miércoles, 23 de mayo de 2018

Destapemos la impostura del matrimonio Kirchner ante los pueblos.


Está feliz de ser reconocido por
los principales imperialistas.
Queda explícito qué mundo apoya.


Generalizar esa visión del verdadero posicionamiento K en la lucha de clases nos lleva a reflexionar sobre cómo fue y es posible la creencia de honda gravitación abajo que permitió al matrimonio K  perfilarse como gobiernos de carácter nacional, popular y de derechos humanos cuando el matrimonio K:
a) Se enorgullece de servir a la economía global de casino y ser exitoso para su enriquecimiento familiar e individual como lo prueba ese hecho y más de una deKada. Néstor Kirchner, presidente en ese entonces, afirma:

 

“El lugar de donde no debimos salir”

21 de septiembre de 2006

 

El presidente Néstor Kirchner, acompañado por su esposa, Cristina Fernández, estuvo en el corazón del capitalismo mundial. Agradeció “el gesto del mercado de invitarnos”. De Vido anunció que Occidental Petroleum invertirá mil millones de dólares y Cargill, 330 millones en el país.
Por Fernando Cibeira
 
Desde Nueva York
“The president Kirchner will ring the Opening Bell”, adelantaba el tablero de noticias, uno de los cientos de letras luminosas que cruzan el recinto de la Bolsa de Wall Street. Diez segundos antes de las 9.30, Kirchner apretó la campana de la que hablaba el cartel, dando comienzo oficialmente a la rueda bursátil más grande del mundo que mueve la friolera de unos 4 mil millones de dólares al día. La breve pero histórica ceremonia es transmitida en directo por cuatro canales de noticias norteamericanos y queda reservada a personajes representativos, que muchas veces no tienen nada que ver con la política o los negocios. “Agradecemos el gesto del mercado de invitarnos, volvimos al lugar del que nunca debimos haber salido”, sostuvo el Presidente en el desayuno previo a la campana, en el que se reunió con las autoridades de la Bolsa y un grupo de empresarios norteamericanos. Aunque las empresas aguardarían reunirse de manera individual con el Presidente para confirmarlo, el ministro de Planificación, Julio De Vido, comentó que Occidental Petroleum anunció una inversión de mil millones de dólares para incrementar su producción a 50 mil barriles diarios mientras que Cargill prometió otros 330 millones.
Desde el vamos estaba planteado como la nota curiosa del viaje de Kirchner a Nueva York. Nunca un presidente argentino había tocado la campana en Wall Street. Cuenta la leyenda que Carlos Menem se perdió de darse el gusto de hacerlo en el cierre de las acciones –a las 15.30, también se anuncia con un campanazo– porque se demoró demasiado en el baño. Lo cierto es que en la meca del capitalismo los tiempos son inflexibles; los hombres, circunstanciales.
Por eso, Kirchner llegó bien temprano al edificio de la Bolsa (NYSE, New York Stock Exchange) inaugurado en 1903 en el Lower Manhattan –a cinco cuadras de donde supieron estar las Torres Gemelas– engalanado con una bandera argentina, entre las muchas norteamericanas que lucía su frente. Cuando el cónsul Héctor Timerman recibió la invitación de la presidenta de la Bolsa, Catherine Kinney, para que Kirchner toque la campana, preguntó por qué no hacer también una reunión para hablar de negocios. La tónica que el Gobierno buscó darle a este viaje fue la de la búsqueda de inversiones. De ahí la idea del desayuno.
Kirchner llegó junto a su esposa, la senadora Cristina Fernández; el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; la –recién llegada de Singapur– ministra de Economía, Felisa Miceli; el ministro de Planificación, Julio De Vido, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini. Las autoridades de la NYSE, Finney y su CEO, John Thain, fueron los anfitriones. Hubo siete empresarios norteamericanos, la mayoría con negocios en el país y ya con alguna relación previa con el Gobierno. Roy Covais, de Lockheed; Jesse Tyson, de Exxon; Gregory Wilkins, Barrick; Ray Irani, de Occidental Petroleum; Andrés Gluski, de AES; Eric Minrich, de Eaton y Van Yeuter, de Cargill. Hubo muchos empresarios argentinos que quisieron anotarse, pero sólo dos fueron los elegidos: Paolo Rocca, de Techint y Jorge Brito, del Banco Macro. Rocca tiene empresas que cotizan en Wall Street, así que también sabe de tocar la campana.

 

Heterodoxo y progresista

El Presidente comenzó la reunión trazando su habitual panorama sobre la economía argentina, con abundancia de los números que dan fe de la recuperación. Les dijo que la estabilidad, el desarrollo y el mantenimiento del superávit “son premisas que no vamos a abandonar”. En esa línea de seducción, destacó cuánto había bajado el nivel de endeudamiento del país respecto del PBI en relación con otras épocas y que las reservas en el Banco Central ya habían recuperado los valores previos a la cancelación de la deuda con el FMI y que seguirían creciendo. “Me llamaron heterodoxo y progresista, pero gracias a esta política pudimos salir del default y construir la estabilidad”, lanzó.
Según la versión que luego dieron De Vido y Timerman, los empresarios norteamericanos no hicieron cuestionamientos y reaccionar favorablemente al discurso. “Me encanta estar con un presidente que tiene todos los números de la economía en la cabeza”, comentó uno de ellos. El representante de Lockheed le dijo que gracias a haber seguido los consejos que le dio en 2004, siguieron en el país y ganaron dinero. De paso, comentó su intención de aumentar la fabricación de partes de avión en Córdoba. Como casi todos ya tenían inversiones en la Argentina, los empresarios norteamericanos hicieron un repaso de sus negocios y de los que tenían en sus planes. Así, surgió la novedad de los mil millones de dólares de Occidental Petroleum (“Occi”, en la jerga empresarial) para llevar su producción a 50 mil barriles diarios, algo que el Gobierno les viene reclamando a las petroleras.
Los tiempos urgían. Kirchner y Cristina pasaron por un salón especial en el que firmaron el libro de visitas. John Thain los acompañó hasta el balcón desde el que se toca la campana. Desde antes, con sus chaquetas azules, podía verse a los operarios correr de un monitor a otro haciendo anotaciones en sus libretas electrónicas y hablando por celular. El bullicio va creciendo y las luces de las pantallas parpadean, hasta que a las 9.30 se abre la rueda. “Van a ver que toco la campana y el mercado arranca el alza”, le pronosticó Kirchner al CEO de Wall Street. Según sus funcionarios más fanáticos, el Presidente acertó hasta el porcentaje: un 0,6 por ciento arriba, que se mantendría a lo largo de la jornada. Luego el Presidente, fascinado, recorrió los vericuetos del recinto y observó de cerca el trabajo de los operadores.
Los pasillos de la NYSE dan fe de lo tradicional de la ceremonia de tocar la campana. Hay fotos que van desde los jefes de Estado que uno se pueda imaginar, hasta actores, estrellas del deporte y Bugs Bunny o las Tortugas Ninja. Pero, en las palabras de Kirchner, fue el símbolo de haber vuelto al lugar del que el país no debió irse. Lo podía certificar el entusiasmo de De Vido en la calle al comentar los detalles de la reunión. Mientras hablaba con los periodistas, turistas japoneses le sacaban fotos con Wall Street de fondo y festejaban la ocurrencia.

b) Se despreocupa e invisibiliza que es el nido de los grandes delincuentes y criminales con total impunidad por un capitalismo mundializado hecho a su medida. Sabe pero se identifica con "los genios de Wall Street que alentaron la cultura del casino, alentaron también la de la codicia y el juego".

Cómo Wall Street destruyó

la economía mundial
16 de Mayo de 2010

Lo ha dicho Jean-Claude Trichet “estamos en la crisis más dramática desde la Primera Guerra Mundial” . Lo dolorosamente advertido en artículos como La caída de un avión en llamas o La larga cabalgata por el desierto, al atardecer, está aquí. Sólo que ahora comenzamos a ver esas tristes consecuencias: desempleo, deflación, caída de los salarios. Y estamos en el comienzo. Lo que se anunció como una simple crisis de liquidez (falta de efectivo para los pagos inmediatos), se ha develado como una crisis de solvencia (la economía no es capaz de mantener su funcionamiento). Hemos sido víctimas de una estafa. La mayor estafa de la historia. ¿Cómo se destruyó la economía mundial?
Día a día desfilan ante los comités del Congreso de Estados Unidos los banqueros y ejecutivos de Wall Street que tuvieron un desempeño relevante en la crisis financiera. Con esta crisis que amenaza con volver al mundo a la edad de piedra. Cada uno de ellos ha afirmado que no tuvo ninguna responsabilidad por el desastre. Todos culpan a una situación única en la vida que nadie podría haber previsto. Fue una tormenta perfecta, imposible de predecir. Sin embargo, con ella, muchos genios de Wall Street recibieron indemnizaciones de más de 100 millones de dólares antes que el desplome se hiciera evidente. La ignorancia y la estupidez de quienes pensaban que los mercados se autorregulaban a sí mismos, no es excusa ante lo que Trichet califica como “la mayor crisis de los últimos cien años”.
Los genios de Wall Street que alentaron la cultura del casino, alentaron también la de la codicia y el juego. Todo se prestó para las apuestas y los bancos centrales fueron cómplices al alentarlas con las tasas de interés. Para quienes no iban al casino, las tasas de interés se convirtieron en el único incentivo de conducción de cada empresa. Las finanzas cuánticas crearon luego los CDO, obligaciones de deuda colateralizada correspondiente a hipotecas de alto riesgo en paquetes de bonos de titulización. Para cerrar el círculo, se inventaron los Credit Default Swaps, el instrumento que aseguraba cualquier error en los pasos anteriores. Cuando se acabaron esos seguros, pidieron ayudas a los gobiernos, argumentando que había un grave problema de liquidez que podía paralizar a la economía global.
Como no existía ninguna regulación, nadie podía saber que todo era pura basura. Más aún cuando ellos mismos se habían encargado de certificar mediante sus propias agencias de calificación, que la deuda era de primera calidad. Todo aquello que llevara la triple A (AAA) era comprado de inmediato sin pensar que tal vez no tenía ningún valor. Nadie podía saber que estaba frente a un frankenstein de derivados financieros. Un monstruo de mil cabezas que arrasaría con el mundo.
Afortunadamente contamos con Michael Lewis, un escritor que ha hecho un trabajo extraordinario para hacer que esta sórdida historia de codicia sea comprensible a la gente común:
*Cuanto mayor era el número de personas involucradas, más fácil era para ellos engañarse a sí mismos de que lo que estaban haciendo era bueno para todos. Lo primero que aprendes en la casa de remates es que cuando un gran número de personas apuesta por el mismo producto, sea una acción, un bono, o un trabajo, ese producto de inmediato se sobrevalúa. *En cualquier mercado, como en cualquier juego de póquer, hay un tonto. A ese astuto inversor que es Warren Buffet le gusta decir que todo jugador que desconoce el tonto en el mercado, es, sin duda, el tonto en el mercado. *La dirección de la empresa creó un programa de formación que llenó hasta el borde y luego se fue. En la anarquía que siguió, los malos expulsaron a los buenos, los grandes expulsaron a los pequeños, y los musculosos expulsaron a los inteligentes.
Michael Lewis escribe un libro verdaderamente esclarecedor que revela la operatoria de los ladrones de cuello blanco que arrastraron al mundo a uno de sus momentos más oscuros. En la siguiente secuencia refleja parte de esta comedia macabra:
A principios de 2005, la maquinaria de hipotecas de alto riesgo fue puesta en marcha de nuevo. Si el primer acto de préstamos de alto riesgo había sido extraño, este segundo acto fue aterrador. $ 30 mil millones fue un gran año para los préstamos subprime a mediados de la década de 1990. En 2005 sería de $ 625 mil millones en los préstamos hipotecarios de alto riesgo, $ 507 mil millones de los cuales encontraron su camino en bonos. Sin embargo, más sorprendente fue que los términos de los préstamos fueron cambiando hacia la manera de aumentar la probabilidad de fracaso. En 1996, el 65% de los préstamos subprime se transaban a tasa fija. Para el año 2005, el 75% eran a tasa de interés variable. Es decir que si la tasa de interés subía quedaban todos en riesgo de impago.
Michael Lewis crea un memorable paralelo que refiere al personaje Tom Joad de la novela Las uvas de la ira, de John Steinbeck, que se sitúa en el período de la Gran Depresión 1:
“Tenemos una tesis simple”, explicó Eisman. “Va a ser una calamidad, y cuando se produzca una calamidad, Merrill está allí.”. Cuando llegó el momento de la quiebra del Condado de Orange por un mal consejo, Merrill estuvo allí. Cuando las empresas de Internet fueron a la quiebra, Merrill estuvo allí. Allá por la década de 1980, cuando el operador de bonos se quedó sin cobertura y perdió cientos de millones de dólares, Merrill estuvo allí para tener la respuesta positiva. Esa fue la lógica de Eisman, la lógica del orden jerárquico de Wall Street. Goldman Sachs fue el muchacho más grande que dirigía los juegos del barrio. Merrill Lynch era el chico gordito al que le asignaban las tareas menos agradables, pero que las hacía feliz por ser parte de estas cosas. El juego, como Eisman lo veía, era blandir el látigo. Merrill Lynch tenía asumido su lugar al final de la cadena.
A medida que el sistema financiero colapsó en septiembre de 2008 y los protagonistas del fraude se hicieron más ricos, no ha habido alegría. Los jugadores de Wall Street debieron pagar las consecuencias y no lo han hecho. Y hasta el momento ningún gobierno pide cuentas. Para Michael Lewis, estos son los jugadores de pocker más corruptos, ambiciosos, arrogantes e incompetentes de la historia. Y hasta el momento nadie les dice nada. La catástrofe financiera ha arruinado la economía mundial y nadie dice nada. El desempleo se ha ido a las nubes y ahí permanecerá por largo tiempo por culpa de los ladrones de cuello blanco. Un puñado de ladrones nos apostaron al pócker, y lo perdimos todo sin saberlo. Ahora nos esperan años de ajustar el cinturón por culpa de quienes santificaron la desregulación financiera y el libre mercado. Como dice Trichet, estamos en la peor crisis desde la primera guerra mundial. Una vez más, nada hemos aprendido. Volvimos a caer en el mismo error pese a tener la receta para evitarlo. Esto es lo que hace aún más grave a la crisis. Más aún cuando pone en peligro a la propia democracia, tan largamente buscada.
Fuente: https://www.elblogsalmon.com/entorno/como-wall-street-destruyo-la-economia-mundial
Que una creciente mayoría pueda analizar la realidad local e internacional del capitalismo plantea que supere la lectura dicotómica que la fanatiza y desfechitice al Estado o cuestione el "imaginario del Estado mágico, del Estado capaz de solucionar todos los problemas y de garantizar el progreso y la abundancia para todos". Leer
Es hora que desnude a la clase política y al sindicalismo de estado y corporativo:



Corrupción y capitalismo (2)

8 de mayo de 2013
Continuación de la parte (1)
Por Rolando Astarita
Estado, capital en general y capitalistas
La posibilidad de que la corrupción se transforme en una palanca de acumulación reconoce un anclaje, en última instancia, en la contradicción que existe entre las funciones del Estado, en tanto representante de los intereses del capital “en general”, por un lado, y los intereses de los capitales particulares, por el otro. Es a través de esta articulación específica que se despliegan las tensiones y conflictos en torno a la problemática de la corrupción.
(...)Hoy podríamos hablar de lumpen burguesía estatal para significar esa capa de altos funcionarios del Estado, que no sólo recibe plusvalía bajo la forma de salario, sino también se apropia de otra tajada en tanto intermedia y habilita el enriquecimiento, o la formación, de nuevos capitalistas, sin transformarse por eso en explotadora directa del trabajo. Por lo general, estos sectores acumulan en los mercados financieros internacionales (bonos, acciones, depósitos en cuentas externas), o en propiedad residencial (en Miami, por caso). Tienen una lógica especulativa, que ni siquiera es la del prestamista que gana en el circuito “dinero – más dinero”; aquí es “dinero que surge de la nada” y se reproduce de la nada, para blanquearse y fundirse luego con el capital financiero internacional. Se trata de una lumpen burguesía estatal y financiera, que no pasa al estatus de capitalista productivo; es una especie particular de parásito, un tipo humano desfachatado y dilapidador sin límites, habituado a realizar todo tipo de fraudes y engaños, en combinación con fracciones del capital privado, interno o externo. Es curioso cómo un amplio abanico de la izquierda K (peronismo de izquierda, militantes y ex militantes del PC, intelectuales estilo 6,7,8 y similares) disimulan, o incluso justifican, con las más diversas excusas, la existencia de este fenómeno.
Corrupción, clase obrera y movimientos sociales
Si bien los marxistas rechazamos la idea de que la corrupción es la principal causa del atraso económico, o de los sufrimientos de la clase trabajadora, en el socialismo siempre existió una aguda conciencia de sus efectos negativos sobre la clase obrera y los movimientos revolucionarios, o incluso democrático reformistas. La preocupación ya estaba en Marx y Engels. Por ejemplo Marx, en carta a Liebknecht del 11 de febrero de 1878, decía que la clase obrera inglesa había sido “la más corrompida desde 1848 y había terminado por ser el furgón del gran partido Liberal, es decir, lacayos de los capitalistas. Su dirección había pasado completamente a manos de los corrompidos dirigentes sindicales y agentes profesionales”. Marx y Engels también estaban convencidos de que la clase obrera británica se beneficiaba de la explotación que realizaba Gran Bretaña en el resto del mundo, lo que daba lugar a un “proletariado burgués” (carta de Engels a Marx del 7 de octubre de 1858). Y Marx se refirió incluso al rol negativo de las cooperativas obreras sostenidas por el gobierno prusiano; en carta a Engels, del 18 de febrero de 1865, decía que “el apoyo del gobierno real prusiano a las sociedades cooperativas… carece de valor alguno como medida económica, pero en cambio extiende el sistema de la tutela, corrompe a un sector de los obreros, y castra el movimiento”.
La idea de que la corrupción es un factor de dominio de la burguesía, y de desmoralización y desorganización de la clase obrera, también está presente, incluso de manera más aguda, en Lenin y en Trotsky. Este último, por ejemplo, llegó a decir que la burocracia sindical “es la columna vertebral del imperialismo británico”, y “el principal instrumento de la opresión del Estado burgués”; pensaba que en los países atrasados el capitalismo creaba “un estrato de aristócratas y burócratas obreros”, y que los sindicatos se transformaban (era el caso de México) “en instituciones semiestatales” que asumían “un carácter semitotalitario” (véase Trotsky, 1977). En un texto de los años 1920 sostenía que la burguesía norteamericana, como antes había hecho la británica, “engorda a la aristocracia obrera para mantener maniatado al proletariado” (1975, p. 67).
Todo esto es aplicable a la actualidad argentina (y sospecho, a la actualidad de la mayoría de los países capitalistas). Históricamente, la clase dominante -a través del capital privado, o del Estado- ha buscado dividir, desmoralizar, desorganizar a los movimientos sociales o críticos. Es conocida la historia de los sindicatos. Hoy la burocracia sindical es socia del capital y del Estado, a través de múltiples conexiones, como el manejo de obras sociales, la administración del ingreso de trabajadores a las empresas, la participación directa en negocios capitalistas, con colaboración, o no, de instancias estatales, y otras vías. La burocratización trae aparejadas, inevitablemente, las prácticas burguesas y represivas al interior de las organizaciones obreras.
Pero el mal se extiende también a los movimientos de desocupados, a organismos defensores de derechos humanos, y de cualquier tipo. Por ejemplo, actualmente las cooperativas de desocupados opositoras del gobierno K son discriminadas en la asignación de recursos, en tanto las adictas son recompensadas de múltiples formas. De esta manera, se consolida un sistema de tutelaje y corrupción de dirigentes sociales, a cargo del Estado. Los casos son muy conocidos, y no hace falta abundar en ello. Señalemos también el rol de la corrupción para convertir a intelectuales críticos en apologistas del sistema, o defensores de alguna fracción de la clase dominante. En esta vena, es frecuente encontrar esos sujetos en los cuales, y al decir de Marx, “el charlatanismo en la ciencia y el acomodo en la política son inseparables”. Como es costumbre, estos intelectuales “progres” dirán -sesudamente, faltaba más- que no hay que denunciar esta corrupción porque “le hace el juego a la derecha” o porque “desprestigia a los sindicatos, a los movimientos sociales, o a la política”. Según esta tesis, no habría que denunciar la corrupción y la represión de la burocracia sindical, aunque son principales factores del debilitamiento de los sindicatos, para no debilitar a los sindicatos. Y lo mismo se aplicaría al resto de las organizaciones; y a ellos mismos.
Es, por supuesto, un razonamiento absurdo (aunque acomodaticio). Los marxistas son conscientes de que la emancipación de la clase obrera no se logrará ocultando los problemas y las contradicciones. La crítica debe ir hasta la médula, y el principio de toda crítica es el rigor.
Textos citados:
Altvater, E. (1977): “Notas sobre algunos problemas de la intervención del Estado”, en H. Sonntag y H. Valecillos, edit., El Estado en el capitalismo contemporáneo, México, Siglo XXI.
Marx, K., y F. Engels (1973): Correspondencia, Buenos Aires, Cartago.
Offe, C. (1988): “La abolición del control del mercado y el problema de la legitimidad”, en Sonntag y Valecillos, edit, citado.
Trotsky, L. (1977): Sobre los sindicatos, Bogotá, Pluma.
Trotsky, L. (1975): Sobre Europa y Estados Unidos, Buenos Aires, Pluma.
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Corrupción y capitalismo (2)

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