Argentina - Biopiratas en Córdoba:
la
batalla por los yuyos
5 de enero de 2018
"Los cordobeses, no conocemos el valor de
las especies que conforman nuestra biodiversidad agrícola y silvestre: Si
queremos saber que recursos naturales tenemos, la investigación debe partir de
nuestras necesidades para manejar esos saberes estratégicamente", sostiene
Stella Maris Luque.
Daniel Díaz Romero
Stella Maris Luque, investigadora y docente de
la Universidad
Nacional de Córdoba, manifiesta que “Instituciones,
laboratorios y empresas alemanas, canadienses y norteamericanas realizan relevamientos
de flora y fauna autóctona y, en forma sostenida, tientan económicamente a
investigadores cordobeses para sus trabajos de biopiratería. Es una práctica
habitual”, afirma.
Así, comienzan a
documentarse casos en donde grandes consorcios multinacionales extraen -sin
atender a ningún criterio jurídico o acuerdo internacional- muestras de suelos,
plantas, hongos, agua e insectos que después, procesan en sus laboratorios, y
sirven para producir nuevas enzimas, proteínas, materiales y sustancias.
Batalla por los yuyos:
Poleo, ajenjo,
algarrobo, tomillo, aloe y demás especies son empleados para aliviar dolores y
apaciguar enfermedades. La visión convencional de ver en los bosques solamente
suelos y madera ha cambiado; nuestros montes son verdaderos laboratorios
naturales, farmacias vivientes y bibliotecas sin clasificar.
Cortezas, raíces,
tallos, flores, hojas, frutos y semillas son utilizadas en infusiones, vapores
y jarabes. De ellos se extraen gomas, gelatinas, lípidos, jugos, estimulantes,
taninos, aceites, resinas, bálsamos, enzimas y vitaminas, además de tinturas,
alimentos y vinos medicinales.
Tal vez, nuestros
campesinos y serranos, estén sentados en un banco de oro, sin saberlo. Es que
los recursos genéticos no se ven, pero están allí y se calcula que el 80% de la
población rural hace uso de plantas medicinales y recursos de la medicina
tradicional (ver
aquí).
"Pero la carencia
de estudios para identificar y registrar todas las especies en nuestro
territorio provincial, hacen que se transforme en un arca abierta para la
biopiratería, porque ni siquiera sabemos que están despachando algunos
investigadores e instituciones, hacia sus laboratorios en el exterior"
“Aunque existe el
criterio de que la naturaleza no se puede patentar, en Estados Unidos hay
tendencia a registrar todo y, si es necesario, apelan al contrabando de
especies silvestres”, afirman los expertos en el tema.
Es que ahora hasta los
genes se registran. Las estadísticas son apabullantes: se estima que un 25% de
las medicinas que se venden en Estados Unidos provienen de compuestos extraídos
de 40 plantas y que, hasta ahora, sólo se ha estudiado el 1% de las 250.000
especies de flora conocidas en el mundo.
Si es Bayer…
La ex-funcionaria,
testimonia que la provincia debió invertir mucho dinero para reimplantar los
ejemplares que intentaban sacar ilegalmente del país, tras lo cual, agrega que
“Muchos convenios y acuerdos de investigación entre Instituciones de nuestra
provincia y organismos internacionales generan un campo abierto para el saqueo
de nuestros recursos naturales”. La abogada dice: “Los investigadores, creo, no
son conscientes de este peligro cuando prestan colaboración para estos
proyectos.”
Mientras esto sucedía
en nuestra provincia, el secuestro de una planta peruana, por parte del
gobierno japonés, de gran utilidad y poco conocida, motivó un escándalo en los medios de comunicación de ese país. El Yacón,
vegetal nativo de los Andes y pariente del girasol, tiene sabor dulce pero no
engorda, por lo que este vegetal podría suplantar a cultivos, como la caña de
azúcar.
Viendo este enorme
mercado potencial, los japoneses investigaron y patentaron derivados de aquella
planta por más de una década. A principios de este año, cuando el escándalo del
Yacón inquietaba, la FAO trabajaba para apelar, legalmente, el patentamiento de
una variedad de un cereal mexicano, por parte de una empresa de semillas
estadounidense.
El problema es mundial. Tal saqueo del
patrimonio natural y genético en los países subdesarrollados logró que Malasia,
acorralada por la biopiratería, establezca la entrega de los premios “Capitán
Garfio”, que denuncia públicamente a los principales responsables de este
comercio espurio (ver aquí).
¿Quién está monopolizando sus genes o patentando sus plantas?, preguntan.
Ya no necesitan
extraer toneladas de plantas. Ahora, de una pequeña hoja se puede regenerar una
planta completa. Basta una minúscula hojita para conocer toda su composición y
reconstruir el vegetal completo. Por eso, la urgencia de proteger nuestros
derechos biológicos. “Necesitamos invertir en bancos de germoplasma y hacer
inventarios de lo que tenemos”, sostienen los especialistas, porque ecosistemas
enteros están bajo la voracidad de los mercaderes extranjeros que encuentran
cómplices incautos en nuestras Universidades y Centros de Ciencias.
"No traen
espejitos de vidrio, sino subsidios para nuestros afligidos investigadores, y
con ello, manipulan su trabajo y conocimientos"
“Es muy tentador
porque tenemos escasos recursos”, reconoce y luego explica que: “La defensa de
nuestra biodiversidad, del agua, de los recursos energéticos, la efectuamos con
subsidios muy reducidos y, a través de esos financiamientos externos, podemos
comprar un auto para nuestras investigaciones en el campo o alguna computadora
para la Facultad”. Sin embargo, advierte que “Debemos estar alertas y ponerle
freno a esto porque, de manera encubierta, se entrometen en el manejo de
nuestros recursos”. A cambio, dice la investigadora “Tenemos que dar un listado
de especies y dejar que ellos intervengan en el manejo de las variedades y del
germo-plasma que sacan de los sistemas naturales de Córdoba. Es venir y meter la
mano en nuestro patrimonio natural, por eso dijimos que no, a pesar de nuestras
carencias”, expresa la bióloga.
El instituto botánico
inglés, que realizó la propuesta, recibe más de 2500 paquetes de semillas del
mundo entero al año. Un naturalista afirma que el Jardín Botánico Real saquea,
sin contemplaciones, el planeta entero.
¿Las plantitas son
ajenas?
Los cordobeses, no
conocemos el valor de las especies que conforman nuestra biodiversidad agrícola
y silvestre: “Si queremos saber qué recursos naturales tenemos, la
investigación debe partir de nuestras necesidades para manejar esos saberes
estratégicamente, no como siempre, que abrimos las puertas para que se lleven
todo”, asegura la docente universitaria.
Esta metodología de
bio-piratería, también incluye la apropiación del conocimiento tradicional,
relacionado con plantas y semillas, por parte de empresas agroindustriales,
farmacéuticas o de industria biotecnológica. “Se van a llevar la información y
el manejo de nuestro germoplasma. Hoy, encontramos que en Salta, Jujuy,
Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja, por diferentes vías, esta gente
concreta su propuesta: financian la formación de Centros de Biodiversidad, con
los cuales acceden a conocer los componentes nativos de la flora y la fauna. Me atemoriza
dejar en manos de extranjeros nuestros recursos naturales”, concluye Luque.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Argentina_-_Biopiratas_en_Cordoba_la_batalla_por_los_yuyos
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