domingo, 19 de julio de 2015

II. Analicemos cómo se construye el anticapitalismo o el desmantelamiento del poder de las transnacionales desde

Soberanía de los pueblos vs Impunidad S.A.

Presentación

La asimetría que caracteriza las relaciones entre las empresas transnacionales, los Estados y los pueblos constituye un rasgo innegable del proceso de globalización capitalista. Se refleja directamente en el contraste que prevalece entre las normas vinculantes que protegen los intereses de los inversionistas, y un derecho blando que reduce al carácter voluntario el respeto de los Derechos Humanos por parte de las empresas transnacionales. Tal contraste conforma una auténtica “Arquitectura de la Impunidad”.

Por un lado, con la complicidad de los estados interesados en garantizar la “atracción de inversiones”, las empresas transnacionales se han ido cubriendo de una sólida coraza –que incluye acuerdos de libre comercio y de protección de las inversiones, con sus correspondientes mecanismos sancionadores. Estos últimos se sitúan en una lógica en la cual el arbitraje pugna por sustituir, a la fuerza, a la justicia. Instituciones como el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) constituyen claros ejemplos de dicha privatización de la justicia. Por otro lado, la violación de los Derechos Humanos, de los Derechos de los Pueblos y de la Naturaleza se ha vuelto inherente a las operaciones de las empresas transnacionales y solo se equipara con su creciente poder económico y político. Tales violaciones corporativas han adquirido, además, un carácter sistemático y de certidumbre de impunidad, que se evidencian en ámbitos cada vez más numerosos de nuestras vidas, a medida que avanzan la desposesión y la apropiación de los bienes comunes.

Para hacer frente a todo ello, desde hace décadas, la resistencia popular se vuelve cada vez más globalizada y coordinada, articulando contrapoderes frente a las empresas más poderosas del planeta. Heredera de la Red Birregional Enlazando Alternativas entre Europa y América Latina y el Caribe, la Campaña Global para Desmantelar el Poder de las Transnacionales y Poner fin a su Impunidad es una prueba de la maduración y extensión de este proceso de resistencia, contando con más de 190 organizaciones y movimientos sociales de África, Europa, Asia y las Américas. Desde su lanzamiento en 2012, ha avanzado y facilitado espacios de diálogo, intercambio de experiencias y movilización, así como espacios para el diseño de estrategias comunes entre representantes de comunidades afectadas y otros actores de la sociedad civil que denuncian la impunidad corporativa. En el sentido de contrarrestar la “Arquitectura de la Impunidad” anteriormente mencionada y la captura de lo público por parte de las transnacionales, la Campaña Global pavimenta actualmente el camino hacia el Tratado Internacional de los Pueblos, como un instrumento político que permita sentar las bases de una visión alternativa de la ley y de la justicia, desde los Pueblos.

Las experiencias de construcción del contrapoder y las luchas por la justicia protagonizadas por las comunidades afectadas y la resistencia popular se han ido reflejando en el proceso del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP). Cabe resaltar, de hecho, que la casi totalidad de los artículos de esta publicación5 se relaciona con casos que han sido presentados en alguna sesión del Tribunal Permanente de los Pueblos organizada por Enlazando Alternativas, como las de Viena (2006)6 , Lima (2008)7 y Madrid (2010)8 , o por la Campaña Global9 . Así, entre los trece casos presentados en la “Audiencia del TPP sobre las violaciones de los derechos humanos por parte de las corporaciones y el Acceso de las personas a la justicia” (Ginebra, junio de 2014) estuvieron los de Shell en Nigeria, Chevron en el Ecuador, Pacific Rim en El Salvador y Glencore en el Perú, actualizados y analizados aquí. Así mismo, los conflictos generados por Suez en Argentina y Bolivia figuraron en el TPP de Viena, la situación de las represas del Río Madera fue denunciada en las sesiones de Lima y de Madrid, y el caso de Iberdrola se presentó en el TPP de Madrid. La presentación de estos casos ante el TPP permitió denunciar las violaciones corporativas que tienen lugar en todo el planeta y, al mismo tiempo, expresar el problema estructural de la falta de acceso a la justicia para las víctimas. En otras palabras, evidenció cómo el poder corporativo ha capturado los sistemas de justicia existentes en distintos niveles –nacional, regional e internacional– en su favor.

La Audiencia del TPP de Ginebra inauguró la Semana de Movilización “¡Paremos el crimen corporativo y la impunidad!”, la cual culminó con un suceso histórico en el Derecho Internacional: la Resolución del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (A/HRC/26/L.22/Rev.1). Dicha resolución abre el paso hacia la constitución de normas vinculantes para las transnacionales. Esta publicación se enmarca precisamente en este particular contexto, coincidiendo con la primera reunión del “Grupo de trabajo intergubernamental de composición abierta sobre un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre las empresas transnacionales y otras empresas con respecto a los derechos humanos”, en julio de 2015.

Reflexiones finales
Reducir unos complejos ecosistemas interconectados entre sí a un solo valor monetario busca convertir todo el “mundo natural” en “unidades” comerciales con el objetivo de satisfacer principalmente los intereses corporativos. Los promotores de las compensaciones por biodiversidad afirman que este es “el único camino posible” para poder contar con la participación de las empresas. Pero ya escuchamos ese argumento antes, con la adopción del mercado de carbono. Después de más de diez años, podemos afirmar que enmarcar el mercado y la financiarización de la naturaleza como “el único camino posible” es un método lucrativo para que las industrias y prácticas destructivas puedan seguir expandiendo sus negocios La idea de que el “precio resolverá la pérdida de biodiversidad o la contaminación” ha colonizado el imaginario de los pueblos y ha forzado que se ignoren muchas otras ideas y conocimientos. Las compensaciones, en este sentido, imponen una visión hegemónica sobre cómo entender el mundo. Un mundo donde la naturaleza, la biodiversidad, los bosques y los ríos, pueden ser fragmentados y cuantificados en unidades homogéneas que se pueden “recrear”, “reemplazar”, “trasladar” o “restaurar” de acuerdo a “valores” económicos de costo-beneficio. En este mundo, las industrias extractivas, los proyectos de megainfraestructuras y los monocultivos de árboles pueden continuar provocando destrucción climática, ambiental y social mientras se venden como “verdes” y “sostenibles”. Los pueblos que defienden sus territorios, biodiversidades, bosques, lagos, ríos y todos los ecosistemas interconectados con los que han convivido durante siglos son los que están preservando e impulsando opciones reales para la protección ambiental y el cambio social. La (i)lógica de las compensaciones subyuga a la naturaleza y sus pueblos, y los obliga a convertirse en proveedores de “servicios” que trabajan para la acumulación de capital de unos cuantos bolsillos.

Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Objetos_Relacionados/Soberania_de_los_pueblos_vs_Impunidad_S.A

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