domingo, 5 de agosto de 2018

I. Observamos que los posicionamientos ante el kirchnerismo y los otros gobiernos progresistas establecen divisiones aparentemente insalvables por anquilosamiento ideológico o aburguesamiento de quienes los defienden.

¿De dónde viene el régimen de

Daniel Ortega y Rosario Murillo?

4 de agosto de 2018

La represión ejercida por el gobierno contra quienes protestan en la calle contra sus brutales políticas neoliberales constituye una de las razones que conducen a diferentes movimientos sociales a la condena del régimen del presidente Daniel Ortega y de la vicepresidenta Rosario Murillo. La izquierda tiene múltiples razones para denunciar ese régimen y la política que lleva a cabo. Para comprenderlo, es necesario resumir lo ocurrido desde 1979.

Por Eric Toussaint.

Una auténtica revolución en 1979
El 19 de julio de 1979 triunfó una auténtica revolución popular en Nicaragua y puso fin al régimen de la dinastía dictatorial de los Somoza. El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) jugó un papel fundamental en la victoria gracias a la lucha armada, a sus iniciativas políticas y a su capacidad para representar las aspiraciones del pueblo. Sin embargo, el FSLN jamás habría podido vencer a la dictadura sin la movilización extraordinaria de una mayoría del pueblo nicaragüense. Sin el coraje y la abnegación de ese pueblo, la dictadura somocista, apoyada desde hacía decenios por Washington, no habría podido ser vencida de forma duradera. El apoyo de Cuba jugó igualmente un papel positivo.
En los años que siguieron a la victoria, una parte importante de las capas populares vio mejorarse sus condiciones de vida en lo que se refiere a la salud, la educación, la vivienda, el derecho a expresión y organización, los derechos de los y las trabajadoras de las ciudades y del campo. Los bancos fueron nacionalizados así como una serie de empresas industriales y del agrobusiness. Esto provocó un gran entusiasmo tanto en el interior del país como en la solidaridad internacional que fue verdaderamente importante. Decenas de miles de activistas de todos los rincones del planeta (principalmente de América Latina, de América del Norte y de Europa) acudieron a Nicaragua para aportar ayuda, para participar en brigadas de trabajo voluntario, para contribuir a la mejora de la salud, de la educación y de la vivienda, para impedir el aislamiento de la revolución.
Al comienzo de los años 1980, el gran capital nicaragüense, grandes sociedades privadas transnacionales presentes en América Central (en el agrobusiness, en la extracción minera, etc.), el imperialismo estadounidense y sus vasallos (como el régimen del «socialista» Carlos Andrés Pérez en Venezuela o las dictaduras como la de Honduras) se pusieron de acuerdo para intentar poner fin a esta extraordinaria experiencia de liberación social y de recuperación de la dignidad nacional. Se trataba también de impedir una extensión de la revolución que estaba realmente al alcance de la mano en el decenio de 1980. En efecto, la revuelta social se incubaba en la región, en particular en El Salvador y en Guatemala, donde fuerzas revolucionarias cercanas al sandinismo luchaban desde hacía decenios. Y Cuba no dudaba en desafiar a Washington y a las clases dominantes de América Central aportando su apoyo a la revolución centroamericana.
El FSLN y el gobierno de Violeta Chamorro
Algunos meses después del comienzo del mandato de la presidenta Violeta Chamorro, un movimiento masivo de protesta se extendió a todo el país en julio de 1990. Managua y otras ciudades se cubrieron de barricadas sandinistas y los sindicatos decretaron una huelga general. Esto condujo a un compromiso con el gobierno de Violeta Chamorro que retrocedió en algunas medidas, aunque el paro del movimiento decretado por la dirección del FSLN provocó un descontento cierto entre la base sandinista. Posteriormente, la dirección del frente progresivamente hizo concesiones a Chamorro aceptando el desmantelamiento del sector bancario público, la reducción del sector público en la agricultura y la industria, el abandono del monopolio del Estado sobre el comercio exterior. Chamorro organizó también la depuración de la policía e hizo entrar en ella a ex-contras. Es esta policía la que está en primera línea en la represión de la protesta social de 2018, al lado de milicias paramilitares de las que hablaremos más adelante. Chamorro no atacó directamente al ejército en el marco del pacto de coexistencia con la dirección del FSLN. El sandinismo, en la oposición, se comprometió a colaborar en el desarme de la población.
Los seis primeros meses de 1991 se traducen en una radicalización de la dirección del FSLN en parte bajo la presión de los dirigentes de las organizaciones sociales sandinistas y de la autoactividad de las masas que quieren defender en la medida de lo posible las conquistas de la revolución. No se puede sino admirar el nivel de autoactividad de las masas populares que quieren resistir y adoptan formas variadas de lucha: ocupaciones de tierras, ocupaciones de empresas, relanzamiento de la producción bajo control de los y las trabajadoras, luchas generales (huelgas, manifestaciones, barricadas) que ponen en acción diferentes sectores. La juventud jugó un papel muy dinámico.
Actuando en el sentido contrario, una parte de la dirección sandinista (no los miembros de la dirección nacional sino sobre todo antiguos ministros sandinistas como Alejandro Martínez-Cuenca) hablan abiertamente de la necesidad de un “co-gobierno”, una especie de apoyo externo condicional al gobierno de Violeta Chamorro, y apoyan la política dictada por el FMI pues es en parte la prolongación de la política adoptada por el gobierno sandinista a partir de 1988 [12].
El primer congreso del FSLN de julio de 1991
Con ocasión del primer congreso del FSLN que tuvo lugar en julio de 1991, se constata que éste da pruebas a pesar de todo de una gran vitalidad y la dirección presenta un documento en el que hace una autocrítica a propósito de las insuficiencias de la política agraria en los años 1980 y de la verticalidad en el funcionamiento [13]. Signo de esta radicalización: para protestar contra las reformas neoliberales y la ofensiva de la derecha, el grupo parlamentario sandinista abandona el parlamento por un tiempo indefinido.
Un giro a la derecha va luego a realizarse bajo la dirección de Daniel Ortega en preparación de las elecciones de 1996.
Giro a la derecha de Daniel Ortega en 1996
Durante la campaña electoral de 1996 Daniel Ortega no regatea esfuerzos para tender la mano en dirección a la gran burguesía, para indicar una conversión en favor de las bondades de la economía de mercado, para moderar su discurso hacia Washington. El candidato de la derecha, Arnoldo Alemán, gana las elecciones con el 51% de los votos mientras que Daniel Ortega recoge el 38% de los sufragios. Sergio Ramírez, exmiembro de la dirección nacional que rompió con el FSLN para lanzar el Movimiento de Renovación Sandinista, no recoge más que el 0,44% de los votos.
Según Mónica Baltodano, exdirigente del FSLN [14]: “El enfrentamiento en el seno del Frente Sandinista entre 1993-1995 [que condujo en particular a la creación del Movimiento de Renovación Sandinista, ET] persuadió a Ortega y a su círculo más cercano de la importancia de controlar el aparato partidario. Y eso se concretó más precisamente en el congreso del Frente en 1998, donde comenzaron a diluirse totalmente lo que eran los restos de la Dirección Nacional, de la Asamblea Sandinista y del Congreso del Frente: fueron reemplazados por una asamblea en la que participaban principalmente los y las dirigentes de las organizaciones populares fieles a Ortega. Poco a poco, incluso esta asamblea dejó de reunirse. En ese momento, tuvo lugar una ruptura importante. Era entonces evidente que Ortega se alejaba cada vez más de las posiciones de la izquierda y centraba su estrategia en la ampliación de su poder. Ponía el acento en el poder por el poder.
A partir de ahí, para aumentar su poder, comenzó procesos sucesivos de alianzas. La primera con el presidente Arnoldo Alemán produjo las reformas constitucionales de 1999-2000. La proposición central de la alianza con Alemán consistió en reducir al 35% el porcentaje necesario para ganar las elecciones, repartir entre los dos partidos los puestos de todas las instituciones del Estado y garantizar la seguridad de las propiedades y de las empresas personales de los dirigentes del FSLN. A cambio, Ortega garantizó a Alemán la “gobernabilidad”: las huelgas y las luchas reivindicativas acabaron. El Frente Sandinista dejó de oponerse a las políticas neoliberales. Las organizaciones cuyos principales dirigentes se convirtieron en diputados en los años siguientes o se integraron en las estructuras del círculo de poder de Ortega dejaron de resistir y de luchar” [15].
En resumen, al final del mandato de Arnoldo Alemán, éste hizo un pacto con Daniel Ortega a fin de hacer entrar en las instituciones más representantes que posteriormente les serían fieles. En consecuencia, ampliaron su presencia en las instituciones como el Consejo Electoral, el Tribunal de Cuentas y el Tribunal Supremo.
Daniel Ortega perdió las elecciones presidenciales de 2001 con el 42% de los votos frente a Enrique Bolaños, exvicepresidente de Arnoldo Alemán, que obtuvo el 56% de los votos.
Daniel Ortega hace un pacto con Arnoldo Alemán uno de los principales líderes de la derecha
El pacto Alemán-Ortega fue activado cuando Enrique Bolaños, convertido en Presidente, decidió atacar a su excoequipier Alemán apoyando su inculpación por corrupción y su condena a 20 años de prisión. En 2003, Daniel Ortega hará intervenir a los hombres que colocó en el aparato judicial a fin de que Alemán gozara de un régimen de favor y pudiera purgar su pena en su domicilio.
Más tarde, en 2009, dos años después de haber sido elegido Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega apoyará la decisión del Tribunal Supremo de anular la condena de Alemán, que reencontrará una libertad completa de movimientos. Algunos días más tarde, a cambio, el grupo parlamentario del Partido Liberal dirigido por Alemán aportó sus votos a la elección de un sandinista a la cabeza de la Asamblea Nacional.
En 2005, Daniel Ortega se acerca al cardenal ultraconservador Miguel Obando y Bravo: conversión al catolicismo y matrimonio por la iglesia.

Daniel Ortega había ganado las elecciones de 2007 dando garantías a una serie de enemigos del sandinismo. Daniel Ortega había logrado obtener los favores del cardenal Miguel Obando, que le había combatido con dureza igual que combatía con dureza la revolución sandinista a lo largo de los años 1980 y 1990, hasta el punto de apoyar casi abiertamente a la Contra. Para obtener una mejora de las relaciones con el cardenal reaccionario, Daniel Ortega presentó sus excusas por el tratamiento sufrido por la Iglesia durante el proceso revolucionario. Se convirtió al catolicismo y demandó a Miguel Obando y Bravo que oficiara su matrimonio con su compañera Rosario Murillo en septiembre de 2005 [16].

En 2006, Daniel Ortega a favor de la prohibición total del aborto
En 2006, algunos meses antes de las elecciones, el grupo parlamentario del FSLN, bajo la dirección de Daniel Ortega, aportó su apoyo a la adopción de una ley ultrarreaccionaria que prohibía totalmente el aborto, incluso en caso de peligro para la salud o la vida de la mujer embarazada, o en caso de embarazo como consecuencia de una violación. Esta legislación es aplicada con la entrada en vigor el nuevo Código Penal, en julio de 2008, bajo la presidencia de Daniel Ortega. Antes de esto, el aborto “terapeútico” (en caso de peligro para la salud de la mujer embarazada o en caso de embarazo como consecuencia de una violación) estaba autorizado en el país desde 1837 [17].
Traducido por Alberto Nadal
Notas
[1] Monique Chemillier-Gendreau, “Comment la Cour de La Haye a condamné les États-Unis pour leurs actions en Amérique centrale”, Le Monde diplomatique, agosto 1986 : https://www.monde-diplomatique.fr/1986/08/CHEMILLIER_GENDREAU/39416
[2] Ver Inprecor, número 328, abril 1991
[3] Ver la revista nicaragüense Envío, agosto de 1988, cuyos extractos han sido publicados por la revista Inprecor n. 273 de octubre de 1988 con el título “Nicaragua: tratamiento de choque”.
[4] Ver Eric Toussaint, Banco Mundial, el golpe de Estado permanente, Editorial Viejo Topo, Barcelona, 2006, capítulo 5, p. 68-69. Ver :http://www.cadtm.org/Banco-Mundial-El-golpe-de-estado Este libro ha sido editado tambien en Venezuela, en Bolivia y en Ecuador.
Fuente: http://www.anred.org/?p=100812


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