos lleva a pensar con cabeza propia, sin trasladar ideas del marxismo, el anarquismo, la social democracia o del conservadurismo, ideas europeas, sino a tenerlas en cuenta porque algunas son interesantes, pero en base a nuestras realidades construir lo nuevo. Para poner un ejemplo concreto: la idea del socialismo europeo es que su fuerza motriz era la clase obrera asalariada, pero Aníbal dice “en América Latina no hay solo salario, hay cinco formas de relación laboral”. Una de ellas, la reciprocidad, es fundamental en el mundo andino, el amazónico, e incluso en las ciudades y periferias urbanas, sin reciprocidad no existiría Villa El Salvador.


*Raúl Zibechi, periodista, pensador y activista militante uruguayo vino al Perú para homenajear al reconocido pensador peruano Aníbal Quijano y para presentar su libro “Descolonizar el pensamiento crítico y las rebeldías”.

http://diariouno.pe/columna/estamos-caminando-hacia-estados-cada-vez-mas-autoritarios/

Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2018/09/03/raul-zibechi-anibal-quijano-descolonizacion/

"Necesitamos desesperadamente construir una nueva forma de lucha. Una lección central ha sido la capacidad de crear una forma organizativa pluralista que perdure en el tiempo e intervenga en múltiples terrenos de lucha. Lo que vemos aquí no es una rigidez de forma o una sobrevaloración de un solo lugar de lucha".

enred_sinfronteras@riseup.net

Estrategias de combate:

más allá del partido en Kurdistán

6 de agosto de 2018

Los monstruos que se han levantado para definir la época post-crisis son los formidables nuevos autores de un terror insospechado. El estado actual de la política en casi todas partes se define por el auge de los Trump, Le Pen y Erdogan. Sin embargo, desde que las fisuras y las fallas del neoliberalismo se hicieron visibles en la apertura producida por la crisis financiera, la izquierda occidental ha luchado por aprovechar esta oportunidad. Esta lucha ha dado lugar a un acalorado debate: algunas voces de izquierda proponen volver a la forma de partido de vanguardia, organizado estrictamente en torno a una línea de clases. Este llamamiento se opone a la idea del “movimiento de movimientos” que definió el ciclo post-zapatista de lucha política. Al enfrentarnos a estos nuevos monstruos, surge la pregunta de si debemos o no abandonar la promesa de una forma pluralista de lucha, y con ella la oportunidad de unir a grupos e individuos de diferentes trasfondos ideológicos de la Izquierda.

Como miembros de una izquierda amplia, creemos que el abandono de una forma pluralista de lucha pone inútilmente el proyecto de liberación colectiva en riesgo de reproducir el pensamiento dogmático de los proyectos ideológicos del siglo XX. Volviendo la mirada a la Primavera Árabe que capturó la imaginación del Occidente en 2011, somos testigos de una forma política única que ha surgido del Movimiento de Liberación Kurdo en el norte de Siria (Rojava) y el sureste de Turquía (Bakur). No se trata de manifestaciones espontáneas en las plazas públicas, sino de un proyecto sociopolítico intencional y organizado que ha dado lugar a lo que hoy se conoce como Confederalismo Democrático y Autonomía Democrática.

Esta lucha por la democracia radical se hizo visible internacionalmente en 2014 cuando ISIS atacó la ciudad de Kobanê, controlada por los kurdos. Para muchos medios de comunicación occidentales, el elemento más sorprendente de este movimiento kurdo repentinamente visible fue que el feminismo no sólo existía en Siria, sino que además estaba en la vanguardia de la lucha.

Desde la batalla de Kobanê, las estructuras políticas de las regiones autónomas se han convertido en objeto de investigación periodística y académica. Únicas y merecedoras de investigación como lo son estas estructuras, para nosotros surgió una cuestión igualmente necesaria pero diferente. Lo que queremos analizar es cómo la forma organizativa de estas luchas en Siria y Turquía ayudó a generar estas estructuras democráticas. El Movimiento de Liberación Kurdo ofrece la visión de una forma de organización novedosa que va más allá tanto de la forma de partido único como de la actual fragmentación que define a la izquierda.

No somos tan ingenuos como para creer que la simple adopción de una forma de organización resolverá todos los problemas que aquejan a la izquierda; sin embargo, podemos decir con certeza que las vías de organización que las fuerzas kurdas han diseñado pueden resolver un considerable conjunto de problemas.

Recomponiendo la ideología y visión del PKK

El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) se formó después de que años de resistencia kurda no violenta dentro de Turquía no dieran ningún fruto político. El Estado turco (como Estado-nación) negó la existencia misma de una identidad kurda y no se detuvo ante nada para borrarla. A lo largo de los años sesenta y principios de los setenta, algunas organizaciones e iniciativas sociales intentaron organizar bases sociales kurdas en torno a reivindicaciones de igualdad social, que tuvieron como respuestas asesinatos o detenciones selectivas. La forma violenta en que el Estado turco contraatacó a cualquier organización de base kurda dio lugar a una resistencia kurda cada vez más militante y organizada. El PKK se formó a finales de la década de 1970 a partir de esta coyuntura, entendiendo el Estado turco como una colonia de fuerzas imperialistas occidentales donde la tierra y el pueblo kurdo eran considerados una sub-colonia. Ante la falta de vías democráticas, el PKK lanzó una lucha guerrillera. Las repercusiones de esta guerra entre el Estado turco y el PKK fueron devastadoras, dejando casi 40.000 personas muertas y abusos de los derechos humanos cometidos por ambas partes.

Si bien el conflicto no produjo resultados decisivos en ninguno de los dos bandos, el Estado pudo lograr una ganancia discursiva para sí mismo. De hecho, debido a la aplicación por parte de Turquía de la etiqueta de “terrorista” al PKK y la atribución común de la etiqueta a todos los kurdos en el discurso popular, los kurdos están sujetos a una especie de “exclusión diferencial” en la que están “excluidos de la protección de la ley” pero no de su “disciplina, castigo y regulación”. Al calificar en términos generales la identidad kurda de “terrorista”, el Estado turco intenta legitimar la forma en que somete y castiga a las personas que reivindican esta identidad y a los territorios ancestrales vinculados a ella. En respuesta al ataque frontal del Estado turco, las unidades guerrilleras del PKK crearon bases de apoyo más allá del Kurdistán turco, tanto en Irak, Siria e Irán, donde los kurdos también eran reprimidos y excluidos por la supremacía étnica inherente a cada Estado-nación.

Cuando el líder ideológico del PKK, Abdullah Öcalan, fue capturado en 1999 y posteriormente recluido en régimen de aislamiento en una isla penitenciaria turca, se inició un alto el fuego. El gobierno turco esperaba que esto fuera el principio del fin del PKK. Sin embargo, lo que se solidificó fue el renacimiento del PKK y del Movimiento de Liberación Kurdo en general.

A lo largo de las décadas de 1980 y 1990, las organizaciones de mujeres del PKK presionaron a Öcalan para que reformulara completamente el perfil ideológico, organizativo y práctico del PKK y del Movimiento de Liberación Kurdo en general. Debido a que el PKK siempre había sido una fuerza atractiva para las mujeres que querían escapar del patriarcado en sus hogares, la constatación de que la cultura dentro del PKK seguía siendo patriarcal empujó a las mujeres a auto-organizarse. Esto condujo a la formación de la Unión de Mujeres Patriotas del Kurdistán (YJWK) y de la Unión de Mujeres Libres del Kurdistán (YAJK) en las décadas de 1980 y 1990, lo que en última instancia dio como resultado el Partido de Mujeres Libres (PJA) en la década del 2000.

Estas organizaciones de mujeres fomentaron una relación dialéctica entre ellas y Öcalan. Además, esta nueva constelación de organizaciones de mujeres tuvo un gran efecto en el empoderamiento de las mujeres dentro del creciente Movimiento de Liberación Kurdo. Havin Güneser define el período que va de 1993 a 2003 como un período de transición en el que el Movimiento de Liberación Kurdo en su conjunto se desvinculó de los valores leninistas y avanzó hacia una liberación colectiva antiautoritaria que puso en primer plano la liberación de la mujer. El PKK ahora había declarado a la mujer como sujeto de la historia, no al proletariado. Dada la amenaza que representaban las fuerzas conservadoras y reaccionarias para las mujeres, y el papel de las mujeres en la reproducción de las relaciones sociales, políticas y económicas en la sociedad kurda transnacional, este movimiento fue impresionante. Sin embargo, lo que importa aquí es que las conversaciones y debates del movimiento de mujeres no tuvieron lugar fuera del PKK; mientras se creaban nuevas organizaciones y partidos de mujeres, éstas seguían formando parte de un complejo más amplio con el PKK. Al seguir formando parte del complejo del PKK, estas conversaciones llegaron a afectar mucho a la organización, cambiando la misión teórica y metodológica del movimiento.

A partir de estos diálogos, el PKK y buena parte del Movimiento de Liberación Kurdo llegaron a adoptar un programa político basado en la creación de lo que se llamaría Autonomía Democrática y Confederalismo Democrático. Lo que el proyecto propone es la construcción de un gobierno popular de contrapoder paralelo al actual (similar al de los zapatistas). De acuerdo con este método, los sitios y los espacios se irán divorciando cada vez más de las estructuras de poder opresivas existentes y empezarán a reconfigurarse de manera autónoma. Esta relación se conoce como Autonomía Democrática. Estos sitios deben ser instituidos en un complejo de estructuras de toma de decisiones políticas conocido como Confederalismo Democrático (que es una especie de gobierno autónomo) que combina poderes constituyentes y constituidos. Como Hardt observa en su introducción al texto de Negri Insurgencias: El Poder Constituyente y el Estado Moderno, “el Poder Constituyente denomina a las fuerzas democráticas de transformación social, los medios por los cuales los seres humanos hacen su historia”, mientras que “el Poder Constituido, en cambio, define el orden fijo de la Constitución y la estabilidad de su estructura social”. Para aclarar las cosas, el Poder Constituyente denomina “gobierno por el pueblo”, mientras que el Poder Constituido denomina “gobierno para el pueblo”.

Aunque los cambios en la ideología y la visión del Movimiento de Liberación Kurdo son ciertamente significativos, también lo son los cambios en la estructura organizativa del PKK. En el pasado comprometido con el modelo de partido marxista, hoy la estructura del PKK es mucho más compleja. La composición original del PKK estaba compuesta por Öcalan como líder sentado en la cima de la pirámide organizativa, apoyado por un Comité Central, y un Congreso del partido como autoridad suprema; debajo de estas estructuras estaban los miles de partidarios y militantes.

Sin embargo, desde la década de 1990 se han desarrollado algunas organizaciones afiliadas, grupos paraguas e instituciones para crear lo que Ahmet Hamdi Akkaya y Joost Jongerden llaman un “complejo de partido”. De hecho, lo que se ha creado en Rojava y Bakur es mucho más un conjunto de fuerzas unidas antes que un partido individual. Lo que ha ocurrido entonces es una recomposición en la que el PKK dio paso a fuerzas que participaron y co-definieron el horizonte político. Este Movimiento de Liberación Kurdo (ya no sólo el PKK) funciona como una especie de asamblea, una federación descentralizada de órganos que están unidos por una coorganización, una visión y una práctica comunes para una sociedad democrática.

Aunque el PKK sigue siendo una organización política en funcionamiento, ahora existe como una entre muchas. Esta agrupación incluye fuerzas que atraviesan el espectro político; algunas se centran en la organización de las mujeres, otras en la juventud; algunas organizaciones operan en la política extraparlamentaria, mientras que otras siguen funcionando como partidos parlamentarios. Los grupos guerrilleros, las milicias y otros aparatos de autodefensa también forman parte de este conjunto, y algunas organizaciones kurdas de la diáspora en toda Europa también están incluidas. Cada organización juega un papel como parte de una red más amplia de fuerzas que intentan desarticular el poder del Estado a la vez que proporcionan una alternativa democrática a la realidad cada vez más antidemocrática en la que se encuentran los kurdos.

La toma de decisiones entre organizaciones está mediada por tres estructuras vinculadas: la Unión de Comunidades del Kurdistán (KCK), el Congreso Popular del Kurdistán (Kongra-Gel) y el Congreso Nacional del Kurdistán (KNK). La KCK funciona de manera similar a las estructuras de los consejos previamente elaboradas: “básicamente una red de consejos de aldeas, ciudades y regiones”. La KCK fue creada entre 2005 y 2007 “con el objetivo de organizarse de abajo hacia arriba en forma de asambleas”. Kongra-Gel funciona como un Congreso al que se envían delegados de los consejos de la KCK, mientras que la KNK funciona como un congreso para todas las organizaciones políticas y sociales que forman parte del movimiento más amplio. De esta manera, no sólo existe organización a lo largo de líneas territoriales, sino también a través de múltiples ejes de intereses, promoviendo un pluralismo democrático en lugar de un monismo sectario. Todos los órganos unidos por la visión y el método de la Autonomía Democrática y el Confederalismo Democrático, independientemente de su ubicación, logran la coordinación de su solidaridad y lucha a través de estas estructuras.

Una praxis de pluralismo contra una oposición consolidada

En la práctica, el método de transición revolucionaria propuesto por el Movimiento de Liberación Kurdo ha sido más o menos exitoso. Obviamente, ha tenido mucho más éxito en Rojava donde, durante algún tiempo, el proceso revolucionario se creó en un vacío político generado por la guerra civil. Cuando el Estado sirio centró su atención en el Ejército Sirio Libre y el ISIS, se permitió el desarrollo de la revolución de Rojava. Teniendo esto en cuenta, los primeros días de la revolución fueron bastante excepcionales. Antes de la guerra, parece que Rojava se había organizado con el PYD (Partido de Unión Democrática, a su vez miembro del Movimiento de Liberación Kurdo), así como con otras organizaciones de la sociedad civil que operaban como células germinales. Así que cuando el conflicto creó la apertura, las fuerzas sociales estaban preparadas para la autonomía.

En el sistema democrático confederalista que se ha erigido en Rojava, el poder descansa en tres lugares. Uno de ellos se encuentra en un aparato parlamentario fijo, pero muy elemental, para el que se eligen ministros que llevan a cabo básicas tareas administrativas y de gestión. Al igual que el zapatismo, estos ministros deben liderar obedeciendo, y deben obedecer la voluntad de los consejos populares (que representan un segundo polo de poder) y de las organizaciones basadas en intereses (un tercer polo de poder). Los consejos se organizan de abajo a arriba, a nivel de calle, vecindario, aldea/distrito, ciudad y cantón, mientras que las organizaciones basadas en intereses (que se organizan en torno a cuestiones feministas, juveniles y otras cuestiones civiles) operan paralelamente a estos consejos en todos los niveles y se les permite intervenir en la toma de decisiones. Estas organizaciones basadas en intereses funcionan como células germinales que agrupan a las bases sociales en asociaciones de base más amplia en las que participan en el debate político, la discusión y la educación. En esencia, la separación de poderes es tal que la interacción entre las organizaciones basadas en intereses y los consejos organizados geográficamente forma una esfera legislativa en la que las propuestas se envían hacia arriba para su ratificación a nivel ejecutivo, parlamentario/ministerial. Si el parlamento encuentra que las propuestas traicionan el Contrato Social, entonces estas propuestas son devueltas para su modificación. La estructura es, en la práctica, un diálogo dialéctico entre múltiples niveles. La Autonomía Democrática y el Confederalismo Democrático imaginan así una confederación de ciudades organizadas en una nueva unidad democrática que rechaza el Estado-nación.

Aunque se propone un parlamento básico, este parlamento carece de acceso a cualquier aparato coercitivo. En la práctica en Rojava, las instituciones de seguridad como las YPG (Unidades de Protección Popular) o las YPJ (Unidades de Protección de las Mujeres) están sujetas a los consejos, no al parlamento. De esta manera, se crea una especie de sistema de doble poder entre las formas populares constituyentes y las formas burocráticas fijas constituidas. Para aumentar la participación femenina, cada consejo elige a copresidentes -una de las cuales debe ser mujer y aprobada por organizaciones paraguas de mujeres autónomas- que actúan como moderadores de su consejo y como portavoces ante consejos más amplios, por encima de los suyos propios. Esta estructura tiene por objeto evitar que las mujeres elegidas como copresidentas sean simplemente simbólicas. Mientras tanto, por cada “ministro” elegido en el parlamento, se asignan dos diputados de grupos étnicos distintos al del ministro.

Entonces, en la práctica, la transformación revolucionaria implica la creación de un sistema alternativo (a través de la formación de contra-instituciones que operen paralelamente a las actuales) dentro del armazón del sistema actual, creciendo de tal manera que sea capaz de construir el Confederalismo Democrático. Como tal, “el concepto de Confederalismo Democrático no es sólo para liberarse mediante el establecimiento de autonomía a espaldas del Estado, sino también para democratizar las estructuras existentes”. El método revolucionario es hacer que el Estado actual se marchite bajo el asalto continuo de fuerzas democráticas. En contraste con la teoría leninista de la transición (que propone una vanguardia para aplastar al Estado burgués y luego la erección de un Estado proletario que luego evolucionará), la teoría de Öcalan propone que se desarrolle una estructura de poder autónoma que devore gradualmente las operaciones del Estado burgués y, por lo tanto, desvanezca al Estado burgués. El uso de las armas debe ser puramente defensivo (en caso de reacción armada del Estado), mientras que el uso de las fuerzas parlamentarias debe incluirse en esta estrategia. En otras palabras, no se ignora ningún sitio, todos son desafiados.

Sin embargo, en Bakur la realidad ha sido muy diferente. Mientras que el proceso de Autonomización Democrática en Rojava proporciona una perspectiva única del esfuerzo político en una sociedad en guerra, el esfuerzo en Bakur es mucho más relevante para la traducción en Occidente, dado el hecho de que Turquía no está en medio de una guerra civil. Es decir, el Estado-nación es funcional y fuerte. Entre 2000 y 2005, a medida que el PKK se recomponía y se formaba un Movimiento de Liberación Kurdo más amplio, este nuevo movimiento comenzó a establecer estructuras revolucionarias.

Entre 2000 y 2005, a medida que el PKK se recomponía y se formaba un Movimiento de Liberación Kurdo más amplio, este nuevo movimiento comenzó a establecer estructuras preconcebidas de consejo en todo Bakur. El principal motor de la construcción del sistema de consejos que conformaría las estructuras democráticas confederalistas de Bakur fue el Congreso de la Sociedad Democrática (DTK, por sus siglas en inglés), fundado en 2005 con el objetivo de unir a “partidos, organizaciones de la sociedad civil, comunidades religiosas y organizaciones de mujeres y jóvenes”. Como explica Janet Biehl, el DTK funciona como una estructura paraguas que reúne a actores de los consejos locales, partidos, organizaciones civiles y sindicatos, operando como un parlamento para ocuparse de la administración autónoma. A pesar de la criminalización del DTK en 2011, el proceso de autonomización democrática ha continuado, independientemente de su estatus legal.

Para lograr esto, se desplegó una sofisticada gama de estrategias y tácticas. El DTK se propuso establecer estructuras de base que trataran de reemplazar los aparatos estatales turcos, donde los problemas pudieran resolverse desde el nivel más bajo y directamente democrático posible. Dependiendo del apoyo de las bases, se crearon estructuras tales como consejos de calle, de barrio y municipales en todas las ciudades y aldeas de Bakur, junto con una proliferación de comités respaldados por organizaciones de la sociedad civil; éstas han establecido una serie de órganos civiles y económicos incluyendo comités legales (que desarrollan marcos legales autónomos), comités culturales (que luchan por los derechos culturales), cooperativas económicas, cooperativas de mujeres, centros sociales y academias.

Mientras tanto, se creó el HDP (Partido Democrático de los Pueblos) para establecer una actuación parlamentaria más amplia dentro del Estado turco. Formado en 2012, el HDP funcionó como el brazo parlamentario de una asamblea de fuerzas que se unieron por primera vez en 2011 como el HDK (Congreso Democrático Popular), y reúne a “organizaciones de la sociedad civil basadas en el trabajo y los derechos, tales como movimientos de mujeres, LGBTQ y ambientalistas; sindicatos; representantes de varias minorías religiosas; y más partidos socialistas”. Para junio de 2015, el HDP fue capaz de lograr la representación parlamentaria. Como observa Haydar Darici, el HDP estaba destinado a organizar el poder popular fuera de la región de Bakur, junto con otros “izquierdistas, anarquistas, feministas y todos los demás grupos de la oposición”. Sin embargo, este éxito tuvo un costo. Tras el ascenso electoral del HDP en junio de 2015, Erdogan lanzó una contraofensiva autoritaria que culminó con la ocupación militar de la región de Bakur. La contraofensiva dio lugar a más de 100 asesinatos de civiles, así como a innumerables detenciones, y se complementó con una amplia represión que despidió a miles de funcionarios públicos (especialmente maestros) y cerró varios medios de comunicación.

En toda la región kurda de Turquía, la resistencia contra las políticas cada vez más autoritarias de Erdogan ha sido más fuerte, y la dirigen los jóvenes. El PKK y el Movimiento de Liberación Kurdo gozan de una gran popularidad entre la juventud kurda de la región. Esto se debe no sólo a la actividad histórica del PKK en la región, sino también a la cruda realidad de la situación. Mientras que la tasa de desempleo de Turquía se situó en el 10,3 % a principios de este año, para los jóvenes de entre 15 y 24 años en la región históricamente kurda fue del 22 % para las mujeres y del 16,5 % para los hombres. Esto está enraizado (al menos en parte) desde la década de 1990, cuando el gobierno sacó por la fuerza a miles de familias kurdas de sus tierras ancestrales para arrasar el territorio.

Sin embargo, los dos acontecimientos clave que solidificaron la contraofensiva fueron el golpe de Estado y la crisis de los refugiados. El 17 de julio de 2016, un golpe de Estado militar fallido le dio a Erdogan la “legitimidad” que necesitaba para dar el siguiente gran paso en el control de todo el aparato estatal. Este intento de golpe de Estado desbloqueó una escalada cada vez más autoritaria de violencia que ha llevado a la detención y suspensión de decenas de miles de personas en toda Turquía, así como a una ofensiva militar en Bakur.

Mientras tanto, la “crisis” de los refugiados ha hecho a Erdogan a prueba de balas. Aunque los líderes europeos han lamentado su expansión fascista de poder, no han querido enfrentarse a Erdogan. En su lugar, han preferido pagar a Turquía miles de millones por retener a los refugiados que quieren cruzar a Europa en lugar de adoptar una postura clara en favor de la democracia y los derechos humanos.

El agrupamiento formado en Bakur y más allá creó un impresionante contrapoder. Sus actores co-definieron un horizonte común y coordinaron los esfuerzos de múltiples actores a lo largo de diversas líneas de praxis y a través de varios campos de controversia. Sin embargo, el regionalismo del proyecto fue su mayor obstáculo. La victoria discursiva del Estado turco en torno al significado de “kurdo” resultó ser un obstáculo de enormes proporciones. El HDP y otras fuerzas unieron espacios (y movimientos dentro de ellos) como Bakur y Estambul, pero el esfuerzo fue insuficiente. Si bien la coyuntura actual parece sombría, no significa que la forma en sí sea la culpable. Más bien, la lucha creada por el Movimiento de Liberación Kurdo puede ser una de sus mayores contribuciones históricas. Pudieron desarrollar una política de combate multidimensional capaz no sólo de comprometer, sino de desarticular los poderes destructivos del sistema de organización social que descansa sobre el patriarcado, el Estado-nación y el capital. Esto no se hizo a través de una formación leninista que apuntaba a erigir un nuevo Estado que más tarde se marchitaría místicamente. Más bien, Öcalan propone una forma de lucha basada en una amplia solidaridad que una a un conjunto de fuerzas que luchan en los movimientos sociales (terreno extraparlamentario) y dentro del Estado (terreno parlamentario) hacia el objetivo común de crear Autonomía Democrática y Confederalismo Democrático. Dentro de este proceso, nuevas estructuras horizontales reemplazan las estructuras verticales del Estado burgués bajo un proceso constituyente sin fin.


Hacia una Asamblea en Occidente

Cuando la ola reaccionaria de hace unos años comenzó a crecer, había al menos una Izquierda de masa coherente (aunque claramente no perfecta). La coyuntura actual nos encuentra muy divididos y debilitados. Mientras que nuevas configuraciones de asamblea de masas son visibles -como en la formación del Movimiento por las Vidas Negras- estas expresiones son, en el mejor de los casos, incipientes. Recordando a Errico Malatesta, debe quedar cada vez más claro que lejos de conjurar el autoritarismo, la organización de la multitud es la única cura. Debemos ir más allá de una política anti-organizacionalista que celebra la espontaneidad y avanzar hacia una política organizativa que sea intencional. Por lo tanto, la cuestión de la forma organizativa que la izquierda establezca para coordinar los esfuerzos es de suma importancia.

Sin embargo, mientras que otros piden un partido único, nosotros proponemos en cambio una construcción similar al Movimiento de Liberación Kurdo. Reconocemos las críticas planteadas por Jodi Dean en la medida en que los movimientos antiautoritarios han sido incapaces de crear “una afirmación explícita de colectividad, una estructura con responsabilidades, un reconocimiento de las capacidades diferenciales y un vehículo para la solidaridad”. Más allá de reunirse de un momento a otro, ella reclama con razón que la izquierda debe ser capaz de permanecer unida. Un espacio de continuidad que unifique momentos, experiencias y luchas está muy ausente en Occidente. No sólo es improbable la idea de que un solo partido pueda proyectar los deseos y necesidades de la multitud, sino que la mera idea de que la gente abandone proyectos ya existentes para archivarlos en un nuevo vehículo simplemente no es convincente. Estas organizaciones existen por una razón y abordan particularidades que se han vuelto históricamente necesarias. Al mismo tiempo, nuestra atomización y aislamiento han creado una izquierda fracturada que se opone a una derecha cada vez más autoritaria y consolidada. Como señalan Hardt y Negri, mientras nuestras fuerzas fracturadas han sido capaces de hacer visibles las desigualdades y la violencia a través de múltiples ejes de poder y explotación, hemos fracasado en gran medida en desarticular el poder y depositarlo en los canales de poder constituyente. En resumen, necesitamos desesperadamente construir una nueva forma de lucha.

Una lección central ha sido la capacidad de crear una forma organizativa pluralista que perdure en el tiempo e intervenga en múltiples terrenos de lucha. Lo que vemos aquí no es una rigidez de forma o una sobrevaloración de un solo lugar de lucha (ya sea económico, parlamentario, civil, etc.); más bien, hay una comprensión de que los campos de lucha no son mutuamente excluyentes.

Las configuraciones de organización visibles en Rojava y Bakur apuntan a un posible camino a seguir. Su forma organizativa implica subjetividades políticas que ofrecen identificaciones más allá de las identidades nacionales o microidentidades. Si el feminismo o el antirracismo son los contextos más apropiados a través de los cuales se unirá un movimiento político es una cuestión que no puede ser respondida por nosotros en este momento. Para el Movimiento de Liberación Kurdo, el feminismo ya no se entiende como una forma de liberar sólo a las mujeres, sino a la sociedad en su conjunto. El Estado-nación, construido sobre una genealogía del patriarcado, debe ser superado, porque la lucha contra el patriarcado y el capital está al unísono. Esta comprensión responde a una pregunta que está en la raíz de los muchos problemas que enfrentamos en Occidente: “¿Quién es nuestro sujeto político?”. El obrero industrial (blanco, masculino) que unió a la izquierda durante muchas décadas ya no es el sujeto de las masas. Esta subjetividad tampoco capta los muchos niveles de opresión a los que nos enfrentamos. Al combinar el feminismo con el anti-nacionalismo, se crea una nueva subjetividad política prometedora.

Hay que entender que la izquierda en Occidente (especialmente en los Estados Unidos) está en un período de recomposición política. El neoliberalismo, la represión del Estado y la hegemonía de una política que conlleva un estilo de vida, espontánea y de un solo tema han creado una izquierda que carece del tipo de infraestructuras organizativas, educativas y culturales que el Movimiento de Liberación Kurdo ha sido capaz de mantener durante décadas. Por lo tanto, imaginar que en este momento amplios sectores de la izquierda en Estados Unidos son capaces de co-definir un horizonte tan largo como la Autonomía Democrática y el Confederalismo Democrático es poco realista. La separación de nuestros conocimientos y entendimientos es demasiado grande como para pensar en un mañana tan cohesivo. Un esfuerzo más razonable (aunque deseable) sería co-definir un conjunto común de reformas a medio plazo que apunte a crear una mejor posición para todos los actores que formen el potencial agrupamiento. Si queremos tener una oportunidad de luchar, debemos ser capaces de co-definir una serie de objetivos que tengan una relevancia significativa para la multitud.

Para Occidente, creemos que esto puede lograrse a través de un agrupamiento que opere como el principal motor que impulsa a las fuerzas populares de la sociedad en su conjunto a adquirir una posición creciente a través de un proceso de reforma gradual pero transformativo. Este proceso funcionaría como una fase de transición. Cada paso de la reforma no debe considerarse como un fin, sino como un paso hacia una mejor posición. Una posición ganada con cada punto de apoyo que nos acerque a un desencadenamiento no sólo de las restricciones, sino también de los deseos. Cada paso construyendo un sentido de autonomía y de posibilidad. Las posiciones ganadas deben ser organizativas, económicas, infraestructurales, culturales y discursivas.

En Kurdistán, una asamblea (el DTK en Bakur) fue creada por un complejo de partidos (la forma descentralizada y federada del PKK que generó una asamblea organizativa más allá del KCK). Esta forma de organización más amplia es pluralista en el sentido de que está abierta a diferentes ideologías dentro de parámetros definidos. En el caso de Bakur y Rojava, los puntos de unidad más importantes son el feminismo, el anticapitalismo, el anti-Estado-nación y la ecología. El voto y el debate se producen dentro de este entendimiento predeterminado que expresa el mayor grado de comprensión mutua desde el cual dialogar y coordinar. Sin embargo, lo más importante es que se definió, estableció y comprometió una agenda común, es decir, el desarrollo de la Autonomía Democrática y el Confederalismo Democrático. He aquí una forma de lucha que es ideológicamente flexible, estratégicamente disciplinada y tácticamente diversa. Organizaciones como el HDP se comprometen a un camino electoral pero al mismo tiempo defienden brigadas juveniles autónomas que optan por luchar, por ejemplo, contra la policía directamente en las calles. Las tácticas son diversas, y los actores se comunican directamente entre sí, tratando de complementar el trabajo de cada uno mientras caminan juntos hacia el horizonte que han co-definido.

De manera similar, podemos imaginar una proliferación de alianzas a lo largo y ancho de la ciudad, construidas a través de, digamos, los Estados Unidos, que puedan federarse como deseen a nivel regional y nacional para desarrollar una amplia gama de demandas que sirvan inmediatamente como base para las campañas de los movimientos sociales. Al igual que en el Kurdistán, estas alianzas podrían comprender una amalgama de organizaciones basadas en intereses (como organizaciones antirracistas, LGBTQ, antifascistas y feministas, sindicatos, iniciativas ambientales y otras organizaciones de izquierda) que se entrecrucen a través de consejos geográficamente localizados que podrían absorber a individuos no afiliados y así operar como células germinales. Sin duda, esto exigiría un cambio cultural de la izquierda que requeriría el abandono de una política de pureza y una aceptación de la imperfección política. La capacidad de influir y transformar las realidades políticas/sociales dependerá, por supuesto, de la escala de la operación. Por lo tanto, para avanzar se necesitaría una confederación nacional de esas alianzas con sede en las ciudades.

El experimento kurdo nos da no sólo una visión de una sociedad alternativa, sino de una forma de organización y estrategia alternativas. La falta de una izquierda radical de masas es devastadora en gran parte de Occidente. A partir de nuestra experiencia en Estados Unidos y Alemania, la situación política actual nos impulsa a idear una forma pluralista de desarticular la composición actual del poder y de autonomizar la nuestra. Después de un largo retiro, es urgente que protejamos la poca posición que nos queda y desarrollemos una estrategia que conquiste una nueva democracia y una nueva autonomía. Esto exige que se vuelva a poner sobre la mesa la cuestión de la forma organizativa, dado que el número de estructuras de poder que somos capaces de impugnar depende de la escala y las capacidades organizativas de nuestros números.

Lo que el Movimiento de Liberación Kurdo ha aportado no sólo es un método que podemos debatir, sino también una serie de innovaciones organizativas que a su vez pueden enriquecer nuestro repertorio para ir más allá de las meras negaciones moralistas hacia autonomizaciones estratégicas.

Fuente original: Daniel Gutiérrez, Antje Dieterich y Víctor Hertzfeld / Upping the anti / Fecha de publicación original 1 de abril de 2018 / Traducción: Rojava Azadi Madrid


Fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2018/08/12/estrategias-de-combate-mas-alla-del-partido-en-kurdistan/