sábado, 30 de abril de 2016

“Debemos abandonar el discurso panfletario y enfrentar el desafío trabajoso de construir una información adecuada a los tiempos y lenguajes de nuestros pueblos; que tenga sentido y esté en sintonía con la situación concreta del movimiento popular”.

Los periodistas y 

los golpes ‘blandos’:

Del caso Paraguay al de Brasil

30 de abril de 2016

Entrevista con el comunicador social argentino especialista en política internacional y latinoamericana, Federico Larsen, quien afirma que “No hay movimiento emancipador posible sin una sólida red de comunicadores populares”. 

Por Andrés Figueroa Cornejo.

“El pueblo aprendió que estaba solo y que debía pelear por sí mismo y que de su propia entraña sacaría los medios, el silencio, la astucia y la fuerza."
Rodolfo Walsh
Hace casi una década que el comunicador social de origen argentino Federico Larsen se dedica al periodismo internacional. Como residió 16 años en Italia, Federico trabaja para medios de ese país, además de argentinos y de América Latina. Actualmente tiene su propio programa en Radionauta (1), emisora comunitaria, alternativa y popular de Buenos Aires, que fundó hace cuatro años junto a otros colegas y es columnista de la Agencia Nodal (2), dirigida por Pedro Brieger, entre otras labores asociadas.
A propósito de los llamados ‘golpes blandos o institucionales’, o la ‘nueva manera’ del imperialismo norteamericano para deshacerse de cualquier gobierno que sospechosamente atente contra sus intereses en tiempos de recesión mundial, como los que sacuden a Brasil, Venezuela, Honduras, Federico Larsen dice que la co-publicación del libro ‘Contar de Golpe. El rol de los periodistas paraguayos durante el Golpe de Estado de 2012’ (3) “nació de una exigencia de Julia Varela, co-autora del texto, y tiene que ver con el papel de los comunicadores que se desempeñan en empresas privadas y públicas frente a acontecimientos políticos de tal magnitud como puede ser, en este caso, un llamado ‘golpe blando’. Como nuestras fuentes comunes eran el Sindicato de Periodistas de Paraguay, con sus miembros intentamos responder a la pregunta sobre qué hace un periodista en una situación de crisis. Los diarios del poder ABC Color y Última Hora estaban trabajando hace meses a favor de un golpe institucional en contra de Fernando Lugo. Ahí nos percatamos que el periodista puede quitarse parcialmente la línea editorial del diario y que existen formas de resistencia al interior de esos medios.”
(Para la caracterización que efectúa Federico Larsen del Presidente paraguayo depuesto, Fernando Lugo, ir al final de la entrevista.)
-¿Quieres decir que no es fatal la auto-censura?
-No. Es habitual y mucho más que la censura de los propios editores, los jefes de redacción y los dueños. Y obviamente, la auto-censura es resultado del miedo a perder el trabajo. Al respecto, existen otras variables. Por ejemplo, en el 2012 en Paraguay fue famosa la conducta de los trabajadores de la televisión pública de ese país. Ellos lograron sostener durante varias semanas y en medio del golpe una toma del canal, y continuaron emitiendo una serie de programas alternativos a la línea que intentó imponer el presidente de facto, Federico Franco. Los periodistas alcanzaron a cubrir la Matanza de Curuguaty (4) antes de que les cortaran definitivamente la señal del canal. Allí hubo una resistencia popular masiva y también un despido masivo. Ninguno de los periodistas de esa hazaña hoy se emplea en la televisión del Paraguay. Ello marca la pauta de cómo la respuesta de las patronales es directamente proporcional al grado de resistencia que los trabajadores son capaces de mantener en los canales y las redacciones. Donde el comunicador se sostiene más firme tras los intereses populares, más fuerte es el mazazo del empresariado.(…)

LA PROPIEDAD DE LA TIERRA SIEMPRE

-Se ha dado por llamar al fenómeno de arremetida de los imperialismos (Consejo de Seguridad de la ONU y su brazo armado, la OTAN) “ofensiva neoconservadora”, que en Medio Oriente, por ejemplo, adopta la manera de invasión militar para hacerse de los combustibles fósiles a través del desarrollo cada vez más sofisticado de la industria armamentista. Lo que tenemos es la relación coludida entre el capital financiero con el saqueo extractivista, como forma de compensar la tendencia a la caída de la tasa de ganancia del capital a escala mundial frente a la debacle de la producción debido al desenvolvimiento de las tecnologías (capital fijo), y que redunda en la prescindencia del trabajo humano y en un menor beneficio devenido de la explotación de la fuerza de trabajo.
-Al respecto, lo que predomina en el cono sur de Latinoamérica es el extractivismo de materias primas y que tiene que ver con la expoliación de la soja, el maíz, el algodón, el litio, los minerales, la celulosa, los recursos del mar, etc. En el caso paraguayo, la composición del capital en un 60 % tiene que ver con la exportación de maíz y algodón.

LA NARCO-POLÍTICA Y EL CONTRABANDO EN PARAGUAY

-Uno de los fenómenos en aumento estrepitoso en muchos países del continente tiene que ver con la industria del narcotráfico. Colombia, México, varios países centroamericanos son denominados narco-Estados en asociación con la DEA norteamericana. Países, como Honduras por ejemplo, funcionan de territorios de circulación hacia la demanda estadounidense de drogas.
-En Paraguay la narco-política es ya una realidad. El año pasado hubo un repunte de los trabajadores de prensa frente a los asesinatos de periodistas a causa de sus investigaciones de este flagelo, además del contrabando de madera a cuyos agentes allá les llaman “brasi-guayos”. En verdad se trata de brasileños que operan en territorio paraguayo que se apropiaron de tierras del Estado. Sólo en la primera parte del año 2015 hubo dos muertes de periodistas que realizaban una investigación del contrabando maderero en un territorio desdibujado entre ambos países. Y está el caso del atentado sufrido por Paulo López quien posteriormente fue encarcelado.

EL PAPEL DEL PERIODISTA DE LOS PUEBLOS

-En general, el oficio periodístico asociado a la ética de la búsqueda de la verdad y de los intereses de los pueblos se ha vuelto un ejercicio de alto riesgo en la región…
-Ahí tienes la contracara de lo que dices en la situación de los Papeles de Panamá, donde un consorcio de unos 300 periodistas distribuidos en todo el mundo, financiados por la firmas dependientes de la USAID (10), dan a conocer en cuentagotas alrededor de un total de 11 millones y medio de papeles sobre sociedades offshore (11) en los cuales se encuentran involucrados presidentes, políticos, etc., a lo largo y ancho del globo. Estos periodistas se quedan con los papeles para ellos mismos, al contrario de las publicaciones de WikiLeaks (12) que dan a conocer toda la información compilada de una sola vez y para todo el público. Al revés, lo que hacen los 300 periodistas financiados por compañías ligadas a los poderes que gobiernan el mundo, antes de publicar alguna información, se dedican a chequear no si ella es verdadera, sino que si se condice con los intereses que representan los diarios para los cuales trabajan y que, a su vez, responden al Estado norteamericano. Por eso no aparecen los estadounidenses poderosos a quienes su propio Estado protege, y cuya política económica persigue que algunos Estados de EE.UU. actúen directamente como paraísos fiscales, como Delaware. Allí, por ejemplo, los diarios argentinos El Clarín y La Nación (derecha dura) tienen sus sedes fiscales. Al mismo tiempo, el acuerdo que se hizo hace poco en Argentina entre YPF y Chevron (13), también fundó varias empresas offshore para que se empiece a explotar el pozo petrolero de Vaca Muerta en Neuquén a favor de la transnacional Chevron y comience a trabajar financieramente en el Estado norteamericano de Delaware.
¿Qué ocurre entonces? Que los periodistas al servicio del poder señalan que ellos trabajan en diarios fundados hace un par de siglos y, en consecuencia, gozarían de una supuesta “garantía de calidad” de su información. Tal como ocurre actualmente en Brasil, en Venezuela, en el golpe en Paraguay, etc.
-De acuerdo a tu experiencia, ¿cuál tendría que ser el comportamiento de los comunicadores/as jugados por los intereses históricos de la inmensa mayoría de los de abajo, del pueblo trabajador, de la población oprimida, a la hora de volcarse a la recomposición del movimiento popular en América Latina y el mundo?
-Debería ser (y recalcó el ‘debería ser’) trabajar codo a codo con las propias fracciones del movimiento popular camino a su reconstrucción. Sin embargo, al respecto suelen confundirse las cosas. Acá en la Argentina se habló muchos años sobre el ‘periodismo militante’ contra la versión liberal del periodismo ‘objetivo’, objetividad que jamás ha existido. El problema es que el ‘periodismo militante’ no puede ser la propaganda de una organización política en particular. De hecho, por eso en la mayoría de los medios alternativos de Latinoamérica chequean más el material periodístico que en algunos medios comerciales. ¿Por qué? Porque ese material debe coincidir con los compromisos partidistas que hay tras esos mismos medios alternativos.
El comunicador popular debe ser un intelectual orgánico, entendiendo lo orgánico como todas las clases sociales oprimidas por la dominante. El comunicador popular tiene que auto-comprenderse en tanto parte constitutiva de su propio pueblo. A partir de ahí, de esa premisa, se puede comenzar a hablar. Y, por otra parte, el propio pueblo debe entender al periodista popular como un trabajador más que debe vender su fuerza de trabajo para sobrevivir. Nadie condena a un obrero por emplearse en una empresa que fabrica hierro para armas que van a usarse en contra de los pueblos. Pero cuando un periodista que distrae el máximo de tiempo que puede en hacer comunicación popular, pero que debe trabajar en un medio dominante para comer, es acusado de traidor. Eso, por lo menos, es injusto.
-¿Y cuál es la importancia de los medios masivos de comunicación cuando se presenta la emergencia de un proyecto liberador y de las fuerzas sociales necesarias para realizarlo?
-Fundamental. Así como no se puede hacer un golpe de Estado sin la Red O Globo, sin ABC Color, sin los grandes medios del poder, tampoco se puede llevar adelante un proyecto emancipador sin contar con una desarrollada red de medios y comunicadores populares. Pero existe una condición para ello. Debemos abandonar el discurso panfletario y enfrentar el desafío trabajoso de construir una información adecuada a los tiempos y lenguajes de nuestros pueblos; que tenga sentido y esté en sintonía con la situación concreta del movimiento popular. Lo contrario es continuar fabricando discursos para nosotros mismos y que, probadamente, carecen de toda eficiencia para un objetivo tan gigante como la liberación de sociedades completas. Se trata de una deuda que tenemos que subsanar urgentemente. Al igual que debemos terminar con la caricatura del periodismo alternativo como algo vinculado a lo pobre y a lo no profesional. Nuestro deber es dotarnos de los medios técnicos de primerísima calidad y tender a ponernos a la altura del enemigo. Además de la labor pedagógica para multiplicar a los comunicadores populares. (….)

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