LA
IMPOSIBILIDAD DE LA
VIDA EN CHILOÉ
El Estado
y el
extractivismo neoliberal destruyen
la naturaleza y la
vida
15 de mayo de 2016
Reproducimos
el siguiente artículo de Virginia Ramos Poseck (Dra. en Ciencia Política) y
Juan Carlos Gómez Leyton (Dr. en Ciencia Política).
“Uno empieza a pensar,
que somos un país que tiene una
inmensa costa, más de cuatro mil kilómetros de costa y no hay una entidad seria que pueda
llevar eso, que pueda hacer
estudios, ver todo el tema marítimo, que
no se haga daño. Si acá ustedes ven, ves tú que no hay nada, que acá cualquiera
llega y saca 900 mil toneladas, o
arrasa con maquinaria pesada un banco natural de almejas del que vive un pueblo chico para botar residuos
industriales. Esto yo lo denuncié
le hicieron reportaje y salió en la tele, de nada sirvió”.Fabián Teca. Pescador Artesanal y Procesador temporero en la Planta de Procesos
Pacific Star en Quellón.
El estallido social y político protagonizado por los pescadores
artesanales y ampliamente respaldado por la ciudadanía de Chiloé, más allá de
los factores coyunturales que lo explican, tiene raíces en la historia reciente
de la zona y del país. Específicamente, en la forma como el Estado de Chile
impulsó el cultivo del salmón desde 1974 y cómo lo entregó a un proceso de
industrialización acelerada en 1980. En dicho año se negoció la deuda externa
de Chile, un mecanismo de esa negociación fue la entrega a la explotación
industrial del salmón al capital transnacional. En aquellos años se declaró que
“el mar e(ra) la promesa alimentaria para Chile”, al mismo tiempo se
materializó la total liberalización de la economía nacional. Entregando, vías
licitaciones, sus recursos naturales marítimos al mercado global. Dándose
inicio a una nueva fase expansiva de su larga historia social y económica
extractivista.
El nuevo extractivismo marítimo opera bajo el principio “laissez
faire, laissez passer” exacerbado, tan propio de la forma de acumulación
neoliberal. Ello implico que el Estado dejo prácticamente de actuar en los
espacios marítimos concesionados, ni estableció las trabas legales adecuadas ni
ejerció las fiscalizaciones ni controles necesarios que evitaran la devastación
medio ambiental, territorial y humana, o sea, sobre la vida, que generó la
explotación indiscriminada e irracional del salmón. En otras palabras, el
Estado dejó, en los hechos, de gobernar en los territorios enajenados al
capital trans-internacional. Fue reemplazado por el poder de las grandes
empresas transnacionales. Las que han ejercido en la región una absoluta “soberanía
productiva” tanto sobre las áreas de explotación marítima como sobre los
hombres y mujeres que laboran en esas empresas.
El impacto de la industria salmonera ha sido integral en la
sociedad chilota. Transformando completamente la vida y la cultura de los
habitantes originarios e históricos de Chiloé. Los chilotes construyeron desde
antiguo, es decir, ancestralmente, una activa cultura terrestre-marítima. El
Estado, al momento de entregar el mar al capital extranjero, lo hizo como si
esos espacios hubieran estado deshabitados. No fueron considerados como un
espacio geo humano y cultural. Es decir, donde naturaleza y el ser humano
constituían una unidad vital inseparable. La explotación y la intervención
industrial masiva e intensiva del mar quebró dicha relación provocando una
alteración permanente del ecosistema y de la vida de la Isla. La destrucción de
la vida en Chiloé no solo tiene relación con el cambio climático, con la marea
roja, o con la contaminación del mar producto de haber vertido toneladas de
salmones descompuestos, sino por la constante sobreexplotación “racional” de la
naturaleza por parte de la moderna industria salmonera.
Con este artículo queremos dar cuenta como la enajenación por
parte del Estado de Chile del mar chilote y la industria salmonera han
provocado la devastación de la vida tanto humano como marítima del borde
costero del archipiélago de Chiloé. Y, sobre todo, queremos destacar y revelar
la responsabilidad política e histórica del Estado como de los diversos
gobiernos que lo han administrado desde 1974 a la fecha, en la destrucción de la vida
en la zona. Pero ,
también aspiramos a llamar la atención de que no solo el Estado es responsable
de esa devastación sino también la indolencia, indiferencia, apatía de la gran
mayoría de las y los ciudadanos nacionales quienes a lo largo de estos años han
avalado y respaldado ya sea de manera activa o pasiva la explotación irracional
de la naturaleza.
Los actores de la sociedad civil como del Estado y, sobre todo,
del mercado, han desoído la voz de muchos chilotes que durante años habían
venido denunciando, la devastación de la vida marítima y humana por la acción
de la industria salmonera. Hoy que gritan su rabia al país. Su voz se escucha.
Sin embargo, durante décadas, nadie escucho ni presto la atención a lo que allí
ocurría. Salvo algunos documentalistas nacionales y extranjeros, unos pocos
analistas económicos y sociales y, sobre todo, los defensores del medio
ambiente, mostraron y divulgaron por los intersticios y desde los márgenes de
la sociedad neoliberal, el desastre que allí se estaba padeciendo. Las voces
que hoy se escuchan con fuerza son también esas voces que llegan del pasado
reciente. Han transcurrido 40 años desde que comenzó la devastación que hoy
todos atienden y muestran preocupación. Nos podemos preguntar, con justa
desazón, no será ya un poco tarde para Chiloé y su gente.
Lo más atrayente de Chiloé para el capital internacional, en la
segunda mitad de los años setentas, no eran sus leyendas ni sus mitos, ni la
amabilidad de gente, sino sus aguas marítimas: ideales en temperatura, PH,
oxígeno y pureza ambiental para el cultivo industrial del salmón. Unido al
hecho que la Isla y sus alrededores contaba con un excedente de población
desocupada o semi-ocupada que prometía a las empresas contar con una mano de
obra barata. Además, de una oferta permanente de harina de pescado (alimento
del salmón) a muy bajo costo, producido en el mismo lugar. Hacía que el interés
por instalarse en la zona fuera altamente codiciado y esperado por los
inversionistas extranjeros.
El Estado y los gobernantes de la época, respondiendo a ese
interés de capital extranjero concesionó a $22 el m2 de mar adyacente a la Isla. Según un
dirigente sindical de la época: “de 3 pesos, la empresa aportaba 1 y el Estado
de Chile 2, por tanto, era un negocio demasiado bueno para ser verdad”. El
gobierno que necesitaba urgentemente dinero acelero el proceso concesiones, por
lo tanto, sin mediar estudios de ninguna naturaleza, ni de impacto ambiental ni
de capacidad de carga, de nada, entregó el mar a la codicia de las empresas
internacionales. Y, el mar chilote fue enajenado a las empresas
transnacionales. Nadie dijo nada.
El Estado, además, respaldo financieramente y logísticamente de
diversos modos el desarrollo de la industria salmonera de manera directa o
indirecta a través de Corfo, Fondef, universidades públicas, subsidios y con el
estableciendo de nuevas oficinas de la administración pública para atender sus
requerimientos logísticos y operativos; realizó inversiones en carreteras,
infraestructura, proyectos hidroeléctricos, concesiones hipotecadas, etcétera.
Al mismo tiempo que promulgaba leyes laxas y reducía al mínimo la fiscalización
sobre las actividades extractivas de la industria salmonera. Todo contribuyo a
la ampliación, consolidación y desarrollo en el tiempo de la industria
salmonera sobre las bucólicas aguas chilotas.
La estrecha alianza entre lo público-estatal —representado por la
Subsecretaría de Pesca, órgano estatal encargado de la jurisdicción de
concesiones para cultivo de salmón, y el departamento de Defensa de Bienes
Nacionales, quien debía supervisar la gestión de borde costero—, con el capital
privado transnacional, posibilitó que la industria del salmón se transformara
en una actividad altamente rentable. Y, un ejemplo de la iniciativa privada.
Especialmente, cuando el Estado deja operar libremente y, sin ninguna
intervención, al mercado.
No obstante, en 1985 el Ministerio del Medio Ambiente observó
oficialmente que las jaulas de cultivo del salmón estaban afectando el mar
privándolo de oxígeno. Fue una voz que no se escuchó o se relativizo la falta
de oxígeno. En el entorno de las jaulas existía ya el “copépodo caligus” por el
uso irresponsable del pesticida “benzoato de emamectina” así como algas tóxicas
causantes de marea roja.
Si bien en el 2003 Noruega lideró el mercado del salmón y trucha y
Chile le siguió en el segundo lugar a nivel mundial. Produjo 600 mil toneladas
al año, US$ 2.000 millones. Para competir en el mercado global, en Chile, se
sobrexplotaron las jaulas, así el 2007 los salmones estresados estaban
debilitados y contrajeron el virus ISA. El crecimiento promedio anual de las
salmoneras de 22% cayó en un 50%.
Los peces entonces fueron afectados por “caligidosis”, “compépodo”
o “piojo de mar”, por virus ISA y por SRS o “Piscirickettsiosis”, considerado
en prioridad antes del ISA como la principal causa de pérdidas en la engorda y
que puede llegar a producir el 90% de la mortandad en algunos centros de
cultivo. La lista y cantidad de antibióticos aplicadas en las jaulas es larga y
diversa, entre ellos se encuentra el Cristal Violeta prohibido en el mundo
entero por cancerígeno, las Quinolas (restringidos a nivel mundial), la
Cipermetrina, prohibido en la acuicultura de Canadá por sus negativos efectos
ambientales y sobre los recursos bentónicos silvestres, especialmente, los
langostinos. Otro pesticida es Deltametrina, también piretroide bio-acumulable.
Los que impiden la producción de mitílidos o choritos. De manera que, para evitar
las enfermedades de los salmones, las empresas enfermaban la vida marítima.
Por otro lado, la producción de harina de pescado además de
extinguir el jurel y la anchoveta, contribuye al sedimento que desde las jaulas
de engorda se esparce hacia el mar mezclado con enormes cantidades de
antibióticos. En Noruega en el año 2007 ocupaban apenas 0.02 gramos de
antibióticos por tonelada de salmón, en Chile se usaron 732 gramos por cada
tonelada producida, 36 mil veces más. Antibióticos que se pierden en el agua
marina, son consumidos por otros peces y por los que consumen a esos peces. De acuerdo a cálculos estándar de
contaminación generada por salmoneras, estimada según los suministros de
alimentos artificiales que recibe la sobrecarga de salmones cautivos en
balsas-jaulas, una tonelada de salmones requiere la inversión de 1,2 toneladas
de alimentos artificiales (pellets de harina/aceite de pescado) y de esta
alimentación se generan 800
kilogramos (Kgs.) de materia orgánica (DBO7) y 78 Kgs.
de Nitrógeno (N total) los excesos de materia orgánica, por sobre las
capacidades de carga de los sistemas intervenidos, han producido condiciones
“anaeróbicas” en 400 puntos del Mar de la Patagonia, desde Puerto Montt a
Capitán Aracena, en la Región de Magallanes, con una concentración de centros
anaeróbicos en las Regiones de Los Lagos y de Aysén (1).
La sobreexplotación de jaulas, el alimento mezclado con sobredosis
de antibióticos provoca sedimento, centros marinos anaeróbicos y exceso de
materia orgánica rica en Nitrógeno alimento esencial de una especie del Reino
de los Protistas, intermedio entre el Reino Animal y el Vegetal, la Alexandrium Catenella
que no es un alga, sino el dinoflagelado más eficiente para capturar nitrógeno
disuelto en la columna de agua marina, tiene la facultad de hacer fotosíntesis
para alimentarse provocando o facilitando la emergencia de MAREA ROJA. Causa de
las muertes actuales de diferentes especies marinas. Durante su ciclo de vida
libera cistos o quistes de resistencia, “SEMILLAS” que se depositan en el
sedimento marino a la espera de condiciones ambientales y nutricionales
favorables que le permitan volver a proliferar. En esta ocasión este
florecimiento de A. Centella proviene de quistes de resistencia depositados, en
el año 2009, en el sedimento marino de esas localidades. La marea roja que se
extiende ahora por dentro y por fuera de la Isla Grande de Chiloé
y hasta Valdivia, es una marea roja activa en la columna de agua y “latente”,
en el sedimento marino.
La versión de las 9.000 toneladas de salmones pudriéndose en las
costas de Chiloé como detonantes de la crisis de la pesca artesanal, o la que
acusa al cambio climático de causar las pérdidas en las empresas salmoneras y
por tanto del despido de sus trabajadores, no corresponde a la verdad del
proceso continuo de devastación marítima y territorial llevado a cabo por el
conocido cluster del salmón, forma de organización sinérgica del proceso
productivo local que el Estado eligió con miras al crecimiento económico local
orientado a la exportación de materias primas puesto en práctica desde 1980 al
2011 año en que el entonces Intendente de Los Lagos declaró que “los clúster no
rindieron los frutos esperados sin generar la actividad público-privada
esperada”. Se aceleró la acumulación del capital financiero y las fusiones de
empresas salmoneras con deudas a los bancos, respaldadas por el Estado de
Chile. El mar se agota, pero no así el afán de lucro de las salmoneras que hoy
muestran al mundo, su crisis en el mar del sur de Chile. Por las amenazas de depredación
marítima y faltas a códigos éticos mundiales de trato a trabajadores, la transnacional Marine
Harvest , especialmente, recibió la visita de la OCDE y de
otras organizaciones que investigaron tales delitos. Se firmaron acuerdos de
buenas prácticas, el Ministerio del Trabajo cursó multas, ni cumplidas ni
pagadas. Casi todos los años Chile recibe acusaciones de dumping por abusos en
el proceso productivo de las salmoneras en Chile, el Ministerio de Relaciones
Exteriores de Chile dispone de equipos de abogados especializados en
defenderlas. Importantes
contravenciones fueron denunciadas ante el Senado ya en el 2012. En el 2013 se
llevó a cabo en Chile la
mayor Feria internacional de acuicultura, con gobiernos del
G15, empresas multinacionales del cultivo del salmón, con noruegos que tienen
70% de producción mundial. Las multinacionales salmoneras en Chile pidieron ser
sede probablemente como blindaje seguro ante instituciones del Consenso de
Washington (FMI, Banco Mundial, Departamento del Tesoro de USA) por probable
crisis. La FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura, ha impulsado y sigue apoyando el cultivo del salmón por
considerarlo “una proteína para el futuro de la humanidad” reconociéndolo como
un “bien común de Chile”. En su rol de coordinadora de la feria acuícola
internacional del año 2013 la FAO pareció no tener conocimiento de la situación
de sobreexplotación del mar chileno por los cultivos de salmones. Las empresas pidieron más concesiones
y no han bajado la densidad de ocupación en jaulas. De 417 centros de engorda
activos al año 2011 que declara la Subsecretaría de Pesca, 322 (75%) estaban
afectados por Caligidosis, piojo de mar, o copépodo. Singularmente, la empresa
salmonera declaró producir 450 mil toneladas en un cuarto de los centros que
tenía activos. Las jaulas han sido trasladadas en nuevas concesiones en Aysén y
Magallanes llevando consigo los peces y sus infecciones, sus malas prácticas
ambientales, sus malos manejos sanitarios, su explotación laboral. La
Subsecretaría de Pesca profetiza una producción de 1,2 millones de toneladas en
los próximos años, independientemente de los tamaños y profundidades de los
mares, de las corrientes marinas y de la existencia de otras actividades diferentes
a las de la salmonicultura en las aguas interiores. El Estado sigue destruyendo
el mar.
Para reducir sus costos de producción las salmoneras mantienen a
los trabajadores, en condiciones precarias, sin protección social, a bajos
salarios, hace despidos masivos para debilitar la organización de los
trabajadores, no se llevan registros de accidentes en las jaulas, no se
reconoce públicamente la labor de buzo, está externalizada, mueren mas de 15
buzos al mes. A pesar de la
ley Lafkenche que prohíbe instalar jaulas en las costas en
lugares considerados sagrados, las empresas las instalan sin permiso impidiendo
el cultivo de mitílidos o choritos y otra pesca. Williches y pescadores en
general quedan sin su acostumbrada forma de subsistencia. Por distintas actividades
secan el terreno para ganado. Matan especies mamíferas costeras. Los
trabajadores son impedidos de salir de faena, varios han muerto en el mismo
lugar de trabajo. Los ejecutivos de tales empresas condenados por tribunales no
cumplen sentencias. Multados por Inspección del Trabajo no pagan. La total
impunidad.
Desde el 2003 comenzó el regreso migratorio de la ciudad al borde
costero. Desde el año 2007 en que se declara la crisis, se despiden a más de
50.000 trabajadores, el Estado les subvenciona $111 mil por obrero contratado,
sigue la cesantía, pagan a subcontratistas con temporeros para terminar su
cuota de cosecha en 5 días de 18 horas, al final de ello el trabajador queda
cesante.
Por tanto, la muerte del mar de Chiloé viene arrastrándose por años
y junto a su mar su gente pierde sus bienes comunes, salud, educación,
vivienda, subsistencia, se disgrega su tejido social y cultural. El daño
causado por las salmoneras es evidente y los gobiernos insisten que “El mar es
(la) promesa alimentaria para Chile” respaldándolas política y financieramente. No solo el Estado ha respaldado a la
industria salmonera sino también la banca nacional. En el año 2008, la deuda de
las salmoneras con la banca ascendía a US$Mill 4.000.
La entonces presidenta de Chile entregó vía Corfo, US$Mill 450. Y
anuncio en el discurso presidencial del 21 mayo 2008 la entrega US $Mill 600 en
auxilio de dicha industria. Con el objeto de que se recontratara trabajadores
cesantes otros US$Mill 500. Además, propuso abrir una línea de crédito bancaria
de US$450. Para lo cual los bancos exigieron que las salmoneras hipotecaran sus
concesiones pesqueras. Así en el párrafo clave de las modificaciones a la ley
de pesca de 2009 (previo fuerte lobby de los banqueros), se permite que las
concesiones acuícolas sean hipotecadas y con fórmulas para que la caducidad de
estos permisos no se haga efectiva y puedan ser intercambiadas como cualquier
producto transable entre acuicultores y entre estos y los bancos. Las
salmoneras podrán usar las concesiones otorgadas por el estado como respaldo
bancario a los créditos. Hipotecar bienes nacionales de uso público es:
inconstitucional, porque no son inmuebles.
Hoy el capital está concentrado en 7 megaempresas. Los bancos
negocian la deuda una por una. Cuando los bancos se quedan con la propiedad de
las Concesiones hipotecadas dejan libre a las empresas para que vendan al
precio de la deuda restante y paguen. El año 2010 los bancos remataron las
concesiones a megaempresas extranjeras del salmón porque en Chile es el país
que pone menos problemas a la expansión y facilita la concentración de
capitales.
Empresas noruegas, canadienses, japonesas están en un proceso
acelerado de concentración del capital. Especulan con el 40% de concesiones
dejando el resto pasivas para venderlas cuando aumente su valor. No quieren las
concesiones para otro rubro. Hacen figuras para mantenerlas, declaran al seguro
infecciones en concesiones inexistentes, alteran cifras de producción en
Sernapesca central. Así el 2008 se avisó que el año 2014, se produciría un
proceso de reordenamiento total del mapa financiero de las megaempresas del
salmón y en todos los aspectos.
La mayoría de las salmoneras están con deudas registradas entre
US$500 mill y US$ 1.000 millones. Los bancos siguen reticentes a prestar más.
El Banco Central (BC) en su Informe de Percepciones de Negocios de mayo 2016
dice que “Varios bancos están realizando esfuerzos importantes para evitar el
deterioro de los pagos, tiene que responder por el dinero de los ahorrantes”.
Como mera información, con el derramamiento de salmones muertos en
la alta mar chilota, el precio del salmón aumentó de US$3,50 a US$5,40 en el
mercado global. O sea, las nueve mil toneladas de salmones infectados vertidas
en el mar no fueron en vano.
En Chiloé, Aysén, Magallanes y últimamente en aguas dulces de la
IX y X región, las salmoneras han mantenido sus prácticas habituales de evitar
las regulaciones ambientales y sanitarias, así como la sobre-explotación de los
sistemas marinos para sustentar su especulación financiera. Por esa razón, son
un peligro para la vida humana.
Por último, es importante señalar que la marea roja no es causada
en Chile solo y exclusivamente por el cambio climático, ni por los salmones
muertos en las costas de Chiloé, factores coayudantes, que la actual crisis,
pero no determinantes. La crisis actual es el resultado de cuatro décadas de
malas prácticas de las salmoneras, las cuales desde su llegada a las costas de
Chiloé han ido dando muerte al mar. Y, si no se detiene “la producción del
salmón” será apocalíptica.
El Estado de Chile debe dejar de respaldar las deudas de las
salmoneras ni permitir más su irresponsabilidad con el medio ambiente, con el
territorio chileno ni con sus habitantes. Las salmoneras se apropian de bienes
nacionales de la República, imposibilitan la vida humana y marítima en Chiloé y
amenazan al resto del mar del sur de Chile.
Pero también la sociedad civil, los y las ciudadanos, los medios de comunicación, las universidades públicas,
los cientistas sociales, deben abandonar la indolencia e indiferencia que ha
permitido la destrucción de la vida en Chiloé como en otros lugares del país.
Tomar consciencia que el extractivismo, el uso indiscriminado de los bienes
comunes que nos ofrece la naturaleza, no es el mejor camino para la
sustentabilidad de la vida en el territorio nacional. Debemos avanzar como
sociedad en la discusión de un nuevo modelo productivo que respete la naturaleza. En
otras palabras, se debe exigir el fin de la soberanía mercantil del capital transnacional
como nacional.
La actual rabia ciudadana chilota no puede quedar como otra
manifestación coyuntural del conflicto entre el Estado, Mercado y la Sociedad. El cual lo
han demostrado otros conflictos similares en la demanda parcial y particular exigiendo
al gobierno de turno la solución momentánea de una situación crítica. Las
cuales son, por lo general, soluciones de mercado. Para que una vez, dominada
la rabia, todo vuelca a lo mismo. NO, la devastación de la naturaleza, por
acción humana, es irreversible. Si no se corrige hoy, el mañana será no será.
Traiguen-Santiago, mayo de 2015
Este artículo se construye en base a la información levantada por la Dra. Virginia Ramos
para su tesis doctoral: La responsabilidad social de mega-empresas y Estado en
el uso y administración de bienes comunes. El caso de la intervención de la
mega-industria del Salmón en los bordes costeros del archipiélago de Chiloé,
Chile 1983-2013. Leída y presentado en el Programa de Doctorado en Procesos
Sociales y Políticos en América Latina, Universidad ARCIS, 2013. El testimonio fue entregado por un
pescador a Virginia Ramos, en el marco de su investigación. (1). Iinformación 2010 de SERNAPESCA
cfr. Kol, Héctor, Comité de Defensa del Borde Costero Puerto Montt, La Agonía, IV parte, derribando mitos. Conferencia
Universidad de los Lagos, 6 de mayo 2016.
Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/El-Estado-y-el-extractivismo-neoliberal-destruyen-la-naturaleza-y-la-vida
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