sábado, 11 de abril de 2015

"Estamos lejos del teatro de los hechos pero nos sentimos hermanados con cualquier pueblo que sea amenazado por cualquier imperialismo, las tareas de solidaridad internacionalista son fundamentales".

Venezuela 1 Abril 2015

El imperialismo no pasará

“Una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y política exterior de Estados Unidos”. Así definió Barack Obama a Venezuela a comienzos de marzo. Además, su gobierno sancionó a siete funcionarios venezolanos bloqueando sus activos en el país del norte y cancelando sus visas.
El tenor de las declaraciones rápidamente encendió la alarma, porque en su haber EEUU cuenta con muchas acciones similares y todas ellas implicaron algún nivel de intervención más o menos directa sobre un territorio. En todo caso, lo que es evidente, en primer lugar, es que estamos frente a un capítulo más en el intento de desgaste y desestabilización del gobierno venezolano. Desde el golpe de 2002 a la fecha el imperialismo jugó numerosas cartas junto a la derecha, su vasallo criollo. Afortunadamente y por la enorme capacidad de resistencia del pueblo venezolano todas vienen fracasando. El acaparamiento de bienes y el mercado paralelo, operaciones ideológicas de desprestigio nacionales e internacionales, movilizaciones de la derecha (recordemos lo sucedido en marzo de 2014) y las violentas "guarimbas" que implicaron la muerte de militantes populares, son algunas de las más infames.
Las respuestas por parte de Nicolás Maduro fueron varias: rápidamente pidió la aprobación de la Ley Habilitante que le otorga poderes especiales en materia de justicia e integridad territorial, entre otros ámbitos; una masiva juntada de 10 millones de firmas para que Obama retroceda en sus declaraciones, lo cual es meramente simbólico; y un llamado al pueblo a organizarse en milicias populares. Treinta mil venezolanos y venezolanas se alistaron, lo que habla de una capacidad de respuesta popular admirable y un sentir antiimperialista arraigado en las masas. A nivel internacional la solidaridad de los estados ha sido generalizada: la CELAC, Unasur, el G77 y China han pedido la derogación del decreto contra Venezuela.

El árbol, el bosque
¿A qué motivos obedece la arremetida estadounidense? Son varios, y se explican tanto por las particularidades del proceso interno como por el panorama geopolítico.

En primer lugar, existe una tendencia continental a la moderación o bien derechización de los proyectos de gobierno. En el caso de Venezuela, al menos desde las movilizaciones golpistas de 2014, el gobierno de Maduro optó por una política dialoguista con la derecha, concretada precisamente en una Mesa de Diálogo. Esto se combina, además, con una moderación del proceso en general. Desde el gobierno se busca más permanecer y afianzar lo conquistado que radicalizar e ir por más. Más que distender, el diálogo envalentona a la oposición, que hará lo que sea para dar por tierra con el proyecto bolivariano. Esto adquiere especial relevancia si recordamos que estamos en vísperas de las elecciones de setiembre para la Asamblea Nacional.

En segundo lugar, hay un contexto de disputas geopolíticas imposible de ignorar. América Latina a lo largo del siglo XX fue el patio trasero de los EEUU (con la honrosa excepción de Cuba.) Las economías de Nuestra América se forjaron como dependientes de esa potencia al mismo tiempo que EEUU se disponía a intervenir en los asuntos internos de nuestros países. Imponer dictaduras, subir o bajar gobiernos cuando fuera necesario, eran y son parte de su práctica cotidiana. Por sus bienes comunes, por la importancia geográfica de determinados territorios como el Pacífico o el Golfo de México y también por la historia de rebeliones de nuestro continente, el Tío Sam no puede desatender lo que sucede en estas latitudes.
Venezuela es hoy una piedra en el zapato para los planes del imperio, tanto por la iniciativa que ha sostenido en términos de integración continental como por su política anti yanqui que, en el escenario internacional actual, significa un acercamiento al bloque del BRICS. En los primeros días de enero Maduro acordó inversiones por 20.000 millones de dólares con China para desarrollar la riquísima Faja del Orinoco, de donde saldrán los 500 mil barriles diarios de crudo que la potencia asiática comprará. Los acuerdos además se utilizarán para inversiones en materia educativa, vivienda y también militar. En el "tire y afloje" geopolítico, los acuerdos contribuyen a inclinar la balanza hacia el lado chino, un motivo más para la furia norteamericana.

La iniciativa está en manos de los/as trabajadores y el pueblo
Frente al panorama descripto, además de las respuestas del gobierno, hay otras corrientes que plantean la necesidad de retomar la iniciativa y "completar la revolución". La corriente marxista Lucha de Clases, por ejemplo, que es parte del PSUV, propone impulsar una amplia solidaridad internacional, haciendo hincapié en las organizaciones obreras y populares dentro de EEUU; expropiar inmediatamente a todas las multinacionales y monopolios; profundizar el desarrollo de milicias, organizando una por fábrica; y crear comités de defensa de la revolución para combatir el sabotaje y acaparamiento.
Por su parte, Marea Socialista, también en el PSUV; en un sentido similar a Lucha de Clases, propone una Ley de Emergencia Económica que suspenda el pago de la deuda externa, la nacionalización de la banca, el monopolio estatal del comercio exterior y una Ley de Emergencia Política que garantice todos los derechos democráticos y la más plena participación política del pueblo. Todo esto, acompañado de la movilización masiva de las y los venezolanos.
En un escenario de arremetida conservadora y con el imperialismo amenazando con intervenir, no hay diálogo que valga la pena. Solamente el protagonismo de los trabajadores y el pueblo, tomando las riendas del proceso, puede poner freno al imperialismo. Pero la moralización y el convencimiento no se dan espontáneamente. Tiene que haber un horizonte claro hacia adónde caminar: y ese horizonte debe ser la radicalización del proceso en un sentido claramente anticapitalista y socialista.
Para las organizaciones revolucionarias y populares que estamos lejos del teatro de los hechos pero que nos sentimos hermanadas con cualquier pueblo que sea amenazado por cualquier imperialismo, las tareas de solidaridad internacionalista son fundamentales. No basta con declaraciones, es necesario salir a las calles –tal como ya lo venimos haciendo– y repudiar con hechos las amenazas de Obama, a la vez que manifestar nuestra total solidaridad con el pueblo hermano de Venezuela. No es necesario recordar las diferencias que nos separan con el gobierno venezolano y la perspectiva que desde Izquierda Revolucionaria sostenemos con respecto al proceso, que quedó formulada previamente; cuando el imperialismo avanza la respuesta debe ser contundente y no puede haber lugar para vacilaciones.
Si los pueblos de Nuestra América y de todo el mundo estamos hermanados, ningún imperialismo pasará, ninguna agresión, ninguna invasión. Esa debe ser nuestra bandera.

http://izquierda-revolucionaria.org/articulo/406/el-imperialismo-no-pasara/

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