Redes de trata, poder,
fútbol y TV
3 de abril de 2018
Hace algunos días tomó estado público la
existencia de una red de abuso y prostitución infantil en el Club
Independiente. Los captadores actuaban reclutando a los menores que viven en
las pensiones y que juegan en las inferiores, vinculándolos con adultos. Los
otros clubes señalados son River Plate y Témperley, donde al parecer funcionan
las mismas redes de trata. Muchas personas han sido denunciadas como “clientes”
de la red de prostitución infantil, entre ellas personalidades del mundo del
espectáculo, famosos periodistas y políticos. Inmediatamente la noticia
escandalosa se transformó en un show mediático que se trasladó a la mesa de
Mirtha Legrand, programas de chimentos, noticieros y páginas de diarios. La
caza de brujas comenzó, y el lente distorsionador de la TV hace sus efectos.
Vuelve mercancía un drama social, reduce la empatía de los televidentes ávidos
de conocer los “nombres” de famosos salpicados por semejante denuncia. Solo se
nos vuelve inteligible una pequeña porción de lo que son las redes de trata, a
las que siempre creímos como parte un submundo que no vemos, y nos deja
atónitos cuando nos enteramos que funcionan frente a nuestras narices. Mas allá
de las responsabilidades concretas de quienes estén involucrados y que la
justicia deberá indagar, esta forma de leer las redes de abuso y prostitución
infantil que nos exponen los medios
de comunicación hegemónicos, es una “pedagogía pornográfica” que nos educa para
tener una mirada alienada, objetificante y fetichizadora sobre el cuerpo. Una
pedagogía de la crueldad funcional a esta etapa rapiñadora del capitalismo.
Por ANRed.
El escándalo de los
abusos sexuales a jóvenes futbolistas de las divisiones inferiores excedió a
Independiente, el club en el que se hizo la primera denuncia. La Justicia investiga
ahora si hubo hechos similares contra jugadores juveniles de Temperley y River Plate,
entre otros.
Muchas personas han
sido denunciadas como “clientes” de la red de prostitución infantil, entre
ellas personalidades del mundo del espectáculo, famosos periodistas y
políticos. Inmediatamente la noticia escandalosa se transformó en un show
mediático que se trasladó a la mesa de Mirtha Legrand,
programas de chimentos, noticieros y páginas de diarios.
Las denuncias de los
jóvenes víctimas de las redes de abuso infantil, son apenas la punta de un
iceberg de un problema social que no alcanzamos a dimensionar. Siempre pensamos que las redes de trata funcionan
en un submundo como desviaciones de “formas decentes” de vivir en sociedad.
Sin embargo, las redes de trata estan insertas en el tejido social y actúan en
connivencia con las instituciones del estado y la sociedad civil. Proxenetas y abusadores no son seres anómalos, son
parte de nuestras sociedades modernas.
El problema surge
cuando nos enteramos de la exitencia de tales redes, pero la forma en la que
somos informados de los hechos no nos permite pronfundizar en el análisis y
entender porqué suceden.
La espectacularización
que los medios de comunicación
hegemónicos hacen sobre el tema no es inocente. Desde hace varios días el tema está presente en los
principales progamas de TV y ocupa hojas en los diarios, pero su tratamiento
lejos de invitarnos a reflexionar nos vuelve espectadores entrenados para tener
una mirada alienada, objetificante y fetichizadora sobre el cuerpo.
Los cuerpos consumidos
en las redes de trata son objetos de uso. El acceso sexual pasa a tener la
connotación de “profanación y apropiación”. El cuerpo pasa a ser no solamente
un territorio accesible, sino también expropiable y objeto de rapiña.
A esta forma de
informar que tienen los medios de
comunicación hegemónicos la antropóloga argentina Rita Segato lo llama pedagogía de la crueldad: “No
es que el ojo del público sea cruel y rapiñador, sino que se lo enseña a
despojar, a rapiñar, a usar los cuerpos hasta que queden sólo restos; es una
pedagogía porque ese público está siendo enseñado”.
Segato señala que estamos en una fase del capitalismo al que le
interesa tener sujetos no sensibles, sin empatía. Y esta etapa,
donde el enriquecimiento y la acumulación se dan por despojo, donde el mercado
es global; en esta abolición de lo local, que es la abolición de las relaciones
interpersonales, de la propia empatía; es necesario entrenar a los sujetos para
esa distancia, para esa crueldad, para la no identificación de la posición del
otro y la no relacionalidad. Esa pedagogía de la crueldad es funcional a ésta
fase del capital.
Estamos siendo
educados para soportar las redes de trata y explotación sexual infantil, ya que
para los dueños del mundo resulta un show mediático que les permite acumular
poder económico y político, mientras que para muchos representa el despojo y la
rapiña sobre la vida.
Fuente: http://www.anred.org/spip.php?article16335
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