lunes, 30 de noviembre de 2015

Valoremos cómo avanza el capitalismo en Nuestra América y no es Macri el causante.

Profundización del extracfivismo y erosión de la democracia
Agotamiento del progresismo en Bolivia
31 de octubre de 2015

Por Marco Gandarillas y Oscar Campanini (ALAI)

El Financial Times organizó el pasado octubre, en New York (la capital financiera del imperio!) a pedido del gobierno de Evo Morales un evento en el que los principales protagonistas serán empresas petroleras, mineras y bancos privados. El propósito fue atraer nuevos inversores extranjeros mostrando una nueva cara de Bolivia. Un evento de este tipo habría sido impensable hace solo una década atrás, cuando las petroleras y grupos de poder oligárquico buscaban evitar el ascenso al poder de Morales y del Movimiento al Socialismo (MAS), por una supuesta tendencia comunista.
En la misma reciente línea, el vicepresidente -de trayectoria marxista- acaba de contraer a nombre del estado boliviano, el mayor crédito asumido por el país con China (US$ 7,5 mil millones, equivalentes al 17% del PIB boliviano). Ese crédito tiene por finalidad un ambicioso programa de obras, pero está totalmente condicionado a que sean ejecutadas por empresas chinas.
Decisiones de este tipo disparan recuerdos, como los que llevaron a Bolivia a contraer empréstitos para construir ferrocarriles hacia Chile en beneficio de las empresas mineras nacionales y transnacionales en el siglo XIX, de un pasado dependiente ¿Cómo se explica que ocurra todo esto con un gobierno que dice ser de izquierda?

La respuesta es que esto es parte de un proceso que tiene lugar en el último quinquenio. El MAS ha ido acercándose presurosamente a empresarios, exportadores e inversores extranjeros; estableciendo acuerdos y compromisos que se han convertido en la columna central de los planes gubernamentales de corto y mediano plazo. Este viraje, devela un horizonte político reducido a un cúmulo de obras y proyectos principalmente de infraestructura de exportación que pretendidamente acrecentarán las divisas. La finalidad sería alcanzar el “Vivir Bien”, pero en una versión reconvertida en desarrollo integral.

Como ejemplo, el principal destino del crédito chino será la construcción de varias carreteras hacia el norte amazónico, un tren que abre camino hacia el yacimiento de hierro del Mutún y una hidroeléctrica para empezar la exportación de energía eléctrica. Así la llamada “Agenda 2025”, que es el principal justificativo para una nueva reelección presidencial post 2020, tiene entre sus pilares más y más extractivismo. El primer pilar de la Agenda denominado “Patria Grande e Industrial en la Era Satelital”, pretende garantizar el desarrollo de la cadena productiva hidrocarburífera, así como de las diferentes formas de energía y sus fuentes, desarrollar, fomentar, promocionar y controlar la actividad minera y metalúrgica, fortalecer los corredores bioceánicos, etc. (1).

¿Qué sentido puede tener insistir a la exportación de materias primas en un contexto de baja de precios internacionales? Históricamente sólo los sectores conservadores apostaron a incrementar los volúmenes exportados para compensar la baja de precios y sólo ellos promovieron mayores subvenciones como las que ahora les promete Evo Morales a las petroleras extranjeras con un Fondo de Incentivo de 3.556 millones de dólares (2).
Al igual que ocurre en Ecuador bajo R. Correa, al MAS de Bolivia le queda muy poco de izquierda. Raspando el fondo de la olla, podríamos nombrar las iniciales medidas de su primer mandato, que luego fueron vistas por las autoridades como frenos al desarrollo o van siendo reemplazadas por medidas abiertamente contrarías. Es el caso de la exportación de gas a la que tenazmente se opusieron movimientos sociales de El Alto en 2003. Bajo las políticas de Sánchez de Lozada Bolivia empezó exportando 46% de lo extraído, en el año 2014, el 96,73% de lo extraído fue exportado. Esta tendencia se agrava si se observa que los volúmenes se incrementaron en casi cinco veces. Bolivia se hizo más dependiente de las exportaciones durante un gobierno que teóricamente debía recuperar la soberanía nacional.

Su insaciable búsqueda de mercados e inversores, lleva al gobierno a chocar contra múltiples sectores sociales, entre otros, los pueblos indígenas que ven comprometido su futuro por este embate extractivista. Este es el origen de una de las rupturas con el gobierno.
Ese mismo gobierno que promoviera el Estado Plurinacional en la Constituyente, arremete poco tiempo después contra los derechos de los pueblos indígenas. Reprime duramente sus pacíficas movilizaciones (como ocurriera en octubre de 2011 en Chaparina o recientemente en el Chaco) y desentierra todo tipo de descalificaciones coloniales y racistas contra sus legítimas demandas. Las rémoras del Estado colonial remozan en funcionarios del “Estado Plurinacional” que tratan a los indígenas de incivilizados y de obstáculos para el desarrollo del país.
Otros sectores sociales que, muchas veces, solamente le demandan participación en las decisiones que afectarán su futuro, son tratados como opositores y derechistas con los que no dialogan. La represión a la disidencia social, por decir lo menos, aleja al gobierno de las reivindicaciones abanderadas en la Asamblea Constituyente de mayor control social a los funcionarios públicos. ¿No era acaso uno de los fines de este proceso el radicalizar la democracia, trascender la democracia representativa y transitar hacia formas participativa, directa y comunitaria?

Este desgaste cada vez más difícil de compensar, ocultar o disimular amerita además del control de medios de comunicación, estrategias de control y/o eliminación de voces críticas y la implementación de impresionantes campañas publicitarias. Para mantener congelada esa primera imagen de cambio y transformación revolucionarias se apela a un gigantesco y millonario despliegue publicitario (literalmente el gobierno destina 1 millón de Bs. diarios a propagandizarse) (3).

Rafael Archondo analiza acertadamente el papel de la incesante publicidad gubernamental en esta puesta en escena: mostrar esas primeras e iniciales medidas -concretamente la supuesta nacionalización de los hidrocarburos- como la pócima que resolvió todos los males y que terminó por desterrar del país a la derecha antinacional. “El fantasma de la derecha antinacional es sacudido ostentosamente en cada concentración humana. Ésta no existe ya en la vida real, pero cuán útil resulta a la hora de cohesionar a la sociedad en contra del pasado”(4). Un repertorio muy útil asimismo para descalificar, estigmatizar, ilegalizar, e incluso judicializar cualquier cuestionamiento a sus políticas (sea de movimientos sociales, ONG, periodistas o de sus propios militantes) que sería perfectamente normal en un estado democrático que se precia de contar con servidores públicos al servicio de la sociedad. ¿No era acaso un principio básico del MAS el “mandar obedeciendo al pueblo”?

Este agotamiento del modelo económico planteado por gobiernos progresistas como el de Evo Morales, conlleva en el momento actual preocupantes transformaciones políticas reflejadas en una seria erosión de la democracia. ¡Cuestionar al presidente o sus políticas extractivistas, supone formar parte de las fuerzas externas de derecha que conspiran contra la revolución! De este modo, proyectos gubernamentales como una carretera (pongamos el caso de la conocida propuesta de construir una ruta dentro del parque nacional conocido como TIPNIS), una planta de energía nuclear, o la exploración petrolera en áreas protegidas, son tratadas como asuntos que comprometen la seguridad nacional y quienes se opongan son tratados como enemigos internos a los que hay que vencer. El vicepresidente, Alvaro Garcia Linera, se ha esmerado en demostrar la peligrosidad de estos nuevos terroristas a los que, insiste, no queda más que derrotar.

El alejamiento entre el MAS y los movimientos sociales -o de aquellos que pueden ser considerados como tales porque mantienen una agenda propia que no es dictada por las autoridades- es tan llamativo como el acercamiento de éste a sus antiguos adversarios, como lo fueron los latifundistas agropecuarios de Santa Cruz. Este año, en acuerdo con ellos se han dejado atrás los principales logros de la Constituyente, dando paso a una agenda agro-extractivista. Se ha levantado la prohibición a los transgénicos, que nuevamente pueden ser introducidos y producidos sin restricción; también se ha dado marcha atrás en la reforma agraria, evitando la verificación de la Función Social de la tierra por cinco años, lo que permitirá a los latifundistas conservar su poder en las tierras bajas.
Los banqueros también ganan con el proceso de cambio, sus utilidades crecen año a año. Sus ganancias fueron US$ 43,6 MM en 2005, para trepar a los US$ 288,3 MM en el 2014, a un ritmo promedio de 62% de crecimiento por año (5). El que los bancos acrecienten sus ganancias es tomado por las autoridades como un indicador de la “buena salud de la economía”, como si éstos alguna vez hubieran compartido sus ganancias con la sociedad.
Con las transnacionales se ha seguido similar camino. Por ello, la Repsol -la transnacional española cuyo proyecto de exportación de Gas a Estados Unidos, a quién se puede acusar de responsable de los hechos que derivaron en la Guerra del Gas de 2003- forma parte de la delegación que acompaña a Evo a promocionar la nueva imagen de Bolivia en New York.
Notas
1. Directrices de planificación de mediano y largo plazo hacia la agenda patriótica 2025. Ministerio de Planificación del Desarrollo. Estado Plurinacional de Bolivia. Gestión 2014.
2. Declaraciones del Ministro de Hidrocarburos y Energía, en “Bolivia creará fondo de US$ 3,556 millones para incentivar inversiones extranjeras en hidrocarburos”. Reuters 21/08/2015.
3. Ministerio de comunicación tiene cada día más de Bs. 1 millón para publicidad. ERBOL, 28 Agosto 2015.
4. Rafael Archondo. En campaña permanente. La Razón, La Paz, 14 Setiembre 2015.
5. Miguel Lazcano. “Ganancias de la banca crecen en 33% y alcanzan a $us 283 millones”, La Razón 14 Enero 2015
- Marcos Gandarillas y Oscar Campanini integran el Centro de Información y Documentación Bolivia (CEDIB), con cede en Cochabamba.www.cedib.org
Twitter: @magandarillas y @OsCampanini


Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=205104

II. Sigamos cuestionando a la batalla K de ideas.

Preguntas para el K-progresismo
18 de noviembre de 2015

Por Rolando Astarita

Durante años el progresismo nac & pop, en prácticamente todas sus variantes, insistió en que uno de los rasgos distintivos del kirchnerismo era que había suplantado un modelo que beneficiaba la acumulación financiera, por otro que se centraba en la producción. En los primeros años la idea iba acompañada del elogio de los superávits gemelos, esto es, fiscal y de cuenta corriente.
Pues bien, ¿en qué se diferencia lo que está haciendo hoy el Ministerio de Economía con las clásicas políticas de la “derecha funcional a los negocios del capital financiero”? Más precisamente, ¿en qué se diferencia una política de atraso cambiario para frenar la inflación, alto déficit fiscal, déficit en cuenta corriente, altas tasas de interés y masivo endeudamiento del Banco Central (Lebac, ventas de futuros a bajo precio) para gran negocio de los bancos, fondos de inversión y grandes empresas, de las políticas acostumbradas de cualquier gobierno asociado a la “patria financiera”?
Algunos datos para ayudar al K-progresismo a responder: el stock de Lebac del Central es de 324.500 millones de pesos (10/11). El costo medio por intereses de este stock es de aproximadamente 30% (varía entre 29 y 31, según los plazos). Esto significa que el Central está pagando unos 100.000 millones de pesos anuales por intereses. Para tener un punto de comparación, la Asignación Universal por Hijo implica una erogación anual de 36.000 millones de pesos.
 
Destaquemos que las tasas que pagan las Lebac han sido la referencia y el piso para los títulos que emiten las empresas, ya que es un rendimiento libre de riesgo. Por eso compran Lebac no sólo bancos, sino también fondos de inversión, aseguradoras y empresas. Según un testimonio que recoge El Cronista Comercial, la mayoría de los fondos tienen el 40% de su patrimonio en Lebac, que es el máximo permitido. Señalo que la cuestión de la fácil ganancia que se propicia a bancos y demás integrantes del sistema financiero, la he señalado ya hace años (aquí).
Además, el Gobierno emitió títulos en pesos Bonac, que pagan una tasa que depende de la Lebac (casi 30% anual, ¿la inflación no es del 14% anual?) por 47.350 millones de pesos. Recordemos también que Economía no ha dejado de pagar altísimas tasas en dólares para tomar deuda. Un caso ilustrativo fue la colocación del Bonar 2024, realizada en 2014. Con el Bonar consiguió 3550 millones de dólares, pagando el 8,75% anual (el bono se emitió como parte de la indemnización a Repsol por la expropiación de YPF).
 
Pregunta: ¿qué tiene que ver este nivel de tasas con el keynesianismo? ¿Podrían los economistas K, que tanto hablan de Keynes, explicarnos cómo encajan estas tasas con Keynes? La respuesta, simple, es que no encajan. Tampoco encajan con nada que tenga que ver con la noción de acumulación productiva, central en el pensamiento de los clásicos, o en Marx. Sin embargo, esto se oculta.
 
Otro ejemplo de bicicleta sucede con el bono dollar linked, Bonad; se emitió por 10.652 millones de pesos. Es un bono cuyo valor nominal es en dólares, pero se paga en pesos al tipo de cambio oficial, con vencimiento a un año y medio; rinde 0,75% anual. El precio de corte de la colocación de agosto fue 106 dólares por cada 100 dólares de valor nominal del bono. O sea, el que paga 106 dólares cobrará, en pesos 101,5 dólares a lo largo de la duración del bono. Lo que justifica esa tasa negativa es que juega con la expectativa de devaluación. El Cronista Comercial informa de la siguiente operación: fondos externos venden bonos en dólares a cambio de pesos para comprar Bonad, ya que reciben $14 por dólar vía contado con liquidación y compran dollar-linked a $9,35 por dólar. ¿Esto no es bicicleta?
 
También está el negocio con los futuros del dólar. El Central tendría contratos vendidos por un más de 16.000 millones de dólares. Esto significa que los que compraron futuros (bancos, grandes empresas e inversores) se aseguraron un precio del dólar de 10,56 pesos a febrero, o 10,82 a marzo (cuando en Nueva York febrero hoy opera a 15,75 pesos). En otras palabras, un “seguro cambiario” para grandes capitales. Para vincularlo con lo anterior: un inversor coloca pesos a tasas de 30% anual y compra futuros para cubrirse. ¿No es otro negocio redondo de bicicleta financiera? Además, ¿acaso el Estado no es partícipe necesario de la misma?
 
En definitiva, queda planteada la pregunta para los que quieren armar “un mundo de diferencia” entre los dos candidatos del ballotaje: ¿en qué se diferencia lo que hace hoy Economía, de lo que típicamente hizo la típica “derecha aliada al capital financiero”? Ya he formulado en otras ocasiones la pregunta, pero nadie contesta. Ahora la vuelvo a realizar. ¿O será que no se quiere responder porque se es consciente de que la respuesta lleva al indecible “ajuste” que aplicaría Scioli, tanto como Mac

Fuente: https://rolandoastarita.wordpress.com/2015/11/18/preguntas-para-el-k-progresismo/#more-6088

I. Sigamos cuestionando a la batalla K de ideas.

Pobreza, desarrollo humano y análisis materialista
15 de noviembre de 2015

 Por Rolando Astarita

En una nota anterior (aquí) planteé que el índice de pobreza hoy en Argentina está a niveles similares a los del final del gobierno de Menem. José Nun, ex subsecretario de Cultura de la Nación de Néstor y Cristina Kirchner entre 2004 y 2009, también lo dijo: “La pobreza es similar a la que precedió a la crisis de 2001”. Naturalmente, la afirmación cayó mal entre defensores del voto “al mal menor frente al neoliberalismo conservador”.
A fin de que haya más elementos de juicio, presento ahora otras dos series de datos. La primera se refiere a la evolución de la pobreza en América Latina. Muestra que la caída de los niveles de pobreza, en los 2000, ha sido general:
Pobreza: 1980: 40,5%; 1990: 48,4%; 2002: 43,9%, 2011: 29,6%; 2014: 28%.
Pobreza extrema o indigencia: 1980: 18,6%; 1990: 22,6%; 2002: 19,3%; 2011: 11,6%; 2014: 12%. (http://www.cepal.org/sites/default/files/pr/files/51779-Grafico-ESP.pdf yhttp://blogs.elpais.com/contrapuntos/2015/03/pobreza-y-desigualdad-en-america-latina-1980-2014.html).
Precisemos que entre 2011 y 2013 los tres países donde más bajó la pobreza fueron Paraguay, del 49,6% al 40,7%; El Salvador, del 45,3% al 40,9%; y Colombia del 32,9% al 30,7%.

La otra serie de datos se refiere al Índice de Desarrollo Humano, que elabora el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. En una nota del 2011 ya me referí al disgusto que había provocado en el gobierno K el informe de aquel año (aquí). Por eso los medios oficialistas hicieron lo posible por silenciarlo; aunque los medios opositores tampoco lo destacaron. El IDH resume los datos sobre esperanza de vida, matriculación escolar e ingreso en un solo indicador compuesto. Se pueden hacer muchas críticas a este índice -que se inspira en la obra de Amartya Sen- pero de todas maneras es preferible a la forma tradicional de medir la pobreza, que solo considera el ingreso. La idea detrás del IDH es tomar en cuenta las condiciones de vida y las capacidades de funcionar (tener educación, salud, etc.) de las personas, dado su ingreso.

Actualizamos los datos con el Informe de 2014. En 2011 Argentina ocupaba el puesto 46; en 2014 el 49. Comparamos la evolución del IDH de Argentina en los 2000 con las décadas de 1980 y 1990; y con respecto al resto de América Latina. Los datos son:
IDH Argentina 1980: 0,665; 1990: 0,694; 2000: 0,753; 2005: 0,758; 2010: 0,799;  2013: 0,808. Promedio de crecimiento anual: 1980-1990: 0,43; 1990-2000: 0,81; 2000-2013: 0,55.
IDH América Latina: 1980: 0,579; 1990: 0,627; 2000: 0,683; 2005: 0,705; 2010: 0,734; 2013: 0,740. Promedio de crecimiento anual: 1980-1990: 0,79; 1990-2000: 0,87; 2000-2013: 0,62 (“Informe sobre Desarrollo Humano 2014”, PNUD, http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr14-report-es.pdf).
Se observa entonces que el promedio anual de mejora, para Argentina, fue superior en los años 1990 que en el período 2000-2013. Pero en 2001-2002 hubo una fuerte caída, debido a la crisis. Por lo tanto dividimos el período. A partir de 2005, año en que se recupera el nivel anterior a la crisis, y hasta 2010, hay un elevado promedio anual de suba: 1,08% (contra un promedio en América Latina también alto, aunque menor: 0,82%). Sin embargo, entre 2010 y 2013 el promedio de Argentina baja al 0,34% (en consonancia con el resto del continente, que tuvo un promedio de 0,27%). Obsérvese que el promedio anual, en Argentina, entre 2005 y 2010 es superior al de los 1990 (0,81%), pero entre 2010 y 2013 es considerablemente inferior.

Algunas conclusiones
 
Una tesis que subyace a los argumentos que circulan hoy en Argentina a favor del voto “al mal menor”, dice que las mejoras (caída de la pobreza, desarrollo humano, y similares) se deben a las políticas de gobernantes particularmente sensibles a las necesidades de los trabajadores y de las masas populares. O sea, según este enfoque, habría gobiernos que, si bien capitalistas, serían, por naturaleza, concesivos; de ahí las “Gracias” que las masas populares deberían darles. Así, se instala un puente ideológico hacia la conciliación de clases y la subordinación política del trabajo al capital. En el extremo, y siguiendo esta lógica, habría que caracterizar entonces como “progresistas” a los actuales gobiernos de Paraguay o Colombia, donde la pobreza bajó más que en el promedio de América Latina (y siempre se podrá encontrar algún punto de comparación favorable para lo que se quiere favorecer).
 
Pero la historia del “gracias presidenta” (o presidente) no se sostiene a la luz de los datos presentados. Es que la evolución de los índices de pobreza, u otros indicadores sociales, parece responder a fenómenos mucho más objetivos que lo que pretende la tesis de marras. En primer lugar, porque esa evolución está condicionada por el ciclo económico. Por eso también, los resultados de la lucha de clases deben explicarse en el marco de la dinámica capitalista. Por ejemplo, durante la depresión económica que sufrió Argentina en 2001-2002, la lucha social puso límites a la caída del ingreso –por caso, obligando al gobierno a otorgar subsidios y planes sociales- pero no pudo impedirla, ni menos revertirla. De la misma manera, la mejora de los indicadores en toda América Latina, desde los primeros años 2000, tuvo como base la fase alcista del ciclo (y la mejora de los términos de intercambio para casi todo el subcontinente).
 
Además, y en una perspectiva de más largo plazo, incide el desarrollo de las fuerzas productivas, variable que se expresa en el “componente histórico y social”, y “moral”, (Marx) del salario. Es que determinados niveles de explotación, que en una época son socialmente “aceptables”, con el desarrollo de las fuerzas productivas pasan a ser cuestionados incluso por la opinión pública burguesa. Y también las necesidades de reproducción de la fuerza de trabajo (por ejemplo, en materia de educación y salud) imponen las reformas. Así, es una necesidad del capital disponer, por caso, de mano de obra con ciertos niveles actualizados de calificación, acordes con los desarrollos tecnológicos. A lo que se agrega la preocupación de los propietarios de los medios de producción, y de los funcionarios del Estado, por aquietar tensiones y protestas sociales. Por eso, las mejoras del IDH en los 1990, en Argentina, no se explican por alguna particular sensibilidad del menemismo hacia las necesidades populares. Y no hay razón para variar este criterio a la hora de juzgar los años 2000 (aunque esto moleste al relato nac & pop que se quiere instalar a toda costa desde el oficialismo y muchos medios académicos).
 
En definitiva, la explicación en términos de valor de la fuerza de trabajo, y conflicto de clases, ubica la distribución del ingreso en la problemática de la explotación, y no de los agradecimientos de los explotados a los explotadores. Es imprescindible tener un enfoque materialista de las tendencias de largo plazo del capitalismo, a fin de no caer en análisis subjetivos –y por ende arbitrarios- que son la base de las políticas de conciliación de clases.
Fuente: https://rolandoastarita.wordpress.com/2015/11/15/pobreza-desarrollo-humano-y-analisis-materialista
  

Pensemos en la batalla K de ideas tendiente a desviar el eje de debate. Respecto al balotaje indujo a "decidir el voto comparando las políticas del ciclo K con las políticas del macrismo" y hoy, a que hemos caído en el infierno. Deliberemos y unámonos.

El peronismo, una discusión pendiente
11 de noviembre de 2015

Por Guillermo Cieza
Después de la masacre política y la masacre industrial ya no hubo más peronismo obrero como sujeto social que mantenía una dinámica y decisiones políticas autónomas del Partido Justicialista y la burocracia sindical. Siguió y seguirá habiendo trabajadores que siguen votando y se identifican con el peronismo pero su relación con las estructuras del movimiento cambiaron definitivamente después de la dictadura. Se transformó en una relación de subordinación, clientelar. Sin un sujeto social donde sustentarse no hubo más izquierda peronista.

“Sobre Argentina no me atrevo mucho a opinar, es difícil hablar de otro país. Parecía que tuvo un gran adelanto con el peronismo, pero después todo cambió. Lo que fue adelanto fue retroceso” Raúl Sendic

Recogí esta definición de Raúl Sendic, el legendario fundador de Tupamaros, en 1988, poco antes su fallecimiento, cuando tuve el privilegio de conversar con el en dos oportunidades  en  Montevideo. El Bebe se enteró de que estábamos unos argentinos vinculados a los movimientos populares y quiso conocernos. Portaba además yo un santo y seña que abría las puertas de la antigua casona de la calle Ejido donde vivió sus últimos años, que era mi anterior pertenencia a las Fuerzas Armadas Peronistas. Desde fines de los 60 los de la FAP y Tupamaros éramos primos hermanos.
Los tupas eran por aquellos años un poco más que eso, porque a nosotros nos habían matado a los viejos. No lo teníamos a Raimundo Villaflor para preguntarle que hacíamos, ni al Gordo Enrique Ardeti, ni a Pocho Palazzesi, para compartir unos mates y una conversa. Habíamos quedado los pibes nomás. Más que primos, eran los tíos.
Fue difícil sacarle una palabra al Bebe. No sólo porque hablaba con dificultad, secuelas del tiro en la boca el día de su última captura. El Bebe era de pocas palabras y extremadamente prudente para emitir juicios.
Recuerdo que aquel día aquella respuesta me pareció un poco confusa. Pero la atesoré por muchos años, porque valoraba quien me la había dicho.

La infructuosa recuperación de la izquierda peronista.
Para quien por aquellos años destinaba sus mejores afanes militantes a la recuperación de la izquierda peronista, era muy difícil comprender el comentario de Sendic.
Después del 83 nuestra primera apuesta fue la reconstrucción de un espacio que denominamos Peronismo de los Trabajadores y con esas banderas fuimos a recibir a Raimundo Ongaro que regresaba del exilio, con la esperanza de que se pusiera a la cabeza de esa iniciativa. El líder sindical grafico regresaba muy cansado y con poco animo para otra cosa que no fuera enclaustrarse en su Sindicato. Y allí siguió por muchos años.
En 1985 habíamos participado desde el Peronismo de las Bases en un frente de izquierda, el FREPU.
En 1987 intentamos convocar al Peronismo de la Liberación, para oponernos al PJ donde los ortodoxos liderados por Luder y Herminio Iglesias, confrontaban con una tibia renovación liderada por  Antonio Cafiero,  Eduardo Duhalde, José Luis Manzano, Carlos Grosso y Juan Manuel De la Sota.
Recuerdo un importante Encuentro que realizamos en 1987 en la sede de ATE, Capital, previo a las elecciones de ese año. Allí decidimos fundar una publicación que se llamaría Retruco (que significaba contragolpe, o algo así) que nos serviría como medio de enlace y lugar de difusión de las ideas de esta corriente peronista que pretendía reagruparse por fuera del desprestigiado PJ. Pero ocurrió que Cafiero ganó la gobernación de la Provincia de Buenos Aires e incorporó algunas figuras progresistas en su gabinete: Floreal Ferrara como Ministro de Salud y Luis Brunati como Ministro de Gobierno. En pocas semanas nuestro prometedor espacio político se evaporó. El peronismo de liberación había demostrado poca vocación para dar la lucha a la intemperie y casi todos regresaban al PJ y al Estado a dar la batalla “desde adentro”.
El que gano finalmente esa batalla fue Carlos Menem, y otra vez volvió a fortalecerse la disidencia.
Estuvimos en el Encuentro de Villa María y festejamos la retirada de los 8 diputados que se apartaron del bloque justicialista.
En aquella década (1983-1993)   habíamos llegado a confeccionar un mapa nacional de la disidencia peronista, por izquierda. Estaban alli las distintas agrupaciones y dirigentes que se habían apartado o eran criticas del Partido Justicialista que nos había conducido a una derrota electoral en 1983 y después regresó al gobierno con Menem para ejecutar un proyecto neoliberal.,.
Sabíamos por ejemplo que en Neuquén el diputado Oscar Massey se había apartado del PJ después de ganar la interna y había conformado su propio partido Justicia Democracia y Participación, que en Córdoba había compañeros de procedencia cristiana que resistían , que en Tucumán otro grupo de compañeros trabajaban intensamente promoviendo organizaciones sociales campesinas, que en Misiones se iniciaba un reagrupamiento a partir del Movimiento Agrario Misionero ( MAM) y algunos docentes y trabajadores de ATE, que en Rosario, había un grupo de metalúrgicos que empezaban a reorganizarse, que en Chaco había compa que habían sido presos politicos que volvían a la actividad politica cuestionando la ortodoxia de Bittel, que en Mendoza había un  grupo de estatales. En Santa Cruz tambien teníamos nuestro contacto. Era Orlando Stirleman, “el alemán”, preso de Taco Ralo. Vivía en Río Gallegos una  pequeña ciudad donde Néstor Kirchner fue elegido intendente en 1987. Nunca  mencionó  a Néstor y Cristina como militantes críticos o apartados de la ortodoxia justicialista y después del menemismo.
Cuando un puñado de diputados conocido como grupo de los 8 se sumaron a la disidencia peronista, el mapa político se amplió. Germán Abdala conocía bien el activismo de ATE en todo el país. Luis Brunati aportaba importantes contactos de la zona Oeste del conurbano, y empezó a tejer la red de los contactos cristianos. Por Santa Cruz se acercó el diputado Rafael Flores.
La mayoría de los dirigentes peronistas que fueron parte de la construcción del Frente Grande, manifestaron rápidamente una vocación más estatal que nacional. No imaginaban la posibilidad de hacer política por fuera del Estado y para llegar a él (o mas precisamente regresar) no dudaron de aliarse con el neoliberal Bordón para armar el FREPASO y después con los radicales para constituir la Alianza.
Cuando huimos del Frente Grande, en tiempos de la Constituyente (1993), me quedó resonando el comentario de un compañero. “Le erramos con lo del Peronismo de los Trabajadores, después de la dictadura nos quedamos sin sujeto”. Ese compañero resolvió la cuestión de su militancia adhiriendo al único peronismo existente después de la dictadura.  Se quedó militando en ese peronismo que alguna vez caracterizábamos como “el de los burócratas y los patrones”, el que se sentía cómodo dentro del sistema capitalista y nunca iba a traspasar sus límites.
¿Pero hubo otro peronismo?

El peronismo de izquierda, de los trabajadores.

No es fácil identificar a un peronismo de izquierda durante los dos primeros gobiernos peronistas (1946-1955). Lo que allí existió fueron hechos, tensiones, disputas, símbolos, pero la reflexión sobre la naturaleza de las contradicciones en el movimiento peronista es posterior al golpe gorila.
Entre los hechos del primer gobierno merece mencionarse en primer lugar el 17 de octubre de 1945 una rebelión popular organizada desde abajo y que se adelantó a la decisión del paro sindical programado para el día 18. De Berisso, Ensenada y Avellaneda salieron los trabajadores decididos a defender los avances y las conquistas laborales conseguidos durante la gestión de Perón en la Secretaria de Trabajo, apedrearon lugares simbólicos de la oligarquía y ocuparon la Plaza de Mayo obligando a retroceder a los militares que se habían encarcelado a Perón.
Quienes han estudiado la génesis del peronismo coinciden en que el carácter clasista del 17 de octubre cambió  las conductas del conjunto de las clases propietarias que vieron en los cabecitas negras insurreccionados algo parecido a la revolución rusa. También cambió  coyunturalmente el proyecto original de Perón que era mucho más conciliador con los empresarios. Cuando en las elecciones del 46 Perón hizo referencia a que se apoyaba en dos patas; el ejército y los trabajadores, estaba reflejando los componentes fundamentales de su alianza. Sus políticas de seducción con los empresarios, incluido el conocido discurso  en la Bolsa de Comercio en 1944, habían fracasado.
Como señalan algunos autores, cuando nació el peronismo fueron las fuerzas armadas quienes representaron los intereses de la burguesía en los primeros años de gobierno. Con el empoderamiento y la confianza en las propias fuerza que aportó la jornada exitosa del 17 de octubre, se desarrollaron en esos primeros años numerosos conflictos obreros, con saldo favorable para los trabajadores.
La resistencia a la figura de Eva Perón, y a su candidatura a vicepresidente,  por parte del  Ejercito, no se reducía a cuestiones formales o de género, sino al papel que desempeñaba Evita en la conflictividad social existente inclinando la balanza del gobierno a favor de los sindicatos..
La muerte de Eva Perón tuvo un enorme simbolismo porque personalmente se inmoló en su tarea, pero además porque su muerte coincide con un agotamiento del proyecto inicial, y el comienzo de un giro político que incluye una mayor incidencia de los empresarios que habían empezado a plegarse al movimiento, y una reducción de la combatividad de los trabajadores que empiezaron a ser manipulados por dirigentes sindicales que modificaron gradualmente su papel de dirigentes. Pasaron de defender  sus intereses de clase, presionando en el en el frente de hecho que gobernaba, a convertirse en oficialistas.
El Congreso de la Productividad  (1952) donde los lideres sindicales negocian mantener sus salarios por aumentos de productividad, es una señal de los nuevos tiempos.
Las contradicciones de clase se agudizaron pero el golpe del 55 impidieron que estallaran. La resistencia peronista, salvo un par de intentos como el que encabezó el General Valle, fue protagonizada casi exclusivamente por trabajadores. En ese momento historico comienzan a diferenciarse con mas claridad los dos `peronismos, no solo por los hechos, sino por la reflexión y conciencia. Un peronismo luchaba y padecía represiones brutales como el Conintes. El otro peronismo se borraba o hacía buena letra con los nuevos gobernantes.  La designacion  por parte de Peron como delegado personal a un combativo dirigente, John William Cooke, expresó la voluntad del caudillo en el exilio de mantener  un contacto con ese peronismo que enfrentaba a la dictadura con autonomia de las dirigencia partidarias o sindicales
Para describir el proceso de reflexión y  conciencia del peronismo de los trabajadores siempre recomiendo el libro “Quien Mató a Rosendo” de Rodolfo Walsh. Es la obra de un gran escritor y un lucido intelectual, pero que además cuenta con un punto de observación (de participación) inmejorable. Esta en la cocina de la lucha de clases de la época, compartiendo con el Grupo Blajakis que era el cerebro oculto de la CGT de Los Argentinos, en la  combativa zona sur del conurbano (la misma que protagonizó el 17 de octubre). Personajes de ese relato como  Blajakis, un comunista disidente y Aníbal Villaflor, un dirigente obrero anarquista que es el padre del delegado  metalúrgico peronista  Raimundo Villaflor. aportan la fragua donde se gestó la idea de que había un peronismo obrero muy diferente al de los burócratas y los patrones.
Productos de la resistencia son tambien los programas de Huerta Grande, La Falda y la CGTA. En todos ellos queda expresado que ya no se trata de recuperar las banderas históricas del peronismo sino profundizarla, y que hayan sido dirigentes obreros en lucha quienes firmaran esos programas no es un detalle. Mirando hacia atrás no es casualidad que reivindicaran muy especialmente al 17 de octubre y a Eva Perón.
También en Quien mató a Rosendo aparece John William Cooke, que ademas de ser delegado de Perón en tiempos de la Resistencia fue el hombre de confianza del Che Guevara en la Argentina. Cooke ha sido considerado el padre ideológico de la izquierda peronista y el final de su relación con Perón, augura un final inevitable. Los caminos se bifurcan.
La existencia de dos proyectos que marchaban al antagonismo se expresaron con mucha claridad años después cuando a principios de los 70 grandes movilizaciones encabezados por banderas con consignas de La  Patria Socialista, confrontaban con componentes de la burocracia sindical y los grupos de derecha que reivindicaban la Patria Peronista. Esa colisión  termino trágicamente. Ese final había sido  anticipado diez años antes por el tiroteo de La Real donde fue asesinado Blajaquis.
El papel de Perón  apoyando al peronismo patronal sorprendió, y en forma muy especial, a los peronistas recién venidos.  La Plaza de Mayo del 1 de mayo de 1974 fue testigo de esa defraudación. ¡Que pasa, que pasa general, que esta lleno de gorilas, el gobierno popular!!!
Ese no fue el final del peronismo de izquierda, que dio su última y magnifica batalla en el pico de luchas obreras de los años 74-75, en tiempos de las interfabriles. No fue el único protagonista, pero tuvo un papel destacado en esa  conflictividad obrera que hizo temblar al capitalismo y que Ricardo Balbín calificara como subversión industrial. Muerto Peron se produjo un vacío de conducción del peronismo patronal y burocrático. Su segunda esposa Maria Estela Martinez, “Isabelita”,  incrementó el accionar represivo de la Alianza Anticomunista Argentina. El poder que no pudimos  tomar, lo ocuparon los milicos.

El peronismo que no fue….

La dictadura no solo nos dejo el saldo luctuoso de miles de asesinados, 30 000 desaparecidos, decenas de miles detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional que perdieron sus trabajos y muchas veces sus familias, y otros tantos exilados.
La dictadura trajo también la desindustrialización y un proceso de achicamiento de la clase obrera. Pero ese achicamiento fue además con selección incluida.
Selección por antecedentes. Quienes habíamos sido detenidos o secuestrados no pudimos volver a entrar en una empresa grande. En las fábricas medianas o pequeñas que redujeron personal primero echaron a los delegados, después a los activistas y finalmente a los que mantenían una actitud digna como trabajadores..
La colmena del peronismo de los trabajadores eran las grandes y medianas fábricas textiles, metalúrgicas, plásticas, alimenticias y mecánicas que hizo desaparecer la dictadura. Los sobrevivientes en las empresas del Estado (petroleros, ferroviarios, telefónicos, electricistas) fueron barridos por Menem.
El peronismo de los trabajadores,  como otras tradiciones de izquierda se alimentaba de ese mundo obrero, donde como ocurre con la historia que relata Walsh, todas las tradiciones de izquierda se cruzaban y se aportaban.. Como bien dice Juan Carlos Cena refiriéndose a los tiempos previos al Cordobazo.” Éramos los obreros contra los otros, la oligarquía clerical cordobesa. Y entre nosotros, los orígenes politicos eran poco importantes.”.
Después de la masacre política y la masacre industrial ya no hubo más peronismo obrero como sujeto social que mantenía una dinámica y decisiones políticas autónomas del Partido Justicialista y la burocracia sindical. Siguió y seguirá habiendo trabajadores que siguen votando y se identifican con el peronismo pero su relación con las estructuras del movimiento cambiaron definitivamente después de la dictadura. Se transformo en una relación de subordinación, clientelar.  Sin  un sujeto social donde sustentarse no hubo más izquierda peronista.  Tardé más de diez años en  darme cuenta.

El peronismo ya no fue un movimiento donde confrontaban proyectos antagónicos. Los militares habían ganado la batalla y el cuestionamiento al sistema capitalista estaba fuera de agenda. Se podía incluir al Che en la galería de héroes, pero ninguna mención al Socialismo. “Lo primero que tenemos que discutir es si estamos afuera o adentro del sistema”,  me dijo un compañero de nuestra infructuosa aventura antes de iniciar un recorrido que desembocaría en el menemismo.
Es evidente que en la Argentina de hoy hay un sector, con límites difusos  que se reivindica como izquierda peronista. Limites difusos porque oscilan entre quienes se acercaron al peronismo para apoyar lo bueno que hacía el kirchnerismo, hasta quienes reivindican la jefatura de Cristina, o terminar acompañando en sus formulas a Scioli y Aníbal Fernández.
No constituyen un sujeto social  sino es un componente militante, muchos de ellos funcionarios, con orígenes diversos. Algunos vienen del FREPASO, otros de movimientos sociales,  tambien unos pocos militantes que provienen de  la infructuosa tarea de reconstruir la izquierda peronista. El dato de color es que  muchos de esos militantes provenían de un antiperonismo visceral, pero se peronizaron acercándose al Estado,  No vale la pena nombrar a personas u organizaciones, somos viejos conocidos.
El problema de este nuevo intento de reconstruir la izquierda peronista no son sus intenciones, sino no advertir que construir identidades no es un acto de pura voluntad, no puede hacerse al margen de  la lucha de clases.

Del hecho maldito del país burgués al mejor gestor del capitalismo argentino.
El peronismo no sólo se encuadró en el sistema capitalista, sino que se convirtió en el gestor más confiable de sus intereses.
Cuando el gobierno de Alfonsín  intentó iniciar su ola privatizadora y no tuvo fuerzas para hacerlo,  el peronista José Octavio Bordón  desde el gobierno de Mendoza inició el festival de ventas de patrimonios estatales (Bodegas Giol).
En el auge de la ola neoliberal en el mundo las privatizaciones fueron ejecutadas por el Partido Justicialista y Menem en el gobierno.
Cuando creció la resistencia a las políticas de ajuste permanente en America Latina y la rebelión de 2001 amenazo con tomar los senderos de Bolivia y Venezuela, fue el Partido Justicialista el eficaz piloto de tormentas que obligando a hacer concesiones importantes a las clases dominantes (juicio a los genocidas, estatización de las AFJP, asignaciones familiares) consiguió reencauzar la política argentina recuperando la institucionalidad cuestionada y represtigiando a la clase política. Cuando los ánimos insurreccionales aparecen apagados y la crisis mundial impone nuevos ajustes, el peronismo ofrece un candidato acorde a los nuevos tiempos y las tareas emergentes: Daniel Scioli.

Visto en perspectiva la constante del peronismo post-dictadura no ha sido sostener determinados lineamientos politicos. Quienes afirman que el peronismo siempre garantizó inclusión social y politicas internacionales de independencia frente a Estados Unidos, olvidan los 10 años de gobierno Menem, donde participaron buena parte de los actuales funcionarios (incluido los Kirchner). La constante en el peronismo post dictadura ha sido la disposición a ser gobierno, de hacerse cargo de su responsabilidad como Partido de Estado.  A partir del regreso de la democracia constitucional, la vinculación del peronismo con el Estado pasa de ser ocasional a permanente. Durante el gobierno de Alfonsin el Justicialismo gobernó en numerosas provincias, y en tiempos  la Alianza (donde participaban muchos peronistas) cogobernó con el Justicialismo. Un eventual triunfo de Macri significará, como bien apunta Katz, gobernar tambien con peronistas, como ya lo esta haciendo en  la CABA.
Si se analizan los votos que perdió Scioli después de las PASO , se advierte que emigraron a Macri,  direccionados por punteros peronistas convencidos de que el PRO era la mejor opción para seguir o retornar (porque estaban desplazados)  al Estado. Esos mismos punteros peronistas promueven que los votos de Massa, emigren a Macri.

La identidad  Peronismo- Estado, que es muy similar  a la que construyó el PRI  de México desde hace mas de 90 años, se refleja con mucha claridad en el hecho de que en la vida cotidiana de los argentinos siempre  es “un amigo peronista”, el que da una mano para acceder al Estado, para solucionar un tramite o conseguir un trabajo.. También en la comprobación que cuando  fuerzas políticas que privilegian su inserción institucional se arriman inexorablemente al peronismo (y son deglutidas por él movimiento). Hay una larga lista de nombres pero mencionemos al Partido Intransigente (que presentandose en forma independiente llego a sacar un millon de votos ), y lo mas cercanos Frente Grande, Partido Humanista, Nuevo Encuentro, etc.

El peronismo ha perdido su carácter disruptivo, para convertirse en el mejor gestor y el intermediario amigo, con el que nadie quiere pelearse demasiado porque significa perder definitivamente el calorcito del Estado. Actúa como lo hacía la burocracia sindical que conocí en las fabricas, su papel era gestionar lo pequeño, lo posible dentro de las leyes de juego patronales. En esa burocracia existían también sectores más patronales y sectores más amigables.
Si pretendemos cambios, transformaciones, tendremos que buscar otros amigos, otras alianzas.

El peronismo de Scioli como una de las opciones al ballotage.

La presencia en el ballotage de la bestia peluda Macri, empresario mafioso, exponente cabal de la nueva derecha y punta de lanza de la política de Estados Unidos en la región suele oscurecer el significado de la postulación de Scioli. Al punto que se ha reivindicado la consigna Patria o Macri.
Mas allá de los discursos para la tribuna es importante como explicitan sus proyectos Scioli y Macri, cuando hablan con sus pares los empresarios.
Hay un consenso compartido con el conjunto de las clases dominantes: el ciclo K se agotó, hay que ajustar el gasto social, devaluar y eliminar subsidios. Pero las ofertas son distintas. Macri ofrece radicalidad y Scioli ofrece estabilidad, consenso. Macri dice vamos a fondo, Scioli ofrece vaselina.

Sin conocer todavía los resultados de las elecciones la Consultora JP Morgan bajó los índices del riesgo país. Todos los consultores de negocios, coinciden en que se inicia una nueva etapa.
Decidir el voto comparando las políticas del ciclo K con las políticas del macrismo es hacer trampa. No se está votando eso. Se esta votando un mismo proyecto de ajuste y de realineamiento internacional  con dos caras y tácticas diferentes.
Lo que esta en juego en la Argentina no es lo mismo que se juega en las elecciones de Bolivia o Venezuela donde si efectivamente confrontan dos proyectos.  Lo que sucede en la Argentina se parece a lo que sucede en Brasil entre el líder de la nueva derecha  Aécio Neves y la lidereza del neodesarrollismo en bancarrota Dilma Roussef.
La nueva derecha del PRO se enfervoriza diciendo que los gestores peronistas hacen todo a medias y gastan recursos excesivos en la contención social. Scioli responde que Alfonsín no termino el mandato y que De la Rua se tuvo que ir en un helicóptero.  Y que nadie es  mejor que el peronismo para navegar en aguas tumultuosas.
Es una pelea entre gerentes, con estilos y antecedentes diferentes. No se discute democracia o fascismo, o liberación y dependencia. Tampoco derechos humanos o represión. Si alguna duda quedaba, ya lo despejo Scioli con sus declaraciones  en el circo de Lanata, sobre el piquete cero.

Es una pelea que involucra tambien a miles de militantes que perderán sus empleos, y a movimientos sociales que en los últimos años depositaron más confianza en sus amigos peronistas en los Ministerios, que en sus propias luchas.
Con Macri o con Scioli, se viene un cambio de etapa donde habrá que defender conquistas luchando y cada avance popular va a costar ganar la calle en un clima mucho más represivo. La nueva etapa esta consensuada por el conjunto de las clases dominantes  y los candidatos en pugna son parte de ese acuerdo. Suponer que podemos torcer esa voluntad con un voto al menos malo es, por lo menos, ingenuo.
Como ocurrió con la pelea “campo” vs. gobierno, no se trata de elegir el grosor de la cadena. Se trata de independizarse de disputas entre quienes discuten la mejor forma de embromarnos. Esa es nuestra responsabilidad frente a nuestro pueblo.

Una necesaria reivindicación

Quienes provenimos del peronismo de izquierda estamos obligados a hacernos cargo de  que siendo el peronismo durante 30 años un proyecto en diputa fuimos derrotados. La sentencia de Cooke “el peronismo será revolucionario o no será”,  no fue cumplida. El peronismo sobrevivió al despojo de sus componentes transformadores. Y ese peronismo sobreviviente  que se quedó con la identidad  hoy utiliza símbolos y referencias que son funcionales a enmascarar su papel de gerentes de distintos proyectos capitalistas.  Pero así como debemos denunciar lo que en palabras de Sendic es “retroceso”, debemos reivindicar lo que fue “un gran adelanto”.
Nuestras izquierdas siempre tuvo una relación traumática con el peronismo. Por irritación o pasión, dos caras de a misma moneda obvió incluir en el análisis de ese movimiento, que fue el fenómeno político mas importante del siglo XX en la Argentina, una perspectiva de análisis de clases. Siempre lo asumió como un todo, tanto para rechazarlo como  para adherir acríticamente.
Cuando se lo rechaza o se le reduce a una mera anécdota de manipulación de masas, se desconocen hechos reivindicables de la primera etapa del peronismo como el 17 de octubre y la resistencia peronista,  las puebladas del interior, el papel de las organizaciones armadas. Tambien a  figuras como Eva Perón y John William Cooke. Esos olvidos son parte de las lagunas históricas de nuestras izquierdas que también incluyen a las luchas  de la resistencia originaria y las batallas por la independencia y un país de iguales por la que derramaron la vida miles de patriotas.  Frente a las lagunas históricas de nuestra izquierda, la derecha argentina ha demostrado ser más memoriosa y tener más capacidad de asociación. Por eso denominaba Tupamaros a los líderes más radicales de la Revolución de Mayo,  acusó de anarquista a Artigas y tembló de miedo el 17 de octubre de 1945, por la memoria de las montoneras federales atando sus caballos en la puerta del Cabildo y por  miedo a una nueva Revolución Rusa.
El saldo de los diez primeros años de gobierno fue gestar una conciencia de derechos sindicales y políticos que alimentaron durante veinte años a una de las clases obreras más combativas del mundo, que desestabilizó los sucesivos proyectos capitalistas encabezados por civiles o militares,  Sobre esa realidad se asentó Cooke para afirmar que el peronismo era “el hecho maldito del país burgués”. También fueron fruto de esas experiencias y esas luchas  una profunda reflexión política sobre la cuestión del poder y la organización popular que hoy no ha perdido su vigencia.
Walsh dijo algo así como que solo la victoria final alumbrará todos los esfuerzos inconclusos, los sacrificios y las luchas que el pueblo invirtió en su liberación. Mientras esperamos ese momento las conclusiones políticas de ese pasado glorioso nos ayudan a tomar decisiones en el presente.

Fuente: http://www.lahaine.org/mundo.php/el-peronismo-una-discusion-pendiente

domingo, 29 de noviembre de 2015

"Solemos decir que en el 2001 no hubo condiciones para pasar de la resistencia a la ofensiva. Esto dejó en manos de los Kirchner la tarea de recomponer la dominación social, mediante el consenso de clases y la relegitimación del Estado".

Actualidad de la Izquierda Independiente y Movimientos
enero de 2015
 
Por: Federico Orchani, Facundo Nahuel Martin y Carina López Monja
Militantes del Frente Popular Darío Santillán

Aunque el titulo parezca redundante, no lo es. Hace referencia, por un lado, a un nuevo sujeto histórico, nacido de la resistencia al neoliberalismo,  conformado por un entramado de clases subalternas que sufren directamente los efectos de la opresión y explotación que somete el gran capital a las personas, por el otro, con el término Izquierda Independiente, se definen una serie rasgos y características político identitarios que algunos de estos  movimientos fueron adoptando al calor de la lucha y organización, al mismo tiempo que se iban delineando perfiles político ideológicos y formatos organizativos fruto de una práctica política anticapitalista novedosa.
 
Un nuevo sujeto histórico
Generalmente se dice que somos “hijos del 2001” haciendo referencia a la rebelión popular de Diciembre de aquel año. El año del “que se vayan todos” es sin duda un punto de inflexión que marcó un cambio de época, en los hechos fue la derrota del capital financiero y el proyecto neoliberal en Argentina (al menos durante un tiempo); sin embargo, el origen de los nuevos movimientos sociales se debe rastrear aun mas allá, a mediados de la década de los años noventa.  Cutral Co, Tartagal, Mosconi, y luego el Puente Pueyrredón fueron el símbolo de un tiempo de resistencia que marcó a fuego la nueva generación militante. Este señalamiento no nos parece menor, el Frente Popular Darío Santillán (FPDS), organización social y política de la que somos parte nace con las luchas de los trabajadores desocupados, aunque no solamente.  Los años noventa y la década que inauguró políticamente el año 2001 vieron nacer producto de la lucha a fábricas recuperadas, asambleas populares en los barrios, la resistencia en el campo frente al avance del agronegocio, las luchas estudiantiles, el surgimiento de comisiones internas antiburocráticas, la multiplicación de medios comunitarios y espacios culturales autónomos, la lucha de los pueblos originarios, las asambleas ciudadanas en las provincias que enfrentan la mega minería contaminante contra del modelo extractivo, etc.
La izquierda independiente fue una forma de nominación  política, ideológica y programática de los nuevos movimientos sociales, que se proponía como síntesis política, apelando a una confluencia “por abajo” de prácticas comunes que reivindicaban el antimperialismo, el anticapitalismo y el anti patriarcado, y tenían como  faro las experiencias de lucha en la región, de los zapatistas en México, los campesinos sin tierra del Brasil, el faro de Cuba, pero sobre todo la revolución bolivariana. Además de recuperar la experiencia histórica de lucha del propio pueblo argentino, cuestión en sí compleja para el común de la izquierda y su relación por lo menos  tormentosa con la experiencia política del peronismo. Nuestra opinión es que este proceso al que hacemos referencia se encuentra congelado en su potencial mejor versión, se vio interrumpido, veamos el o los por qué.
 
El Estado, una relación conflictiva
La llegada en 2003 del kirchnerismo al poder político modificó entre muchas otras cosas, la relación entre el Estado y los Movimientos Sociales.  El kirchnerismo, montado sobre el relanzamiento de la acumulación del capital, relegitimó el rol del Estado como garante del compromiso entre clases, combinando una serie de medidas progresistas con la construcción discursiva del “proyecto nacional” y el “modelo”. Durante el neoliberalismo, impugnar frontalmente al Estado y priorizar la construcción de base, permitió al espacio de la nueva izquierda crecer y proyectarse políticamente, en la medida en que esas coordenadas coincidían con la experiencia que estaba haciendo el pueblo trabajador en Argentina.
El análisis del caso argentino que bien puede extenderse a otras latitudes nos lleva a pensar el Estado no como lo definiera Federico Engels, como el “comité de negocios de la burguesía” al menos no solamente. El Estado es además de un “instrumento” de la clase que se encuentre en el “poder”, reflejo directo o indirecto de pujas entre clases sociales antagónicas que se desenvuelven en el seno mismo de la sociedad civil, es decir que la forma del Estado es resultante de una correlación de fuerzas.  El Estado es entre muchas otras cosas, un Estado “ampliado” que atraviesa un sinfín de momentos de la vida cotidiana, civil y política. El Estado moderno capitalista es sobre todo, un Estado hegemónico.
Ante los desafíos impuestos por los cambios históricos, la respuesta ensayada por la Izquierda Independiente fue recuperar y desarrollar el concepto de poder popular, pero no sólo como idea, sino el concepto vuelto carne, praxis transformadora.
El poder popular –concepto clave de la Izquierda Independiente y aun de otras expresiones del campo popular– aparece definido por Miguel Mazzeo como “la fuerza del pueblo en manos del propio pueblo”; como “puesta en acto del poder colectivo” y de la “fuerza colectiva de la hermandad de los explotados y oprimidos.
“La pre-figuración, como transición al socialismo ya desde ahora, junto con la posibilidad de aportar a la constitución de un gobierno popular que –toma del poder mediante– entienda que ese episodio no cierra la transición, son otros de los elementos que aparecen como centrales a la hora de definir una delimitación de lo que es, o más bien, de lo que debería ser, la lógica de construcción del espacio.”
Pero la cuestión del poder y el estado, el dilema de la estatalidad, es uno de los nudos problemáticos que atraviesan hoy el debate en el seno de la Izquierda Independiente y que son, en parte, responsables de su crisis. Podemos citar además, al menos dos formas de entender el poder que tienen un peso relativo en el marco de la Izquierda Independiente.
A quienes ponderan en exceso el potencial en sí de las construcciones de base, valoración que se basa en la creencia de que la construcción de organización popular en un territorio tiene de por si la combatividad necesaria y que sumadas todas esas pequeñas o medianas micro experiencias, progresivamente, en un determinado tiempo van a lograr reemplazar el viejo estado (sin intervenir en el más que para denunciarlo) por una forma superadora.
Hay otros que entienden el poder de forma “fetichizada, es decir, como un lugar de llegada para desde ahí emprender las tareas transformadoras necesarias. Esta visión se caracteriza por depositar peligrosamente su estrategia en “penetrar” las instituciones democráticas (burguesas) para de esa manera modificar la correlación de fuerzas (desde adentro) en favor de los sectores populares.  El “abajo” y los trabajos de base no quedan excluidos de la estrategia, pero son subordinados al plano de “la política” y la disputa por arriba.
El poder popular plantea una superación de estas dos visiones que acabamos de enunciar, es la vía de reconciliación entre el momento de la construcción por abajo, en sí, y el” asalto al poder”, para sí. El poder popular es medio y fin que forman una totalidad. No niega la “toma del poder” aunque la entiende como un momento en la transición necesaria entre un gobierno popular y la sociedad sin explotación ni opresión fruto de experiencias político organizativas surgidas en el momento de la prefiguración.
Los debates en torno al poder y el estado devienen naturalmente en la discusión acerca de las distintas formas de intervenir en las instituciones, desde qué lugar, acerca de qué herramienta o instrumento político resulta más adecuado para hacer política en este contexto específico.
 
Herramienta política y nueva institucionalidad
El abordaje de la institucionalidad (burguesa) ha generado grandes debates en la Izquierda Independiente, en particular la intervención electoral. A esta altura casi resulta ociosa la pregunta “elecciones sí o no”… aunque quizás la cuestión merece algún comentario ya que la forma en cómo se resolvieron los debates no fue del todo sana para el espacio, ocasionando fuertes tensiones hacia el interior de las organizaciones.
Hace algunos años, en un artículo que escribimos sobre la cuestión de la herramienta hacíamos la diferencia entre lo que significa pensar una herramienta política de “síntesis estratégica”, es decir orgánica, y una herramienta política “a secas” más de tipo instrumental, parecida a un brazo electoral alimentado por uno o varios movimientos en función de intervenir en la arena institucional burguesa.
La “herramienta política estratégica”, decíamos, deberá preparar las condiciones para una perspectiva de largo aliento, porque así definimos “nuestro objetivo estratégico, nuestra tarea histórica, entonces, es derrotar al capitalismo, el patriarcado y el colonialismo como sistemas de dominación y opresión, para sentar las bases de una sociedad de iguales”. Esa tarea estará atravesada por definiciones que se convierten en “invariantes” más allá de cada período histórico o etapa: la lucha de clases como motor de la historia en tanto haya sociedades de opresión; el protagonismo directo del pueblo a través de sus organizaciones de base, como sujeto de la historia y como ejecutor de decisiones y acciones que definan su destino; la necesidad de herramientas sociales y políticas para cada contexto, que eviten reproducir estructuras de dominación al interior del proyecto revolucionario, mediante la puesta en práctica de valores que prefiguren la sociedad por venir. Es aquí dónde volcaremos nuestros mayores esfuerzos, también para que el camino sea compartido, no imaginamos ni creemos que tal o cual organización política sea de por sí LA herramienta superadora, tampoco que ésta se halle hoy constituida.
Aquí es donde aparece la posibilidad de intervenir en el plano de la disputa electoral, entendiendo éste como un “momento más” de la lucha política, subordinado al plano estratégico y a las necesidades, más bien a las posibilidades, del espacio. Reafirmamos esta visión, aunque no pareciera ser compartida por el conjunto del espacio, al menos a la luz de cómo fue la experiencia electoral de la Izquierda Independiente en las pasadas legislativas de 2013.
Si analizamos las primeras experiencias  electorales de la izquierda independiente en 2013, del “Frente para la Ciudad Futura” en Rosario, del Frente Ciudad Nueva en La Plata o Izquierda Popular y Camino Popular en la Ciudad de Buenos Aires, nos vamos a encontrar con una serie de matices en relación a la campaña electoral, las propuestas políticas, el discurso,  las alianzas, etc. No es objeto de este artículo analizar en detalle cada experiencia, sólo señalar que a nuestro entender, las diferencias o matices, responden a concepciones diferentes sobre el poder, el momento de la estatalidad y la herramienta política, de las que hicimos mención anteriormente.
 
Situación política, tareas y posibilidades del espacio
Toda proyección de mediano plazo (proyección para la etapa) se basa en delinear el espacio político en el cual la propia fuerza se va a instalar discursiva y tácticamente para interpelar a la sociedad, relacionarse con otras fuerzas, priorizar aliados y también antagonistas, etc. Frente al cambio de etapa que significó el kirchnerismo, la izquierda independiente mantuvo su oposición y crítica al gobierno, pero también mantuvo diferencias con los planteos más clásicos de la izquierda tradicional.
Esto tuvo algunos pilares:
a) Reconocer algunas medidas progresistas del gobierno que venían siendo peleadas y reclamadas por el campo popular, pero delimitarse del proyecto oficialista en su sentido de totalidad, manteniendo la independencia de clase y el carácter socialista y anticapitalista del proyecto propio. Tras la rebelión popular y la profunda crisis de representatividad y del sistema político en su conjunto, el kirchnerismo hizo una lectura “acertada” y su accionar fue producto de la misma. El planteo de colocar al Estado como “mediador” entre los trabajadores y los capitalistas, cual si fuera juez, la concepción de Estado como eje de un pretendido modelo inclusivo de “redistribución de riqueza”, y la apuesta al mercado interno, fueron pilares de la respuesta de los de arriba al cambio parcial en la correlación de fuerzas impuesto en el 2001. Todo esto sirvió para consolidar el capitalismo “serio” y que los empresarios “se la llevaran en pala”, al tiempo que acotaba el conflicto social. Este entramado económico, político social y cultural supo construir una poderosa hegemonía y eso nos obligó a delimitarnos globalmente del kirchnerismo, sin dejar de señalar las medidas puntuales que fueron resultado de las peleas de nuestro pueblo.
Durante casi todo el período kirchnerista, la izquierda independiente no quiso, no pudo o no supo darse nuevas arenas de disputa, como la electoral, y priorizó y profundizó la constitución de organizaciones de base que crecieron en barrios, lugares de trabajo, escuelas, profesorados, universidades. Esta izquierda interpeló y organizó a una base social que, más allá de su elección electoral, estaba dispuesta a apostar a una nueva  izquierda en los espacios de base. Mientras el kirchnerismo se imponía en las urnas una y otra vez, la izquierda independiente supo acompañar la experiencia política de nuestro pueblo, organizando a las bases de forma independiente y autónoma del Estado, priorizando la construcción desde abajo y manteniendo una delimitación del gobierno;
 
b) Finalmente, el giro al socialismo del proceso bolivariano devolvió lo que años de derrota neoliberal nos habían quitado: un proyecto estratégico posible para pensar el avance hacia el socialismo en nuestro tiempo. El ciclo piquetero fue fundamentalmente “resistencialista”, porque el pueblo se largó a resistir al neoliberalismo, a impugnar la política de los de arriba, sin tener una hipótesis muy clara de cómo construir un orden social alternativo. La tenaz resistencia del pueblo argentino impuso nuevas condiciones a la burguesía, al punto de que no se pudo seguir manteniendo el consenso neoliberal. Pero los movimientos no fuimos capaces de capitalizar la resistencia para un proyecto de ofensiva o de poder propio.

El proceso bolivariano, con todos sus límites y contradicciones, nos permitió discutir el posibilismo oficialista: acá cerquita, en América Latina, un gobierno popular se propuso construir el socialismo. Este proceso nos ofrece, desde una experiencia y práctica concretas, una idea de por dónde podría llegar a pasar, en las condiciones actuales, una eventual disputa socialista en Nuestramérica. Esta hipótesis pasa por articular construcción de poder popular con la generación de rupturas parciales desde el seno del Estado, de parte de un gobierno popular antiimperialista con aspiraciones socialistas, conquistado por la vía democrático-electoral.

La construcción de base, la elaboración de una delimitación compleja y matizada frente al oficialismo y el acompañamiento a los procesos más avanzados de Nuestra América  así como el aprendizaje y la crítica a estos procesos fueron elementos claves en la construcción de la izquierda independiente.

Hoy la etapa que se abre parece estar signada por una generalizada derechización política. El kirchnerismo desactivó la movilización social y garantizó el “consenso” entre clases, lo que  socavó sus propias bases como gobierno “progre”: al desmovilizar al pueblo trabajador, la burguesía dejó de tener miedo. La clase dominante es hoy más reacia a hacer concesiones sociales porque ya no hay un pueblo combativo cortando rutas y gritando “que se vayan todos”. La clase dominante sólo cede pensando en “perder algo para no perderlo todo”. Hoy, ya no tiene miedo a perderlo todo. Al mismo tiempo, el modelo se reveló insolvente desde un punto de vista económico: la acumulación de capital, tras 10 años de crecimiento, se volvió a estrangular, en uno de los típicos cuellos de botella que enfrentan los proyectos de desarrollo nacional-burgués en la Argentina. El kirchnerismo como experiencia de “capitalismo con inclusión” y conciliación de clases se agota porque se desdibujan sus bases económicas y sociales. Todo exige, en ese marco, el pasaje a un peronismo conservador como el de Scioli, y el ascenso de figuras nefastas como Milani o Berni, rechazadas por una parte importante de la militancia  kichnerista. Sin que sea previsible un ajuste económico brutal, la derechización política del espectro parece clara.

Si el cambio de etapa estará signado por una generalizada derechización política (situación que de hecho ya está ocurriendo), deviene la necesidad de asumir posturas claras sobre el accionar del gobierno. El discurso profundizacionista, que plantea la necesidad de “seguir adelante” con el proceso de cambio que supuestamente habría instalado el kirchnerismo, hace una reconstrucción sesgada de nuestra historia reciente, reconstrucción que carece de perspectiva de clase. Lee los “avances” de estos años como producto de la iniciativa independiente del gobierno, olvidando que fueron las jornadas de 2001 las que hicieron posible la política progresista del oficialismo. Además, ese discurso omite leer el resultado del kirchnerismo, que es la transición a un peronismo ortodoxo que no tiene nada de progresista. En ese sentido, el discurso de la profundización omite ver que el kirchnerismo fue una experiencia de recomposición burguesa a partir de concesiones a las y los de abajo, dada la nueva correlación de fuerzas impuesta por el 2001, y no una experiencia de “avance desde el Estado”, como dicen sus defensores.
Creemos que, en los años que se vienen, la posibilidad de reconstruir la izquierda independiente pasa por asumir con toda claridad que las tareas que se imponen son de resistencia y recomposición de la clase. En un marco defensivo, creemos que el espacio político a construir pasa por la lucha, la impugnación al gobierno conservador que se venga, la construcción de poder popular e ir afianzando el proyecto propio, alternativo, que vaya fortaleciendo ese país y ese continente para la vida digna y la emancipación de los pueblos, al tiempo que incorpora la disputa electoral como espacio de denuncia y de propaganda de una alternativa socialista y de emancipación.
Finalmente, la etapa que se abre parece llevar a cierta “contradicción” entre la táctica y la estrategia. La táctica, como decíamos, es de resistencia, lucha defensiva y denuncia de la generalizada derechización política. La discusión de estrategia nos exige poner en el centro la discusión del Estado y cómo pensar una ofensiva socialista en Nuestramérica. Solemos decir que en el 2001 no hubo condiciones para pasar de la resistencia a la ofensiva. Esto dejó en manos de los Kirchner la tarea de recomponer la dominación social, mediante el consenso de clases y la relegitimación del Estado. De esa experiencia se impone un balance histórico claro: no es posible hacer política socialista puramente desde abajo. “Crear poder popular” no puede ser la única tarea de la izquierda anticapitalista.  Es necesario plantearse seriamente el problema de acceder al poder del Estado.  Creemos que es ingenuo pensar que la tarea va a ser solo “acumular mucho poder popular”, hasta que seamos lo bastante fuertes “desde abajo” como para medirnos globalmente con el enemigo-Estado burgués.
Hoy es necesario repensar el anti-estatalismo que caracterizó a parte de la izquierda independiente, porque entendemos que la construcción del socialismo debe ser integral, debe tener un pie en el poder popular y otro en la lucha estatal (y electoral) y debe prepararse para propulsar rupturas en ambos planos de disputa.
Enfrentamos un Estado capitalista ampliado, hegemónico, que va a desactivar (por la cooptación, por la represión o por una combinación de ambas) cualquier crecimiento demasiado grande de la organización por abajo. Esto nos exige plantearnos con seriedad la cuestión del poder del Estado, la estatalidad de forma integral y nuestro acceso o relación con la misma, como episodio no necesariamente prioritario, pero sí indispensable, de cualquier proceso revolucionario y de ofensiva socialista para nuestro tiempo.
Lejos estamos de ese escenario. Hoy enfrentamos Estados formalmente democráticos, parcialmente porosos a los intereses del pueblo trabajador y capaces de vigorosas construcciones hegemónicas, que tornan improbable la proyección de escenarios de tipo insurreccional que motoricen el acceso al poder. Al mismo tiempo, experiencias como el proceso bolivariano nos permiten proyectar la hipótesis estratégica de una articulación entre un gobierno popular que motorice “desde arriba” rupturas con el capitalismo, y la ampliación y profundización del poder popular como motor del antagonismo social desde abajo y de construcción de un nuevo orden social.

Claro que, dado el estado de la lucha de clases en la etapa, no estamos hablando de tareas inmediatas o siquiera mediatas en algún plazo previsible. Obviamente, en la Argentina que se viene nos tocará resistir y rearmarnos desde la lucha, la creación de poder popular y de nueva institucionalidad, la táctica electoral como denuncia y el cultivo de una perspectiva clasista. Al mismo tiempo, mientras nos rearmamos en un contexto defensivo, es indispensable que propugnemos la reelaboración política desde la izquierda independiente. Las tareas estratégicas, a nuestro humilde entender, pasan por una reorientación de la idea de transición socialista, que otorgue un lugar más preponderante a la disputa del Estado y a los procesos electorales como jalones en la lucha. Las tareas tácticas, en cambio, pasan por la denuncia del giro a la derecha de todo el escenario político y la impugnación de la nueva ofensiva de los de arriba.
Los desafíos que se abren son grandes y es importante enfrentarlos con creatividad política pero sin caer en atajos oportunistas que desdibujen el perfil y la identidad políticas creadas hasta hoy. La nueva izquierda tiene la tarea histórica de repensar su propio legado para una nueva etapa de la lucha de clases, recuperando lo mejor de lo construido hasta el presente. Debemos pararnos sobre los aprendizajes hechos por nuestro pueblo, de los que somos parte. Esos aprendizajes, que reafirmamos, tienen que ver con la construcción de poder popular, la apuesta por el protagonismo directo del pueblo en la lucha y la toma de decisiones, la prefiguración del socialismo, la lucha de clases como motor del cambio histórico y la valoración de la experiencia histórica de nuestro pueblo. Todo eso es parte del acumulado histórico de la nueva izquierda y de nuestro pueblo trabajador que lucha y se organiza. Recuperar ese acumulado, y proyectarlo para los nuevos desafíos tácticos y estratégicos, es hoy la tarea de la izquierda anticapitalista. (...)