sábado, 16 de septiembre de 2017

“Creemos que, en el pensamiento-obra de Mariátegui, hay delineados temas absolutamente contemporáneos, abiertos para el diálogo con nuestros desafíos de los días actuales”.

Presentación de La tarea americana de 
José Carlos Mariátegui*

Por Héctor Alimonda

(…)La crítica al modelo de desarrollo seguido por el Perú y la desconfianza en relación con sus posibilidades futuras, la incorporación de valores éticos como organizadores de la crítica económica y social de lo realmente existente y como predicados esenciales para la formulación de modelos alternativos de modernidad, el enraizamiento del socialismo en tierras americanas a partir del pasado indígena, la recuperación de formas comunitarias de vida y de organización de la producción como parte sustancial de ese socialismo latinoamericano a ser inventado: creemos que hay allí delineados temas absolutamente contemporáneos, abiertos para el diálogo con nuestros desafíos de los días actuales.

Es claro que en la aceptación de la modernidad como valor y la crítica de sus configuraciones y procesos en el Perú, la identificación con las luchas y objetivos de los sectores populares, incluyendo la participación en sus procesos organizativos y el registro de sus experiencias, o en la recuperación del pasado y del presente indígena como componente central de un proyecto de reconstrucción social, está implícita una disposición epistemológica y política que tiene estrecha afinidad, aunque diferenciada en su discursividad, con las preocupaciones del pensamiento social latinoamericano contemporáneo que se ubica en la resistencia a los procesos de mercantilización de los seres humanos y de la naturaleza.

Entre tantos pionerismos de José Carlos Mariátegui, no fue el menor su desconfianza en que las condiciones políticas y sociales peruanas fuesen revolucionadas apenas en función del desarrollo económico. Hubo en él una percepción crítica de lo que hoy denominamos «modelo de desarrollo», incomparable en su época, y que tiene total correspondencia con la crítica al crecimiento económico insustentable como paradigma de modernidad. Mariátegui advirtió que el desarrollo de las fuerzas productivas no implicará automáticamente en la evolución de las condiciones políticas y sociales en un sentido favorable a las clases populares. Será necesaria la crítica a los modelos productivistas de organización de la sociedad, teniendo como centro una concepción ética de la modernidad, que subordine a las consideraciones del lucro y de la tecnología. La definición de esos modelos de desarrollo y de sus opciones estratégicas es función de conflictos de poder, y es por eso que la ecología humana, que es social, es también política. Para Mariátegui, no hay determinaciones estructurales que establezcan unívocamente las identidades políticas de los sujetos sociales, ni la potencia y dirección de sus trayectorias. Un proceso revolucionario, en todo caso, se vincula con la posibilidad de articulación de actores diferenciados, especialmente en presencia de situaciones geo-sociales altamente heterogéneas, como en la región andina. La transformación profunda del Perú pasaría, para Mariátegui, por la conformación de una amplia confluencia de sectores populares enfrentados con las consecuencias del modelo de desarrollo. Allí tendría un papel preponderante el campesinado indígena, dada su importancia cuantitativa en relación con el reducido proletariado, poniendo en primer plano la cuestión de la tierra. Pero también participarían sectores medios urbanos, portadores del nuevo proyecto de modernidad.

Esto suponía, entonces, que el problema de la constitución de un sujeto revolucionario plural sólo podía resolverse mediante una intensa actividad hegemónica, la reforma intelectual y moral que Mariátegui se propuso desarrollar, y donde Amauta y sus publicaciones conexas eran herramientas estratégicas. El sentido oculto pero decisivo del proceso revolucionario estará entonces en su carácter molecular, en una operación cuidadosa sobre corazones y mentes (lo que Gramsci llamaba «el momento ético-político»), que permite acumular fuerzas y sostener posiciones críticas, al mismo tiempo que se elaboran alternativas. Por otro lado, si esa combinación hegemónica se fundamenta y debe dar cuenta de las condiciones extremas de heterogeneidad de la formación social (que es histórico-estructural, pero es también territorial), debe constituirse como un espacio posible de inter-discursividad, y al mismo tiempo como una articulación entre diferentes temporalidades. Ya no se trata, como en el marxismo «normatizado», de un transcurrir lineal de la historia según el guión de un progreso inexorable y sobrehumano.


En la propuesta de Mariátegui, el pasado tiene sentido y potencialidad crítica en relación con las perspectivas utópicas del orden presente. Vinculado sin saberlo a una tradición crítica que viene desde Herzen y los populistas rusos, Mariátegui percibió la posibilidad de una combinación de historicidades diversas, ante el bloqueo de alternativas transformadoras en el orden periférico. El socialismo, la forma social del futuro, tiene raíces en la tradición americana, y es viable justamente a partir de la identidad indígena, asentada en la experiencia vital real de formas comunitarias de relaciones sociales, inclusive en territorios urbanos. No se recupera el pasado por el pasado mismo, sino en articulación con proyectos alternativos de modernidad. La crítica de Mariátegui se instala en el lugar fronterizo de una «transmodernidad» (Dussel, 1995), que no reniega de las posibilidades emancipatorias de la modernidad, pero que impugna sus resultados concretos desde el punto de vista ético. A lo largo de los años, la figura de José Carlos Mariátegui se fue transformando en un mito. Es cierto que varios factores se combinaron para que eso sucediera: su muerte en plena actividad, la vitalidad entusiasta que transmiten sus escritos, su activa militancia y su compromiso político, la desmoralización y el desprestigio de sus críticos. Quizás la única forma de aprovechar integralmente su herencia sea proceder a una lectura crítica y selectiva de su obra, sin erigirla, a su vez, en un texto sagrado.
Río de Janeiro/Lima, septiembre de 2008.
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Mariátegui, José Carlos La tarea americana. - 1a ed. - Buenos Aires : Prometeo Libros: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales - CLACSO, 2010

Fuente: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/coediciones/20120611115450/Mariategui.pdf

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