miércoles, 10 de junio de 2015

Reflexionemos: "la creciente polarización política que vive el país, hace que los actores tendientes al cambio no necesariamente tengan la comprensión de cuáles son las claves de transformación del régimen político existente".


Cambio de ciclo económico y 
movimiento de piezas en el tablero político ecuatoriano
10 de junio de 2015
Por Decio Machado (Rebelión)

Estamos al inicio de un nuevo ciclo electoral en Ecuador. A pesar de que las próximas elecciones presidenciales no tendrán lugar hasta dentro de
20 meses, febrero del 2017, es evidente que ya se mueven en clave estratégica las principales piezas del tablero político ecuatoriano.

Análisis de situación y contexto

Desde que comenzara a notarse en la economía nacional los impactos derivados de la caída de los precios de petróleo, el régimen correísta viene sufriendo un paulatino desgaste político, el cual acompañado del deterioro de la imagen presidencial –principal eje estratégico sobre el que se ha articulado la legitimidad del gobierno-, se abre la puerta a un panorama político diferenciado al que hemos asistido durante los ocho años anteriores. (...)

a izquierda…

Resulta evidente que el fenómeno correísta es el resultado del fracaso de la izquierda ecuatoriana en desarrollar un diagnóstico real de lo que ha sucedido en el país durante los últimos 15 años –pereza intelectual-. Este drama se acentúa en la actualidad debido al hecho de que la gestión correísta del poder ha laminado cualquier significado digno del término izquierda para la próxima década.

Sin embargo, hacer política implica dotar de inteligencia a circunstancias y contextos de los cuales no se ha sido protagonista. Esto significa moverse en un territorio desfavorable y que como consecuencia de la creciente polarización política que vive el país, hace que los actores tendentes al cambio no necesariamente tengan la comprensión de cuáles son las claves de transformación del régimen político existente.

Mientras la mayoría de las organizaciones populares y sociales existentes en el país continúan en una lógica de alianzas bajo esquemas de “sopa de letras”, disputas internas y caracterizando al régimen como neoliberal –reflexión que la ciudadanía no entiende dado que son evidentes las diferencias existentes entre el régimen correísta y los gobiernos anteriores-, condiciones que poco o nada le ayudan respecto a su posicionamiento estratégico ante la sociedad, quienes canalizan la rabia digna -especialmente en las grandes ciudades- son los sectores más conservadores. Las élites continúan trabajando en base a intereses propios y en este escenario político, con la complicidad de los medios de comunicación masivos –los cuales les permiten seleccionar cuales son los problemas sociales de envergadura y cuales no tienen presencia mediática-, mezclan discursos contra las políticas gubernamentales desde posiciones críticas a Cuba o Venezuela con la defensa utilitarista de la aportación del 40% del Estado al IESS o cuestionando la criminalización a organizaciones sociales disidentes y líderes sociales bajo vigilancia del régimen.

Desde que comenzara el reflujo económico y se incrementaran el número de asistentes a las movilizaciones convocadas básicamente por el Frente Unitario de Trabajadores (FUT) y la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), estas han ido perdiendo hegemonía sobre los manifestantes. Es un hecho la presencia de sectores conservadores en la última y exitosa movilización del Primero de Mayo no oficialista, auspiciados por sectores de la clase media alta, líderes de opinión y la burguesía comercial de las grandes urbes, bajo el grito de coincidencia multiclasista “Fuera Correa, fuera!!”.  

El creciente ambiente de polarización social con carencia de consciencia política que se visualiza en el Ecuador en ambos lados de la barricada, viene a demostrar la necesidad de desarrollar un trabajo político más allá del ámbito estrictamente ideológico. En la práctica, la mayoría de población no entiende que el rasgo político fundamental del correísmo ha sido el desarrollo de un proceso de tardo-modernización capitalista impulsada desde la planificación estatal, y que en ese marco de contradicciones generadas se mueve la contienda actual. Las contradicciones cada vez mayores entre discurso y praxis oficialista (revolución, socialismo del siglo XXI, poder popular, gobierno de los trabajadores entre otras, frente al aumento de los beneficios empresariales de los grandes capitales -nacionales y transnacionales- y la agudización de la explotación laboral en el país) no esta siendo el eje de acumulación política de las organizaciones sociales con pretendido perfil transformador.

El protagonismo político readquirido por las centrales sindicales no supeditadas al régimen no está implicando una reconversión de éstas, manteniéndose las mismas viejas formas heredadas de la escuela tradicional burocrática sindical en una lógica que a la postre significará su desplazamiento de esa parte de la centralidad política que en la actualidad de forma sorprendente ocupan. No se está desarrollando ni nuevas formas de intervención sindical ni se están expandiendo los ámbitos de acción a nuevos sectores que se han generado en los últimos años en el mercado laboral ecuatoriano. Por su parte, la Conaie sigue viviendo un mar de contradicciones internas que posiciona la crítica gubernamental de sus bases más en el ámbito de la coyuntura económica –las comunidades se acostumbraron a negociar sus apoyos al régimen en base a contraprestaciones monetarias, infraestructuras y erráticas políticas agropecuarias que en la actualidad se encuentran en retroceso debido a los recortes presupuestarios- que en la homogenización de criterios sobre el modelo de sociedad y Estado plurinacional que caracterizó sus reivindicaciones en el pasado. Los sectores anti-gubernamentales de perfil progresistas ni siquiera cuentan hoy con organizaciones políticas con capacidad de capitalizar electoralmente el descontento social, lo que implica carencias en táctica y estrategia, así como dificulta la posibilidad de disputar en términos hegemónicos el liderazgo post-correísta. Esta condición genera el riesgo de convertirlos en funcionales a la rearticulación del proyecto político de las élites conservadoras nacionales, algo que ya ha sucedido en reiteradas ocasiones en el pasado reciente.

Lo significado anteriormente es grave, dado que demuestra el anquilosamiento existente entre gran parte de las organizaciones de izquierda. Se ignora reiterativamente el hecho de que el cambio de régimen no es de carácter cuantitativo, sino cualitativo. Se trata de generar nuevas coordenadas en el juego político, generando nuevos escenarios donde las condiciones dejen de ser tan desfavorables; dentro de un contexto donde los consensos políticos, sociales y económicos desarrollados en base a un fuerte crecimiento económico comienzan a dejar de ser viables. Un indicador palpable de esta realidad es el crecimiento de los conflictos sociales y laborales existentes en el país.

Ante la puesta en cuestión del pretendido horizonte correísta basado en el concepto “gramsciano” de hegemonía ideológica y construcción de instrumentos políticos organizados con incidencia protagónica en la sociedad, el nuevo reto de la izquierda ecuatoriana es desarrollar a través de ejercicios de inteligencia colectiva una nueva forma de intervención que supere el exclusivo ámbito ideológico.

Fuente original: http://deciomachado.blogspot.fr/2015/06/cambio-de-ciclo-economico-y-movimiento.html

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