martes, 27 de octubre de 2015

Advirtamos tanto Macri como Scioli continuarán a CFK en garantizar a inversores foráneos mercados con ventajas comparativas y/o institucionales de privilegio (minería, hidrocarburos, agroindustria, commodities industriales y la armaduría automotriz) sólo que la alta rentabilidad exige ajuste.

Del Caño y un análisis equivocado

26 de octubre de 2015

Por Rolando Astarita

“El kirchnerismo, con un candidato derechista, le abrió el camino a Macri”. “El kirchnerismo eligió a un candidato derechista, hijo político del menemismo que hace pocos días anunció un gabinete (con Sergio Berni o Alejandro Granados, entre otros) que tranquilamente podría ser nombrado por Mauricio Macri. Frente a esto no sabemos por qué muchos kirchneristas se sorprenden de los resultados que está logrando el PRO”. Son declaraciones de Del Caño -en Izquierda Diario http://www.laizquierdadiario.com/– adelantando un primer análisis de los resultados de la elección de ayer.

La declaración es significativa porque atañe a la caracterización de las tendencias de clase que están detrás de los dos candidatos que se enfrentarán en el ballotage. El diagnóstico de Del Caño está en consonancia con la caracterización más general que hace el PTS –pero también otras fuerzas de la izquierda- del kirchnerismo. La idea básica es que éste sería un movimiento reformista burgués, inconsecuente y timorato para enfrentar “a la derecha, los grupos económicos y el imperialismo”, y que por lo tanto habría “claudicado” frente a estos enemigos. En el mismo sentido, se sostiene que el kirchnerismo reflejó “el ascenso de las luchas populares contra el neoliberalismo y la ruptura del 2001” (declaraciones de Bregman en la TV). Por eso, llegados al poder, los gobiernos kirchneristas aprovecharon los mayores márgenes de maniobra frente al imperialismo –posibilitados, en primer lugar, por la suba del precio de la soja- para conceder algunas mejoras a una clase obrera combativa y a los sectores más empobrecidos. Sin embargo, no rompieron con la dominación imperialista, y mantuvieron los numerosos compromisos contraídos por los gobiernos anteriores con el gran capital. De ahí el techo para la mejora de las condiciones de vida de la clase obrera y los sectores populares, y la acumulación de desequilibrios que se hacen insostenibles.
Por eso, siempre desde este enfoque, se afirma que “las pretensiones reformistas del proyecto kirchnerista se dieron sobre la base de asegurar todos los ‘derechos’ del capital transnacional”. En consecuencia, las soluciones a los problemas de las masas pasarían por romper “con la expoliación imperialista”, controlando sus empresas; acabar “con el dictado de los centros financieros y la banca internacional” y con el poder del “agropower”, y “cuestionar las reglas del juego de la economía capitalista semicolonial”. Y frente a las “claudicaciones” K, lo que se necesita es “no cruzarse de brazos” ante “la descarada desinversión de las grandes empresas, así como ante sus maniobras con el abastecimiento y los precios” (véase La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo, de Esteban Mercatante, Buenos Aires, 2015, IPS. Mercatante es economista y militante del PTS). Puede advertirse que las declaraciones de Del Caño se encuadran en estos análisis.

Mi análisis es muy diferente. Sostengo que la candidatura de Scioli y su programa no son el producto de alguna “inconsecuencia frente a la derecha”, sino la expresión política de las exigencias del capital, en un contexto de crecientes dificultades económicas del capitalismo argentino (véase aquí). Cuestión que también ponen en evidencia los pagos al CIADI o al Club de París, la admisión de que se debe negociar con losholdouts, los acuerdos con Chevron y Shell, la vía libre que se dio a las grandes mineras, el trato “amable” con Monsanto, la colocación de deuda a tasas usurarias y el “reviente” de reservas del Banco Central que está llevando adelante el gobierno K. No se puede decir que si todo esto lo hace Macri, lo hace porque “es un neoliberal de derecha”, pero si lo hace el kirchnerismo se debe a que “es vacilante y timorato”. Ni hay lugar para sostener que el segundo, por algún error de cálculo, “le abrió el camino a la derecha”. Aquí no hubo error de cálculo, sino convergencia de propuestas burguesas. La forma en que se dividieron los votos entre estas propuestas es una cuestión importante, pero de menor relevancia (y lo más significativo es que el 95% de la población votó a candidatos de la burguesía; ver aquí). Por eso también, hay que decir que los intelectuales K que votaron a Scioli “con la cara larga” no estuvieron confundidos: eran perfectamente conscientes de lo que estaban votando.

En definitiva, análisis como los de Del Caño llevan agua al molino de la confusión, o alimentan la idea de que, de alguna manera, el kirchnerismo es progresivo (¿no sería presionable para que supere sus “vacilaciones”?) en relación al macrismo. La realidad es que el programa de Scioli –el que adelantaron en declaraciones Urtubey, Beim, Blejer- es la herencia lógica del kirchnerismo, y no el resultado de gente “timorata” o “inconsecuente” frente a los poderes establecidos. Es el programa que deriva del “mandato de los inversores”, que es el mismo que se expresó en las propuestas de Macri y de Massa. Un programa que no abrió ninguna puerta nueva, porque esa puerta ya estaba abierta en la orientación de los principales candidatos.

Es por esta razón que ante el ballotage la posición de los socialistas es el voto en blanco (o alguna variante, como el voto nulo). La base teórica y política para una línea de independencia de clase es una correcta caracterización de los intereses de clase que expresan los candidatos.

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