domingo, 11 de octubre de 2015

"Estamos hablando de un caso que excede por mucho la individualidad de un sujeto que se excedió en sus funciones. Para poder dimensionarlo estamos hablando de casi 50 efectivos, de tres fuerzas de seguridad, presentes en el lugar y que están teniendo una respuesta corporativa".

Maten a Yalet: 
protocolo para un nuevo genocidio en el país
7 de octubre de 2015
El asesinato de Juan Martín Yalet el último 26 de agosto en la ciudad de La Plata, luego de ser aprendido por el accionar conjunto de las fuerzas de seguridad Policía Local, el Comando de Patrulla Comunal (CPC) y la Comisaría 9º, mientras acababa de cometer una supuesta “entradera” en el barrio El Mondongo, reabrió el debate en torno a la violencia sistematizada de las fuerzas represivas del Estado en su accionar para el control del delito, mediante la vieja metodología del gatillo fácil y las tácticas corporativas de ocultamiento de pruebas. 
Por ANRed
En diálogo con ANRed, Damián Raboso (DR), integrante del CIAJ desde hace 5 años, responsable de prensa de la entidad y Sofía Caravellos (SC), integrante del CIAJ y abogada de la causa por el asesinato de Martín Yalet, junto a Analía Carrillo, nos presentan un análisis sobre el hecho, que sirve como voz de alerta para un posible recrudecer de las políticas represivas que los Estados municipales, provinciales o nacional pueden desatar hacia los sectores más vulnerables: las juventudes y los trabajadores y trabajadoras desocupados.
El Colectivo de Investigación y Acción Jurídica (CIAJ) es una organización política que trabaja en la promoción y protección de los derechos humanos. Su trabajo implica tres líneas de acción: la Acción Jurídica –ofensiva y defensiva- en casos de violaciones de derechos humanos; Capacitación a organizaciones sociales sobre los ejes temáticos: Protesta social, Derecho a la Ciudad, Violencia policial y Género; y Comunicación, como proceso de producción de discursos alternativos dentro de ese universo temático.
Aquí presentamos la entrevista que resultó de este encuentro.

(...)ANRed: ¿Cuáles son los primeros resultados que arrojó la reconstrucción del hecho? ¿Qué les llamó más la atención de los datos obtenidos?
SC: En principio quedaron demostradas estas tres escenas, descartemos la primera que es la “entradera”, que no es la más interesante, pero sí las otras dos: que tienen que ver en primera instancia con el lugar de aprehensión, donde Yalet es detenido y subido a un patrullero; y la segunda escena, que es en 2 y 62, en la “ochavita”, donde el móvil policial se detiene y en principio, se ubicó la escena del crimen.
En la primera escena de crimen, lo que sucede es que están corridas todas las jerarquías policiales. O sea, efectivamente, en la aprensión y en el traslado de Yalet al patrullero, y en la permanencia de Yalet en el patrullero; esa escena, que está rodeada de personal policial, custodiada por personal policial, está presente la jerarquía del procedimiento. En el procedimiento de aprensión y traslado, está presente.
Cuando esta situación se traslada a la “ochava” de 2 y 67, la jerarquía queda corrida de la escena y esto es lo que sucedió con la detención de estos ocho policías: donde no se da la aprensión de oficiales de jerarquía superior. Mientras que en primer lugar estaba la presencia de un comisario (Vargas), un sub-comisario (Garolla) y un comisario inspector, nada más ni nada menos, que es Gandolfi.
Las pericias van a estar luego, pero en ese lugar habría sucedido el disparo. Eso puede corroborarse, porque en el lugar se encontró el núcleo de un proyectil, que luego se determinará si es el mismo que terminó por perforar la cabeza de Yalet, lo que es bastante probable por la ubicación donde se lo encontró; esto se corresponde con otro dato, que tiene que ver con otros restos encontrados en el lugar, de un proyectil, que la pericia balística se encargará de comprobar.
A raíz de esto empiezan a tener otro protagonismo, otras jerarquías policiales, que son los que estaban a cargo del operativo.
De lo que no hay dudas tampoco, es que Yalet no podía tener el arma en la espalda, de ninguna manera. Puede haber dudas si fue requisado en su totalidad: si el pecho fue revisado, si la panza fue revisada, pero Yalet no pudo haber salido de esa vivienda (donde fue aprendido) con un arma en la espalda. Si no estaba en la espalda, no hubiese habido forma de que pudiera tomar un arma, porque estaba esposado con sus manos en la espalda. De esto tampoco hay dudas, porque todos los que lo requisaron, revisaron su espalda, vieron la faja, el color de la faja, cuando lo esposaron fueron claros en que lo esposaron de atrás, y dijeron cómo estaban las manos, cómo le pusieron la capucha, cómo él hacía algunos movimientos con la cabeza. No había dudas de que él, cuando salió de esa casa, salió sin nada en la espalda y esposado por la espalda.
Hay que decir además, que hubo bastantes disputas jurisdiccionales entre lo que es el CPC y la 9º, respecto de quién tenía el control sobre ese detenido, sobre quién finalmente detentaba el poder, el control sobre ese cuerpo; y finalmente, sobre lo que no cabe duda alguna es quién lo ve por última vez con vida y cierra ese patrullero, que es el Comisario Vargas.

ANRed: ¿Cómo continúa la causa? ¿Hacia dónde se dirige la investigación?
SC: En principio lo que buscamos es abrirnos del relato policial, de aquí la idea de poder convocar a los vecinos, hay fotos que muestran que había una gran cantidad de vecinos presentes en el lugar; lo que vuelve totalmente inverosímil creer que, entre casi medio centenar de policías, y tantos vecinos presentes, nadie pudiera haber distinguido entre un disparo y la aceleración de un camión o una piedra que golpea la chapa de un vehículo. Por formación y entrenamiento, un policía debería poder distinguir el sonido del disparo de un arma 9 milímetros.
Entonces, la necesidad que tenemos es que se pueda comprobar la existencia de ese disparo, más allá de que se hayan encontrado restos del proyectil, para ello es necesario salirnos de ese relato policial, hacia un relato de la gente civil que estaba en el lugar y que pudo oír o ver algo.
DR: Y también la presencia de medios de comunicación en el lugar: estaba la Red 92, las imágenes de Crónica TV. Nosotros solicitamos esas imágenes, que serían muy importantes para la causa. Creemos que esas pruebas pueden echar luz sobre el relato de lo que sucedió que ofrece la policía. Es decir, las imágenes pueden servir para corroborar si existió un camión que atravesó una calles cortada por vehículos, que pudo pasar por una calle estrecha entre otros autos estacionados en el lugar; puede aportar a corroborar si verdaderamente existió un tercer disparo y distinguir el sonido de ese disparo.
Entonces la idea es poder encontrarnos con esos relatos. El pedido que hacemos, tanto a la fiscal como a los vecinos que estuvieron presentes, es ese.

ANRed: ¿El objetivo final es demostrar la existencia de un nuevo caso de gatillo fácil?
SC: No tenemos ninguna duda de que es un caso más de gatillo fácil. Este es un término acuñado históricamente y por eso lo seguimos usando. Pero aquí estamos hablando de un contexto institucional y de corporación. Estamos hablando de un caso que excede por mucho la individualidad de un sujeto que se excedió en sus funciones.
Para poder dimensionarlo estamos hablando de casi 50 efectivos, de tres fuerzas de seguridad, presentes en el lugar y que están teniendo una respuesta corporativa. Es mucho más que el exceso de un funcionario policial, al cual “se le escapó un tiro”. Estamos hablando de una respuesta corporativa, que no solamente aparece por cómo declaran, cómo no escuchan el tiro, cómo van variando las declaraciones, cómo están generando diferentes versiones para que se diluyan las posibilidades de reconstrucción, cómo se van cubriendo distintas líneas entre sí. Pero sobre todo, por cómo tienen la representación del Ministerio de Seguridad.
Los imputados comenzaron con un patrocinio, que no sabemos a quién respondía; los efectivos y familiares y el grupo de policías que quieren la gremialización, hicieron marchas en relación a este caso y a otros casos por la falta de apoyo político que están teniendo los efectivos en otros procedimientos; y al día siguiente se presentaron abogados del área legal del Ministerio de Seguridad, con domicilio en calle 2 entre 51 y 53.
Sin ningún tapujo los están representando, directamente, los abogados del Ministerio de Seguridad. O sea, Granados dispuso, que el cuerpo de abogados de su ministerio, los represente técnicamente en esta causa, que no solamente tiene que ver con el triple agravamiento de un homicidio, sino además con la falsificación de documentos públicos, que son las actas de recibimiento, que es la actividad principal de la policía.
La reconstrucción también versó sobre esto: todo lo que tuvo que ver con la reconstrucción policial, todo lo que hicieron después del hecho los policías, las actas que relataron la situación, que se consideran falsificadas. Sobre esto, tampoco quedan dudas, de quien escribió también tiene que ver con la autoridad.
Evidentemente hay una corporatividad y una institucionalidad en toda esta operatoria. Nuestra idea es, justamente, develar esta práctica además de la cuestión puntual del gatillo fácil.
DR: Estamos hablando de un asesinato, de un homicidio, a plena luz del día, frente a cámaras de televisión, frente a vecinos, frente a altos mandos de la policía (el comisario de la novena, el subcomisario de la novena, el jefe de distrito del CPC). O sea, hay un contexto que necesariamente tiene que ser interpretado como político, en el asesinato de Yalet. Y, estos ocho abogados, que están defendiendo a estos policías imputados, en un caso de muchísima gravedad institucional y con comprobados comportamientos contrarios a sus funciones, nos habla de una verdadera dimensión política en todo esto y no lo podemos entender de otra manera.

ANRed: ¿Quiénes participan durante la reconstrucción?
SC: La reconstrucción es una recreación d los testimonio. Lo que se hizo fue volver a pedir a testigos e imputados que declararan escenificando su testimonio, utilizando el escenario real donde ocurrieron los hechos y utilizando, incluso, los móviles que habían sido utilizados en ese mismo contexto.
En esta situación, las únicas dos personas que declararon y no eran policías, fueron la dueña de la casa donde Yalet fue a hacer el robo y la dueña de la casa donde se encontró en el fondo a Yalet.
Todos los demás testigos, 22 en realidad, no se llegó a tomar todas las declaraciones que estaban previstas que son cerca de 40, las 20 restantes eran policías.
DR: Si se ven las fotografías del momento de la detención, la presencia policial es fastuosa: cantidad de policías rodeando al móvil, haciendo como una especie de biombo. Es realmente significativo ver esa imagen, porque si alguien no quiso escuchar nada, cualquier cosa pudo haber sucedido. Estaban como tapando una escena.

ANRed: ¿Este hecho puede ser entendido como la antesala a una nueva escalada represiva por parte del Estado?
DR: Lo que nosotros notamos, lo que verdaderamente nos preocupa y nos asusta, es lo que está sucediendo a nivel social, los discursos sociales que se están echando a rodar. Este es un país que sufrió un genocidio no hace mucho y que vivió otro genocidio hace más tiempo atrás. Es un país que acarrea dos genocidios sobre sus espaldas: primero los indios, después los subversivos y ahora el discurso, el caldo que se está cultivando, es este de que “a los chorros hay que matarlos”. Es un discurso que habilita a la muerte. Nosotros decimos, se está gestando un consenso social para un protocolo del genocidio: la respuesta a la inseguridad, la respuesta al sentido de desprotección ciudadana se encuentra en la desaparición del otro, en donde la expresión más cabal de esto es el linchamiento.
Esto nos marca la pauta a nosotros de un consenso social, que en un contexto de crecimiento de mano dura, puede significar algo extremadamente grave.
SC: Nosotros estamos atentos a todo lo que está pasando en ese barrio en particular (barrio EL mondongo, zona Hospital San Martín), el Diario El Día está sacando desde hace semanas que en esa zona está operando “la banda de los nenes”; además, hay muchos grupos vinculados a la protección de los derechos de los niños que plantean que hay muchos chicos que frecuentan esa plaza (Plaza Matheu 1 y 66), zona vinculada con la droga y la venta de droga, vinculada con la zona roja.
Entonces, pedirle a los vecinos que contemplen la situación de los pibes, contemplen la situación de las chicas trans, entendemos el grado de saturación que tiene toda esa zona pero también entendemos cómo opera la policía en todo ese relato y cómo interviene en ese contexto, para hacer perfectamente la administración de su negocio o de otros sectores que no necesariamente tienen que ser la policía exclusivamente.
Estamos atentos a este discurso, y vemos cómo opera ese discurso. Esto salió mucho en la reconstrucción cuando se decía que “en buena ley murió”, “qué bueno que lo mataron, porque sale al día siguiente”.
En este contexto Yalet termina siendo la concentración de todo ese desgaste, de todo ese malestar, que los vecinos vienen soportando y que vienen operando desde los medios de comunicación, la policía, los políticos, etc.

ANRed: ¿Cuál es próximo paso formal a seguir después de la reconstrucción?
SC: Lo que empezamos a hacer al día siguiente de las declaraciones es pedir a los medios que colaboren con información, con grabaciones, con audios, para reconstruir el disparo, el sonido del disparo y la hora del tercer disparo, y determinar dónde ocurrió y así identificar que el personal implicado es el que se encontraba en el lugar rodeando al patrullero.
Insistimos en que se cite a declarar a los vecinos, que no lo hicieron. Hay gente que escuchó un ruido, a lo que la policía les dijo que era un camión. Empezaron a decir esto, luego de que la policía les dijera que se trataba de un camión, esa versión se construyó.
Y después corroborar todas las pericias balísticas, para llegar a alguna imputación. Nosotros no queremos que esto termine desarmándose en las veinte o cuarenta versiones que están generando desde las esferas policiales, que buscan generar la imposibilidad de reconstruir una única versión, que es otra forma de diluir responsabilidades.


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